Mostrando las entradas con la etiqueta Pablo de ROKHA. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Pablo de ROKHA. Mostrar todas las entradas

miércoles, septiembre 21, 2016

IDEA DE POESIA EN PABLO DE ROKHA EN EL PERIODO 1922 A 1929 por JUAN REQUENA CERDA


En la 2ª década del siglo pasado, cuando el Modernismo en América empezaba a ser insuficiente como sistema poético, comienza a gestarse una nueva forma de expresión, en donde los poetas latinoamericanos se expresan de manera muy diferente. El surgimiento de esta nueva visión de mundo mantiene un estrecho vínculo con el contexto económico, político, social y cultural de Latinoamérica. Así, la Primera Guerra Mundial y, con ella, la consolidación de Estados Unidos como una potencia hegemónica casi absoluta, y la proliferación de movimientos antioligárquicos, en nuestro subcontinente, constituyen el contexto político, social, económico del surgimiento gradual, simultáneo y sucesivo de múltiple proyectos estéticos, radicales que suelen denominarse como vanguardismo. El período en que se enmarca esta exposición‐esto es, el campo de estudio‐abarca desde los inicios de la década del `20 hasta el año 29, fecha de publicación de Escritura de Raimundo Contreras de Pablo de Rokha, que coincide con la gran crisis mundial de ese año. De Rokha se ha inscrito ya plenamente en los movimientos vanguardistas de cambio. Nuestro poeta plantea una forma exaltada y apostrófica de enunciación, respecto a la cual Alone, señala (Díaz Arrieta, 1931: p.146) 1: “ Su libro Los Gemidos constituye uno de los documentos de la literatura patológica aparecidos después de la
guerra en los países no afectados por este fenómeno de un modo directo”. Es una escritura incomprensible para los lectores y una crítica acostumbrada a otros parámetros, lo que conlleva a la siguientes interrogantes: ¿por qué aquello, por qué romper con toda una estética, la modernista que prevalecía, con toda una visión de la realidad que hasta ese entonces era la canonizada? Es por ello que el problema que se busca dilucidar con este escrito es encontrar indicios, atisbos que ayuden a aprehender en la obra rokhiana, en los principios de su creación, desde Los Gemidos (1922) , pasando por U , Heroísmo sin alegría , Cosmogonía, Satanás, Suramérica, continuando con Ecuación , hasta terminar con Escritura de Raimundo Contreras, esto es, su idea del arte y la poesía. La necesidad de introducirse en esta temática radica en que no existen estudios referidos al problema específico que abordará este escrito, siendo este, desde luego, sólo una primera aproximación, que abre un nuevo campo de investigación.
¿Cuál es la idea de poesía en Pablo De Rokha en el periodo que va de 1922 a 1929? En los primeros libros, según el profesor Naín Nómez, de la creación rokhiana, "permanece la visión de un YO angustiado, intensificada por la soledad y la pena, que fluctúa entre la aspiración tradicional de carácter romántico‐metafísico y un deseo de insertarse en la vida concreta y los sufrimientos cotidianos” (Nómez, 1994: pp.15‐16).
Es por ello, que la interrogante sobre la influencia del contexto en su creación poética cabe de inmediato. En este sentido, podría encontrarse esta respuesta en el sentimiento de angustia y desazón que provocó en sus habitantes esta urbe marginada respecto de los centros de modernidad. Urbe marginal que sufre los efectos de la llamada modernización: la realidad se vuelve problemática, desintegrada e inestable; por lo tanto, un fenómeno difícil de asimilar y de representar. Síntomas de ello serían el experimentalismo y la escritura fragmentaria. Por otra parte, su estilo denso, los motivos enrevesados y hasta oscuros, las influencias de las vanguardias y del pasado simbolismo, primeramente, más otros factores, hacen poco accesible su poesía al
común de los receptores, lo que conllevaría, además, una difícil lectura y crítica. Según el escritor Raúl Silva Castro “La inclinación literaria de Pablo De Rokha a lo enorme, a lo nunca visto, que hemos calificado de `trementismo` queda probada además en títulos de sus obras, donde impera habitualmente la desmesura” (Silva Castro, 1961: p. 99), pero esa desmesura que nombra Silva Castro, tal vez con un dejo despectivo, no sólo habría ayudado a quebrar los márgenes establecidos, sino que también habría influido, directamente con el posterior desarrollo poético nacional 2. Respecto a su propuesta literaria, De Rokha, en sus inicios, no se habría jugado por lo que él denominó con el transcurso del tiempo “la gran épica social de América”, postura en la cual el papel del creador, del poeta, es transformarse en una especie de líder que muestre y denuncie la realidad social. Todo en una visión materialista‐dialéctica de los procesos artísticos, cuestión fundamental en la posterior argumentación estética rokhiana, que, sin embargo afloraría sólo en forma incipiente en la década del 20. Dicho de otro modo: el poeta no puede ser ajeno a su entorno social, debe sumergirse en la realidad del tiempo que le toca vivir e interactuar con ella. “De la leyenda emerge la epopeya antigua y yo construyo la épica social americana, como mítico social del realismo insurgente y combatiente de los inmensos pueblos americanos” (De Rokha, 1949, p. 78) nos dice De Rokha en otra época.
Por otra parte, el desarrollo de la poesía en Chile en los años 20 fue sorprendentemente vertiginoso, por denominarlo de algún modo, y en ese convulso contexto, comúnmente, se nombran a “tres grandes” –Mistral, Huidobro, Neruda‐ del siglo pasado como los ejes que guiarían esta evolución, perdiendo de vista, la presencia poderosa de la obra rokhiana en este periodo de grandeza y consolidación. Es por ello, que De Rokha con su obra primera, se inscribiría como un vértice, por lo general, ignorado del gran cuadro poético del siglo anterior (los cuatro), instalándose como adelantado en cuanto a la adopción de posturas de avanzada literarias y políticas y de ruptura con respecto al canon modernista vigente e influyendo de manera notable en el desarrollo de la lírica chilena.
Uno de los objetivos de esta ponencia es contrastar la conectividad de la obra rokhiana con el desarrollo de la poesía chilena, al introducir innovaciones futuristas y surrealistas a la entonces floreciente poética nacional . Además, es objetivo de ésta verificar en su obra cómo el contexto condiciona substancialmente en la temática utilizada en su canto, ya que el escritor, desarrolla un conjunto de poemas donde trasluce todos los acontecimientos mundiales y nacionales que el vertiginoso siglo XX conlleva, en donde De Rokha estampa su sensibilidad de joven rural en sus inicios, mezclando con ello, una vocación de universalidad en su prosa poética con una chilenidad exacerbada hasta los límites, lo que se denota claramente tanto en sus versos como en su prosa, los cuales se transformaron en impetuosos, punitivos, sociales e insondables. Finalmente, es prioridad de ésta es tratar de dilucidar, a partir de su creación, de sus discursos, más bien arengas discursivas, además de las críticas de sus defensores y detractores ¿cuál es su idea de poesía en sus primeros años de creación?
El análisis de la obra del poeta Pablo de Rokha quiere develar las relaciones de la literatura hispanoamericana con su contexto histórico‐social y, por ende, con la literatura en general. En este sentido, junto con interpretar el trabajo poético particular, es útil, conectarlo con su contexto político‐social y las relaciones que el poeta establece entre su creación y la realidad concreta. Es por ello que se utilizó como referencia la mayor cantidad de textos que existen sobre su obra, como lo son los de Antonio De Undurraga, Mario Ferrero, Fernando Lamberg, Mahfud Massis, Faride Zerán y Naín Nómez; también escritos sobre los contextos vanguardistas y la evolución de la poesía en Chile y Latinoamericana.
En ese periodo de los primeros años del siglo XX, el admirable “hombre nuevo” de la vanguardia sueña con varias utopías y proyecta su imaginario en el futuro. Por supuesto, el más generalizado principio vanguardista es lo nuevo. En Europa este deseo de la diferencia y la negación del pasado en el arte está ligado estrechamente a los medios de producción, a la alteración de lasformas de consumo y a la ideología progresista legada por la revolución industrial. Pero en América Latina‐como dice
