martes, enero 16, 2024

ANTOFAGASTA CUÁNTICA por EDUARDO J. FARIAS ALDERETE

 

 Para la mecánica cuántica

Todo momento es presente

Todo momento es pasado

Todo momento es Antofagasta

Aún en alguna habitación

Tengo 4 años y llamo a mi madre

Mamá mamá mama mama

mamaaaaa uuuuuuuuh

Todos crecimos viendo Telenorte

y  Don gato y su pandilla

Ven a cantar conmigo por una

Antofagasta que vive en el recuerdo.

 

Aún reposa en su sueño

Una Cabeza de muñeca en el techo

Los neumáticos arriba de las calaminas

Algunos palopostes al costado

De alguna huella olvidada

Las cámaras de caucho en el mar

con badulaques encima

Ven a cantar conmigo por una

Antofagasta que vive en el alma.

 

Estamos en silencio ante un ocaso

Bellísimo  y ante una costa pletórica de vida 

e ibas al terminal pesquero a comprar

una cojinova de tres metros y medio

por solo 50 pesos

Y teníamos un zoológico con tres monos

y dos caturras y éramos felices

La ira de Dios se desataba cuando recorrías

kiosko tras kiosko y ninguno te vendía

cigarros Life sueltos

Ven a cantar conmigo por una

Antofagasta que quiere ser eterna.

 

 

Cuando en el campeonato de los

Héroes de la Concepción terminábamos

agarrándonos a aletazos 

en plena cancha del Sokol 

con los del IndustrialSanLuisB13ComercialA22

y éramos felices camino a la comisaría

arriba del pan de molde

Porque andar de cráneo rapado era de lanzas

y cada tatuaje era canero y aún así, éramos felices

Ven a cantar conmigo por una

Antofagasta que respira y es única.

Y Caremuela te encontraba en Condell con Prat

a las afueras de la librería Barcelona

y te macheteaba un pucho mientras

veías bailar al Chico de las conchas

Y eras feliz y airado y sin cigarros

de tanto macheteo angustiante

Camina! Antes de que el alma

se te sature de etil vinilo acetato,

poliuretano inyectado, policarbonato

o el polvo te mata

O te conviertas en una masa

de carbohidratos caminante

Ven a cantar conmigo por una

Antofagasta de brazos abiertos

 

Y las poblaciones olían a pan amasado

con mantequilla y la CCU en calle Zenteno

A cebada cocida a un mar nuevo

A cuentas del almacén aún sin pagar

Y todo era hermoso y azafrán

antes de la llegada de las multitiendas y los malls

y los edificios cubriéndote la vista

del horizonte

Mario y Teresa Vernal presentan

por última vez su última obra

en el local de calle Simón Bolívar

Ven a cantar conmigo  por una

Antofagasta que no quiere olvidar.

 

El CDA baja y sube de la Primera

a la Segunda División

Te sentabas frente al Caracol y cada día

desfilaba frente a ti, los Rojas,

Los Tapias, los Flores, Miranda, Torres

Vegas, López, Mamanis, Ticunas, Quispes

Los Cerda, Anunakis, Mandalorians

Arturitos, Pituncios, Pasturris, Birlibirloques

Bufones, Estudiantes, Colegialas y oficinistas

Emos,  Estafadores y Testigos de Jehová

Vagabundos predicadores

Floreal Recabarren

 

Ven a cantar por una Antofagasta que no

Quiere morir

En algún rincón Aún Carlos Massardo

te ofrece un café

Están cayendo las primeras gotas

De un aluvión infame

Mateo baila eternamente en la Mákina

José Palma cruza la plaza Colón

Va con  un cuaderno y una lapicera en sus manos

Se dirige a la biblioteca regional

Y aún no llega aún no

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

LA MÁQUINA DEL ORGASMO INFINITO DE JULIO MEZA DIAZ: ENTRE LA VIDENCIA Y EL DELIRIO por EDUARDO J. FARIAS ALDERETE


Al lenguaje claro y fresco de Meza debemos anteponer lo profundo de un mensaje en este viaje a las profundidades de una distopía salvaje. Las imágenes sirven completamente a la trama que a ratos enloquece o delira, transportándonos o repeliéndonos a una “realidad aumentada”. Es probable que para muchos caigan bajo el poder de esta fuerza centrífuga.  Pero para entender estas palabras hay que iniciar por lo básico. Este libro está compuesto por cuatro relatos concebidos dentro de un mismo universo: Como un mono-Fredo-La Máquina del Orgasmo Infinito-Vargas Yosa. Bajo la premisa que el lector intuye como este planeta y esta sociedad en un futuro no tan distante, logramos entre delirantes y vertiginosas escenas develar una visión crítica de nuestra realidad y una evolución factible de este sistema económico-social perverso, quizás aún no sea tan perverso, pero día a día nos da la impresión que hacia allá se dirige.

El tratamiento de cada uno de los personajes , desde los principales hasta  los terciarios nos da la idea de una alienación de la moralidad tendiente al relajo de las normas y a fin de cuenta la casi desaparición de los frenos inhibitorios lo que lleva la narración a un nivel superior en el género de la ciencia ficción, se juega a la pantomima, el descaro, la locura, lo sacrílego, lo punzantemente provocativo,  a lo indecible y sin embargo el entusiasmo del lector entendido permanece allí, con descubrir a que otro anillo de este infierno tecnológico-orgánico nos transportaremos.

