De qué me serviría que me vieras.
Que deje de ser la finita hebra que se adhiere a las palabras que lees. Soy
burdo y ciego a la extensa curvatura que tiene tu forma serena de mirar, la
copa de tus miradas, la sed que te busca se apodera púrpura desde el fondo mismo de mis susurros
¿Me ves, me verás? Una extensión de versos no es equivalente a los mil detalles
de tu imagen y no hay reflejo. Si hay que rendirse bajo un cielo despejado, si
hay que rendirse bajo un cielo nublado, si hay que rendirse, rendirse, acá
están mis manos, acá los papeles escritos apilándose y jugando a los fantasmas
de polvo y llanto. ¿De qué serviría que me vieras? Exiliado en las profundas
estepas del olvido, olvidadas envolventes y nuevamente olvidadas. La alquimia
de la distancia tiene la ruda sabiduría de cerrar las puertas, apoyo mi mejilla como cuando era niño
aceptando el frío de la madera, el sonido opaco del mundo que giraba detrás o
la lluvia torrencial de los eventos ignorados ¿De qué serviría? Hay explanadas
respirando vacío que fácilmente pueden robar mi imagen. Las pausas, las
carreras el sentir que existo más allá de cualquier barrera se puede hurtar. El
ser palpable entre espectros, entre minutos, entre las comas y los puntos
seguidos o yo en una capitulación si es que me ves. Espero sin fe en la
creencia que me verás de alguna manera que nadie puede verme. Vaivén
circunferencia rayo. La esfera del tiempo y el quebranto ¿Me verás?
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