Girondo‐existe en el aire un llamado a una “nueva sensibilidad” (Girondo, 1924, pp. 1‐2) .
La novedad no se limita a una actitud de repudio al pasado, solamente, sino que cobran consistencia las transformaciones
formales de la poesía, en el verso libre heredado de Whitman, en la irregularidad métrica o en la liberación extrema de la sintaxis que proclama Marinetti. Chile, no puede abstraerse de toda esta vorágine creativa y los mayores representantes de la lírica de principios de siglo, adquieren estos rasgos antes mencionados como suyos, por supuesto que Pablo es inundado también por este oleaje venido de Europa. Sin embargo, ¿es Pablo de Rokha un vanguardista?
A mediados de la década del 10, se da una segunda instancia clave para la historia de la poesía chilena, la cual está dada por
la producción poética de aquellos que comienzan a publicar hacia 1914, ya con conocimiento de los movimientos de vanguardia.
En 1920 aproximadamente todos ellos tienen obra ya reconocida. A ellos se adscribe, De Rokha. El acontecimiento histórico social
más significativo, al cual no pueden los integrantes del grupo sustraerse y que tiene enorme resonancia para la interpretación
del mismo, es el ascenso político de la clase media del país. Ascenso que alcanza su manifestación primera hacia 1916 con las
elecciones parlamentarias y que, pocos años después, con la elección de Arturo Alessandri Palma en 1925 tiene una mayor concreción.
La sensibilidad poética manifiesta no corresponde en apariencia a las responsabilidades y privilegios adquiridos por losestamentos medios, a los cuales pertenecen los principales poetas del momento. En el caso de De Rokha, perteneciente a unafamilia decaída del centro de Chile (Ferrero, 1967, p.22) , no se produce la exclusión a la regla, y sólo toca los temas sociales en forma tangencial en su primera obra. La mayor parte de los poetas de este periodo demuestran en sus comienzos una notoria
falta de preocupación o conmiseración social (Nómez, 1996, p. 17). De Rokha, no es la excepción: en Los Gemidos (1922)
presenta más bien cierto grado de despreocupación o evasión de la circunstancia inmediata. Lo vemos en estos versos de Elegía
del hombre soltero de Los Gemidos (1922) :
“…Doliente sol de tarde , mis trancos marcan, marcan el final de un SUEÑO en la tierra; soy aborto de
civilizaciones cansadas y épocas en crisis , recipiente de errores podridos , errores podridos, errores podridos , engendro de decadentes razas trashumantes y pueblos aún INFORMES ; gravitan MI ANHELO todos los malos síntomas del ATARDECER DE UN SIGLO, UN SIGLO, (…) y comenzamos la ERA preciso INVENTAR ilusiones modernas y hombres‐máquinas (…)‐……………doliente sol de tarde , doliente sol de tarde …” (De Rokha, 1994, p. 149)
El yo poético de la mayor parte de estos creadores se configura como un personaje marginado de la sociedad, pero individualista, preocupado por el sentido de la existencia, la presencia de la muerte, el destino del ser humano. Abundan las referencias a Dios, Cristo, a los cuales se dirige el hablante o quienes dialogan:
“Aquella gran caricatura humana, Dios, Dios, llena los cielos vacíos, las tristes conciencias, las tristes conciencias y las congojas GRANDES,[…]Dios malo[…] Gran ala absurda, Dios se extiende sobre LA NADA…” (De Rokha, 1994, p. 145)
En de Rokha también se produce este efecto. Sin embargo, ya empieza en este tiempo a aflorar en su creación poética una perspectiva más bien anarquista y revolucionaria, crítica a los centros urbanos y al capitalismo.
En la creación rokhiana empieza a generarse un cambio significativo hacia el 25, al incorporar el elemento social en su poesía lo cual empieza a diferenciarlo, tanto de los otros poetas de su grupo como de los que se inician 3. Su embrollo literario y su
corriente creativa, sin embargo, no están a tono con la preocupación formal que domina en el momento. De Rokha empieza a representar la tendencia de orientación social que convive con la vanguardista de Huidobro, con la de Pedro Prado ‐poeta anterior‐ de clara inclinación intimista, precedente del modernismo como López Velarde y Luis Carlos López 4.
De Rokha representa una suerte de modelo imitable o capaz de imponer un temple de ánimo poético determinado, al igual que Vicente Huidobro; sin embargo, con su pujanza comprometida sólo llama la atención de fracciones de las generaciones posteriores, como lo son Mafhus Massis y Boris Calderón. Sus seguidores más acérrimos siempre se presentaban junto a él en los
distintos encuentros literarios o intelectuales realizados en la época. Sin embargo con posterioridad no ha sido así; tal vez, las influencias de su temple polémico y patriarcal, de su machismo exacerbado han producido un efecto de olvido y dejo.
Sus primeras publicaciones conocidas datan de 1912, época en que trabaja como redactor del diario La Mañana , de Santiago. Pertenece, pues, por cronología, al grupo de innovadores que, desde distintos ángulos, surgió alrededor del año 1912. Su sentido más innovador es absolutamente distinto y más trascendente, más común a su especie y duradero, que el de sus compañeros de generación” (Ferrero, 1967, p.39).
El primer libro de Pablo de Rokha se publicó bajo el nombre de Versos de infancia en una antología de la revista “Selva Lírica”, libro que muestra la huella del Modernismo y de la filosofía de Arturo Schopenhauer y Federico Nietzsche (Ferrero, 1967, p.26). También influyeron en los temas de este texto, las ideas anarquistas que predominaban en Chile difundidas por obreros europeos que habían emigrado a Chile. Estos elementos se reflejaron en su exorbitante individualismo acentuado por el "machismo" y los ideales heroicos recogidos en su adolescencia, en el campo de la zona central del país. Su palabra gravemente injuriosa en contra de la iglesia, conformó una posición irreverente y rebelde hacia lo religioso, lo cual se manifestó en una angustia dolorida y desencantada que lo hacía dudar de todo.
Pocos poemas se conservan de esta etapa. En estos poemas también confluyen las tendencias anarquistas que impregnaban vitalmente a los escritores de la época. Estos rasgos se confunden con los elementos bíblicos y religiosos recogidos por el poeta durante su estadía en el Seminario Conciliar de Talca antes de 1911. Los contrabandistas y cuatreros que conoció en Chile Central, permanecerán como seres heroicos y populares en muchos de sus escritos. El Yo utilizado como eje y, también la imagen patriarcal del padre acentuada con lecturas bíblicas de adolescente y el concepto de la hombría, se marcaron en esa época:
Genio y figura
Yo soy como el fracaso total del mundo, ¡oh Pueblos!
El canto frente a frente al mismo Satanás, dialoga con la ciencia tremenda de los muertos
y mi dolor chorrea de sangre la ciudad.
Aún mis días son restos de enormes muebles viejos, anoche “Dios” lloraba entre mundos que van
así, mi niña, solos, y tú dices: “Te quiero”,
cuando hablas con “tu” Pablo, sin oírme jamás.
Se caracteriza en su obra primera el uso de lo grotesco (Kayser, 1997, p.517), marcado por la hipérbole, la repetición y la antítesis, dando origen a un tipo de coloquialismo antipoético, entendiendo antipoético como la destrucción del canon poético, llevando, en la mayoría de sus poemas, hasta el extremo la no regla métrica o temática establecida, algo totalmente nuevo en esta parte del mundo, aunque aún resuenen rasgos modernistas, como lo es la utilización del soneto alejandrino en su obra. El procedimiento de la repetición, tan evidente en De Rokha, indica, que hay una conciencia de la imposibilidad de avance, tal vez, y a la vez de su necesidad. La sucesión de adjetivos, que realzan a los sustantivos, parece detener esta fuerza centrífuga, la cual a la vez los genera, acentúa el carácter de irrealidad o evita el exceso de realidad. “…buscar un centro perdido en la inagotabilidad de un gesto tal que la repetición nunca es obstáculo sino tobogán hacia un más allá que siempre se roza pero no se penetra…” (Jitrik, 1992, p. 55).