Frente a lo aquí escrito es de una claridad de que no deja lugar a dudas que lo que actualmente sostiene nuestra sociedad se encuentra en esta narrativa como valóricamente derruida y transformada de tal manera que aquel que existe y cree férreamente en ellas como razón de vida se hallará página a página movido al horror y al espanto. Sin sutileza, descarnada y brillantemente desafiante, esta obra de Julio Meza Díaz, es en sí un reto de una exquisitez abismante. Se preguntaré por qué este superlativo comentario, pero se debe ser testigo de cuadro a cuadro de estos relatos donde la música se presenta como un elemento familiar y cotidiano, con la función de resaltar lo humano que aún se mantiene en las escenas y cuadros de los que se es testigo. Las emociones penden del horror a la risa espontánea, de la compasión a la ira y de la curiosidad al deseo de dejarse llevar por el relato hasta el final.

Ahora, vamos al relato que da nombre a este libro: La Máquina del Orgasmo Infinito, el relato más vigoroso del conjunto y allí se entiende el nombre de la obra en comento. No nueva la idea en la literatura de que dentro de la anatomía humana uno de los órganos toma vida propia y hasta se separa del cuerpo al que pertenece. Con un caso similar nos encontramos, pero donde se resalta este detalle, es en cómo se refiere a este elemento anatómico, como el narrador nos hace la idea de su constitución y belleza, a ratos sutilmente, a ratos rudo y dominado por el instinto. En ese juego de ideas e imágenes se deposita la confianza de la narrativa de Meza Díaz, en ese continuo lúdico, en esa exploración de su imaginario.

Ante el delirio desatado me veo en la obligación personal de intuir fuentes de afianzar referencias quizás propias, quizás ajenas. Ante la pletórica explosión de imágenes y escenas inverosímiles, audaces y rotundas, se me antoja una dirección de Cronenberg, indiferente si es el hijo o el padre, me sigue Brazil de Terry Gilliam o su Tideland,  Lewis  Carroll, Liebre de Abril, Sombrerero y compañía limitada, algo de Jean-Pierre Jeunet y de un modo irreverentemente  tangencial a  Rick y Morty. Con esto rompo una de mis reglas fundamentales.

Una escritura audaz, ágil, divertida, que sabe mantener al lector con el interés de continuar hasta el final. Altamente recomendable. LA MÁQUINA DEL ORGASMO INFINITO de Julio Meza Díaz. 215 páginas, 2023.Editorial Emergencia Narrativa.

miércoles, noviembre 16, 2022

EL COMIENZO (THE BEGGINING) DE CAT GRAYSON, UN BRILLANTE PRIMER PASO

 




En el ejercicio de  amar a la poesía y su arte, la simplicidad es un fruto lozano y dulce. Más allá de todas las consideraciones según preferencia y gustos técnicos , la magia del poema parece residir en la cualidad antes mencionada, pareciese manifestarse transversalmente por todo este arte, pero es probable demostrar lo contrario en base a lo tenemos acceso como lectores y amantes de los versos.

En Cat Grayson lo antes mencionado hacer un arco distinto, en su poemario El Comienzo (The Beginning) demuestra una profundidad lírica guiada por una sencillez única,  podemos citar “Roe vs Wade 1973 – 2022”:

Cuándo es la hora de la rebelión?

Cuándo llamar a los Perros de la Guerra?

Cuándo liberamos al Kraken?

Cuándo arriesgamos ese Horror?

 

Cuando el Pueblo es tratado como mercancía,

Cuando Hombres Ricos nadan en petróleo

Entonces es cuando vamos a la Batalla.

Entonces es cuando nos oirán RUGIR!

 

Caso litigioso que llegó hasta la Corte Suprema de los Estados Unidos que data del año 1973, donde se resolvió que la Constitución, ley suprema protege la libertad de una mujer embarazada para con libre elección aborte, sin  grandes restricciones estatales, tema cuya actualidad es preocupante, por el rumbo de las nuevas políticas imperantes en ese país.

Paseando por las páginas nos vemos cautivados por la dulzura de una fuerza femenina universal que se enfrenta abiertamente al devenir del tiempo, la cotidianeidad, la empatía, la latencia de lo existencial.

Una hebra de ternura recorre y liga una a una las composiciones, entregándonos un testimonio sólido y auténtico testimonio.  Nos ilustra el poema “Rugido del silencio”:

Alguna vez

Te has dicho

Una mentira suave, convincente?

 

Alguna vez Elevaste

Castillos en el cielo?

 

Alguna vez Viste

Cómo todo caía?

 

Alguna vez Oíste

Al silencio hacer un sonido?

 

Lo que se conoce de Cat , es poco, pero en algo nos puede ayudar a  entender la poeta que existe entre verso y verso. Nació en Iowa, creció aprendiendo idiomas con su madre,  puede ser por su temperamento libre o rebelde pero nunca pudo permanecer en la escuela, icen que las alas de las poetas siempre baten hacia la libertad, Estudió Ciencias con Licenciatura en Química y Biología. Fue enfermera en la Marina y  como médico en Cuerpo de Infantería de Marina de Estados Unidos.  Este es su primer libro, vigoroso, brillante, sensible.  La Poesía abre sus brazos y nos ofrece estos instantes  anidados en cada una de estas páginas.

