jueves, marzo 04, 2010
FALTA. DE VICTOR HUGO DIAZ por EDUARDO J. FARIAS ALDERETE
Dionisio es una de las facetas que los estudiosos del arte denominaron a su desarrollo, encarnaba al estado de embriaguez. Lo asimilaban a la creación musical, contraponiendo a Apolo que encarnaba la escultura, todo basado en la mitología griega.
Lo que encontramos en el poemario de Víctor Hugo Díaz, Falta, encontramos uno de estos rasgos. No es una vorágine, producto de la pasión o del “Delirio dionisiaco”, sino una forma de catalogar a un cúmulo progresivo de imágenes, todas ellas incisivas, cada una entregando un mensaje específico. Respetando la musicalidad, entregan un detalle a un cuadro general, que sin sobrecargar llegan a constituir una mirada caleidoscópica entregando un ambiente vigorosamente objetivo.
Poesía nítida, entre acerados y comunes climas, nos enfrenta a la presencia constante de una falta ; falta el espíritu pero nos inunda, falta el cuerpo pero nos acosa, falta el fulgor y nos sobra la luz mortecina de la melancolía y la crítica incisiva.
“De noche las bocinas
y el zumbido de motores
son la rogativa por más lluvia
de estos vehículos que no avanzan
El mapa de turista sirve de abanico
En la esquina, un sacrificio humano
A exceso de velocidad”
¿Dónde lo dionisiaco? En la embriaguez que a veces asola al hablante lírico, en el caminar entre drogas y alcohol, sutilmente sugerido.
“No se nota la pasta que los meses de encierro
Y los riñones excretaron
-Lo que tiene la pasta es el paisaje humano que se fuma.”
Pero la ausencia se concreta en la falta y en cada verso que resuena en el poema.
“Hay otra mentira en este asunto
Es que se piense escrito por otro
peor, uno, de algún sexo
caluroso o muerto de frío
pero más joven
o más viejo
modelo número tanto
actual y frágil
Sólo falta el cuerpo
eso falta”.
Un cuerpo, que es el cuerpo del lector, necesario, obligatorio, la infinita corporeidad del otro, una otredad indefinida.
Otredad que abunda en los paisajes urbanos, detalles que faltan en nuestro devenir, porque no nos detenemos a registrarlos a memorizarlos a hacerlos parte de nosotros.
“La autobiografía no engaña
Nos enseña a leer a los otros
Sirve como cuerda de seguridad
a punto de cortarse
y dejar caer el sobrepeso
de un trabajo a medio terminar.”
La cosmovisión de Díaz, es corrosiva, nos muestra en versos, cuadro tras cuadro un fotograma íntimo, urbano, rico en acechanzas al espíritu, delirante a ratos, nos invita a seguir verso a verso este poemario.
FALTA. Víctor Hugo Díaz. Editorial Cuarto Propio.
Etiquetas:
reseña literaria
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