viernes, abril 29, 2011

EL HOMBRE APROXIMATIVO por TRISTAN TZARA




De tus ojos a los míos el Sol se deshoja
en el umbral del sueño bajo cada hoja hay un ahorcado
de tus sueños a los míos la palabra es breve
a lo largo de tus pliegues primavera el árbol llora su resina
y en la palma de la hoja yo leo las líneas de tu vida.
La etiqueta de la planta que es una botella de Cielo
y sobre tu corazón también las etiquetas guardan sus secretos
con el anuncio silencioso permanezco aplastado y pegado a la farmacia
de la tierra grasienta aplastado la triunfal enfermedad de las nubes
el horizonte desfonda y se desploma el castillo de mapas meteorológicos
pero para que trompeta de las estaciones
diario desplegado en la terraza del firmamento
por donde se filtra con desdén la equívoca brisa de las versiones astrales.
Gran
sueño de árboles cansados
sordas torturas el vaivén de las carnes en su corteza asesinada
crepúsculos furtivos las avalanchas de angélicas desnudeces
martillean los días con el paso pesado de tus amores
dejas en el nido de sueño el grano alado tu pájaro gigante
gran sueño de árboles cansados
trenzadas coronas de picos entrelazados con las nubes
lago cortado justamente en la húmeda frente de la Tierra
lejos lejos cerca de la muerte e inagotable
en el vientre del sueño que cierra sobre ti los dedos de humildes intimidades
se cruzan sobre el mapa del pasado los ríos de la vida geográfica
gran sueño de árboles cansados
con un solo ojo vuelto hacia el interior
válvula de las danaides jamás llenaré el saco el esplendor
y sobre tu esmalte lunar dios de sueño escarbará la marcha de las caravanas
cuyos largos silbidos aseguran la partida brumosa
una fuente en el pecho y el inagotable sabor en el interior
hacia las mágicas insolencias de las palabras que no ocultan ningún sentido
cabalgando las torturas presas en su corsé de valles por hipos y saltos
cuando abro la gaveta de tu voz fresca sin nombre
cintas encajes de las edades brazalete de los dientes
los pongo alrededor de mi puño cuando fuerzo la puerta del sueño
para salir al umbral del día lacerado de palpitaciones de corazón y de tambor.
Apenas despiertas mis carnes vivas sobre la losa plantadas
florecen la tumba abierta de pascua y sábanas solares
en el Cielo ha recogido todo el Cielo superfluo
en las cercanías de la aldea junto a los animales
Cielo hervido donde flotan los pergaminos y los esqueletos
y que pone al revés los troncos de árboles en el aserradero
he abandonado la verdadera vida desbordante del
andar de gentleman disfrazado de sueño
los peces de las nubes remontan la corriente de las venas colmadas
de licores arrancados a las llamas que manos de hierro han torcido
en las fundiciones de acero de los volcanes donde se preparan satélites para los cañones
impalpables ropas acariciando la piel del país incierto.
Por la ventana abierta las casas entran en mi pieza
con piezas en desorden de los despertares y de las ventanas abiertas
las garrafas de los campanarios se desgañifan en la frescura de las encías
bajo la lupa creciente del corazón la hierba trenza su vidriera
la hierba ofrece el sistema y el detalle de los tejidos
pero partid frescos recuerdos y previsiones de primaveras pasadas y de otras por llegar
dejadme en mi invierno de cuero en mi trabajo subterráneo
nervios alimentados de ociosa constancia la humedad de los astros vivos
de la raíz de la piedra ve el mal
el viento siega la cabellera de nuestra esperanza.
Depertar en el límite de las puntas de frases sospechosas
despertar límite entre el día con el sueño al revés
a nado desembocando en la espaciosa fiesta del aire cargado de sinónimos
he caminado sobre el Cielo con la cabeza hacia abajo
entre los matorrales de humo de algas los senderos lácteos
los bancos marinos de termómetros y de planetas
donde retoñan los casquetes los faros y pabellones de gramófono
la cadena de las montañas de oro sobre el vientre
el Sol un reloj y el escaparate del mundo
las tijeras de las agujas cortan la sombra hasta la noche
el hombre se acorta con el año infinitamente.
Los ríos desenrollan su film a través del paisaje
el cow-boy adorna su granja con árboles de lazos
el horizonte descubierto le sirve de paraguas y su corazón
su amor salta del calor del geyser con las crines al viento
y la vida se encoge cuando él vende su alma al diablo
he caminado por el Cielo con el año infinitamente
se siguen las selvas anatómicas donde se plantan notas
el hombre se acorta con la sombra hasta la noche
y la lluvia cae de abajo hacia arriba salpica la tribu de
los dioses nómadas
he caminado por el Cielo en el escaparate del mundo
donde las estrellas las vuelan de flor en flor y chupan la
miel de su primavera de plumas.
En el fondo muy en el fondo que oculta él ve
él ve otro ojo oculto en el interior
en la intersección de las corrientes de carnales tendencias
se olvida el hueso en sus párpados y pétalos
mientras que los afiches desgarran el forro del muro
pero he ahí los anuncios que dicen que no todo está afuera
y recoge las hojas que su otoño ha puesto por tierra
y la nieve cae ya y las iglesias se instalan en las calles
cuidadosamente
y los gatos en los brazos se vuelven pequeñas locomotoras
rodeadas como nosotros estamos de pájaro y de fortificaciones
silencio boreal silencio del ojo abierto como una boca
y dientes de nieve en lugar de pestañas
paquete de casas inmóvil atado pronto a ensombrecer
en el abismo luminoso del mar de espléndidas cataratas y crisis
a pesar de que las ramas hayan insinuado su cristalina desnudez.