 

 

jueves, noviembre 19, 2020

101/201 de ZULETA VÁSQUEZ: EL DOLOR Y LOS DÍAS por EDUARDO J. FARIAS ALDERETE


 Quizás una de las misiones u objetivos más importantes del arte sea; el recrear los sentimientos y sensaciones del ser humano a través de distintos lenguajes existentes: la melodía, las palabras, las imágenes. De lo contrario  no se explicaría  la atención que nos suscita ni el encantamiento persistente dentro de nuestras almas.

    Como lector empedernido rara vez una obra puede llegar a un sitial donde indiscutiblemente tal “recreación o encantamiento” puede  consagrarse como piedra angular de uno de esos sentimientos o sensaciones. Este es el caso de este conjunto de poemas titulado escueta y sencillamente como 101/201 de Zuleta Vásquez.

El dolor puede traducirse de miles de formas distintas. Aquellos que se someten a este reinado saben del poder que sobre ellos infunde despiadadamente. ¿Cuándo el dolor deja de ser ilusión en las palabras escritas para ingresar libremente por las puertas del alma y acogerse allí  como algo que permanece impoluto y salvaje? ¿Cómo superarlo?  La  vida es un continua costumbre de enseñanza/ aprendizaje de el.

La obra de Zuleta Vásquez nos va demostrando las múltiples imágenes que pugnan por invadir el corazón del lector. Un grito poderoso que si no es por cada verso contenido allí, se nos antojaría como un grito silencioso que crispa cada fibra del ser.

La  magia de la alquimia de la palabra, los símbolos, los signos forman en la pluma de esta poeta antofagastina, la invocación  perfecta donde se subyugan todo material de la naturaleza, todo lo que nos rodea.

Entregarse alegremente a la lectura, tiene ese reto de golpearnos a la cara con nuestros propios dolores, nuestras agonías, nuestros presentes, pasados y futuros. Toda obra literaria aspira a quedarse en nosotros, por esa impronta terrible que nos entrega la experiencia diaria y vital. Lograrlo es una tarea de difícil consolidación.  Es un atlas de trazos como heridas y heridas como un testimonio indeleble.

 “No sé,

cómo  ser humano.

 

Me criaron cucaracha oscura

con aspiración de persona

y se me muere el cuerpo

de semilla seca.”

A veces citar fragmentos parece al lector de la obra completa, un ejercicio casi inútil, salvo el de ilustrar algún punto. Sin embargo en este caso no grafica la magnitud de todo lo dicho. Hay una rebeldía  desde la angustia. Es necesaria cultivarla cuando se sufre, es una consigna que nace más allá del instinto de preservación. Para algunos está al límite de lo aceptable, pero la belleza de los versos, la honestidad del desgarro desde lo más profundo colma de poesía aquello que lo haría rechazable a priori.

Más allá de la pulcritud con la cual la editorial pudo trabajar sobre los textos, subyace el estilo punzante, claro y abierto de Zuleta Vásquez y el prisma con que es testigo de la existencia y sus pasos en ella. Una niñez descarnada, una adolescencia tortuosa y una madurez donde se es testigo cuadro a cuadro de agonías temporales, logrando trazo a trazo pincelada a pincelada un autoretrato magistral e íntimo, se nos entrega con una generosidad única.

Una poesía prístina y autentica, una joya literaria en un hábitat agreste como lo es Antofagasta, una producción notable.

101/201, Poesía de Zuleta Vásquez. Ediciones Hurañas (Oficios Literarios). Antofagasta. Muy recomendable.

 

 


