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sábado, septiembre 07, 2013

Luis Navarro: el fotógrafo que retrató el peor rostro de la dictadura de Pinochet por RODRIGO RAMOS BAÑADOS

Luis Navarro Vega, destacado fotógrafo (Altazor 2010), pregunta a qué lugar irá a parar esta entrevista por la extensión del diálogo. La explicación lo deja conforme.
Hoy vive el conflicto estudiantil chileno. Siente que encendió las cenizas de su generación. En consecuencia está pendiente de las protestas y le preocupan los límites. Sabe que el terror está al otro lado.
-Nosotros fuimos soñadores. Éramos de la generación que pensaba cambiar las cosas. Allende decía que éramos los porfiados. La pérdida de la democracia fue culpa de cada uno de nosotros. La derecha por su trabajo de socavar y la izquierda cometió muchos errores. El Mir cometió muchos errores. El marxismo tiene un sustento ejemplar, pero cuando llegan los hombres arriba se cometen muchas equivocaciones. Había empresas tan bien hechas como las textiles. Sin embargo ahí igual hubo tomas. Hubo mucho infantilismo revolucionario entre la gente de izquierda. El Partido más serio fue el Partido Comunista. Como estaba la guerra fría, a quién iban a culpar. Por supuesto que a los comunistas. A ellos lo empezaron a perseguir primero.  Soy de verdad apegado a la historia  y no hago ciencia ficción.
Navarro habita en el  tercer piso de un departamento en el barrio Bellavista, Santiago. Todo lo que está en su living, sean cuadros, máscaras (que él confecciona) o repisas, tiene un significado íntimo. Si usted conoce su trayectoria, no hallará en las murallas las fotografías de los hornos de Lonquén. Lo de Lonquén lo explica al final de esta entrevista. Sin embargo está la cámara que cambió la historia: una Practika de bordes helados y que suena como alcancía con una moneda cuando la mueven.
Por lo urgente de la contingencia -no se puede ser de otra forma- se descargó mirando el edificio tipo caja de remedio de la Universidad San Sebastián. Tapa la mitad de su ventana. Lo define como el monumento al lucro en la educación.
Sistema colapsado
   -Lo que está pasando ahora es culpa de la Concertación porque no se atrevieron a hacer los cambios. El problema de la educación ya todo lo sabemos. Las familias están hasta la coronilla con los créditos, además de las tarjetas para consumir las cosas diarias. El sistema está colapsado. Hay un desgaste en todo el mundo. Por esta razón mi apoyo es irrestricto a lo que están haciendo estos cabros. Ellos no vivieron la dictadura y en consecuencia no sienten miedo, en cambio nosotros tenemos miedo. Esa es la diferencia y además sus líderes son brillantes.  Cómo alguien puede hablar que no hay lucro. Mira los edificios que hacen (apunta a la Universidad San Sebastián). Si eso no es lucro, ¿qué es? Ahora la salud es otro problema. La mejor salud en Chile está en clínicas privadas. Cómo es posible que a estas alturas del partido los mejores hospitales que hay en Chile pertenezcan a las Fuerzas Armadas y la gente común y corriente debe atenderse en los peores hospitales. Me pidieron de Salud hacer un trabajo fotográfico y no lo acepté pues fue terrible ver en los pasillos a la gente operada. Ver tirados a ancianos que han tenido toda una vida de trabajo. El sistema de salud es una injusticia enorme. No pueden hablar que no hay lucro, en Chile hay un lucro descarado. Los bancos son los mayores beneficiados. En Chile mucha gente no quiere hablar de esto. Yo no tengo esperanzas ni las tendré de trabajar en El Mercurio ni en La Tercera, porque nadie me va a llamar de esos lados.
-Todos saben mi trayectoria. Amigos me ofrecen pega. Tengo la comisión Valech y una pequeña jubilación. Estoy viviendo tranquilo aunque tengo que trabajar hasta que me muera.
 -No hago clases por principio. No quiero ser cómplice del sistema, aunque puedo dar clases gratis de fotografías si alguien tiene interés. Sin embargo la mayoría de mis colegas está haciendo clases. Cuando fui Presidente de los fotógrafos lo planteé. Hay que tener en cuenta que los  regalones de Pinochet son los dueños de las universidades. No es porque yo lo diga, sino que son años de ejercicio de saber quiénes son quienes.

Antofagastino
Navarro nació en Antofagasta.  Pasó su infancia en el sector de la avenida Brasil. Estudió artes plásticas en la Universidad del Norte a principio de los años 70.  Por esta razón conserva en una  muro (y que queda sobre su cabeza al momento de esta entrevista), un grabado del  pintor Jorge Flores Naveas, su amigo.
-Todavía lamento su suicidio.
   -Yo me críe en el lugar que le dicen el triángulo de la avenida Brasil: entre Salvador Reyes, Esmeralda y Aconcagua. Todos nuestros juegos lo hacía donde estuvo la Universidad Técnica del Estado (hoy el Jumbo) y en la playa El Molino. A Jorge (por Flores) lo conocía desde que éramos chicos. Jugábamos a la pelota. Con los croatas jugábamos básquetbol. Maximiliano Garafulic debió ser como Alexis Sánchez para el básquetbol. Los primeros murales que se hicieron en Antofagasta lo hicimos nosotros. En el Estadio Municipal recuerdo un trabajo donde participó Jorge y Pedro Quiquincha. Era mediado de los años 60. Tengo muchos recuerdos de ésa época.
-Yo comencé pintado.
-El año 1976 me vine a Santiago porque me iban a agarrar. Apenas cayó la gente presa armamos un equipo solidario. Mandábamos encomiendas a Chacabuco (campo de concentración de la dictadura). En Antofagasta quedó la escoba. Fue muy fuerte la represión.  Hasta que me detectaron y me dijeron ándate. Mi único pecado fue ayudar. Fui del Partido Comunista, militante.
Muestra una foto de Rafael Parada, quien era amigo, que se la regalará pronto a su familia. Después exhibe la fotografía de unos gitanos. Podría ser una fotografía actual, pero de los años 70.  En Santiago empezó con la fotografía y para aportar, dice, arribó a la Vicaría de Solidaridad. Explica lo de los gitanos.
Conservo muchos amigos gitanos. Mi interés hacia ellos partió cuando leí que fueron perseguidos por Hitler. Imaginaba lo que  habían sufrido. Un día en Santiago fotografié a tres mujeres. Ellas se molestaron. Días después le regalé las fotografías. Gracias a esto, ellas confiaron e hicimos amistad. Todavía nos vemos (indica las personas en una foto). Estoy muy agradecido de ellos. Cuando fui perseguido por la dictadura los gitanos me protegieron. Habité con ellos en sus carpas. Viví con ellos. Fui de lugar en lugar. Estuvieron conmigo en ese momento difícil y eso se agradece por siempre. Son grandes personas.