jueves, abril 28, 2011

PROCLAMACIÓN SIN PRETENSIÓN por TRISTAN TZARA



El arte se duerme para el nacimiento del mundo nuevo
"ARTE" -papagayo de palabra- reemplazado por DADÁ,
PLESIOSAURO, o pañuelo.
El talento QUE SE PUEDE APRENDER hace del
poeta un droguista HOY la crítica es balanza
ya no lanza semejanzas
Hipertróficos pintores hiperestesiados
e hipnotizados por las hiedras de los
almuédanos de apariencia hipócrita
CONSOLIDEN LA COSECHA EXACTA DE LOS CÁLCULOS
HIPÓDROMO DE GARANTÍAS INMORTALES; No hay
ninguna importancia no hay transparencia
ni apariencia.
MÚSICOS ROMPAN SUS INSTRUMENTOS
CIEGOS en el escenario
La JERINGA no es sino para mí entendimiento. Escribo porque es
natural como orino cuando estoy enfermo
Es arte está necesitado de una operación
El arte es una PRETENSIÓN recalentada
a la timidez de la bacinia urinaria, LA HISTERIA nacida
en el taller
Nosotros buscamos la fuerza derecha pura SOBRIA
ÚNICA no buscamos NADA
nosotros afirmamos la VITALIDAD de cada instante
la anti-filosofía de las acrobacias ESPONTÁNEAS
En este momento odio al hombre que cuchichea antes del entreacto -
agua de colonia- tono agrio. EL VIENTO ALEGRE.
Si cada quien dice lo contrario es porque tiene razón.
Preparen la acción del géiser de nuestra sangre
-formación submarina de aviones transcromáticos,
metales celulares y cifrados en el salto de las imágenes
por encima de los reglamentos de lo
BELLO y su control
No es para los abortos
que todavía adoran su ombligo

DOMINO por TIRILLA



BLANCO

Reencarnación

Cómo me fui haciendo pedazos no lo sé. O sí lo sé.
Una respuesta cómoda me conforta
como si caminara sobre una gran alameda
de terciopelo rojo donde llegar al clímax
fuese al final ver esa película en blanco y negro
que todos quisieran ver.

Para ser cierto no encuentro nada mejor que saberme
un personaje de ficción, como tantos otros,
que ha reelegido su guión con exactitud
amando al prójimo como se ama a un animal perfecto
y sin fondo específico siendo tan verdadero
como las sombras que ahora invoco.

Al repasar lo que pude ser no me arrepiento
y créanme lloré a mares por la desdicha
de tratar de ser algo o alguien material
en este mundo luminoso quese me vino encima después
de cien mil velocidades
y de que la historia
se hiciera cargo
de anunciar
mi sitio.


Era inexperto.
Habían tirado los dados y no logré apreciar los muertos
que cayeron al azar paseándose en sus motos eléctricas
ni a los vivos que lentamente entraban en los supermercados
y playas de estacionamiento repletas de limpiadores de todo tipo.

“¿Cómo no elegir esta vida?” me dije entonces.

Y reconocí el cielo
cuando una lechuza aterradora
anunció con su silencio la primera palabra
descubriendo mi territorio en blanco y negro.
Después de una ausencia platónica tuve la suerte y decencia
de no terminar como un cínico ante las miradas
del pueblo. Me sentí unido por la sangre
donde hemos depositado la belleza,
nada es más bello que decir hermano a tu vecino
al anciano al niño a la mujer al compañero de trabajo
o al indigente que se esfuerza por sacar adelante su frágil sueño.

Encima, al poco tiempo de ser nadie,
cuando caminaba por las calles disfrutando
de mi éxito con mi silencio insolente,
la gente se acercaba para saludarme
o preguntar cómo estaba mi familia.
Y por supuesto, ustedes deben saberlo:
mi padre es actor de reparto y mi madre
sólo un extra que ha destacado en su pequeño rol.
Mi esposa es la reconocida actriz Leonora.


Pensamos en hijos pero construir nuevos personajes
es un trabajo arduo y con nuestras carreras en franco ascenso se hace un tanto difícil.

Con ella vivo y somos felices.
Tengo tres hermanos lejanos.
Hace unos días nos cruzamos en el mall,
colgaban sus hijos de sus brazos como frutas que aún no maduran,
me acerqué para tocarlos, ellos sonrieron tiernamente
haciendo un ademán con sus manos: “hola”, y un beso al aire.
Pude ser un fantasma cuando me vieron, pero ante
su tierna inoperancia puse las dos manos
sobre mi corazón y les envié mi saludo.
Uno de ellos se entregó a cristo
y eligió ser alguien en otro mundo.
Busqué lo mismo
sólo que me encuentro en este mundo tratando
de llegar a algo con el único afán de amortajar las avenidas.
Merodeando supe profundamente que la fe es sed
y no sabiendo qué hacer reencontré mi nacimiento y caminé al lado de los que brillan
asumiendo que soy nada que se agranda al evitarse
y se queja al quedar sola en esta enormidad llena
de imágenes burlonas que reflejan pero no sacian.

¿Hablé de encontrar el amor?
Leonora se vistió para mí, yo me fabriqué por mí, después, para ella, y al menos lo creí, en blanco y negro.

Cuando por fin
la polvareda de este cambio fundamental
se coló por las fisuras de mis labios,
por alguna razón me di cuenta que habían otros como yo:
nadies entre tantos nadies sin diferencia,
tartamudeé dentro de la amnesia
sin jamás lograr hilar frases ingeniosas,
pero descubrí cómo mentir piadosamente
acumulando en mi nuevo reino un estigma sagrado
que en ningún momento entró en contradicción con otras religiones.

Así, con un anuncio explosivo y a mis pies,
le di la bienvenida a mi nueva forma.


Leonora

Leonora me mira con su alegría contagiosa.
Lleva seda trasparente, camina por la plaza con sus manos alargadas, quizá no me guste el matiz de sus manos.
Siempre estoy preso de la incomprensible espesura de sus ojos, en pocas palabras:
amo el torbellino. De ahí recorro las rocas y el vuelo de su pelo,
la luz que llega de todas partes para que nuestras sombras se abracen,y por supuesto la ilusión de lo que fue y será, el ahora que nos cuenta la inocencia de un beso.


¿Dejó marcados sus labios en mí? paso mis dedos sobre mi boca
para besarla una vez más, y cuando de nuevo la luz roza la línea que dejó,
su caricia se desvanece sin encontrar mis ojos.
No color, todos los colores, la irrupción indefinible
del blanco y negro,
y la efectividad sumida en la sonrisa de Leonora que ya es un punto en el horizonte,
como el suspiro enigmático de los pordioseros que recogen las migajas de las palomas en la plaza.