En la esfera de lo temático se produjo una afirmación del mandato nacionalista de la época 5, expresada por formas retóricas que se van a desarrollar más explícitamente en los libros posteriores.
Lo nuevo‐la vanguardia‐y lo consagrado se unen. Cubre la ola de lo nuevo con el relevar de lo antiguo y ratifica una ruptura en la afirmación de la continuidad.
Su obra conlleva la contingencia de los tiempos. El dolor ha sido, en sus primeros trabajos, una puerta abierta ante su necesidad siempre renaciente de deificar lo lúgubre. Al penetrar en las tinieblas, al traspasar los muros del tiempo, muchos de sus poemas, de esta primera etapa, encuentran asilo en el romanticismo tardío y alguna chispa de libertad en la llamada vanguardia literaria.
Su ser al igual que su obra están en perpetua agitación. Existe en su prosa poética una persistencia acusadora, acusadora de las grandes cicatrices de la humanidad que Pablo las hace suyas.
Recuerdos lacerantes lo hacen abrir los ojos hacia la universalidad. De Rokha, ahogado por lo que se desvanece, convierte su obra en una especie de espasmo que se dilata para acoger, y en el colmo de la exaltación revela un estilo que será tal que consagrará su nombre.
De Rokha considera a la muerte no un espanto, sino un modelo de dignidad, capaz de regenerar el mundo luego de haber sido destruido. Al mismo tiempo, la iglesia, las fábricas, las máquinas, Dios y el mal son rigurosamente canalizados a través de su verso.
En cuanto a su especie, su trazo poético difiere de los que le rodean, asegurando anticipadamente los cambios, velando porque nada preciso‐ según él‐ se pierda interiormente.
Los hechos se le presentan como vividos, con los que procura poblar su memoria y se entregan a su joven exaltación los cuales son amplificados y entrecruzados de ficción, libremente, trasgrediendo toda restricción.
Es su ser, un inabarcable continente del dolor y las contradicciones humanas. Su visión es individualista, en ella el “yo” asume una posición privilegiada, expresándose de distintas formas, todas ellas muy personales, influenciado por las vanguardias europeas, específicamente por el futurismo y las influencias de Nietzsche que nunca lo abandonarán. A partir de su primera gran obra ‐Los Gemidos‐, eso sí, empieza a configurarse una preocupación por cantar lo nuestro, un nacionalismo latinoamericano, un continentalismo, concretizado en imágenes del campo chileno, de nuestra geografía y su gente. Podemos leer en su obra, desde ese momento, predominantemente la representación heroica de los pueblos, la “Gran Épica Social de América” que plantea, con el tiempo, De Rokha, siendo el artista una especie de líder que entrega en imágenes y metáforas la realidad social 6. El realismo social, entendido a su manera, fue la forma de expresión para abarcar la tragedia diaria que el poeta quiere mostrar a través de sus versos 7. Sus versos, más bien, su prosa poética, su denominada “antipoesía”, por algunos, su “barroquismo americano”, por otros, sería la forma que encuentra digna para cantar dichos acontecimientos.
De Rokha ayuda a conformar y producir el esquema de preferencias de los grupos poéticos vanguardistas que rompieron con el canon modernista para iniciar la constitución de un proceso poético diferente 8.
En la búsqueda de su idea de poesía, tratamos de acercarnos a su discurso de un modo que permita acercarse a su real dimensión histórica, esto es, con la debida distancia respecto a su obra, mediante una actitud crítica centrada en los textos poéticos mismos y en las propuestas estéticas presentes en él, pero sin perder de vista sus contextos culturales y sociales.
Su obra aparecería, entonces, como un modelo de desarrollo literario para la tradición cultural chilena posterior. Sus primeras impresiones son cercanas al mundo rural y al mundo familiar marcado por el oficio del padre y sus continuos traslados, lo que marcó su obra y su ser, siendo el primer sustrato estructurador.
Después de Huidobro, De Rokha va señalando en su poesía elementos que marcan su liderazgo vanguardista en la literatura nacional de los años 20 . Estos elementos son las irrupciones en la escritura poética de nuevas formas de decir que el poeta aporta en su llamado primer ciclo. En su discurso poético, el yo sobredimensionado, primeramente, es el eje estructurador de un
idioma que se ensancha y repliega hasta sus límites, fragmentado, caótico y desbordando los contenidos mismos que se quieren mentar. Por último, el compromiso como sustento ético de la construcción poética de De Rokha es el compromiso social. Logra así una base, en donde lo esencial es el lenguaje explorador o indagador de la realidad. Todo se une, todo sirve para expresarse:
la prosa, el verso, elementos prosaicos, signos históricos, neologismos, estructuras repetitivas, hablantes singulares y colectivos.
En todo se basa De Rokha para crear un lenguaje nuevo que dé cuenta del “nuevo mundo” que lo asfixia y de su caótico sentido. En De Rokha se conjugan, por ende, el expresionismo y otros ismos vanguardistas aún incipientes. A fines de los años veinte con
Escritura de Raimundo Contreras logra plasmar todas las fuentes rupturistas de las vanguardias con un lenguaje propio americano, el cual suelta sus ataduras y se explaya en forma delirante. Las vanguardias y el realismo social se unen, en este periodo, para crear un orden estético que atraviese las relaciones del discurso y de la historia. Por otra parte, a través de la relación que se da entre su obra y su vida, las influencias del contexto, en todos los ámbitos, son claramente identificables en su creación, ya sea las anécdotas de infancia, como su vida en el Seminario, o las influencias anarquistas, primeramente, así como las influencias antiburguesas y el nacionalismo exacerbado concretizado en las imágenes del campesinado chileno que cierran este llamado primer y segundo ciclo o primera etapa de la obra rokhiana, ya que no hay que olvidar las intensas vivencias cristianas que marcaron la juventud de Pablo, las cuales se imbrican de materialismo.
De Rokha mantiene en toda su obra un lenguaje onírico y visionario, lleno de metáforas, pero no sólo de ellas. Se dan además
a lo largo de su discurso una serie de Leitmotiv como lo son el horror, la angustia, la muerte subjetiva y que tienen su origen en Voltaire, Nietszche y Schopenhauer. Su poesía es como un gran anhelo a lo imperecedero, en donde su escritura pretende transformarse en puro acontecer histórico que se desgarra en la imposibilidad misma de su intento. Su obra, puede afirmarse, es una de las vertientes más originales de la poesía del siglo XX en Hispanoamérica, indagatoria de un lenguaje distinto para un mundo en ebullición constante. Su aventura humana y poética convierte a su obra y su persona en arquetipo de una escritura, la cual generó un mundo y una mirada primogénita sobre los grandes temas de la tradición literaria occidental, matizados en nuestro continente mestizo, que busca constantemente hacerse y describirse a sí mismo. Su idea de poesía, en resumen, es un constante ir y venir de contradicciones en su ser como en su relación con el entorno. Contradicción irresuelta: por un lado, la de hacer arte social cada vez más cercano a las masas y, por otro, realizar una forma literaria que se estructura a partir de un yo que quiere alcanzar la totalidad, lírico y subjetivo, pasando a ser esta constante contradicción una característica de su poesía y su arte.
En suma, en cuanto a su legado al desarrollo poético posterior, creo no equivocarme al opinar que su personalidad jugó un papel muy importante en el abandono en que se ha mantenido su “híbrida” creación, postergando con ello el acceso a nuevas generaciones de esta veta poco explotada del gran crear poético del siglo pasado en Chile. Con esto está claro decir que la obra de De Rokha, por sí sola, lo ubicaría, por méritos propios, dentro del cuadro poético conformado por los tres otros grandes de la poesía chilena del siglo XX. De Rokha, “el toro rabioso” 9, no valorado, vapuleado, extremo, radical, fiel a sus principios, es y será el gran olvidado de la lírica chilena, pero también el gran rescatado por nuevos lectores que sienten en la fuerza poética de sus imágenes, un nuevo resplandor en el goce poético interno.