hornos de lonquén
- ¿Le molesta que le pregunten lo mismo sobre sus fotografías sobre los cadáveres al interior del horno de Lonquén?
-Sí (arrastra la voz).  Tuve la suerte o la mala suerte de fotografiar cadáveres. No me arrepiento para nada, fue un grano de arena.  Pinochet no cayó por los problemas económicos sino que por los Derechos Humanos. Nosotros como Vicaría fuimos la piedra en el zapato que tuvo. Así que eso fue importante y como me voy a arrepentir de eso, además que yo estaba al lado de los buenos. No obstante Pinochet me cobró lo de Lonquén. Entre 1978 y 1981 me amenazaron constantemente. Fue una presión tremenda. Me siguieron en la calle y hasta me tiraron gatos muertos a la casa. Viví una persecución terrible, pero no me quise virar porque soy porfiado. “Mira huevón, a vos te vamos a acusar de matar a la Virgen María. Con lo que te inventemos te vamos a joder igual”.
-Entre medio droga, tortura y amenazas constantes. Así de valiente era el ejército chileno. A estas alturas miedo no tengo. Siempre he dicho la verdad, que Pinochet es un traidor, un cobarde, un ladrón y un asesino. No me tiembla la pera para decir eso, obvio que no lo digo en todas las entrevistas. Lo digo en el contexto en que se comenzaron a saber las barbaries que se cometieron. Fui muy amigo de José Manuel (Parada). Lo que hicieron con él, no tiene nombre. La cobardía. Hablar de honor del ejército ¿Qué honor?
-El trabajo de la Vicaría refundó la fotografía chilena. En Chile no había fotografía. Los retratos de los desaparecidos para acompañar los recursos de amparo partieron como una necesidad jurídica. Se dio inicio a un trabajo histórico.

Foto: John Yévenes

jueves, mayo 02, 2013

DANIELONKO: EL POETA QUE SE REHABILITO CON AYAHUASCA por RODRIGO RAMOS BAÑADOS


Danielonko o Daniel Montaño, 39, periodista, poeta y músico, dice que su próximo libro, el que tengo en las manos,  es impublicable.  Su primer libro (poemario) es de 2011, se llama “Señales de humo”, editorial Palimpsesto de Alto Hospicio, y lo presentó en el marco de la Filzic.
Kanatrán Padilla, músico, malabarista, iquiqueño y quien con Danielonko conforman el multifacético dúo el “Imperio del dragón”, califica a la poesía de éste último como subversiva. Puede decirse que Kanatrán, que tiene mil historias por efecto de muchos viajes circenses por la panamericana, es quien regula  el desvarío juguetón de Montaño, cuando ambos se presentan en la calle o algún escenario.
A Danielonko le gusta provocar. 
 Respecto al libro impublicable e insultante que lleva por nombre “Feliz día del p…”, Danielonko dice que está buscando un manera legal de sacarlo. En el sugerente poemario, el señor no deja títere iquiqueño con cabeza. Despotrica contra apellidos célebres de esa ciudad y el establishment (medios de comunicación, entre otros).  Le preocupa alguna demanda; en consecuencia pretende consultar a un abogado amigo antes de arrojar el asunto.
Danielonko nació en Antofagasta, pero ha vivido toda su vida en Iquique. Estudió periodismo en la Universidad Católica del Norte durante los años 90; en ese tiempo se destacó como un excéntrico cantautor. Se le recuerda también por sus excesos.   
Kanatrán dice que Danielonko, que usa una pluma sobre un gorro parecido al de un aviador de la Primera Guerra Mundial y una nariz de payaso, hoy experimenta un vértigo creativo.
Ambos se complementan y expelen un trabajo con buenos dividendos. Más allá de sus vestimentas, concitan atención por lo música y poesía. “Hay que aprovechar el momento creativo de Danielonko; hoy él hombre está lúcido y bien”, afirma Kanatrán, con voz silenciosa, desde la mesa de una café, en la Filzic.
Hace más de un año el protagonista de esta crónica suspendió un período oscuro, abisal.
Las drogas químicas mantuvieron a Danielonko en el borde. El poeta recuerda hasta quitadas de droga y actos delictuales. Historias sobran de ese período, pero no son el quid de ésta crónica.
a la selva peruana
El asunto es que Montaño llega a la selva peruana medio engañado por familiares y amigos.
Es otro ambiente; otro aire.
Le cambia la vida una vez dentro de Takiwasi ( http://www.takiwasi.com/) un centro de rehabilitación de toxicómanos ubicado en la periferia de la ciudad de Tarapoto, en la alta amazonía peruana. En ese lugar experimenta  purgas vomitivas con plantas. Hasta contra el dengue luego de ser infectado por un mosquito, pero vamos por parte.
Dice que en el período de un año y medio, bebe 37 vasos de ayahuasca que son parte del tratamiento. Dice que medio vaso del ayahuasca pura que bebió, es una cantidad suficiente.
De inmediato, Danielonko aclara que “los payasos de la secta que mataron una guagua”, hacían un uso irresponsable del ayahuasca.
Dice que en general, en Chile no se conoce bien el efecto ni la manera de administrar esta infusión de plantas a la que no considera como una droga pues no hay chamanes; más bien se usa con fines de esparcimiento y de manera irresponsable por gurúes chantas.
Reconoce que por lo anterior ha rechazado invitaciones a beber el brebaje en Iquique, donde se puede conseguir en polvo, dice. “Algunos creen que yo soy un chamán y por eso me invitan. No soy nada de eso”, dice Montaño, mientras una mujer recita en el escenario de la Filzic.
El poeta explica que el ayahuasca es una infusión de cortezas y lianas de la selva. Hay un curandero, guía o chamán quien orienta el viaje; también hay un sicólogo. Las visiones comienzan al cabo de unos minutos. Luego vienen alrededor de cinco horas de efecto. El objetivo es ir al espíritu de la planta, alcanzarlo. En medio de esto, hay vómitos.
Una vez hecho el viaje expresamos lo que vimos, a través de dibujos o lenguaje. 