…NADA SUCEDE DONDE ESTÁN LOS COLORES, NADA SUCEDE.





NEGRO

Resurrección

En el espejo del fondo, donde lo difuso deja apreciar lo que queremos y no lo que somos, en ese lugar desierto de sustancia, la luz del sol retoca las imágenes como una gran palabra rota, existencia total, predicado eterno de la evidencia. Ahí, donde se acerca el crepúsculo, el espejo llega para sentenciarme y una risa cínica se transforma en alegría patética.

Más allá veo cómo dos niñ@s combaten por un lugar en otro mundo.
No podría hablar de epopeya al reconocer estos matices que vienen a delatarme.
Los pequeños viven degollados detrás de las vitrinas.
Siento cómo los miran y adoran desde balcones derramados de goce,
con manos que saludan al vacío donde vuela el blanco y negro como presagio de una tormenta.

Da =,
aún no renazco ni me destrozo
mientras espero que el silencio florezca desde mi sangre
y por fin sienta los verdaderos ojos de los pordioseros,
o que suelte la mano de Leonora sin miedo a perderme
detonando mi esperanza concretada en sus oídos,
aunque no sirva de nada.

Por 40 años paso por el mundo sin pena ni gloria
hasta que por fin, con una leve sonrisa,
estoy hecho pedazos,
y mi visión en blanco y negro me permite
al menos ver en dimensión.

Y subsistir en parte y alma.

Los Ambientalistas

En el salón de un último piso, donde se desatan las nubes,
los ambientalistas trafican fotos de lugares turísticos.

No veo sus caras pero los reconozco.
Vestidos con trajes de fiesta
articulan su ofensiva
sobre una hoja
que
cae.

Entre gráficos y cigarros mi ánimo desaparece.
El azul tenebroso que predomina más arriba reposa en el panorama.

Mueven sus labios a razón de las hélices del cielo
produciendo lluvias espontáneas
borrando objetos con sus bocas.

Por
una
palabra,
un
dedo
o
la
piel.


El alboroto de mis hijos no llega desde el vientre de Leonora.
Entro en pánico.
Continúan hablando del porvenir.
Los techos de las casas vuelan de sus cimientos.
Los viejos mueren apresurados.
El gris aterriza en mi mirada.
Aferrando sus cabezas con las manos
Los ambientalistas
se asocian como letras del abecedario
iniciando una tortura imperceptible
como cuando pides cambiar tu sello
y te pierdes a ti mismo.

Mi gato se evapora en tiempo real.

El seductor blanco y negro
me asusta por primera vez
como el humo de sus manos
que rebota en sus bocas.


Escupen sus palabras que desnudan
desmiembran
destruyen desde adentro.

Nada.

No subo más allá de sus cuellos
que se estiran dentro del salón
donde descansa una gran mesa ovalada
y 12 tazas de café esparcidas al azar.

¡grito en los cuellos de los ambientalistas!
No me ven.
Se abrazan por su triunfo
y siguen gastando letras
como si sus oraciones
desvistieran el mundo.

Mis manos aferradas a sus cuellos
no hacen nada.
Ni piedad ni venganza.
Duermo en mi idea de futuro
acurrucándome en el frío,
y siento la faz helada de la mañana
que se asoma quietamente
sobre mis labios vacíos.


La irrupción del gris

Siempre vamos por las calles lluviosas de esta ciudad horrible con nuestros ataúdes a cuestas.
Mis amigos de negro intenso como los ojos de Leonora caminan pasos oscuros entre los árboles.
Sobre nuestros pelos sedosos vestidos en negro profundo bajan voces hambrientas de sed y triunfo.
Y el peso del agua la sed y los ataúdes nos hunden en el lodo haciéndonos llorar de rabia.

Preámbulo

Y aunque digo y nadie escucha:
“los episodios que pasaron están justificados en beneficio de los amaneceres”.
Y también grito:
“¡segundas, terceras partes, qué importan si dios entra en el formato tanto como el diablo!”.
Del mismo modo me desprendo de su sentido
porque no son el blanco o el negro, la luz o la oscuridad,
van de la mano limpiando gente en el intento oportuno y sutil de subir su audiencia.

Y como aquí en la calle donde sobrevivo hay olor humano, el pasado tiene el aroma exacto del bien y el mal, y yo, con mi forma, he permitido la misión a la que me consagré:
ir por los que aún viendo esta diferencia,
reciben su naturaleza como la nada sobre y bajo la nada.
Todos los que viven en menos que ser, menos que nada,
los susceptibles de avasallar con un soplo.

Estoy aquí por su subhonor, vivo como un parásito que intenta ser un puente entre un vacío y otro, un pobre vacío.

Así como no se sabe cuál es la línea que divide al blanco y negro,
mis movimientos se confunden con los espacios y sentimientos de los que amé y respeté.

Final (el abismo del color)

Queda poco por hacer.
Y si algo hice no lo recuerdo.
Los peldaños que bajamos con Leonora
desde las sobrerruinas que dejaron los ambientalistas
arrastran nuestra grandeza: pisada textura pigmento.
Leonora suelta mi mano sin prejuicios.
Me mira y sonríe despidiéndose.
Su transparencia se estrella sobre el suelo gris.

Ah, vivir en blanco y negro, elegirlo como se elige el mejor fruto
y ahora escapar otra vez.
¿una nueva versión de mi mismo podrá salvarme?
¿y de qué, si el público sólo quiere divertirse sentado en la oscuridad?
Continúo.
Mi corazón late como cuando tomas
por primera lo que amas.
¿Reconoceré mi color?

Surge un espacio difícil donde apenas entro.
Son los ojos de la lechuza que me enseñó a nombrar el blanco y negro.

En el umbral escucho los aullidos de lo que destrocé.
Quizá, susurro, desafié al tiempo envejeciendo todo lo vivo a mi alrededor.
Quizá no toqué y al no hacerlo nada cambió.
Quizá mi renuncia haya calmado el alma de los que agobié.