1 Influencia que se busca dilucidar con este trabajo.
2 De Rokha adopta esta postura después de 1929.
3 Pablo Neruda lo hace en Crepusculario: Maestranza de noche, por ejemplo, y otros poemas. Pezoa Véliz y Baldomero Lillo
ya presentan, también, una preocupación social.
4 Como se dijo anteriormente en esta época conviven distintas tendencias poéticas.
5 En 1910 se conmemora el Centenario de la República de Chile.
6 Recordar que también adoptaron esta postura Pablo Neruda y Gabriela Mistral en Chile, aunque la concretizaron de
distintas formas poéticas.
7 César Vallejo también lo hacía.
8 Antes se ha negado su autonomía.
9Así lo llamaría Nicanor Parra en “Manifiesto” (1962). Obra Gruesa. Santiago. Editorial Universitaria. 1969. Pág. 54
Referencias bibliográficas
De Rokha, Pablo (1949). Arenga sobre el arte. Santiago: Editorial Klong.
Díaz Arrieta, Hernán [ Alone] (1931). Panorama de la Literatura Chilena del siglo XX. Santiago: Editorial Nacimiento.
Ferrero, Mario (1967). Pablo de Rokha, guerrillero de la poesía. Santiago: Editorial Universitaria.
Girondo, Oliverio (1924). Manifiesto Martín Fierro. Tomo I, nº 4, 15 de mayo de 1924.
Jitrik, Noé (1992). Ensayo sobre la repetición/La palabra que no cesa. Nº 3 en sYc. Buenos Aires, Septiembre 1992.
Kayser, Wolfgang (1997). Lo Grotesco: su configuración en pintura y literatura. Buenos Aires: Nova; traduce. Ilse M. de
Brugger.
Nómez, Naín (1996). Antología Crítica de la Poesía Chilena. Santiago: Lom, Tomo I.
Parra, Nicanor (1969). Manifiesto (1962). Santiago: Obra Gruesa, Editorial Universitaria.
Rokha, Pablo (1994). Los Gemidos. Santiago: Lom, 2ª edic. [1922, edit. Cóndor].
Silva Castro, Raúl (1961). Panorama literario de Chile. Santiago: Universitaria.

lunes, enero 05, 2015

CARTA AL POETA VICENTE HUIDOBRO por PABLO DE ROKHA


Publicada en La Opinión, Domingo 23 de Junio de 1935.