espíritu de la planta
Danielonko dice que la reacción de la ayahuasca es distinta en cada persona. En su caso, la infusión le ayudó a reconocer el problema y luego enfrentarlo. Hay mucha soledad, en esto, dice.   
Montaño cuenta eso como si el ayahuasca fuera una persona, con la cual se puede dialogar. La lucha con el espíritu de la planta fue gigante, extrema, dice. Al final me ayudó.
Entretanto, Danielonko fue picado en la selva por un mosquito con dengue. Dice que de un millón de mosquitos, uno porta el mal. La enfermedad se le evidenció con fiebres altas e imposibilidad para caminar. Fueron 10 días. Afirma que la picadura pudo ser mortal.
 Sin embargo, reconoce que una nueva picadura puede ser mortal. 
Danielonko debe regresar a la selva, para continuar una segunda etapa del tratamiento. Admite que la idea le complica por la actividad artística que está llevando a cabo.
Kanatrán cuenta que en Iquique su amigo se las arregla con lo que gana en la calle cantando o recitando, para ayudar a vagabundos que viven en la playa. Es una actividad solidaria que desarrollan con lo que ganan, pues ambos, dicen, no les interesa el dinero.
“Podemos sobrevivir con lo justo, dice Kanatrán, pues ambos tenemos calle”.   

jueves, abril 11, 2013

DISCRIMINAN A INMIGRANTES EN CAMPAMENTOS DE ANTOFAGASTA por RODRIGO RAMOS BAÑADOS


Esta vida berraquera, dice suspirando Berta Arboleda, de alrededor de 40 años, un hijo de 18 años, apoyada sobre la puerta de palo incrustada en la arena.
La morena de Buenaventura, Colombia, explica que el término berraquera lo entendamos como empuje y valentía. Berta es parte de los 16 inmigrantes afrocolombianos que integran el campamento Mujeres Unidas. Puede decirse que está en la calle Colombia, según lo escrito en una frágil muralla armada de cholguanes.
El refugio es vecino de su símil más populoso conocido como Víctor Jara, ubicado donde comienza el cerro en la población Balmaceda. El paisaje es arena, perros que grueñen, nubecillas de moscas que buscan los orificios de las orejas y el perpetuo zumbido de grillo afónico que emiten los cables de las torres de alta tensión.
La señora Berta dice que en Buenaventura los colores y aromas de la vegetación son intensos; la antítesis de Antofagasta donde habita hace 4 años. El dilema, dice la mujer sentada en el living de su casa y bajo un cuadro de un colorido autobús colombiano, que en Buenaventura te matan por nada. Aquí reconoce sentirse  tranquila y con trabajo; en consecuencia pretende quedarse por varios años. “No hay comparación a pesar de los detalles”, dice Berta.
Y redondea: “El sector donde vivía en Colombia sigue igual como lo muestra la serie (El Patrón del mal). La guerrilla  hace lo que quiere”.
En Antofagasta, compara la mujer mirando el piso recién encementado, el principal obstáculo es la discriminación. Los 16 inmigrantes colombianos viven el problema a diario cuando pasan frente al campamento Víctor Jara, habitado sólo por familias chilenas.
Con contadas excepciones como la dirigenta del lugar que sí tiene buena disposición hacia ellos; el resto de los vecinos no los saluda ni menos los integra.
Dice que los vecinos chilenos les pidieron que se alejaran del campamento que lleva el nombre del autor de la canción “La toma”. “Piensan que nosotros, los colombianos, les vamos a quitar la posibilidad para conseguir casas entre otros aspectos. En general nos discriminan; no quieren extranjeros cerca de ellos”.
Según la “corporación de dirigentes también somos Chile”, hay tres campamentos en la ciudad donde  han detectado discriminación contra los inmigrantes; estos son: Ratoncitos, Alto Mendoza y Víctor Jara. El asunto fue tratado en un desayuno convocado por Techo Chile, denominado “Desafíos de un Antofagasta Multicultural.
En algunos casos los inmigrantes debieron armar sus refugios casi en el cerro, después de recibir amenazas por parte de los vecinos. Todos ellos viven una situación de extrema pobreza y desamparo.