lunes, julio 06, 2020

LA MUERTE DE FAUSTO de ANITA MONTROSIS: LA BELLA MUERTE DE UN CICLO por EDUARDO J. FARIAS ALDERETE


Anita Montrosis es una poeta que de la vida al oficio ha creado una voz única, auténtica, vital y vigorosa. Ha  reunido en su crisol poético, poemario tras poemario, los diversos componentes de un universo que en sus palabras palpita. Ahora nos entrega  “La Muerte de Fausto”, poemario compuesto de dos partes que se complementan hilvanando una línea temporal única que se bifurca en planos distintos, reales y oníricos.  
Que la ciudad sagrada preceda a la Muerte de Fausto  parte segunda de esta obra y que la denomina no nos debería sorprender, la poeta fija  un paisaje un crisol de elementos que le son propios, de todos aquellos terruños que recorrió. Esta poesía vivencial de ritmos variados de claros oscuros y matices embravecidos en la pasión y un diálogo continuo de un interlocutor que posee nombre pero al parecer una identidad variada, etérea a veces, ígnea, soberbia o terrenal.
Fausto muere, pero no es el Fausto de Goethe de Valery de Marlowe, es un hombre de carne y hueso enlazado con el yo poético o si queremos, todo lo contrario, un descarnado que convive en el alma de esta voz poética… una máscara una sombra, una idea un hombre “polisémico”. La maestría en el verso de nuestra poeta nos entrega una realidad de poema en poema que se viste de la cotidianidad que cala en el lector, lo suficiente, como para ir recreando el andamiaje de símbolos o de elementos que no portan más significado que el que tienen. Por ejemplo la mermelada de ciruelas un trazo de ese pincel lírico que nos trae al calor del hogar, a la mesa y centro de la vida familiar a recuerdos, en algunos, enraizados a la infancia, o eventualmente a una vida de pareja tal y como se ilustra en el poema “CIRUELAS”, fruto que para la cristiandad simboliza la fidelidad y la independencia, si el lector toma la hermosa tarea de desentrañas los símbolos descubrirá mil cosas más que alimentan el espíritu mismo de la fuente inmensa que es la Poesía como manifestación y la  Poesía como oficio. Montrosis nos toma de la mano y nos lleva a paisajes boscosos a cerros llenos de memoria, a la urbe que se emparenta con lo bélico con la muerte misma, diríamos, deteniéndonos en el tempo de las imágenes que  muere Fausto en la voz lírica y también es la poeta que muere con él  y con ellos esa ciudad que es sagrada como como lo es la sepultura para los cristianos.
         Nos toma de la mano y nos  arrastra sutilmente en las acuarelas oníricas de sus voces interiores en las estaciones demarcadas con lo febril de la existencia, con lo determinante y con lo vital. La ciudad como un espacio alienado que es en síntesis una especie de celda donde la identidad de lo natural pugna con todo lo que se le impone y Fausto es el causante de esta estadía.
         La voz  que interroga, que maldice que odia y ama a Fausto no es en definitiva ninguna de las Margarita ni otras féminas de las obras teatrales existentes, es única, es nueva y frescamente independiente, es mágica como los muros de las ciudades que alguna vez fueron sagradas. La riqueza  cosmogónica es amplia, generosa, envolvente.
        ¿Cómo saber qué ciudad es? Se habla del cerro Chena y podemos colegir de qué lugar geográfico pero esa ciudad sagrada pertenece al lector donde quiera que esté, es ubicua donde la poeta se encarga de vestir con sus creaturas con los frutos con los árboles y las vivencias.
       Los “tempos” del alma se van vistiendo de negación, de afirmaciones a medias y de certezas absolutas, un vaivén exquisito en la relación de los personajes puestos en el suelo de La Ciudad Sagrada y es ahora una cartografía de los sentimientos. Se extiende un planisferio de inconstancias rencores y alguna maldición permanente.
        ¿Mefistófeles? Solo el que parece convivir dentro de  Fausto, con engaño, con inconstancia, con muerte y con eternidad en el extravío por el provocado. A pesar  de lo complejo que toda esta exposición podría dar a la poética espacial y espiritual de esta obra, es la forma la que vence entregando a través de sencillez, claridad su mensaje pletórico de belleza amor, esperanza y desilusión.


viernes, junio 14, 2019

COMO EL PROTAGONISTA DE UN FILM CLASE B DE PABLO ESPINOZA BARDI:UN DESAFIO A TODO LECTOR por EDUARDO J. FARÍAS ALDERETE


Tome este reto en cuenta, deje de ser un aficionado de las películas o del teatro y calce las vestimentas y el guion de una película de clase B, es decir, de poco presupuesto y de mucho amor al arte… hasta ahí estamos bien ¿No? Ahora imagine que es de terror. Prepárese a asumir en carne propia todos y cada uno de los elementos que deberá encarnar, recorra con sus ojos el guion que fluctúa desde una apología al voyerismo,  una melodía en sordina, en definitiva, un himno a la miseria, a estar entre cuatro paredes, una casa conteniendo las aversiones que todo humano por natura debe tener.

Cierre los ojos y disfrute el soundtrack original, la música hermanada con imágenes perversas, algo le recuerda a un par de pesadillas luego de una larga sesión de insomnio. Acuda al recuerdo del asedio de Stalingrado o Leningrado, donde tenías una ración ínfima de chocolate. Tanto tiempo de escaramuzas, saqueos, violaciones y antropofagia… en casi siete meses de sitio. Entre inerme al cine abismante de Cronenberg, o a los reverberos de la imagen de Albert Fish.

Haga que la coprofagia sea algo natural y necesario. ¿Sabes cuántos horrores se pueden esperar de tu plexo solar? Podrías averiguarlo mientras se observa en un espejo. Anímese a una escalada de violencia que desea desarrollar. Los sentimientos oscuros a los que jamás daría rienda suelta.

Actúe como si la Ley de la selva y la de cadena alimenticia se impregna de una humanidad fatídica. Y para qué hablar del canibalismo simbólico, alegoría del neoliberalismo “amistoso” o social u otro de los ismos nocivos.

Ahora recuerde el pasaje bíblico de Marcos Capítulo 5 versículo 9. “Mi nombre es Legión, somos muchos”, repítalo mentalmente hasta que se convierta en una masa informe de cabezas, hálito y garras. Respire hondo y hágase a la idea de cuando el ansia de aceptación se torna perversa y esa perversión en algo que es socialmente aceptable.

Imagine un descampado gris, amplio, arrasado por esas guerras mentales de las que usted  ha formado parte por décadas, luego observe ese torso crucificado, acéfalo como un cuadro de Zdzislaw Beksinski.

Cierre los ojos y luego vuelva a abrirlos, nuevamente  ante el espejo,  ¿Recuerda a Buffalo Bill del “Silencio de los Inocentes”?  ¿Recuerda su baile? Inténtelo, recréelo.