Yo no acierto a comprender, cómo es posible que, “Marginal a la
Antología", corolario transitorio a esa empresa más o menos infantil,
te haya obsequiado, Vicente Huidobro, “NUESTRO VIEJO AMIGO" la oportunidad de ponerte en ridículo DEFINITIVAMENTE y desenmascararte, si ello es posible, después de “Papá”, en donde te proclamas monumento y de toda tu obra.
Porque, francamente, donde tú, Huidobro, bailas la danza estupenda del oso del piamonte, y pisas el palito del pelele, es en aquellas líneas siniestras, escribías con toda la torpeza de tu
“¡GENIO!", que empiezan con el: "¡Mentira, mentira,:mentira!...” del ebrio a quien arrastran los carabineros, y terminan con la negra, y fea prédica grandilocuente del sacerdote; "Vas perdido en la noche de ti mismo, Pablo...”.
Si el infrascrito pudiera ser un canalla, cuánto le agradecería a "LA
OPINION” el haberte ofrecido un estrado para el payaso, y a mí, un
modesto y discreto asiento en la galería!
Insisten en declararme que no eres mi enemigo, Panit Istrati chileno, en circunstancias de que yo no he pensado jamás que tú, a quién yo estudio, accidentalmente, como caso de pequeño-gran burgués megalómano, hubieses hecho fabricar la "Antología” por enemistad para quien esto escribe, solamente, si no por oportunismo, rotunda y desenfadadamente, por oportunismo de arribista literario, que aprovecha y especula con los adolescentes, a los cuales tú declaras que acoges CON, LOS BRAZOS ABIERTOS.
Y agregas por ahí, queriendo herirme, ingenuo, que un amigote ha
dicho que la poesía dc Winétt de Rokha, mi mujer, es más fuerte que la mía. ¿Sería un amigo? ¿No sería algún inquilino de la Viña Santa Rita, que quiso vengarse en el gamonal primogénito de sus
explotadores?
Pero, es posible eso, y no desconozco tu perfecto derecho, Vicente, a tener amigos imbéciles de acuerdo con la ley de Goethe de la
“AFINIDADES ELECTIVAS" Y, ahora yo recuerdo, también, que uno de esos valores americanos que vegetan adentro de este facismo democrático del Sr. Alessandri, afirma que la poesía de Vicente Huidobro es la poesía de una señora idiota. Ya ves, Vicente, como no todos aplauden tus gracias de patroncito literato.
Sin embargo, no deseo yo entretenerme en destacar la banalidad
retórico-poética de la respuesta del autor de "Ecos del Alma".
Yo te he dicho, Vicente Huidobro que tu arte parece un PASTICHE es decir, un producto de farmacia, elaborado según las últimas
fórmulas de los cenáculos de París del año 10 al año 30, un calco,
un cliché, un tipo standard de artoide. Que aquel arte es el arte del
pequeño-gran burgués ocioso, millonario y viñatero, que se divierte
elaborando caligramas, CREACIONES y jeroglíficos, a costillas del inquilinaje de sus haciendas. Que, adentro de él y a pesar de él, se verifica la quebradura del régimen, la agonía capitalista, de la cual se desprende un dualismo interno, de carácter patológico, expresado en la pelea del bufón y el artista, del histrión y el poeta que coexisten en ti, Huidobro, con predominio de los complejos
histriónicos de tu histeria. Que, en consecuencia, la arritmia, es
decir, el tono falso, en falsete, es quien da el acento a tu obra. Y qúe ella, toda ella, es la bufonada típica, arquetípica de la burguesía
viajada, pretenciosa, refleja, que simula la fuerza, la salud racional,
el poderío, entre sus polillas y CREACIONISMOS.
Pero, yo me ocupé de ti, Vicente Huidobro, con una gran blandura,
pues yo podía haber recordado y recalcado, por ejemplo, la
tremenda bofetada con que te desenmascaró Pierre Reverdy en la
revista Creation publicada, dirigida financiada por ti, Huidobro. Y es que yo no le leo, Vicente Huidobro. Me interesan más tus maestros franceses aquellos a quienes tú imitas, (Apollinaire, Paul Eluard, Reverdy, Tristan Tzara y el Conde de Lautreamont), aquellos a quienes tú COPIAS Y PIAGIAS según tus críticos.
“El poeta es un pequeño Dios", dices en Arte Poética, y reiteras: “EL
poeta escucha a cada momento el eco de sus pasos en la eternidad”,
"la poesía es un desafío a la razón, pues ella es la super-razón", "El
poeta es el hombre que se siente en el Ser. Aquel que se presenta al
Universo, diciendo: te pertenezco porque me perteneces", “Es preciso creer en el arte como en un acto mágico, el más puro” “totem", etc., etc., etc... (Estética, Antología de la Poesía Chilena Nueva). Así te defines, "FREUDIANAMENTE" Huidobro como el tipo exacto y concreto del intelectual contrarrevolucionario de Lenin, y el místicoteomegalómano de Binet-Sanglé. Colocas el arte, por encima de las clases, ubicas, sitúas, planteas el arte más allá' de la lucha de clases, proclamas la calidad deífica y deística del poeta y afirmas su contenido religioso, lo endiosas, erigiéndolo al otro lado de la estructura económica y al otro lado de la super estructura artística, en el Dios del individualismo, “PROPIETARIO”, del Universo y de la sociedad humana, y en algunos de tus libritos firmas: VICENTE HUIDOBRO, POETA POR LA GRACIA DE DIOS. A nosotros, marxistas-leninistas-stalinistas, no nos sorprende. tu sistema de ideas burguesas, tu idealismo reaccionario, tu actitud mesiánica que cree "en el arte como en un acto mágico”, porque los compañeros y yo te conocemos bastante como un fascista literario. Ahora, a manera de ejemplo grotesco, de cómo te revuelcas inicuamente, en la tragedia proletaria, burlándote y riéndote de "la revolución de los humillados y los explotados sociales”, yo voy a citar tus palabras, fielmente tomadas de tu revista Ombligo, (Septiembre-1934); “Ombligo proclama el culto al Sol, Ombligo no cree en lo ilógico, Ombligo no cree en lo lógico, Ombligo sólo cree en Ombligo..Y por lo tanto en la Revolución Mundial"...
Toda la revista tiene ese tono CONFUSIONISTA de krumiro. Pero
todo eso responde a la ideología de quien se retrató, para el Zig-Zag, de frac, como un garzón del Crillón, a la orilla de Waldo Palma, en la Embajada Española, de quien escribe o paga para que escriban:
“Vicente Huidobro, he ahí lo nuevo debajo del Sol” y firma: THE
TIMES de quien dedica sus libros así: "a Pablo de Rokha, en la ruta
del Sol". Y ¿acaso no sonrió, alegremente, el proletariado CUANDO DESAFIASTE A DUELO, como un histrión cualquiera, ¡oh! mistificador impudente, a dos individuos con los que reñiste
verbalmente?...
Yo no pretendo servir aún a la revolución proletaria con toda la
grandeza y el heroísmo necesario. Pero, hay personas que me saben
sincero y honrado, aun entre tus amigos, por ejemplo, Volodia
TeiteIboim, que nos dedicó la “ANTOLOGIA DE POESIA CHILENA NUEVA”, así: PARA PABLO Y WINETT, QUE VIVEN ADENTRO DE LA POESÍA Y LA REVOLUCION, PARA LA PAREJA HUMANA, DOS VECES ADENTRO DE LO HEROICO; VOLODIA TEITELBOIM.
Tu actitud insidiosa de jesuita, discípulo de Cagliostro, por lo
desmesurada y atrabiliaria, resulta inocente, inocente como tus
poemas, inocente como tu persona, inocente como tus palabras y tu
estrategia; créeme, casi me da lástima tu estilo incoherente, que
ofende y retira la ofensa y ese tono francamente tonto de aristócrata
que da consejos; de tal manera que tú mismo, viejo amigo,
demasiado viejo amigo, tú, Vicente Huidobro, con tus cacareos de
espadachín en falencia, y tu dudosa hombría, te retratas en
aquellos versos tremendos que escribiste, precisamente, un poquito
antes de irte a comprar prestigio a Europa.
“Ese viejecito, que apenas se mueve,
es un veterano del setenta y nueve..."
A los hombres forjados como yo, Vicente Huidobro, en la tenaz
batalla contra los explotadores y los simuladores de tu clase social,
– la oligarquía hereditaria y terrateniente –, a los que nos ganamos
la comida, para nosotros y para nuestros hijos, a patadas con el
ambiente, no nos preocupan las tonterías de los gandules que viven
de la plusvalía, bisnietos de los encomenderos de la Colonia.
En fin, Vicente, voy a terminar esta carta, ya larga, con las palabras
encendidas y justicieras que te dedica el escritor peruano César
Moro, “Vicente Huidobro, el veterano del arribismo en América,
estafa desde un papelucho titulado “Ombligo”, la ignorancia y la
buena fe de sus admiradores (?). No es que esto sea novedad en el
viejo paladín del truco; su poesía (???) ha sido siempre el reflejo
terriblemente empobrecido de sus frecuentaciones literarias y de sus viñedos de Chile. Ahora que este contemporáneo de Cecile Sorel, sabe escoger sus textos, es menos retardatario que Neruda
plagiando a Tagore de grata recordación.
Vuestro Vicente, con una frescura que hace honor a su rancia
experiencia de ratón del movimiento literario moderno, la emprende esta vez nada menos que con el maravilloso texto: "Una Jirafa", de Luis Buñuel, publicado en; “Le Surreallisme Au service de la Revolution” (Nº 6 - 5 de Mayo de 1933). Texto altamente poético, del que el imitador de Pierre Reverdy, hace una lamentable parodia umbilical: “El árbol cn Cuarentena” (Ver "Ombligo”, Setiembre de 1934, SANTIAGO DE CHILE).
Huidobro se cubre actualmente con el resplandor que demasiado
piadosamente le prestan los jóvenes de Chile; no será esta treta de
mala ley la que nos impida señalarlo ante sus escasos seguidores
como un mediocre copista y nauseabundo fantoche literario, podrido mantenedor del confusionismo, única escuela de la que puede proclamarse mentor en cuarentena”. César Moro.
Con la hoz y el martillo, te saluda