Exclusión en el trabajo
La señora Berta desde que dejó el Valle del Cauca asumió que como inmigrante debería ser fuerte. Dice que llegó a Chile como turista y que luego legalizó su situación.
La búsqueda de trabajo para ella y su hijo siempre se ha visto empañada por la discriminación. Le han hecho saber que a un afrocolombiano le costará el doble conseguir trabajo. Dicen que los empresarios prefieren a los colombianos blancos; incluso le ha tocado ver que afrocolombianos que tienen algún cargo optan por sus compatriotas blancos como una manera demostrar a la empresa chilena que están haciendo bien su trabajo. 
Actualmente hijo y madre desarrollan labores de aseo. Ganan el mínimo, a pesar del tiempo que llevan en el país.
El trabajo fue uno de los temas que se trató en la reunión organizada por Techo Chile. La posibilidad de conseguir empleo bajan cuando se considera que un 80% de los inmigrantes colombianos está ilegal, con la consiguiente vulnerabilidad social.
El último censo precisó que en la Región de Antofagasta viven alrededor de 20 mil inmigrantes, entre colombianos, peruanos, bolivianos y argentinos. El número crece a diario.
Los tema tratados por las organizaciones fueron: disminución de la oferta de empleo, imposibilidad de acceder a una vivienda y carencia y retraso en atención de salud.
En el caso de la vivienda una de las exigencias es tener 5 años de residencia definitiva. La señora Berta deberá esperar varios años más, por esto encementa el piso de su ligera casa.   
Una traba que enturbia el proceso de inmigración es según, los organizaciones presentes en la reunión, que las instituciones públicas no se estén haciendo cargo del asunto.  Acusaron una xenofobia institucional; actitud que no existía en la época que Pablo Toloza, actual intendente, era el gobernador.
La prueba más evidente de esto son las condiciones indignas en que los inmigrantes esperan ser atendidos  en el departamento de extranjería y migración.
Las presentes también denunciaron presuntos cobros por apurar trámites.
 Regresemos a la señora Berta. En esto de las comparaciones entre chilenos y colombianos, la mujer dice que ve con cierta aflicción como los chilenos consumen  droga. En Colombia es la misma FARC, quien a su manera regula el consumo en los sectores pobres
. Simple: a los drogadictos los desaparece; allá, el problema es la producción.
La mujer desde la puerta de su casa dice que desde ese mismo lugar pero de  noche, la ciudad iluminada le parece un pesebre navideño.

sábado, abril 06, 2013

EL FUNERAL DEL HIPODROMO por RODRIGO RAMOS BAÑADOS


El 20 de enero, Puyian de 479 kilos, 8 años, terminaba tercero en las arenas del hipódromo de Antofagasta. Fue el mejor resultado de este caballo en los cuatros meses que alcanzó a estar en el norte. Puyian había recalado aquí, después de un trayecto de altos y bajos en el hipódromo Chile, en Santiago.   Ayer este corcel permanecía con las patas tiesas apuntando hacia un establo y bajo una nube de moscas que iba creciendo con el paso de las horas.
A medio metro del finasangre un niño se tapa la nariz. Puyian falleció a las 4 de la madrugada del domingo.
Ahora el preparador Hugo Vásquez, del Stud 7, hace desesperadas gestiones con un personaje de la administración del acabado Club Hípico, con el fin de  solicitar ayuda para retirar al animal de casi media tonelada.
Luego de hablar por teléfono, Vásquez, visiblemente decepcionado, dice que ya nada le interesa a la administración. Con vehemencia afirma que estos tienen un tractor en desuso y que podrían haberlo prestado. Al hombre le urge retirar a Puyian por el proceso de descomposición en que se encuentra. En los Stud (retablos) aledaños, viven familias.  Un niño de no más de 10 años, observa la conversación con el preparador del caballo. El niño dice que el caballo está hediondo.
Afuera del establo, en una franja de arena que separa los retablos tipo casas y las murallas, otros niños juegan con un perro galgo.
 Hugo Vásquez dice que se quedará esperando a personal del SAG, con el propósito que puedan llevarse al equino.
-¿Y de qué murió el caballo?
-De un cólico; o sea un problema estomacal que venía arrastrando.
 Dejamos al Stud 7 con el caballo muerto y seguimos por la franja de arena, en dirección al retablo donde se encuentra el vocero de los preparadores.
Recordemos que el recinto está en proceso de venta. La noticia provocó un litigio en favor de los trabajadores del hipódromo, la sensibilidad de políticos, ministros y entre otros aspectos, activó el drama social de las alrededor de 40 familias que habitan en el sector.  Estas familias no tienen muy claro dónde irán a parar.