Hay múltiples clasificaciones de lectores… tantas que se podría decir que están al gusto de cada escritor, filólogo, amante de la lectura, etc. Y en este ejercicio podríamos recurrir a una, que no porte matices, que no haga teorizar ni evoque específicamente tal o cual escritor  o época:
-          Estos lectores: Los que viven sus lecturas o solo las que las imaginan.
Esto merece un alcance, los que “viven” sus lecturas son aquellos cuya imaginación les hace enamorarse de una Anna Karenina… o asesinar a la vecina de Raskolnikov. Los otros ejercitan la lectura con una imaginación acorde a un espectador.
                                 ¿De cuál tipo es usted?

Pablo Espinoza Bardi con su libro “COMO EL PROTAGONISTA DE UN FILM CLASE B” nos invita a este ejercicio, a ser un lector que se atreve.
Como un dato importante y solo para los que se atrevieron, el nombre de Mr. Robbie como  protagonista de la película clase “B” Maniac 2, con la actuación  de Joe Spinell, que además es el guionista de este proyecto que no se plasmó en el écran, por la muerte de este.
Hay que recordar que la lectura en su rol de magia inagotable, nos exigirá siempre fortalecer nuestra imaginación.

COMO EL PROTAGONISTA DE UN FILM CLASE B de Pablo Espinoza Bardi. Cathartes Ediciones. 56 páginas. Arica. 

“CUMBIA ÁCIDA” DE RODRIGO ROJAS TERÁN: LA VERSIFICACIÓN DE UNA REALIDAD BAILABLE por EDUARDO J. FARÍAS A.



La música como todas las manifestaciones del hombre se encuentra en constante evolución. Es el barómetro del espíritu de las naciones, el pulso variable de su alma y en síntesis, la extensa banda original de sonido de la humanidad.

Para la poesía que vive y se nutre de la musicalidad en las palabras le es imposible el ejercicio de abarcarla de cuando en cuando.
Este ejercicio es el que nos presenta Rodrigo Rojas Terán en su poemario CUMBIA Ácida.

El tema central se fija en la Cumbia Chicha, que de cualquier manera puede tomar por desprevenido al lector. Este estilo musical surge por los años ochenta en Perú, mezcla de cumbia guarachera, huayno y rock psicodélico. Una amalgama difícil de “digerir” para algunos. Es una manifestación de toda una geografía rica en paisajes, en historia y en cultura que trasciende por sobre las localidades y los países.

Arica es el vértice de una “interzona” limítrofe donde las culturas se mezclan se amalgaman se entregan en una convivencia plena de matices, claroscuros y los colores fluorescentes de la gráfica de las disqueras “CHICHA”.

Rojas Terán se atreve a abrazar este acervo y traerlo en versos hasta nosotros. Aludiendo a la belleza propia de la poesía se van plasmando los cuadros de una realidad que aparentemente nada tiene de ajena con la nuestra si no es por ser con elementos que  escapan de lo urbano, la sequedad del norte, sus valles fértiles, las localidades y sus bajos fondos.

La droga, la prostitución, el trabajo como un yugo lacerante son los marcos para los atisbos que nos entregan verso a verso este poemario, una realidad ácida que corroe la sensibilidad de algunos, deshace la distancia, revela el profundo ser  de lo que los “tecnócratas” denominan “problemática social”. ¿A qué huele la Cumbia ácida? ¿Qué imágenes nos invoca?¿Hasta dónde nos puede invadir el canal auditivo? ¿Qué acordes son esos? Chacalón, Maravilla, Los Sanders, Los Destellos… ¿Qué plasman en sus líricas?

 La sencilla y diáfana poética de este poeta parece concordar con las penetrantes guitarras eléctricas de la cumbia chicha, el rescate de una realidad que algunos luchan por olvidar con ahínco. ¿Cuántos de estos versos podemos fácilmente traerlos a nuestras imágenes mentales?

No está en la lejanía ni en nuestra indiferencia cuando usamos la locomoción colectiva y nos ataca por los flancos arteramente, como atropellándonos, en ritmos bailables, un ritual rítmico que se embarga de una alegría que naufraga ante  los abismos de sus letras básicas, el amargo amor, la voz de Chacalón envuelta por guitarras chicheras, hay algo que nos ofende mientras el trayecto de nuestro destino se debate en ahondarse en las cuestiones cotidianas de nuestro quehacer o entregarnos a esa vorágine de las pentatónicas cuatro cuartas invasivas y hasta insultantes.

Pero el poeta rescata, se atreve a traernos la verdadera esencia de esta música, el lector debe aceptar este reto, este sondeo por la naturaleza humana vibrante, oscura, atrayente.  
Editorial Aparte recoge el guante, toma este desafío y nos extiende este poemario.

Cumbia Ácida. Rodrigo Rojas Terán. Editorial Aparte. Arica.

lunes, mayo 06, 2019

LLUVIA SOBRE LILI(TH) I por EDUARDO J. FARIAS ALDERETE





"Así yo,
hacia ti siempre me inclino,
apenas nos separamos,
nos vimos apenas."
Y ASI PASA CONMIGO. Vladimir Maiakovski


¿Y  qué haremos ahora?