PABLO DE ROKHA.

domingo, enero 04, 2015

CARTA PERDIDA A CARLOS DE ROKHA por PABLO DE ROKHA


Todo lo lloro en ti, Carlos de Rokha, hijo querido mío: la vida heroica, acumulada,
grandiosa y terrible que hiciste, y tu muerte súbita. Traías sobre la frente escrita,
con significado trágico, la estrella roja y sola de los predestinados geniales. Y
cuando mamabas la leche maternal, ya estabas chupando en el pecho de lirio de
la niña divina y maravillosa, sol y mar y flor de la gran poesía de Latinoamérica, el
sentido y el destino mortal, la total congoja de la Humanidad irredenta: el sello del
genio de Winétt de Rokha, te persiguió, como una gran águila de fuego, desde la
cuna a la tumba, pero no te influyó, porque no te influyó nadie, encima del mundo.
Perdóname el haberte dado la vida.
Entre el rumor de panal de abejas del universo de la poesía iluminada y popular de
tu madre, toda de oro, y el carro de fuego que arrastra entre las masas humanas,
atropellándose, mi estilo, forjaste un lenguaje tuyo y puro, de metales grandes y
delgados como cuchillos de sol, único en América, y para lograrlo enfrentaste y
desafiaste, como un niño héroe, la locura y el infinito. Pero mi sombra rugiente te
hacía daño, te hería, te envenenaba a ti, tan bueno y tan alto como eras, porque
los poetas como tú y yo, no únicamente no deberíamos ser hijos de nadie, Carlos
de Rokha, hijos de nadie, padres de nadie, abogados del género humano,
engendrados por partenogénesis. Esta tan tremenda situación de
interdependencia literaria, la comprendías tú, y yo comprendía que tú la
comprendías: pero cuando uno de la tiniebla en la literatura, o el amigo desleal te
lo planteó, queriendo echar espanto o ceniza de maldición, entre padre e hijo,
padre e hijo los abofetearon en todo lo hondo del pantano personal; es que te
corría sangre de mártires y héroes por las arterias y tu orgullo era tan grande
como tu modestia y como tu grandeza.
Tu propio arte, como un mar furioso, te inundó el corazón, y si te admiré tanto
como cuando hoy te admiro, fue porque enorme como tu heroísmo, fue tu
sacrificio de toda y cualquiera forma de felicidad a los pies de aquel inmenso
monstruo y mito social ardiendo, que es la Belleza, por la decisión irremediable de
lanzarte al abismo del estilo en gestación, hasta ver ganada la batalla, por el
sentido de llegar hasta el suicidio del destino y el bienestar de las comodidades
literarias, para extraer del caos y el desorden de la naturaleza bestial, la vital
euritmia de tus cantos de platino y de rubíes incendiados.
Como para todo gran poeta, lo bello fue rigor colosal y oscuro, en tus ocupaciones
de artista, y fuiste artista en todos los hechos y los sueños, exactamente como tu
madre, de quien trajiste la inmensa imagen grecolatina y el vikingo en los
Anabalones y los Sánderson, y el español mundial, alucinado y quemante, con
"Dios" adentro, en los Díaz y los Loyola, gentes de fuerte envergadura y místicos
de la realidad dramática. Como el hijo mayor de un gran amor, nosotros nos
volcamos convulsionados en ti, con todo el dolor, con todo el placer, con todo el
horror del amor, del amor por encima de todas las palabras y las leyes humanas,
y, con la tremenda problemática de la naturaleza adentro de la naturaleza, nos
estrellábamos con la naturaleza y la vida mágica, contigo en los brazos entre
peripecias y epopeyas, en condición de artistas pobres, que no quisieron ser
pobres artistas, y de creadores de lenguajes, abominables para los abominables y
las feroces y tercas bestias negras de las literaturas amarillas. Abriste, pues,
entonces, los ojos a la realidad categórica con una inmensa carga de complejos y
de sollozos y una gran paloma de humo en la imaginación ardida. Tu madre y yo
nacimos con el hermoso y desventurado y grandioso y épico país de Chile bañado
de sangre, ensangrentado y crucificado de horrores, por el asesinato de
Balmaceda, que aún bramaba en la República traicionada por la oligarquía
nacional y el gran capital extranjero; tú, Carlos de Rokha, que te tomaste al
abordaje la realidad del mundo a la orilla de "la gran Mar-Océano" de Valparaíso,
naciste entre clarines medio a medio del "Año Veinte", pero como a aquellos toros
de pellejos rojos que bramaban en el corazón del pueblo los degolló la traición
ultramontana y reaccionaria, a tu infancia de creador chileno la presidió "un
redoble de tambores enlutados", que, resonando con espanto, venía de las
épocas remotísimas, y un sol enarbolado de coronas caídas: un enlutamiento
general nos saludó en la cuna y nos va siguiendo, como un perro de hierro
tremendo, que aúlla hacia la tumba.
Por eso, amigo del alma, la construcción metafórica de tu lírica tan enardecida era,
que era popular en sus contradicciones victoriosas, y es hecha de tierra, con
gallos, con pájaros y sepulturas, con trigales y chacarerías en sus vocabularios de
finura de florete o de filo de espada de batalla. Y existe aquella fuerza soberbia del
átomo en desintegración en tu estilo de selección caballeresca, de caballería
popular y escudo de armas de pueblo-pueblo-pueblo, porque, como pueblo, es del
pueblo, de donde emergen todas las formas de la energía de la golondrina y del
águila, que son equivalentes cruzando los océanos de Continente a Continente, o
las altas montañas del mundo, abalanzándose con vuelo épico.
Te quemaste el corazón de gozador goloso de la vida en el oficio irreparable, del
poema irreparable, de catástrofe en catástrofe. Ni Mallarmé, ni Rimbaud, ni
Baudelaire ni el terrible y genial Isidoro Ducasse, mal nombrado Conde de
Lautréamont, te influyen. Son tus predecesores y tus compañeros de jornada, es
decir, estás en la linea de ellos y de todos los otros demonios-dioses de lo
arcangélico-demoniaco-heroico, en la creación estética, pero tú eras tú, y tu
poema es tuyo. Y asi vivías y así creabas. Gozaste de mujeres y vinos y
saboreaste las comidas y las bebidas de Chile, como yo mismo y tus antepasados,
desbordándote de abundancia y elocuencia pasional, derramándote y suicidándote
en cualquier instante, para reconstruirte en la contradicción dialéctica. Por eso
aquellos que atribuyeron tu gran bondad natural y el sentido de la hospitalidad
chilena a ingenuidades engendradas en lo poético, se engañaban ruidosamente,
porque el complejo del resentimiento los fue matando. Había una gran fuerza en tu
carácter, ella surgía y rugía de tu vocación irreductible de artista que se realizaba
victoriosamente, solo, y saliendo de adentro del pueblo, padre del hombre, de
adentro del pueblo para quien escribe, quien escribe responsablemente. Eras y
eres una lección de honor y de pasión heroica por lo bello logrado y lo sublime, y
tu carácter consistía precisamente en carecer del carácter por el carácter, que es
el amparo de los desamparados de su espíritu.
Ahora, e indiscutiblemente, como la sociedad da el contenido y el artista da la
forma, y contenido y forma dan la unidad del arte, los grandes artistas son los
héroes y son los líderes de la expresión, creadores de lenguaje, expresadores del
idioma social de todos los pueblos, del idioma vital de la humanidad,
revolucionarios, insurgentes y combatientes, todas las formas del arte expresan la
misma materia, -la literatura, la escultura, la arquitectura, la música, la pintura y las
artesanías populares- y el pueblo entrega a los héroes y a los líderes artísticos la
tarea descomunal de dar idioma y estilo, estilo e idioma, "voz de Dios", a la batalla
y a la victoria, a la cual lo conducen los héroes y los líderes políticos. Por todo
aquello la gran faena política del creador estético es la gran faena artística. Son
inmensamente complejos los pueblos, no sencillos, el hambre que recorre el
mundo desde la Biblia, la Grecia antigua y la Mesopotamia, el hambre y la lucha
de clases los encadenaron a una técnica estratégica de la personalidad popular
épica, que implica todos los modos de la astucia para la guerra social, y la guerra
social por la felicidad humana, les engendró su problemática rugiente; andan las
masas echando llamas y son muchas las maneras de cantar que poseen, y que
unifica la belleza sublimándolas. Lenguaje de imágenes, sí, lenguaje de imágenes
en la montaña de las metáforas, que son la realidad estética. Tú sabías esto tan
serio y universal, y lo sabías desde que naciste por la intuición poética, que es la
sabiduría colosal y subterránea de los hacedores de imágenes, lo sabías porque lo
sentías y lo hacías dirigiéndote furiosamente, dirigiéndote con ímpetu de huracán
hacia tu destino: dar idioma a tu interpretación dialéctica de la naturaleza; y como
te jugabas todo en la empresa maravillosa, te creían desordenado y sin método;
por eso, Carlos de Rokha, por eso te estalló el corazón, como me va a estallar a
mí, o como debió estallarme, debió estallarme y ser yo el muerto en este instante,
y como le estalló a la estupenda y popular-poetisa americana de todos los tiempos
y los pueblos que fue tu madre a través de otros modos hondos de la misma
tragedia.
Tus crisis épicas hallaron, desde los tiempos heroicos de Winétt, la idolatrada, a
toda la familia rodeándote de cariño y de estupor emocionado, y fuiste el eje
familiar y el "centro de tormenta" de un núcleo de creadores de lenguaje estético,
creadores de lenguaje artístico, por modos diversos, a cuya cabeza patriarcal tu
madre y tu padre, yo, padecíamos, arrastrando peñascos desolados, o mordidos
de rufianes y de ladrones de la literatura.
Ahora se azota tu memoria contra el resplandor de aurora de oro de la era
cósmica que la gran U.R.S.S. y la gran China Popular capitanean, y seguramente
se remece tu ataúd, aclamando con espanto a Cuba heroica y líder de líderes,
cuya gran victoria definitiva no viviste, porque moriste a la ribera misma del
levantamiento general de todos los pueblos, después de haber contribuido con
himnos líricos fundamentales, al levantamiento general de todos los pueblos,
desde el enorme pueblo de Chile; por lo tanto, tu canto de santo de la poesía es
un peñasco en los cimientos reivindicatoríos, sin proponértelo tú siquiera; toda tu
obra te coloca en la insurgencia revolucionaria porque la retrata, desde tu ángulo,
a la caída de una época para la venida de otra época, la época de la victoria de los
explotados y los expoliados sociales.
La existencia la viviste como quisiste, la viviste con la glotonería superior de la
imaginación de un Rabelais, y esto te compensa de "El Terror de Existir", que
planteó tu madre y yo deploro en "Morfología del Espanto" o, viviste
apasionadamente, o acaso, desaforadamente, desde el vértice del instante en que
te filiaste revolucionario con el ejemplo "descomunal y soberbio", según las
palabras de don "Alonso Quijano, el bueno", y adentro del cual huracanabas las
vías públicas del Gran Santiago, con tus hermanos y hermanas, clamando
"Bandera Roja" y "Multitud", o estabas encalabozado, recio como reo político,
hasta la última vez que llegaste desde todo lo hondo de la noche tronada de aquel
septiembre lluvioso y horrendo.
Rodeado de compañeros y amigas muy queridas, que seguramente te amaron
admirándote y perdonándote, como es menester ser amado, y que te
acompañaron con emoción estremecida hasta la caída en el gran sueño inmóvil de
la nada, paladeaste esta contradicción negra y gozosa de ser, en la cual nos
hundimos azotándonos: el amor humano, humanamente humano, fue tu ley
"divina", y la amistad fue tu ley humana. Te mató, entonces, la superabundancia
emocional, no apolínea, furiosamente dionisiaca, y el deslumbramiento inmortal
del arte. Se escucha llorar en tu recuerdo un llanto herido de grandeza, esta
familia nuestra de los De Rokha, recibió la conmoción, horrorizada, y pasarán
largos y muchos años en que estés siempre presente entre nosotros, toda tu obra
se va volviendo piedra, tu madre te recibe de muerto a muerto, eterna en la
materia maravillosa y criminal, y yo abrazo tu sombra clamante.
Después de haber muerto tu madre épica, Winétt de Rokha, la heroína de las
poetisas mundiales, y después de haber muerto tú, al cual llamaban "el Rimbaud
chileno" viví en París, en Moscú, en Pekín, en toda la inmensa gran República
Popular china, Carlos de Rokha, y me acordé de ustedes desde los atardeceres
tremendos a los amaneceres tremendos y el día clásico.
Ahora, tú sabias que nosotros, los viejos andados, golpeados, licoreados por el
destino social de los héroes, no nos arrepentimos de nuestros errores, nos
arrepentimos de nuestras virtudes, no de lo que hicimos y pudimos hacer, sino de
lo que no hicimos y pudimos hacer y debimos porque quisimos hacer, y como yo
aludo a mujeres y vinos, que tu madre me perdone, grandiosa, el enorme y gran
afán colosal de las capitanías en todas las formas de todas las cosas viriles; por
eso escribo estos renglones postumos, entre postumos; escucha, en la tumba,
entonces, no la emoción de París, la conmoción de París, la conmoción de Moscú,
la conmoción de Pekín, que tu padre, tu anciano padre, enfurecido contra la vida
caída, te transmite de las tres ciudades tentaculares, que tanto hubieras tú amado
en el recuerdo inmortal de Winétt, la gran amiga mía.
Adiós, Carlos de Rokha, hasta la hora en que no nos volvamos a encontrar jamás,
en todos los siglos de los siglos, aunque sean vecinos de vestiglos, los átomos
desesperados que nos hicieron hombres.