Me encojo de hombros para perdonarme tanta miseria programada
y encuentro en esas voces devastadas que cubrí un mullido cojín.
El preciso instante donde soy a costa de lo que no soy, fui o seré.
Y le pido al respetable que me disculpe por mi poca profundidad,recordándole,
si es lícito, que fui relegado por mí y por ellos mismos
a ese silencio en blanco y negro.
Acaso, antes de ceder y concluyendo, solicito al mundo que reconozca mi inocencia de no querer estar, que me premie por no tener al odio como dimensión cuando caminé, quizá que me reviva cuando recuerde mi palabra en

blanco y negro.

martes, abril 26, 2011

OCHENTA VECES NADIE por GONZALO ROJAS



¿Y?, rotación y
traslación, ¿nos
vemos
el XXI? ¿Nos
vamos o
nos quedamos? Van 80,
y qué.
De nariz
van 80, de aire, de mujeres
velocísimas que amé, olí, palpé, de
mariposas maravillosas del Cáucaso irreal adonde
no se llega tan fácilmente porque no hay Cáucaso irreal, de eso
y nada van 80, de olfato
de niñez corriendo Lebu abajo, los pies
sangrientos rajados por el roquerío y el piedrerío, de eso, del
carbón pariente del diamante, de las
gaviotas libérrimas van
80, del zumbido
ronco del mar,
de la diafanidad del mar.
Habrá viejos y viejos, unos
vueltos hacia la decreptitud y otros
hacia la lozanía, yo estoy
por la lozanía, el cero
uterino es cosa de los mayas, no hay cero
ni huevo cósmico, lo que hay en este caso
-y que se me entienda de una vez- es un ocho
carnal y mortal con mis orejas de niño
para oír el Mundo, un ocho

intacto y pitagórico, mis hermanos
paridos por mi madre fueron ocho, los pétalos
del loto, la rosa de los vientos, lo innumerable
de la Eternidad, mi primer salto al vacío
desde el muelle de fierro contra el oleaje, ahí voy. Difícil
ocho mío nadar con este viejo a cuestas.
Bueno, y si muero el cero ya es otra cosa
y eso se verá si es que procede
el mérito del resurrecto. La apuesta es ahora,
ese ahora libertino cuando uno
todavía echa semen sagrado en las muchachas, y
no escarmienta, construye casas,
palafitos airosos construye para desafiar al esqueleto, viaja,
odia la televisión, vive solo
en su casa larga de Chillán de Chile, unos setenta
metros de nadie, cuida
las rosas, acepta las espinas, se
aparta al diálogo con su difunta, rema en el aire
a lo galeote, como antes, todo en él es antes, el
encantamiento es antes, el
sol es antes, el amanecer,
las galaxias son antes.
Así las cosas, ¿nos entonces vemos
el XXI? Los
verdaderos poetas son de repente: nacen
y desnacen en cuatro líneas, y
nada de obras completas,
otros
entreleen a su Homero por ahí en inglés entre el ruido
de los aeropuertos a falta de Ilion,
Hólderlin
fue el último que habló con los dioses,
yo
no puedo. El Hado
no da para más pero hablando en confianza ¿quién
da para más?, ¿el aquelarre
de los nuevos brujos de la Física?, ¿el amor?, pero
¿qué se ama cuando se ama?, ¿las estrellas?, pero ¿quiénes
son las estrellas profanadas como están por las
máquinas del villorrio?
Lo
irreparable es el hastío.

RENATA por GONZALO ROJAS




rojasgonzalo @ difícil
la situación
tuya
Ajmátova
Anna Ajmátova
Respuesta a ras de arrullo virtual: entendido,
decifrado e-mail hermoso
a escala de hermoso fechado
hoy en Monterrey, un beso, ¿dónde
queda Monterrey?
Alabado sea México
porque es esdrújulo como el Hado, por
el gran pétalo convulso
y blanco de tu cuerpo, Renata, arrebatado por
el acorde arterial
del éxtasis, los leones
de Babilonia adentro, por
lo animala trémula cuando
te quedas honda pensando pensamiento, por
los milenios que hablan fenicio, etrusco, maya en
ti, mi una única, de hipotálamo
a pie precioso, sin
Malcolm Lowry, sin
Artaud, sin Lawrence, por
ese violoncello que eres tú y
nada más, por ese río que eres donde los niños
miden el fondo de la transparencia. Alabado,
alabado
porque es esdrújulo como el Hado.
Más claro y ya por último fuera
del ahora, no
se ha vivido, se ha
llorado llanto de nacer, se ha, se habrá
más y más mar nadado
contra el oleaje
embravecido.
No hubo ver, no
se vio, todo lo más que se vio fue aullido
desde las galaxias, la oreja
pensó ojo, el ojo
pensó vagido: tú
-paridora- sabes cuánto cuesta.
Por anámnesis, por
desierta memoria sabes cuánto
le cuesta al corazón irse
quitanto quereres, cuánto al
estanque donde suelen flotar los cisnes negros, cuánto
a la propia soledad que ha sido, que
será, cuánta hermosura
le cuesta a la hermosura.
Porque todo es parte, Renata,
todo es parte, tu
figura, tu escritura, esa letra que los dioses
escriben por ti cuando dices su callada resurrección, tus
muslos, tu risa de repente, la
rugosa realidad que pintó Rimbaud, ese otro
relámpago con R de rey, lo
ensangrentado de ti que anda en mí
arterial, el misterio.
Todo es parte, se es
hombre de mujer, mujer
de hombre, ventolera
de Dios: ánimula
vágula blándula, mortala
de mortal, útero
de la Tierra, atánatos
espérmatos se es, mariposa
y sangre para hilar el pez del
que vinimos viniendo.
-Sigue tú:
el Tao eres tú.