Ahora que no hay aire.
y el recuerdo arranca suspiros
a medianoche...

Solo gotas cayendo por tus mejillas...
no bastan las palabras si las imágenes
caen desfasadas por un destino eterno

No mires mis manos
mientras escriben para ti
este verso ciego y obstinado

No mires
escucha el rumor de la lluvia
el acorde de los minutos
de mirarnos diciendo
todo en secreto detrás de la cortina

Escucha el poema que éramos
juntos
cuando se derramaba el cielo
solo para ocultarlo de la luz

Necesito que abras los brazos
de la manera más dulce
y dejes que el agua recorre generosa tu piel

En tu espalda crece un árbol de historias
en sus breves ramas cada hora
que vivimos
es una hoja acunada por el viento
y las gotas invasoras

Somos las ondas que se pierden
en el agua olvidada.

lunes, diciembre 24, 2018

CUENTO DE NAVIDAD por VLADIMIR NAVOKOV




Se hizo el silencio. La luz de la lámpara iluminaba despiadadamente el rostro mofletudo del joven Anton Golïy, vestido con la tradicional blusa rusa campesina abotonada a un lado bajo su chaqueta negra, quien, nervioso y sin mirar a nadie, se disponía a recoger del suelo las páginas de su manuscrito que había desperdigado aquí y allá mientras leía. Su mentor, el crítico de Realidad Roja, miraba el suelo mientras se palpaba los bolsillos buscando una cerilla. También el escritor Novodvortsev guardaba silencio, pero el suyo era un silencio distinto, venerable. Con sus quevedos prominentes, su frente excepcionalmente grande y dos mechones ralos colocados de través sobre la calva tratando de ocultarla, estaba sentado con los ojos cerrados como si todavía siguiera escuchando, con las piernas cruzadas sobre una mano embutida entre la rodilla y una de las lorzas de su muslo. No era la primera vez que se veía sometido a este tipo de sesiones con sedicentes novelistas rústicos, ansiosos y tristes. Y tampoco era la primera vez que había detectado en sus inmaduras narrativas, ecos -que habían pasado inadvertidos para los críticos- de sus veinticinco años de escritura, porque la historia de Golïy era un torpe refrito de uno de sus propios temas, el de El Filo, una novela corta que había compuesto lleno de esperanza y de entusiasmo, y cuya publicación el pasado año no había logrado en absoluto acrecentar su segura aunque pálida reputación.
El crítico encendió un cigarrillo. Golïy, sin alzar la vista, guardó el manuscrito en su cartera. Pero su anfitrión se mantenía en silencio, no porque no supiera cómo enjuiciar el relato, sino porque esperaba, dócil y también aburrido, que el crítico finalmente se decidiera a pronunciar las frases que él, Novodvortsev, no se atrevía ni siquiera a insinuar: que el argumento era un tema de Novodvortsev, que también procedía de Novodvortsev la imagen aquella del personaje principal, un tipo taciturno, dedicado en cuerpo y alma a su padre, un hombre trabajador, que logra una victoria psicológica sobre su adversario, el despreciable intelectual, no tanto en razón de su educación, sino gracias a una especie de serena fuerza interior. Pero el crítico encorvado en el sillón de cuero como un gran pájaro melancólico se empecinaba desesperadamente en su silencio.
Cuando Novodvortsev se dio cuenta de que una vez más no iba a oír las palabras esperadas, mientras trataba de concentrar su pensamiento en el hecho de que, después de todo, el aspirante a escritor había ido hasta él, y no hasta Neverov, para solicitar su opinión, cambió de postura, volvió a cruzar las piernas metiendo la mano entre las mismas, y dijo con toda seriedad: "Veamos", pero al observar la vena que se hinchaba en la frente de Golïy, cambió de tono y siguió hablando con voz tranquila y controlada. Dijo que la historia estaba sólidamente construida, que el poder de lo colectivo se advertía en el episodio en el que los campesinos empiezan a construir una escuela con sus propios medios; que, en la descripción del amor que Pyotr siente por Anyuta, había ciertas imperfecciones de estilo que no lograban acallar sin embargo el reclamo poderoso de la primavera y la urgencia del deseo y, mientras hablaba, no dejaba de recordar por alguna razón que había escrito a aquel crítico recientemente, para recordarle que su vigésimo quinto aniversario como escritor era en enero, pero que le rogaba categóricamente que no se organizara ninguna conmemoración, teniendo en cuenta que sus años de dedicación al sindicato todavía no habían acabado...
- En cuanto al tipo de intelectual que has creado, no acaba de ser convincente -decía-. No logras transmitir la sensación de que está condenado...
El crítico seguía sin decir nada. Era un hombre pelirrojo, enjuto y decrépito, del que se decía que estaba tuberculoso, pero que probablemente era más fuerte que un toro. Le había contestado, también por carta, que aprobaba la decisión de Novodvortsev, y allí se había acabado el asunto. Debía de haber traído a Golïy como compensación secreta... Novodvortsev se sintió de improviso tan triste -no herido, sólo triste- que dejó de hablar de pronto y empezó a limpiar las gafas con el pañuelo, dejando al descubierto unos ojos muy bondadosos.