PABLO DE ROKHA
Santiago de Chile, Junio - Julio de 1965

sábado, noviembre 23, 2013

UNICAMENTE por PABLO DE ROKHA


Fruta de tumbas o de imperios, sangre de medallas, sangre de aceitunas, sangre de banderas, y un Dios parido de cuchillas,
todo lo mágico del vino, del amanecer, del hierro y las dulces torcazas, el pan trascendental, que crece, enorme y sangriento como una vaca, en los hornos de la vida, y canta aceites de gran luna cristiana, borneando pabellones enlutados, la leche lluviosa de los fusiles o las vendimias o los laureles, lo augusto y ultramarino de las criaturas del Apocalipsis, que son inmensos derramamientos de la materia cerebral de las estrellas...
Tu configuración de miel cristalinísima es tremendamente ardiente, como el pequeño palomar, que existe en los barcos náufragos o en el pecho de cielo de las vírgenes cosmogónicas, haces la tarde mirando el mar, y te defines, contra tu propia muerte, en canciones, en donde enormes acompañamientos fluviales arrastran la carroza de un picaflor joven, que se ahorcó con la liga de su novia de humo, y a cuyos lagares van a apagar su sed de hambre gigante los proletarios y los campesinos sin posada porque en ti la unidad relampaguea en equivalencia entre el pétalo y el ácido, los dos pechos inmensos de una misma fruta; sí, desde el Paraíso Terrenal corren tus pulsos en tumulto, surgen los toros tremendos, tremendamente tremendos, que braman en la cuna de las niñas morenas, la brigada floral que maúlla entre sus mantillas, el puñado de vino que se derrama, gritando íncubo y súcubos, precisamente, en el vientre candente y funeral de las criaturas extraordinarias —coronando sus rajadas noches gigantes—, y a las que guiará la oveja ciega de Jehová, por los abismos; tu juventud se acoraza de plata repujada, como un volcán, en el que se enterraron los primeros sueños del sexo, y un aroma a comedor de antepasados circunda tu actitud sublacustre; pero la niña herida de genio y divinidad que fuiste, porque el terror del amor te llamaba desde las amazonas de las epopeyas, y la doncellez te quemaba las entrañas, nombrándome, ríe aun, entre tus azucenas desgarradas por mis besos de varón de pelo en pecho,
con aquella alegría redonda e invernal de las castañas, o las soperas esplendorosas del onomástico.
El hogar te proteje, como el oriente de sangre a los héroes, como la
cadena incendiada y tenebrosa del primer cristiano, o lo mismo, exactamente lo mismo que un jardín familiar, crecido entre mortajas y pirámides.
Winétt, panal, arteria de lirio o revólver iluminado, piscina de hondos ramajes, en la cual habita un pez negro con la mirada terriblemente roja, tonada de campo, en las aldeas, en la que una gran ventana de familia da a la sociedad sin clases, que parece la franca montaña llena de yeguas coloradas y potros, que son mundo rabiosos, vihuela de Licantén, en la cual se desnudan las chichas más sagradas del futuro, yo te destino aqueste canto de macho nacional, cabalgando el universo, asentado en su montura de bruto, terrosamente chapeada en pellejo de difunto amarillo, chapeada en el cuero del pueblo del país, que sostiene agarradas las entrañas del puñal de los setenta dioses.
Tu cruz humano social corresponde a la golondrina, que arrendó el corazón de la ametralladora, y al clarín del fusil adentro del cual hay una  violeta bañándose, o a la heredad escolar, en donde relucen todas las cenizas de todos los ojos de América.
Conduces tu ideal omnipotente, por el engranaje negro del siglo y una abeja blanca pone un olivo de rubí en la tendida mano del Todo-poderoso, ceñido del horrendo frac, tuna llovida, de garzón o de poeta burocrático, tú sonríes a la mañana marcial y ecuménica, tú, en donde el huevo del sol te ofrece su gran antología, y todos los novios del año, entre los cuales relampaguean sus vírgenes, viene a saludar a nuestros jóvenes hijos, trayendo un ternero de inmortalidad, que pestañea, como los ópalos, cuando les van a degollar un cabello.
Pero es la naranja y su perro regalón, es la manzana y su pie de cristal de canción de gran ciudad submarina, atlántico- pacífica, es la castaña y su asno bramador, o la ciruela encinta, quien te resume, bajo su poncho de dignidad agreste, por eso aquello tan sacrosanto que envuelve al maternal mugido del establo, en la catedral colosal de la pesebrera estupenda, aquello, de aquello, de aquello, del carbón vegetal, durmiendo entre milenios, te ciñe y te unge de divinidad, entre las madres del universo y sus banderas.
Hay una campana azul echada en tu pelo, amiga, y tu cabeza está formada de golondrinas dolorosas, o del gran mar de invierno de Talca, y, cuando sonríes, retornas a la muchacha de catorce años, que se rompía las rodillas en las novelas; las gallinas extranjeras, moribundas de Jericó, te vienen a obsequiar un árbol de llanto, y los sagrados gallos de Judá te saludan desde la cumbre del Gólgota, enarbolando la flor de los volcanes, el puñal de Dios, que es la misma cabeza de Dios, convertida en amapola; tu corazón está lleno de mosto caliente, es decir, atravesado de espadas, lo mismo que la rosa más roja de las montañas, o como la vida íntima de Jesucristo.
Un libro de leche campestre bala en tu felicidad blanca, y la agricultura te bendice, con el lenguaje de sus bueyes, porque la santidad de los surcos preñados da el acorde justo a tus epifanías.
Relinchan mis caballos originales en tu juventud, incendiándote, desgarrándote, arrasándote, y los búfalos y las águilas de mi desesperación heroica
escriben tu epopeya en mi epopeya, con una gran pluma de león americano, en la cual van talladas las armas de tus antepasados piratas, y un buitre inmenso de Inglaterra, todo como de bronce y sangre de espada, todo de como un metal ardiente como la palabra HORROR, o un pétalo del pecho de las doncellas.
Pequeña eres, pero las más rotundas catedrales se te parecen exactamente, su espanto elemental, tremendo, de bosque enorme y de caverna de Dios, su atmósfera de relámpagos, su actitud de mundo y de fruta de sol te rodean, a ti, preñada, embarazada de iluminación y congoja.
El amor sangre, el dolor sangre, el terror sangre, el fuego sangre, el agua sangre, ruge en el clan mínimo y de flor, que es tu cuerpo, a cuyo potencial de número, todas las fuerzas del universo convergen, de la misma manera de las ovejas al matadero, exactamente como el toro al cual van a degollar escupe el cuero del lazo, y gozan las palomas, orinando al atardecer lugareño, a la orilla de las enormes e hirvientes marmitas.
Una gran mirada negra echa a volar azúcar y habas santas, desde tu faz querida, en la cual comienza el crepúsculo a afilar su cuchara de armiño, y la lluvia madura te cubre con su vestido de naranjas, mientras las hojas caídas del mundo te picotean los zapatos desesperados.
Yo era un joven mancebo y un guerrero de Satanás, tú, aquella siempre heroína triste, acribillada por los sueños espesos y desesperados, de la gran alga marina que se engendró con el horror que es el sexo y es el miedo y es el pavor de la infancia, atribulada por la virginidad, y los símbolos, acongojada por la mucha angustia, que significa la alegría, entre los cuales madura la profunda noche oriental, entre los cuales se desnudan las señoritas, entre los cuales un acordeón acaricia a una paloma, y emerge un potro rojo, acariciando yeguas negras, adentro del potrero de tabaco y anémonas, que, como un lobo que se mordiese el corazón, empieza a la ribera del lecho de fuego de los adolescentes, cruzado por un río de vino, en el que retozan cien amantes; te rodeé de caricias indescriptibles y canto de tinajas, que hervían amargos caldos milenarios, medio a medio de la inmensa noche coagulada, rugiendo, de formidables animales de la antigüedad y grandes fantasmas, que alargan la garganta funeral, por dentro de la tempestad de doctrinas y murallas que, inmensamente, se derrumban, generando el aparato del estilo, como el corazón de Dios entre ortigas podridas; los sapos plagiarios, los culebrones que ordeñan cocodrilos, que educan tiburones, para escribir como elefantes, el orangután versificador, las ranas sagradas nos arrinconaron, nos mordieron, nos acorralaron contra nosotros, fuera de la ley, como vagabundos o santos, furiosos o extranjeros o asesinos de la sociedad, o héroes, nos ladraron, animándonos su gran perro amarillo, su gran cielo invertido de batracios, y nos engrandecieron, nos chorrearon de infinito y padecimiento, otorgándonos el origen de la inmortalidad y el destino, con todo su odio, adentro del cual gruñía el chanchito de Sardanápalo;
así, enormes, sobre razones acumuladas, nos crecieron estos tremendos elementos del lenguaje, que son finados despellejados, que aúllan, amamantados por antiguos dioses, cosas y climas sin desfigurarse, clamando, y, entre cuyos dientes, brillan la pupila de la unidad y sus síntesis, sangrienta y atronadora; mamando leche de serpientes o degolladores, nos criamos, pastoreando chacales y leones rojos, aunque un gallo bramaba, en todo lo tremendo del maderámen, hacia los cuatro vientos y los cuatro mundos de la humanidad, grandiosamente, heroicamente, furiosamente, cuando tú llorabas a la inmortalidad, echada en su automóvil incendiado,
a las riberas del gran clan familiar, circularon las arañas declamando una gran tiniebla, que les salía del estómago, el alacrán pelado y antropófago del calumniador y el difamador, en puntillas, el que él arrastra, ensombrecido, las entrañas de Dios, gritando, entre las magníficas, mortales mandíbulas, el comerciante en corazones, nos aulló en los grandes crepúsculos verdes,
y el cadáver del dolor nos bramó, desde los tejados, entre murciélagos y anónimos, descolgándose, desde el Poniente, con bastante y mucha gran furia.
Huevo de violeta, laguna de aguja, puño de cigarra, a ti convergen los niños difuntos de Bernardo O’Higgins, a pedir su ración de palomas y novelas, yo te comparo, gran incomparable, a la Revolución Bolchevique.
Tragedia de sol, espada, el orégano de las victorias te destina sus augustas admoniciones.
El toronjil y el arrayán del arrollado clamoroso y sacrosanto, la hierbabuena, que parece una viuda de pueblo o una cuba de trigo feudal, y las pataguas con su conversación de señoras del Sur, la dichosa canción del cedrón provinciano, del limón y los canelos de religión, lagrimeada por la alfalfa, los queltehues, en blanco y negro de aterrada manta araucana, y los pidenes que remuelen, grandiosamente, el anochecer nacional, enarbolando su escupitajo, como los soldados de la República, el vestido de greda de pena de la menta acariciado por las loceras de Quirihue, los rotos con tordos y matico del país, te sonríen, en familiar gramática, a la cual responde la cueca morena del matrimonio, que inventamos, desde el origen del entendimiento. 
Un bramido frutal fue tu vientre, cruzado de alas, cargado de savias elementales, si el buitre del Señor te mordió las entrañas con la maternidad copiosa del castaño, y el horror nos persiguió desde los cementerios, mi corazón te exprime como un racimo de guitarras.
Recuerdas la cabellera del océano, olorosa a libertad y a mundo mundo, la sal animal del mar, sus vientos sexuales, cargados de orígenes y cochayuyos venturosos, de universos sepultados y enormes palomas de substancia, el gran cristal quebrado en los mariscos, que son la risa bendita y las visceras, entregándose, boldos o pianos submarinos de la forma, ella, que emerge, sola, sagrienta, rota, atronadora, desde la multiplicidad de lo discontinuo, clamando el cosmos por el caos por el cosmos, ansiando la matemática y el terrible orden, como un animal muerto, a la siga de su madre, o Thor saliendo solo del todo, y haces resollar la humanidad en la naturaleza, enormemente organizada como mito.
Tú, en las placentas de la vida bárbara, escuchando el crecimiento de las apariencias, la mística feroz de los fenómenos, el español de ladridos tremendos, que estalla en imágenes.
Aldea de domingo, tinaja de agosto, religión de Chile, escarbo los vocabularios lacustres, para decirte la bestial medalla despavorida, rememoro los alfabetos místicos, donde los dioses son cebollas o choapinos o culebras, o lagos inmensos, habitados por castellanos de alcohol, poblados de presagio de lo fabuloso macabro y las tinieblas de Dios, o andrajos o colchones desventurados, que deslumbran.
Terror del animal tabú, lo voy siéndolo, tabú, todo congojoso como el retrato del hombre, drama de plata, tú, y cumbre marina, gritando los peldaños de la Atlántida.
Pabellón de tristes y pobres, bayoneta colorada de la liberación comunista, figura polar, dilema y número.
Canto tu canto de ilustre material catedralicio, y te ofrezco, Winétt, mis manos cortadas de capitán, bramando estas letras negras del conjuro ... 