LA ADULTERA por GONZALO ROJAS




Pienso y pienso qué haré con esta adúltera de esas que
salen en la Biblia y al tercero día
-una vez perdonadas- comen semen
de máquina porque también hay semen de máquina,
testículos
de máquina, orgasmo fluvial y
cerebral de máquina, ¿qué haré con esta adúltera?
-Amala
me dicen las estrellas, ámala
por bestia bestial, por rajada y bailada en el arenal
del desamparo, ámala, apedreada y todo, ámala por
violada y vuelta a violar, por azucena
blanca y ensangrentada, por perdida ámala, por
eso y más. Ahí
va la foto: un metro setentamente carnal
para confirmar el mito, dos
ancas de parir y, ya más cerca, una muchacha
preciosa si se atiende al espectáculo
del baño, recién mojado el pelo alto, aireada
la fragancia de la nuca, limpia
de pecado, gozosa y
deseosa, estremecida aún por ese olor
a hombre, trizada, aullada por el rigor del vidrio,
y el espejo, el espejo.
Y el gran Tao cortante: -No, no te encandiles
con esa loca, liviandades son liviandades, no escribas en la
arena
ningún perdón, percances son percances pero lo indisoluble
a escala de alquimia
no es soluble, toda adúltera
pide adúltero. No : casorio llega a velorio
y más allá y el juego exige ritmo hondo a babor
y a estribor. Además no hay además, dos
es dos y uno uno. De repente hay Dios
y funciona.
Funciona para qué solloza allá lejos el clarinete del jazz
de los negros de New Orleans [paréntesis, mi lector:
¿sabía usted
que el vocablo jazz es semen en la tonalidad afectiva de
los negros?]
Sigo: funciona, funciona pavoroso para qué entre el
estruendo y el remolino convulso, ¿para qué entre el
estruendo y el remolino convulso, ¿para qué entonces
ese Dios?, insiste el instrumento. Él es El. A tu trompeta
(vuelve a insistir)
ámala, a tu muchacha ensangrentada que es tu música
ámala,
a tu concupiscencia cerebral, a tu
libertina, no
transes. Habrá Dios
pero ¿dónde anda Dios? Son las 3 de
la madrugada y el avión a Chicago se va a estrellar, mi
Dios ¿dónde andará mi Dios?
Pienso y pienso: ¿o lo que prevalece es el comercio de los
denarios
perdientes, Pound?, ¿esa ráfaga bancaria que va pudriendo
el planeta
cada minuto? ¿O nunca hubo Dios, o
el Dios que hubo era perro? ¿dónde queda Irak?,
putidoncella mía ¿dónde queda Irak, adúltera
mía, alma
mía, ¿dónde queda Irak?
-Oleaje, puro oleaje, no es que haya sido infiel,
cierra aquí la adúltera de un tajo: el casorio
con la eternidad
nunca fue mi fuerte.
¿Quién no lame la llaga de haber sido? Saludos
desde Londres, duermo
en el barriel de este arrabal
pasado el Támesis, hablo
con nadie, me alimento
de moscas.