caballos tristes
Otra arista del problema es la situación de los caballos que puede considerarse como crítica, según el presidente de los preparadores, Víctor Gallardo.
Gallardo es propietario de Fantom, 12 años, 37 triunfos, uno de los finasangre más ganadores del Club Hípico. Fantom, como el resto, permanece encerrado en su retablo.
Actualmente son 166 caballos de carrera los que resguardan los establos.  Gallardo, quien usa una cadena de oro con un símbolo hípico, dice sosegado que los animales al no estar en competencia ni mantener un entrenamiento constante, comienzan a padecer de estrés. “Ellos están acostumbrados a correr y hace alrededor de un mes que no compiten; esto los afecta. Los caballos son muy sensibles, captan todo lo que sucede y aquí el drama es de todos. Ellos también están sufriendo”.
Gallardo afirma que un efecto concreto del fin del hipódromo hacia los caballos, es la baja en la ración diaria de la alimentación.  Dice que se les bajó a la mitad, pues ya no están compitiendo y en consecuencia queman menos calorías. Luego reconoce que también es una manera de ahorrar. La mala situación económica afecta a todos, dice el señor con rostro atribulado.
El cambio de dieta y la falta de movimiento  están generando consecuencias en la salud de los caballos. Gallardo, bajando la mirada, reconoce el dilema y dice que en algunos casos los equinos puede enfrentar cólicos y otros problemas gástricos.
-¿Entonces no es raro pensar que la muerte de Puyian, es efecto de estos cambios bruscos de dieta y de actividades?
-El caballo pudo estar enfermo, no obstante su muerte puede estar relacionado con el trastorno de la rutina. Como le digo, aquí los caballos están sufriendo.
-¿Es decir, así como están las cosas se podrían morir otros caballos?
-Podría pasar.

drama de trabajadores
Gallardo sabe de buenos tiempos en el hipódromo. Recuerda que los mejores años fueron a mediados de la década de los 90; el año 95 cuando apareció el teletrack.  El hipódromo bullía.
El señor se entusiasma; junto a él, está Pedro Cerón, otro hípico de la vieja escuela. Elucubran sobre los tiempos buenos, mientras escuchan una radio que transmiten noticias.
Saben, en todo caso, que desde ahora deberán vivir de los recuerdos. Ambos no tiene muy claro qué harán.
Gallardo dice que nadie se ha preocupado del tema sicológico de los trabajadores. El hombre cuenta que lleva 25 años ligado al hipódromo; toda una vida, afirma. Por consiguiente es duro lo que está viviendo. Dice que su caballo, Fantom, es su compañero. Fantom está encerrado.
Ahora que llegaron vacas flacas, afirma Cerón, esperan la intervención de la ministra del Trabajo, Evelyn Matthei. “Ella está al tanto de nuestro problema y estudiará el caso. La idea es que en la suprema se declare la venta de ilegal”, afirma el señor en tono convincente.
Afuera de los retablos escuchan voces de niños jugando y ladridos de perros.
Gallardo afirma que de ningún organismo ha llegado una solución concreta para trasplantar a las familias.
Mientras enumera con sus dedos, dice que al sector han llegado políticos y el personal del municipio. Sin embargo ninguno hasta ahora ha entregado una propuesta concreta.
Entiende que las familias deberán empezar los trámites para conseguir casas desde un principio, y eso tarda años.
La agonía del Club Hípico de Antofagasta continúa, a ratos imperceptible. Ahora el drama es el destino de los caballos.     

20 AÑOS QUE CAMBIARON ANTOFAGASTA por RODRIGO RAMOS BAÑADOS


El taxista mira hacia el costado y piropea Antofagasta. Está linda, dice convencido, y luego sigue conduciendo. Avanzamos hacia el sur por la Circunvalación, la avenida periférica que circunda desde los cerros mustios a la ciudad. Son casi las ocho de la noche de un día de verano. Abajo, las luces de los edificios sobresalen en el tapiz plomo del atardecer. Los aviones suben y bajan hacia el aeropuerto Cerro Moreno. Los barcos iluminados complementan el cuadro.
No es extraño que cada vez más antofagastinos sientan orgullo por el lugar donde viven. La actual Antofagasta es una ciudad de servicios, moderna y en constante proceso de crecimiento. Desde hace 20 años que la urbe comenzó a caminar; a correr, mejor dicho. La velocidad que avanza deja perplejo a los visitantes frecuentes. Por ejemplo, en un año una zona industrial mutó a zona turística, como sucedió con un terreno lateral del puerto donde germinó un mall con vista al mar. En un pestañear, los barrios cambian; se modernizan.  
No hay dos caminos para hallar el origen de esta vorágine. La minería aparece como la gran gestora de esta ciudad galáctica que es Antofagasta, si consideremos que está en medio de un desierto inhóspito, seco y bajo un suelo rocoso.    

El Bing Bang minero
 Podemos retroceder en el tiempo y decir que 1992 fue el año del bing bang.  Por ese entonces, la capital de la Segunda Región bordeaba los 200 mil habitantes y, si bien la gran minería estaba asentada desde mucho antes, con Mantos Blancos y Chuquicamata, su incidencia en la zona era mínima: Codelco contaba con una oficina comercial y la actividad se concentraba en los costados del puerto. Así, los anuncios de grandes proyectos mineros a comienzos de los 90 ayudaron a desvanecer el trauma del reciente aluvión. Un año antes, el 18 de junio de 1991, Antofagasta experimentó el momento más difícil de su historia con la catástrofe que dejó 91 víctimas fatales y 16 desaparecidos. Con el aporte del gobierno y la floreciente minería, la ciudad regresó a la normalidad en tiempo récord.
En cuanto a infraestructura, salvo algunas notables excepciones, como la torre Pérez Zujovic –un edificio de 24 pisos–, la ciudad de 1992 era casi la misma de la década del 60.
El año 1995, en cambio, encuentra a Antofagasta con edificios sobre los 20 pisos, ubicados principalmente en la costanera sur, frente al paseo del mar. A la ascendente minera Escondida, se sumó la minera Zaldívar. Por ese entonces, ambas empresas comenzaban a cimentar su prestigio que pronto las situará como el ideal laboral para la mayoría de los antofagastinos.
Las mineras, a su vez, desataron oportunidades para empresas y emprendedores. Se reactivaron firmas de transporte de larga data. Aparecieron nuevas carreteras para concectar con las minas. Tuberías para acarrear minerales o agua se transformaron en las venas del desierto. La energía se suplió con las termoeléctricas que alteraron la pasividad bucólica de Mejillones, la eterna ciudad restorán de pescados y mariscos de los antofagastinos. En la caleta Coloso, ubicada en el límite sur, apareció en tiempo récord un nuevo puerto y con éste llegaron barcos. El mirador hacia el puerto, construido por Escondida, se transformó en un punto de reunión de los antofagastinos.
Se multiplicaron las fuentes laborales, pero a la vez el puerto de Coloso trajo consigo el dilema de la sustentabilidad. Por primera vez se habló del costo de la minería. Los pescadores de la caleta fueron los más incómodos.
El vigor de las mineras replanteó la pequeña industria local. Se habló de clúster minero; es decir, un encadenamiento productivo en torno a dicha industria. A finales de los años 90, el chorreo de la minería todavía permanecía estancado en la cima, sin embargo en un abrir y cerrar de ojos, como es todo lo relacionado a la minería,  la situación iba a cambiar.  