El crítico se puso en pie.
- ¿Adónde vas? Todavía es temprano -dijo Novodvorstsev, levantándose a su vez. Anton Goïly se aclaró la garganta y apretó su cartera contra el costado.
- Será un escritor, no hay duda alguna -dijo el crítico con indiferencia, vagando por el cuarto y apuñalando el aire con su cigarrillo ya acabado. Canturreaba entre dientes, con cierto tono de asperidad, se inclinó sobre la mesa de trabajo y luego se quedó un rato mirando una estantería donde una edición respetable de Das Kapital ocupaba su lugar entre un volumen gastado de Leonid Andreyev y un tomo anónimo sin encuadernar; finalmente, con el mismo paso cansino, se acercó a la ventana y abrió la cortina azul.
- Venga a verme alguna vez -decía mientras tanto Novodvortsev a Anton Golïy, que primero se inclinó a saludarle con torpeza para después erguirse como con altanería-. Cuando escriba algo nuevo, tráigamelo.
- Una buena nevada -dijo el crítico, dejando caer la cortina-. Por cierto, hoy es Nochebuena.
Y se puso a buscar distraído su sombrero y su abrigo.
- En los viejos tiempos, al llegar estas fechas tú y tus colegas hubierais estado produciendo a marchas forzadas manuscritos navideños...
- Yo no -dijo Novodvortsev.
El crítico se rió entre dientes.
- Es una lástima. Deberías escribir un cuento de Navidad. En el nuevo estilo.
Anton Golïy tosió en su pañuelo.
- En otro tiempo lo hicimos... -empezó con voz ronca, gutural, pero luego carraspeó.
- Lo digo en serio -siguió el crítico, embutiéndose en el abrigo-. Se puede inventar algo inteligente... Gracias, pero ya son...
- En otro tiempo -dijo Anton Golïy-. Lo hicimos. Un maestro. Un maestro que... Se le metió en la cabeza hacer un árbol de Navidad para los niños. En la cima. Colocó una estrella roja.
- No, eso no sirve -dijo el crítico-. Es más bien severo para un cuento. Tienes que darle un perfil más sutil. La lucha entre dos mundos diferentes. Todo ello contra un fondo nevado.
- Hay que tener cuidado con los símbolos, en términos generales -dijo sombrío Novodvortsev-. Tengo un vecino, un hombre muy recto, miembro del partido, militante activo, y sin embargo utiliza expresiones como "el Gólgota del Proletariado"...
Cuando sus huéspedes se hubieron ido se sentó en su mesa y apoyó la cabeza en su gran mano blanca. Junto al tintero había algo que parecía un vaso sencillo y cuadrado con tres plumas hincadas en una especie de caviar de bolas azules. El objeto tenía unos diez o quince años: había sobrevivido todos los tumultos, mundos enteros habían caído despedazados en torno de él, pero ni una de aquellas bolas de cristal se había roto. Eligió una pluma, dispuso una hoja de papel convenientemente, metió unas cuantas hojas más debajo de la primera para escribir sobre una superficie más blanda...
- ¿Pero sobre qué? -dijo Novodvortsev en voz alta, y a continuación con el muslo hizo a un lado la silla y se puso a caminar por la habitación. En su oído izquierdo sentía un zumbido insoportable.
El canalla aquel lo dijo con toda la intención, pensó, y como si quisiera seguir los pasos del crítico fue hasta la ventana.
Tiene la pretensión de aconsejarme y de avisarme... Y ese tono de mofa... Probablemente piensa que ya he perdido toda originalidad... Pues haré un cuento de Navidad... Y entonces, él escribirá: "Estaba yo en su casa una noche y, entre una cosa y otra, se me ocurrió sugerirle: Dmitri Dmitrievich, deberías describir la lucha entre el viejo y el nuevo orden en el entorno de un nevado cuento de Navidad. Podrías llevar hasta sus últimas consecuencias el tema que apuntabas de forma tan extraordinaria en El Filo, ¿recuerdas el sueño de Tumanov? Ese es el tema al que me refiero ... Y precisamente aquella noche nació la obra que ..."
La ventana daba a un patio. No se veía la luna... No, pensándolo bien, sí que hay una especie de brillo que sale de detrás de aquella chimenea. La leña estaba apilada en el patio, cubierta con una alfombra reluciente de nieve. En una ventana resplandecía la cúpula verde de una lámpara, alguien trabajaba en su mesa, y el ábaco relucía como si sus cuentas estuvieran hechas de cristal de colores. De repente, en el más absoluto silencio, unos copos de nieve cayeron del alero del tejado. Luego, de nuevo, un torpor absoluto.
Sintió el cosquilleo de vacío que siempre presagiaba el deseo y la urgencia de escribir. En este vacío algo estaba adquiriendo forma, algo crecía. Una especie de nuevo cuento de Navidad... La misma nieve de siempre, un conflicto totalmente nuevo...
Oyó unos pasos cautelosos al otro lado de la pared. Era su vecino que volvía a casa, un tipo discreto y educado, comunista hasta la médula. En una suerte de arrebato más o menos abstracto, con una deliciosa sensación de confianza, Novodvortsev se volvió a sentar a la mesa. El tono, la coloratura de la obra ya empezaban a tomar cuerpo. Sólo tenía que crear el esqueleto, el tema. Un árbol de Navidad: ése era el comienzo. Se imaginó ciertas familias, gente que en los viejos tiempos había sido importante, gente que estaba aterrorizada, de mal humor, condenada (se los imaginaba con tanta nitidez ...), gente que con toda seguridad estaba ahora mismo colocando adornos de papel en un abeto que habían cortado a hurtadillas en el bosque. En estos tiempos ya no había dónde comprar aquellos adornos y oropeles, ya no se apilaban los abetos a la sombra de San Isaac...