DISCURSO EN LA ACADEMIA por GONZALO ROJAS




Las sílabas
Y cuando escribas no mires lo que escribas, piensa en el sol
que arde y no ve y lame el Mundo con un agua
de zafiro para que el ser
sea y durmamos en el asombro
sin el cual no hay tabla donde fluir, no hay pensamiento
ni encantamiento de muchachas
frescas desde la antigüedad de las orquídeas de donde
vinieron las sílabas que saben más que la música, más,
mucho
más que el parto.
Señoras y señores
Difícil enhebrar la aguja lúcida en lo movedizo de esta ocasión. Yo los
viera a ustedes en la peripecia.
Desde luego lo mío no será el informe para una academia sino la con-
firmación de lo que habré dicho y repetido tantas veces: la poesía encarna
en uno como por azar. Y es que uno no la merece a la Palabra. Se la dan
porque se la dan. Será cosa de los dioses pero también del obseso de ser y
más ser que anda en el mísero alumbrado del otro alumbramiento más allá
de la madre, de la niñez a la reniñez, del vagido al velorio, y por ahí cosa
más de fisiología que de metafísica, más de animal de instante que de loco
de Eternidad, aunque siempre hice mías unas parcas líneas de Teresa de
Avila, a unos milímetros de Gabriela.
«Tengo una grande y determinada determinación de no parar hasta lle-
gar, venga lo que viniere, suceda lo que sucediere, trabaje lo que trabajare,
murmure quien murmurare, siquiera me muera en el camino, siquiera se
hunda el Mundo».
Lo que quiero decir es que encima de los ochenta -ya destemporaliza-
do y desespacializado- sigo intacto, creo que sigo intacto, nadando en el
oleaje de las pubertades cíclicas, de encantamiento en encantamiento y de
desollamiento en desollamiento. Nada me desengaña y el Mundo me ha
hechizado, sin insistir en la cuerda de Quevedo. Ni en la de Huidobro que
nos hizo viejóvenes para siempre. No paso de aprendiz y el seso no me dio
para letrado, ni menos para el fulgor encandilante de estar aquí. Pónganse
en mi caso, es que no lo merezco ¿qué lo voy a merecer?
Alone, pontifex maximus, me echó fuera del planeta el 48, ¿cuál sería
ese domingo mercurial? -«Al paso que van, las letras nacionales no pro-
meten nada bueno». Epitafio antes de nacer, la vanidad se cura a la intem-
perie como las grandes heridas y además mi libro se llamaba la Miseria del
Hombre. Escarnio pide escarnio, y es bueno que a uno le digan no. No,
porque lisa y llanamente no, y basta. Mucho sí te encumbra y te envilece.
Ah, y otra cosa en esto de escribir y difundir: demórate demorándote todo
lo que puedas, ritmo es ocio y sosiego, prisa para qué, laudatio, vitrina
literaria, publicidad vergonzosa para qué. Este oficio es sagrado y no se
llega nunca. Claro, uno cree que de repente dice el Mundo, y puede ser ¿por
qué no? Cada 10, cada 5, cada 3, cada nunca, ¿por qué no? Se escribe y se
desescribe, Kafka, Rulfo, Vallejo incomparable. El jueves 17, hace dos
semanas, fui a dar a Licantén en busca de nadie. Allí nació un hombre,
digan lo que digan, y allí mismo, muy cerca, mataron a Lautaro. Así que el
único que sobrevive y sigue respirando en el paraje es el río Mataquito; con
respiro libérrimo, ahí sigue diamantino y majestuoso. Pero también sigue
el Macho Anciano en pie, como apostó siempre a vivir, mágico y arterial,
convertido ahora en esa estatua de once metros, cortado en roble vivo, las
gaviotas encima, entre el oleaje y el viento. Los grandes ríos arrastran la
sabiduría. A eso fui a Licantén el jueves 17.
Naiden reempuje a naiden, cada uno es distinto pero todos vivimos
imantados y no hay ningún origen original. La poesía debe ser hecha por
todos y no por uno, decía Lautréamont. Más corto aún: todo es parte; nos
nacemos los unos de los otros en incesante nacimiento. Recuerdo un diá-
logo con Benjamín Péret, figura mayor del surrealismo, en el París de
1953, anclados en algún bar en la alta noche del alcohol. Hablamos de
todo: de Apollinaire, de Tzara, de Reverdy, de la primera hora del surrea-
lismo y singularmente de Bretón. Me cautivó su desenfado oracular casi
riente y me sentí en plena afinidad con su persona. Adoraba a México
donde había vivido algunos años con Remedios Varo, su mujer, la gran
pintora.
Algo de lo que me dijo el paisano de París esa vez. A ver si recuerdo:
«El poeta actual no tiene otro recurso que ser revolucionario o no ser
poeta, pues debe sin cesar lanzarse a lo desconocido; el paso que hizo la
víspera no lo dispensa del paso del día siguiente, puesto que todo empieza
cada día y aquello que adquirió a la hora del sueño cayó hecho polvo al des-
pertar. Para él no existe ningún 'seguro de vida', sino el riesgo incesante:
ni alabanzas ni laureles. Actualmente no puede ser sino el maldito.
El hombre primitivo -insistió- no se conoce todavía; se está buscando
aún».
Al oírlo, Nadja salió como una aparición del fondo del espejo del viejo
bar parisino: «La beauté sera convulsive ou ne sera pas». La belleza será
convulsiva o no será.
A otra cosa, a otra cosa que me lleva a lo mismo de lo mismo, y más de
alguien lo habrá dicho por mí: ¿qué se espera de la poesía sino que haga
más vivo el vivir? No me gusta hablar de lo inhablable. Repito lo de Cyril
Connolly: -«Los poetas hablando de poesía nueva: chacales gruñendo en
torno de un manantial seco». Curioso: Wallace Stevens dice por ahí: «El
poeta llega a las palabras como la naturaleza a los palos secos». D'accord,
Stevens, la imaginación es el genio, pero ¿qué es la imaginación? De lo que
escribe uno no sabe. Me atengo a un extraño poema que escribió mi mano
sin que fuera mi mano, un texto -¿cómo decirlo?- dictado en la trepidación
de una calle de New York, con el designio de Tabla de Aire:
Leo entonces:
Consideremos que la imaginación fuera una invención
como lo es, que esta gran casa de aire
llamada Tierra fuera una invención, que este espejo quebradizo
y salobre ideado a nuestra imagen y semejanza llegara
más lejos y fuera la
invención de la invención, que mi madre
muerta y sagrada fuera una invención rodeada de lirios,
que cuanta agua
anda en los océanos y discurre
secreta desde la honda
y bellísima materia vertiente fuera una invención,
que la respiración, más que soga y asfixia, fuera
una invención, que el cine y todas las estrellas, que la música,
que el coraje y el martirio, que la Revolución
fuera una invención, que esta misma
tabla de aire en la que escribo no fuera sino invención
y escribiera sola estas palabras.
Dije extraño por la cripticidad de estas líneas escritas literalmente por el
aire. Me excuse Hans-Georg Gadamer. No me funciona el hermeneuta que
puede haber en mí. Prefiero ser alerce espontáneo: ése dura. Alerce, prín-