El nuevo milenio
Antofagasta amanece el año 2000 con una expectativa comparable a los primeros años del salitre. Las mineras sacan cuentas alegres. Saben que la gallina de los huevos de oro durará varias décadas. En lo social, ya son conocidos los impactantes turnos como el 4x4 o el 7x7; es decir, cuatro días de trabajo y otros cuatro días en la casa y así sucesivamente. Las familias comienzan a acostumbrarse a un sistema que, a pesar de las ausencias, reporta beneficios económicos que de otro modo no se alcanzarían: los sueldos pagados por la minería son demasiado altos respecto al resto del país.
En Antofagasta los mineros viven en barrios nuevos, con parques y lugares de esparcimiento como piscinas. La demanda habitacional crece. En contrapunto el turno 7X7 se transforma en el más solicitado pues le permite a los mineros vivir en ciudades alejadas y más económicas, del centro y hasta el sur del país. Consideran un día de viaje para llegar, otro para volver y cinco descansados.  
El sueño de la riqueza antofagastina se esparce con facilidad por Chile. Profesionales y técnicos son absorbidos por la minería. Las universidades e institutos, en tanto, desarrollan nuevas carreras para palear la ahora explosiva y exigente demanda laboral. Sin embargo, siempre falta personal especializado. El asunto es, ¿de dónde sacarlos? Llegan profesionales extranjeros provenientes de Oceanía, Asia y de este lado del mundo. Hablar inglés es una necesidad. La demanda es proporcional al crecimiento de la población flotante, asunto que rebota de manera positiva para la industria de transporte aéreo y terrestre. La ciudad se transforma en uno de los destinos de negocios y laborales más requeridos a nivel nacional. El tráfico área sube cada año transformándose en el segundo a nivel nacional, después de Santiago. El MOP considera que en 2017 se llegará a al millón de embarcados anuales. Actualmente el promedio es de 600 mil embarcados anuales. Una encuesta del mismo MOP catalogó al aeropuerto antofagastino como uno de los peores evaluados a nivel nacional. 
Surgen nuevos hoteles; a la vez la oferta gastronómica aumenta en calidad y la entretención nocturna se multiplica.
Aparecen otros proyectos mineros de mediana minería y, a la vez, se instalan multinacionales de equipamiento y servicios para suplir nuevas y diversas demandas del sector.
La ciudad, en tanto, experimenta un crecimiento que abarca todos los sectores.  El nuevo siglo descubre una Antofagasta renovada, pero llena de dudas respecto a la resistencia de la infraestructura pública ante la actividad que se viene. Simplemente la ciudad no está hecha para aguantar a más de 300 mil habitantes.

