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sábado, septiembre 17, 2011

BREVE HISTORIA DE MI VIDA por STELLA DIAZ VARIN



Comando soldados.
Y les he dicho acerca del peligro
de esconder las armas
bajo las ojeras.
Ellos no estan de acuerdo.
Y como estan todo el tiempo discutiendo
siempre traen perdida la batalla.

Uno ya no puede valerse de nadie.
Yo no puedo estar en todo;
para eso pago cada gota de sangre
que se derrama en el infierno.

En el invierno, debo dedicarme
a oxidar uno que otro sepulcro.
Y en primavera, construyo diques
destinados a los naufragios.

Asi es, en fin ...
Las cuatros estaciones del aiio
no me contemplan, sino trabajando

Enhebro agujas
para que las viudas jóvenes
cierren los ojos de sus maridos,
y desperdicio minutos, atisbando
a la entrada de una flor de espliego
a una simple abeja,
para separarla en dos,
y verla desplazarse:
La cabeza hacia el sur
y el abdomen hacia la cordillera.

Asi es
como el dia de Pascua de Resurrecci6n
me encuentra fatigada,
y sin la sonrisa habitual
que nos hace tan humanos
al decir de la gente.

martes, marzo 08, 2011

VEN DE LA LUZ HIJO por STELLA DIAZ VARIN





Que te ciegue La luz hijo.
Ven de la luz;
Desde donde la pupila sueña
y vuelve atormentada,
como un escombro vivo,
como especie de flor, como pájaro.
Carbón de viscera terrestre,
así como viscera de árbol.

Deja que se ensañe la luz, hijo.
Desciende como los antiguos ángeles,
como los malos discípulos,
ardiendo en su pasión, desheredados.
Así como las fieras, hijo.
Incomprendidas del río, intocadas absolutas, tristes.

Ese será el día—
—presentimiento que no quise,
tú sabes, los conoces—
que tomaré la forma deseada.

Ojo de estiércol, húmedo; Aprisionaré tu llama,
tu superficie extraceleste
tu mirada de centro obscuro, tu trigal;
la tibia voluntad de tu piel me ayudará y seremos.

Nunca antes pudimos.
Yo era como esas pequeñas fuentes secas.

Desciende, hijo, de la luz;
avisora el espacio, avisora el horizonte.
La curva que deja el corazón de un muerto,
la mano que se esconde,
la mano que nadie quiso acariciar.

Seremos.
Tú y yo venidos
irremisiblemente;
imidos como dos tallos jóvenes aún;
Queriendo apenas lo que no se nos dio.
Amando
lo que la luz aconseja:
el vértigo, la hondonada, el silencio,
el color de las piedras;
tantas cosas simples y distintas.
Llegaremos a amar la contextura de Dios
tan difusa;
tan perfecta como tus pequeños ídolos.
La madera de Dios tan bella y roja
como el corazón de los árboles.
Tan bella y roja
como el corazón del veneno.
Que te ciegue la luz, hijo.
Que te atormente.
Ven de la luz, inúndate;
Ten la luz y desmiente la tiniebla.
Ven hijo, arrodíllate.
Cree en los amaneceres.
En la luz son más bellos los ojos de Dios.

LA CASA por STELLA DIAZ VARIN



Dejaban mi cabellera colgando desde el tronco de la
[puerta como trofeo.
Sin precedente en la historia de los indios manantiales,
y una cuenca abierta, para la mirada
de los ojos indiscretos colocada a la acera del abismo...
Y esta era mi morada.
Una víbora, encerrada en la jaula,
destinada a cualquier pájaro,
y una piedra caída temporalmente desde la cima,
una piedra nómade en busca de aventuras servía de puerta,
de mesa de comedor. ..

Qué queréis que se haga con estos materiales.
Nada. Sino escribir poesía melancólica.

Acaso, cuando la noche se despierte
debajo de los murciélagos,
no haya otra cosa sino una sensación,
y a estas vertientes
que a uno le aparecen desde el
[fondo de los ojos.

No haya
sino un alud de hijos de piedra,
de hijas de agua de hijos de árboles.

Entonces escribiré mi biografía
al uso de los poetas indecisos.
Miraré a través de una llama de cobalto
y distinguiré objetos olvidados;
como cuando dormía adosada a la pared
y todo parecía bello sin serlo.
Tomaré una de mis pequeñas flautas colgantes
y entonaré la canción del amor.

LA PALABRA por STELLA DIAZ VARIN





Una sola será mi lucha
Y mi triunfo;
Encontrar la palabra escondida
aquella vez de nuestro pacto secreto
a pocos días de terminar la infancia.
Debes recordar donde la guardaste
Debiste pronunciarla siquiera una vez...
Ya la habría encontrado
Pero tienes razón ese era el pacto.
Mira como está mi casa, desarmada.
Hoja por hoja mi casa, de pies a cabeza.
Y mi huerto, forado permanente
Y mis libros como mi huerto,
Hojeado hasta el deshilache
Sin dar con la palabra.
Se termina la búsqueda y el tiempo.
Vencida y condenada
Por no hallar la palabra que escondiste.

ALBEDRÍO por STELLA DIAZ VARIN





Yo soy la vigilia, Ustedes
Son los hombres castigados,
Los labradores
De gestos oblicuos
Que al engendrar falsos surcos
La semilla huyó despavorida.

Ahora respóndanme
Con una mano enguantada
A flor de corazón.
Cuál es la fecha exacta
Entre Aldebarán y Andrómeda.
El día en que los cuervos
Cosechen lo suyo
Entre la más grande estampida
De todos los tiempos. Amén.
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