cipe de los árboles. Parece poesía pero casi todo es otra cosa.
En el principio no fue el logos, Juan de Patmos, como escribiste esa vez,
ni tampoco fue la acción, gran Goethe, sino el mito, el mito indescifrable,
fulgor y enigma, discútase como se quiera y como se pueda. El poeta es el
guardián del mito y eso anda ahí en esa Tabla de Aire.
Ahora algo sobre la identidad del alumbrado que soy yo mismo, por
insistir en el oficio mayor. Tápense las orejas si me oyeron antes algo
parecido.
Escribo cada día al amanecer cuando el duchazo frío me enciende las
arteriolas del seso. Siempre me funcionó el crepúsculo matinal; el otro, el
vesperal, mucho menos; será cosa de respiro imaginario. Porque de veras
soy aire y eso tiene que ver con el océano del gran Golfo de Arauco donde
nací, y también con las cumbres de Atacama donde (allá por mis 20 años)
los mineros del cobre me enseñaron mucho más que el surrealismo: a des-
cifrar el portento del lenguaje inagotable del murmullo, el centello y el par-
padeo de las estrellas.
Permítame aclarar: yo tenía 20 años y estaba aquí estudiando en una
facultad de letras en este Santiago capital de no sé qué, a unos metros del
gran Huidobro a cuya casa solíamos concurrir algunos jóvenes para oxige-
narnos. De golpe se me dio el hartazgo. ¿Hartazgo de qué? De nada, como
es el hartazgo; en ese asomo al ser que dice Heidegger. Entonces me apar-
té de todo y me marché a las cumbres de Atacama en búsqueda de mí
mismo como son todas las búsquedas o en busca de mi padre muerto, que
casi siempre es uno mismo. Además él fue un minero que venía de mine-
ros, de esos mismos nortes. Así, fui a parar al norte, en diálogo amoroso
con mujer, una muchacha limpia y mágica de apellido británico, madre del
hijo primogénito. Después, ya libre de academias y vanguardias vanguar-
deras, el viento de esas cumbres me lo dio todo.
Sé que me repito pero qué le voy hacer. Soy la metamorfosis de lo
mismo. Y el país longilíneo es para la risa: se lo da todo a sus poetas: la
asfixia y el ventarrón de la puna, el sol hasta el desollamiento, lo pedrego-
so y lo abrupto ¡y que lo diga Mistral!, el piedrerío, lo hortelano y la placi-
dez, el sacudón que no cesa, y la fiereza de las aguas largas y diamantinas,
los bosques donde vuelan todos los pájaros, ¡esos bosques! ¡esa hermosu-
ra que nos están robando del Este y del Oeste en nombre de la tecnolatría!,
lo geológico y lo mágico de más y más abajo donde empieza el Principio,
más allá todavía de lo patagónico y lo antàrtico. ¡Chile: país vivido ! Como
lo dijo Manuel Rojas. Personalmente yo he vivido largo a largo ese país y
no por turismo literario. ¡Dios me libre! Sino por locura y, ya de niño, me
fui a morar para siempre a cada uno de sus párrafos geológicos y geográfi-
cos, de norte a sur. Pero no soy eso que dicen un poeta lárico o telúrico sino
más bien un poeta genealógico de mundanidad, que cree en la doble paren-
tela: la sanguínea y la imaginaria. Así, por ejemplo, si el minero del carbón
don Juan Antonio Rojas me engendró en plena juventud en la ventolera
seminal de los ocho hijos al cierre de la primera guerra, también me engen-
dró Vallejo y, ¿por qué no? Quevedo.
¿Qué se espera de la Poesía sino que haga más vivo el vivir? ¿No sería
mejor si en lugar de hilar un hilo académico de urdimbre coherente, como
esos discursos al uso, entrara en el desvarío que es algo así como el auto-
aceitamiento de mi seso o más bien un agua amniótica que no se me ha
secado nunca?, y si me pongo a dar vueltas y vueltas como en la madre,
¿qué pasaría entonces?, y ¿y se me da por difariar como los arrieros en
las cumbres, y me da por hablar solo como hago cuando no me oye nadie
entre las rosas, a lo largo de esos setenta metros de nadie que es esa casa
mía de Chillán de Chile? Dos animales literarios por portento especial me
deslumhraron en el siglo que pasó -anarcas y mágicos a la vez hasta las
médulas desolladas, como hubiera dicho Quevedo (sin esdrújula)-, dos
esquizos prodigiosos que hablaban solos y no era cosa de niños ni de vie-
jos. Ezra Pound, que hablaba solo; Borges, que hablaba solo, Roberto
Matta, que sigue hablando solo. Lo incluyo a Matta en la dinastía porque
ése sí es un poeta pura sangre como Juan Rulfo aunque ninguno de los dos
haya escrito nunca en verso. ¡Ese Matta transgresor -roto y pije a la vez,
fino y rajado-: un verdadero rey libérrimo en este plazo del consumismo
menesteroso y la fanfarria tecnoláctrica, que sigue dándole buen oxígeno
a la especie! En cuando a Pound, «galimatías y esplendor», como lo juzgó
alguna vez Octavio Paz, nacido en Idaho donde dicen que crecen las
mejores patatas del planeta (potato se dice allá), en cuanto a ese clásico
único apaleado por loco en nuestro plazo, cuyos Cantares todavía serán
leídos más allá del siglo veinticuatro, a ese tal lo vi o lo intraví en Vene-
cia del 99 bajo la llovizna en la prisa del cimiterio de San Michele a medio
cerrar porque ya iban a ser las 4 y el vaporetto 52 que sale de San Marcos
no espera. Ahí alcancé a poner al acostado bajo el mármol alguna rosa y
alguna lágrima -¿por qué no?- y a decirle «Arrivederci. Miglior Fabro:
nos vemos».
T. S. Eliot acertó cuando le puso así en la dedicatoria de su Waste Land
(Tierra Baldía): «Al miglior fabbro». Al mejor hacedor. Ahí quedó dur-
miendo el ocioso, al arrullo del tableteo de las aguas.
A Borges, en cambio, lo vi en pie, bastón en mano, en Harvard el '81,
pero él naturalmente no me vio. Todavía está ahí ¿Será el único que no se
nos ha muerto nunca? Algo hay en él de resurrecto incesante, como en Hui-
dobro o todavía más en Vallejo, quien es el que más me es en el rigor del
abolengo de los progenitores inmediatos de la centuria.
Siempre hablando de Borges, lo de los cien años es cosa peregrina,
¿quién no cumple cien años? Además, qué importan las efemérides enga-
ñosas. El tipo está joven y el Aleph está escrito en ese texto genial, como
le pasó a Neruda con su Residencia en la Tierra. Lo que fascina a la gente
es el renombre y el estruendo de los premios, pero nada más escaso que
el ojo de leer. ¿Y Matta? Bueno, él es para mí el relámpago y parece
gobernarlo todo con su invención: lo visible y mucho de lo invisible. No
sólo es ojo sino galaxia distinta, parto de mundo, alguien que de veras ve
de día a las estrellas, un alumbrado en fin. Y además, qué modo de sila-
bear el mundo, de vislumbrar el caos primigenio, y cuánto amor por el
hombre entero que algún día vendrá después del descuartizado que
somos. Si «el hombre es un Dios cuando sueña y un mendigo cuando