Consolidación
El poder adquisitivo encandila al gran comercio. Grandes cadenas de retail se instalan en el centro de Antofagasta generando más opciones al momento de comprar.
El emblemático edificio de la Compañía de Cervecerías Unidas de calle Zenteno, se transforma en un shopping con un gran supermercado. De una sala de cine que se cae a pedazos se pasa a un multicine. Las inversiones suman. Hay dónde comprar y dónde entretenerse. Los antofagastinos parecen más felices con su ciudad. La calidad de vida va en ascenso.
Con una fisonomía acorde a los tiempos que se viven aparece el nuevo Edificio Consistorial. Aparecen cadenas de hoteles y la construcción se continúa expandiendo hacia el sector sur. El exclusivo barrio de los Jardines del Sur crece; al igual que otros sectores residenciales, como la Coviefi y la avenida Brasil.  
La educación secundaria toma un giro hacia las carreras técnicas relacionadas con la minería. Surge el Liceo Don Bosco al alero de la Asociación de Industriales, que forma operadores mineros en sectores de escasos recursos. A su vez, las mismas mineras se asocian con universidades para perfeccionar a sus trabajadores. Brotan nuevos colegios y otros exclusivos para extranjeros, como el International School.
Al mismo tiempo, el aumento de un 8% a 10% anual del parque automotriz, trae consigo una serie de problemas de circulación en las calles. Las avenidas se hacen estrechas. Por su parte, Antofagasta experimenta la desalación de agua de mar. Las fuentes de agua cambian para abastecer la industria minera. La población ahora bebe un 60% de agua de mar desalada y un 40% proveniente de la cordillera.  No  menos trascendente fue haber limpiado el agua de arsénico, un tema especialmente sensible para la población, que se arrastraba desde los años 60. Sin embargo el fantasma del arsénico posicionan a la región como una de las que más consume agua purificada a nivel nacional.
La década del 2000 consolida a la ciudad como destino de negocios de la gran minería a través de la Exponor, que se realiza cada dos años. Surgen nuevos proyectos mineros diseminados ahora por la comuna de Sierra Gorda, como El Tesoro, Spence y Esperanza, que generan nuevas fuentes de trabajo. A la vez los medios de comunicación local acuñan para Antofagasta la denominación “capital minera de Chile”. La ciudad empieza a pensar en grande y crece el desprecio hacia al centralismo.
A paso de tortuga, en tanto, comienzan a desarrollarse grandes proyectos públicos, como la avenida Balmaceda y la avenida Andrés Sabella, que a la postre optimizará el flujo vehicular y reducirán las cifras de accidentes.
En esta misma década suceden dos acontecimientos trascendentes para mejorar la calidad de vida. Debutan las remozadas playas artificiales: “Balneario Municipal” y “Trocadero”. Posteriormente se sumó la playa “Paraíso”, frente a la Municipalidad y que de inmediato se transformó en una de las más populosas. La cuarta playa artificial, “La Chimba”, que cuenta con aportes de Escondida, todavía está en fase de proyecto.
Las empresas mineras se preocupan de traer una serie de eventos culturales a Antofagasta. Hay mucho por ver, disfrutar y  descubrir, especialmente durante el verano con el evento de teatro “Antofagasta a mil”. Sin embargo, la regalía de eventos culturales de calidad acostumbra a la población a la gratuidad. Los antofagastinos ya no prestan demasiado interés por los shows pagados.
Por su parte, los medios de comunicaciones audiovisuales aumentan. En Antofagasta operan tres canales de televisión, con programación hecha en la ciudad. Los antofagastinos parecen más interesados en lo que sucede en su ciudad que en el resto del país.
Actualmente, un amplio paño del sector costero norte, denominado La Chimba, experimenta una total mutación con la aparición de los nuevos condominios. Y eso que la oferta inmobiliaria siempre parece escasa; fenómeno que en consecuencia provoca una especulación de precios. Los valores de las viviendas tanto para arriendo o venta están en las nubes. Antofagasta se consolida como una de las ciudades más caras del país para vivir. Estudios de la Cámara de la Construcción de Antofagasta señalan que el promedio de los departamentos que se venden en la urbe se ubica este año 2012 en torno a las UF 3.000 ($ 65 millones). Un segundo dato interesante es que la avenida Brasil está uno de los metros cuadrados más caros de Chile.
Una persona relacionada al sector bancario habla de un “caldo de cultivo” que puede traer problemas a futuro. “El cobre alto trae grandes inversiones a la minería y las remuneraciones hacen que en ventas o arriendos de propiedades vivamos en un mundo aparte del resto de Chile, muy pasados de revoluciones diría yo”.
La década del lujo
Las cuentas a principio del 2010 son favorables. En Antofagasta habitan alrededor de 350 mil personas; 150 mil más que en 1990. El presidente de la Cámara Chilena de la Construcción Delegación Antofagasta,  Emile Ugarte, proyecta para 2016 una ciudad con 500 mil habitantes, con un crecimiento del 30% por cada quinquenio y asegura que el fenómeno es consecuencia del “boom minero”.
Ugarte también proyecta una crisis de las vías de transporte si no se toman las medidas adecuadas y en forma oportuna. Afirma que el crecimiento anual del parque automotor es de un 10%, uno de los más altos del país. No obstante la infraestructura de transportes no ha ido acorde al crecimiento automotor. Recién a finales de 2012,  se inauguró el primer tramo de la ruta concesionada a Mejillones. Durante 2013, en tanto, se espera el debut de la autopista privada hacia Calama, la que es conocida como la “ruta de la minería”.

En diversos lugares de Latinoamericana se pasa la voz: “en Antofagasta hay trabajo”. Antofagasta, que siempre ha sido una ciudad de inmigrantes, empieza a recibir a ciudadanos principalmente de países latinoamericanos. Los colombianos son los más llamativos, destacando por su simpatía, calidez y el esfuerzo que ponen en el trabajo. Pero como todo crecimiento exponencial, es inevitable que surjan problemas nuevos. El aumento de la sensación de inseguridad, producto de la mayor delincuencia, es uno de ellos.
Se anuncian nuevos proyectos mineros y otras mineras ya consolidadas se expanden. No obstante, las empresas colisionan con la falta de especialización.
La inauguración del mall Plaza Antofagasta diversifica el comercio en Antofagasta. Hay más posibilidades donde elegir, incluso algunos comerciantes optan por los artículos de lujo. Se inaugura el Casino Enjoy, que concentra la alternativa de entretención en la ciudad. Llegan artistas internacionales de renombre. Todo parece fluir de la mejor manera.
La ciudad parece impermeable a las crisis económicas que padece el mundo. Los proyectos inmobiliarios, algunos cada vez más espectaculares y futuristas, continúan abriéndose hacia los cerros. La inversión privada sigue yendo más rápida que la pública. Ni el hospital ni los consultorios alcanzan para la desbordante demanda de salud pública. Aparecen los proyectos de carreteras privadas que conectarán a la ciudad de manera más ágil con Mejillones y Calama.
Los bonos mineros, cada vez más abultados, llaman la atención de todo Chile y generan envidia en quienes no trabajan en la minería. Los autos de lujo siguen siendo el principal blanco de los mineros. Por las calles de la ciudad es fácil hallar vehículos tan rebuscados como el Ford Mustang o motos Harley Davidson. Este poder adquisitivo transforma a Antofagasta como la ciudad con más cajeros automáticos per cápita en Chile, con 70,6 de estos aparatos por 100 mil habitantes.
El Estadio Regional es remodelado con fondos públicos y mineros; y de algún modo queda acorde para postular a certámenes deportivos internacionales. Viene la Copa América. Todos los días arriban personas buscando el sueño americano, en este caso el sueño antofagastino. Antofagasta no parece detenerse.