Alguien llamó a la puerta, un golpe amortiguado, como si se hubiera cubierto los nudillos con un trozo de tela. La puerta se abrió unos centímetros. Delicadamente, sin apenas meter la cabeza, el vecino le dijo: "¿Le importaría prestarme una pluma? Si tiene alguna con la punta un poco roma, se lo agradeceré".
Novodvortsev se la dio.
- Muchísimas gracias -dijo el vecino, cerrando la puerta silenciosamente.
Aquella interrupción insignificante rompió en cierta manera la imagen que estaba madurando en su mente. Se acordó que en El Filo Tumanov sentía cierta nostalgia por la pompa de las antiguas fiestas. Pero no buscaba ni quería una mera repetición. Y en aquel momento pasó por su mente otro recuerdo inoportuno. Recientemente, en una fiesta, había oído cómo una joven le decía a su marido: "Te pareces mucho a Tumanov en varios aspectos". Durante unos días se sintió feliz. Pero luego conoció personalmente a la citada señora y el tal Tumanov resultó ser el novio de su hermana. Y tampoco ésa había sido su primera desilusión. Un crítico le había dicho que iba a escribir un artículo sobre tumanovismo. Había algo que le adulaba infinitamente en ese ismo y también en la t con la que la palabra comenzaba en ruso. El crítico, sin embargo, se había ido al Cáucaso a estudiar a los poetas georgianos. Y, a pesar de todo, no podía negar que Tumanov le había proporcionado ciertos momentos agradables. Por ejemplo, una lista como la siguiente: "Gorky, Novodvortserv, Chirikov..."
En una autobiografía que acompañaba sus obras completas (seis volúmenes con retrato del autor incluido) había contado cómo él, hijo de padres humildes, se había abierto camino en el mundo. Su juventud, en realidad, había sido feliz. Un vigor saludable, fe, éxito. Habían transcurrido veinticinco años desde que una aburrida revista literaria publicara su primer relato.
A Korolenko le había gustado su obra. Había sido arrestado un par de veces. Habían cerrado un periódico por su culpa. Ahora sus aspiraciones cívicas se habían visto cumplidas. Se sentía libre y cómodo entre los escritores jóvenes que empezaban. Su nueva vida le satisfacía al máximo. Seis volúmenes. Su nombre era conocido. Y sin embargo su fama era pálida, pálida...
Saltó de nuevo mentalmente hasta la imagen del árbol de Navidad y, bruscamente y sin aparente razón, se acordó del cuarto de estar de la casa de unos comerciantes, de un gran volumen de artículos y poemas con páginas de cantos dorados (una edición benéfica para los pobres) que de alguna forma estaba relacionado con aquella casa, recordó también el árbol de Navidad del cuarto de estar, la mujer que él amaba en aquel tiempo, y las luces del árbol reflejándose como un temblor de cristal en sus ojos abiertos al coger una mandarina de una de las ramas más altas. Habían transcurrido veinte años o quizá más, cómo se fijaban en la memoria algunos detalles...
Disgustado, abandonó este recuerdo y se imaginó una vez más esos viejos abetos más bien ralos que, en ese mismo momento, con toda seguridad, se veían engalanados y decorados con adornos... Pero ahí no había ningún relato, aunque siempre se le podía dar un ángulo sutil... Exiliados que lloran en torno de un árbol de Navidad, engalanados con sus uniformes impregnados de polilla, mirando al árbol sin dejar de llorar. En algún lugar de París. Un viejo general rememora al recortar un ángel de cartón dorado cómo solía abofetear a sus soldados... Pensó entonces en un general que había conocido personalmente y que ahora estaba en el extranjero, y no había forma de imaginárselo llorando arrodillado ante un árbol de Navidad...
"Pero, con todo, ahora voy por buen camino." Dijo Novodvortsev en voz alta, persiguiendo impaciente un pensamiento que se le había escapado. Y entonces algo nuevo e inesperado empezó a tomar forma en su imaginación -una ciudad europea, un pueblo bien alimentado, cubierto de pieles. Un escaparate completamente iluminado. Tras él, un enorme árbol de Navidad de cuyas ramas cuelgan frutas carísimas y en cuya base se amontonan muchos jamones. Símbolo de bienestar. Y delante del escaparate, en la acera helada...
Todo nervioso, pero nervioso con la excitación del triunfo, sintiendo que había encontrado la clave única y necesaria, que iba a componer algo exquisito, que iba a describir como nadie lo había hecho antes la colisión de dos clases, de dos mundos, empezó a escribir. Escribió acerca del árbol opulento en el escaparate descaradamente iluminado y del trabajador hambriento, víctima del paro, mirando aquel árbol con mirada severa y sombría.
"El insolente árbol de Navidad -escribió Novodyortsev- ardía con todos y cada uno de los colores del arco iris."

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