sábado, noviembre 09, 2013

ELEGIA DE TODOS LOS TIEMPOS por PABLO DE ROKHA


Camino, ruta, sendero, callejón de soledad, con esbirros, embanderado de mujeres y de ciudades, por océanos, o árbol trágico y matemático. a aquella gran ribera desesperada, vía de luto, calle de dolores, senda de llanto,
gran vereda asoleada y florea! como trigo, como montaña, como pecho de
serpiente, lago de oro. dios enloquecido.
todos van hacia la misma orilla .
Allí donde están tendidos los muertos y los recuerdos de los muertos, y la desgracia humana se reúne y se azota y se precipita y se abruma contra
el oleaje irremediable, como una gran vaca idiota, porque, de un gran amor, de un gran amor, sólo quedan los sexos vacíos.
Azotado o poderoso, humillado o altanero, alegre como el vino o la mujer desnuda, triste y grande, como la caída del sol, profundo
como la unidad y sus misterios, como la voz que emerge, desde la especie. por debajo del hombre enorme.
Lenin o Jesús. las grandes banderas, el hambriento, el rico, el enfermo, el que tenia una sola flor, y se la robaron, y el amo de la propiedad atrabiliaria,éstos, aquéllos, ésos, a la muerte desesperados, irán cayendo, irán cayendo.
irán cayendo, despavoridos, aunque se agarren a la humanidad, que se derrumba y se desploma con ellos, o con nosotros, con todos nosotros, como un carro de cosechas, en la quebrada cordillerana.
Sí, el ser perece, pero, por adentro de la historia, naciendo y muriendo, heroicamente. todo y sólo lo humano, enarbolado de trabajadores, sobrevive y resplandece, encima de la gran tiniebla,
la sociedad, coronada de obreros.
Eternamente, las masas humanas son lo eterno, individuo-uníverso-infinito, en multitud orgánica y dramática.
condensados. estructurados, sumados, soviéticamente, en enormes soviets de voces.
Muere el hombre no tronchando nunca la cadena. la cadena encadenada, de fuego y hierro del suceder económico, porque tiempo y mundo son lo mismo; astro de angustia, manzanas de sueños, naranjas de miedo, vientre de flor celeste. y en los cementerios culmina la vida. Apretándose y destrozándose, hacia la muralla enlutada. agachado el proletario, bajo los látigos del explotador, que restalla la huasca ensangrentada y difícil, como una inmensa copa de salud, empuña la dialéctica.

ORACIÓN A LA BELLEZA. por PABLO DE ROKHA


El mundo está llorando RECIÉN nacido, oh! divinidad del sueño) y tú arrullas maternalmente, maternalmente al pequeño idiota rubio, con el problema azul de las últimas canciones, con el problema azul de las últimas canciones...
*
* *
A compás del minuto evolucionas, y eres eterna e INMUTABLE; tu actitud asciende al púlpito ideal de las estrellas y SANTIFICA los excrementos del asno, nivela los fenómenos, el bien y el mal; y tus pies, llenos de claridad, caminan sobre el dolor mineral de los pueblos colmando de verdades la milenaria y vil,
errante voz «del animal HUMANO».
*
* *
Conmoción religiosa, trágica, dionisíaca de la substancia in-numerable, espíritu del universo y pan del TRISTE, pan del TRISTE, belleza, raie de Dio?,—el temblor de su dedo enorme, la nocturna luz muerta de sus pupilas inexistentes—, mujer que enloqueciste con tus caricias al mas grande de los poetas: Satanás.
Lo verdadero es múltiple y tú UNA y muchas, mochas; tus axiomas son absolutos frente a la vanidad del conocimiento, floreces por encima de la verdad y constituyes, sollozando, la VERDADERA sensación del cosmos.
*
* *
Ha treinta épocas, ha treinta épocas, tu ilusión temblaba en los ELEMENTOS del orbe,—ERES anterior a la materia,— hoy, iluminas el capullo irremediable de sus consecuencias, sus resultados, sus conclusiones: el automóvil a la luna, la pálida loco¬motora hija de metales grises, la hulla y las aguas eximias y egregias, los aeroplanos errantes, y las oscuras multitudes, las oscuras multitudes, las oscuras multitudes revolucionarias con¬moviendo la SOCIEDAD con su ideal grandilocuente.
*
* *
Belleza, prolongación de lo infinito y COSA inútil, belleza, belleza, madre de LA SABIDURIA,colosal lirio de aguas y humo, aguas y humo sobre un atardecer extraordinario como el NACIMIENTO de un HOMBRE... —¿Qué quieres conmigo, belleza qué quieres conmigo?

NEW YORK-NEW YORK por PABLO DE ROKHA


... Ruido, ruido y hombres pálidos, (... ¡ruido!..), casas y casas y casas y casas con 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, etc. etc. pisos, público, público y público, dolor, público, público y público, bencina en las cosas, bencina en las almas, bencina en las bestias, bencina y oro, oro y bencina, bencina en las cosas, bencina en las almas, bencina en las bestias, bencina; así es, asi New-York la máquina burocrática y mala; y... un cielo cualquiera, ordinario, amarillo, do cuarto, quinto, sexto, o sétimo orden, sobre el vasto poema trunco y muerto, muerto y trunco y la vanidad azul de los edificios norteameri-canos. ..
New-York, New-York es como un grande aviso grande, fenomenal, universal, tracen dental pegado en el trasero cosmopolita de la tierra... ¡New-York! . . (— si le aproxima¬seis un fósforo, solo un fósforo aquella yvan ciudad comercial arderia como una hoja seca, como una hoja seca, como tina hoja seca que iluminase, solitaria, los cuatro puntos, los cuatro puntos cardinales!..).

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...