jueves, abril 04, 2013

LA BATALLA DE UN CIRCO DE TRANSFORMISTAS por RODRIGO RAMOS BAÑADOS

El sol de mediodía aplasta la reducida carpa amarilla armada sobre la tierra.  A un costado descansa el viejo microbús de colores fuego y que desde su espejo, cuelga una descolorida bota navideña. El bus parece una versión machita de uno similar que aparecía en la  película australiana de transformistas, “Las aventuras de Priscilla, reina del desierto”.
Golpeamos las latas. Dos veces golpeamos. A la tercera una voz aguda, de esas que punzan los oídos, nos dice que esperemos. Luego aparece un señor de baja estatura con el pelo chuzo y el rostro seco. El señor representa cuarenta años o un poco más. Los zurcos en el cutis como jeroglíficos nos cuentan de su tiempo dedicado a la bohemia. Se excusa, y nos dice que la noche estuvo larga.
-¿Qué queremos?- nos pregunta en buena onda.
Luego nos explica que esto es el circo show “Noche de estrellas”; un circo nuevo, antofagastino, de transformistas.  Funcionan desde el jueves hasta el domingo, a las 22 horas y que el show dura dos horas.
Siempre estamos llenos, afirma sin que le preguntemos. En la carpa no caben más de 50 personas, y unas 70, con fuerza. La entrada cuesta $3 mil la galería y $5 mil la platea (bajo el escenario).
El boca a boca dice que el circo es un éxito.
 Pasen, nos dice sonriente Alejandro Toledo, quien también es la Andrea Filomena y la Loca de la Cartera. Minutos después aparece la que le llaman la cubana, un joven moreno de mirada coqueta y caminar cimbreante. La cubana parece entusiasmada con la posibilidad de las fotos. Ya viene el fotógrafo, la calmo. Ella va en busca de un armatoste con plumas de avestruz y de otros pajarracos colorinches.
Nos sentamos en los frágiles tablones. De nuestra posición hacia el escenario no hay más de cinco metros. Al señor le cambia el rostro cuando nos cuenta sobre los últimos dramas con los vecinos. Piensa que los vecinos nos llamaron. Le aclaramos que venimos de curiosos. Le digo que nos pasaron el dato de éste show, que parece bueno; el señor queda tranquilo.
Después nos invita para  la noche. Le digo que los circos son más honestos en el día.

Vecinos molestos
 El enano circo ocupa un espacio breve a un costado de la población Ana Giglia Zappa, por la calle Paraguay. Parece una pieza de rompecabezas encajada a la fuerza. Toledo nos muestra los papeles. Los permisos. Hay que tener lupa para leer la letra chica. Todo en regla, dice.
Los vecinos reclaman por la bulla, carrete y la gente que atrae el show.  No acostumbran a vivir al lado de un circo; tampoco están habituados a ser vecinos de un grupo de transformistas. Una señora del sector califica a los señores de “esos desviados chuchetas”.
-¿Qué les parece lo que dice la gente del barrio de ustedes?
-No opinamos. Nosotros con todos los papeles en regla, hacemos nuestro trabajo aquí. Dejamos todo limpio, siempre. No tienen porque estar hablando y menos de nuestra condición sexual como si fuera un delito. Lo único que sabemos es que alguien tiene un amigo en Carabineros, pues siempre los llaman y estos vienen.
-¿Ustedes son transformistas; también son gays?
-Todos somos gays, menos la dueña.  Somos transformistas porque nos vestimos para los show y nada más.
Lo importante es que tenemos la fuerza de hombre; nosotros armamos todo, la carpa, martillamos. Nos demoramos un día en el armado. Y ustedes saben que actuamos.
-¿Y pololean entre ustedes?-
La cubana mira a su compañero y se ríe. No pasa nada entre nosotros, no somos locas promiscuas, aclara.
no somos circo pobre
Con el sol de mediodía que minimiza cualquier sombra, la mezcolanza puede parecer un circo pobre. La idea no le gusta a nuestros entrevistados; cambian los rostros después de la palabra pobre. De inmediato defienden su espacio. Aclaran que no son un circo pobre.
Es un circo pequeño y nuevo. No tiene ni siquiera un año de existencia.
Estamos en eso cuando la dueña aparece para aclararnos las dudas.
La señora Claudia Páez afirma con voz baja, algo ronca y mirando de lado que la inversión en el circo es considerable, y puede reflejarse por ejemplo, en los artefactos de plumas.
Cada pluma de avestruz, tiene un costo de $1.800 pesos. Son plumas de colores de un poco más de medio metro. Cada artista tiene su propio armatoste. Sólo en las plumas la inversión supera los  3 millones de peso; imagínese en el resto.
El resto es: la carpa principal; las carpitas que engloban la cama, velador y el televisor de las artistas; el baño químico, las casas rodantes de latón y la microbús. En total, la suma debería arrojar una inversión de $10 millones.
Lo positivo, dice la señora, es que al circo le ha ido bien. Han itinerado por  Calama, Tocopilla y María Elena con éxito pues nuestro espectáculo es de alta comicidad, dice. Ahora esperan visitar Mejillones y luego ubicarse en poblaciones de Antofagasta que no los discrimen.
Si hay algo que tiene este circo, aclara la señora desde la puerta de su casa rodante, es el hecho de ser antofagastino. “Somos de la ciudad  y queremos trabajar acá”, agrega la cubana, mientras posa en la boletería del circo.
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