piensa», él desrazona con máxima espontaneidad comparable a la del sol,
desde el momento que el sol es la única semilla. Matta es de aquí y de
todas partes por su natural transparencia, aunque resida etruscamente allá
en Tarquinia. O en Viterbo. Siempre pensé que es el tábano mayor del
surrelaismo en cuanto nos exige estar despiertos con los cuarenta mil sen-
tidos. Hace algún tiempo leí un extenso informe sobre la peripecia de
Mandràgora allá por el 1938, que no pasó de ser un ejercicio más bien
libresco del pensamiento de Bretón en el país. Yo mismo anduve en eso a
los 20 años y ya a los diez minutos me sobrevino el hastío de lo hechizo
y lo postizo y salí disparado en busca de aire como quien cambia casa
habitada por deshabitada y fui a parar a las cumbres de Atacama. La cosa
estaba ahí, con la imaginación y el léxico portentoso de los mineros igna-
ros y no en los días sedentarios de la Biblioteca Nacional ni en los cafe-
tines literarios de mala muerte. El Mapocho no daba para Sena. Lo dis-
tinto es distinto. De eso hablé largo muchos años después con Alejo
Carpentier, quien tuvo una experiencia semejante y escribió Los pasos
perdidos. La transfusión del grupo surrealista parisino la hicieron mucho
mejor en Lima un Emilio Adolfo von Westphalen, un César Moro, un
Jorge Eduardo Eielson, más lozanos y austeros que los engreídos de la
Fuerte Iris y desde luego, el gran Aldo Pellegrini de Buenos Aires, médi-
co psiquiatra y poeta como el mismo Bretón, un verdadero adelantado
que fundó -ya en 1928- la revista Que sin olvidar el equipo de México
que incluyó por cierto a Octavio Paz.
Pero eso no lo dicen los comunicadores mal informados. Ni lo saben. No
insistir en que el surrealismo genuino fue una «peste sagrada» del siglo XX
una peste por demás saludable en el plazo de entreguerras (1918-1938) l'i-
magination, 1'amour fou et la liberté, y el único surrealista fue Roberto Matta.
A otra cosa. Ya estarán viendo mis oyentes que les voy hablando de todo
al desgaire. Lo cierto es que no vine como docto -de eso hay de sobra- sino
acaso como un barbarofonón, un aprendiz de poeta, si es lo que soy. Así fue
como me aceptaron que viniera. Di lo que quieras, la Academia es tuya por
esta vez. Claro que aquí esta vez pude haber sido fiel a la pauta de las lec-
ciones magistrales como lo hice tantas veces en más de medio siglo de ense-
ñar teoría literaria, pero preferí el zumbido. Por supuesto que no hay cátedra
de zumbido aunque debería haberla, pienso yo. Para oír y reoír por dentro el
largo parentesco entre las cosas, pues cuanto parece caos y dispersión es red
y todo es cosa de pactar con el asombro, como los niños. Es lo que intenta-
mos los aprendices del abismo, físicos o poetas, porque la cosa es entre
todos. La imaginación es la misma y acaso todo puede llegar a ser uno. Dicen
que, ya al nacer, este siglo se va, que el milenio se va. ¿Cuál milenio, cuál
siglo de la era de qué? Pregúntenle a las piedras. Porque parece abuso eso de
las tijeras arbitrarias para cortar el tiempo, ¿de dónde vino la certidumbre?
Para la risa tanto calendario. Por otra parte nadie es profeta en su tierra y se
acabaron los Nostradamus, pero ¿cómo irá a ser la nueva ventolera, de este
milenio al otro? Miren, por ejemplo, lo que piensa el Stephen Hawking que
anduvo por aquí hace algún tiempo. Tres cosas es lo que piensa: 1. que, en
menos de 100 años, la manipulación genética dará vida a seres humanos de
constitución acaso impensable; 2. que las computadoras progresarán hasta
alcanzar la misma complejidad de las mentes humanas, y 3. que para que
haya germinación humana no será necesario el sexo; ni el esperma ni el
útero. Es como para creer que hasta la madre está en discusión. Utopía y más
utopía. Yo escribí una cuando anduve en la Antártida, dedicada a Huidobro,
el poeta más joven que nos haya nacido por aquí. Se llama «Carta a Huido-
bro», pero es una carta a la utopía desde la eternidad de los hielos donde no
se cronometran nuestros míseros siglos. Leo de una vez sin comentarios:
«Carta a Huidobro»
1. Poca confianza en el XXI, en todo caso algo pasará,
morirán otra vez los hombres, nacerá alguno
del que nadie sabe nada, otra física
en material de soltura hará más próxima la imantación de la Tierra
de suerte que el ojo ganará en prodigio y el viaje mismo será vuelo
mental, no habrá estaciones, con sólo abrir
la llave del verano por ejemplo nos bañaremos
en el sol, las muchachas
perdurarán bellísimas esos nueve meses por obra y gracia
de las galaxias y otros nueve
por añadidura después del parto merced
al crecimiento de los alerces de antes del Mundo, así
las mareas estremecidas bailarán airosas otro
plazo, otro ritmo sanguíneo más fresco, lo que por contradanza hará
que el hombre entre su humus de una vez y sea
más humilde, más
terrestre.
2. Ah, y otra cosa sin vaticinio, poco a poco envejecerán
las máquinas de la Realidad, no habrá drogas
ni películas míseras ni periódicos arcaicos ni
-disipación y estruendo- mercaderes del aplauso ignominioso, todo eso
envejecerá en la apuesta
de la creación, el ojo
volverá a ser ojo, el tacto
tacto, la nariz
éter de Eternidad en el descubrimiento incesante, el fornicio
nos hará libres, no
pensaremos en inglés como dijo Darío, leeremos
otra vez a los griegos, volverá a hablarse etrusco
en todas las playas del Mundo, a la altura de la cuarta
década se unirán los continentes
de modo que entrará en nosotros la Antártida con toda su fascinación
de mariposa de turquesa, siete trenes
pasarán bajo ella en múltiples direcciones a una velocidad desconocida.
3. Hasta donde alcanzamos a ver Jesucristo no vendrá
en la fecha, pájaros
de aluminio invisible reemplazarán a los aviones, ya al cierre
del XXI prevalecerá lo instantáneo, no seremos
testigos de la mudanza, dormiremos
progenitores en el polvo con nuestras madres
que nos hicieron mortales, desde allí
celebraremos el proyecto de durar, parar el sol,
ser -como los divinos- de repente.
Así y así. De repente estamos aquí, de repente no estamos, Valéry lo dijo
mejor: somos el sentimiento de serlo todo y la evidencia de no ser nada.
¿Por dónde sigo entonces, inconcluso y fragmentario como soy? ¿Por la
vejez o por la niñez? ¿No es lo mismo? La tierra dicen que gira pero yo sigo
inmóvil. Inmóvil de puro desinstalado y vertiginoso. Es que no soy del
vecindario: ni de aquí ni de allá. Por eso me han dicho anarca tantas veces.
Anarca y no anarco, como se dice geómetra y no geómetra. Aunque soy fiel
hasta la monotonía. Vuelta y vuelta a lo mismo de lo mismo. Metamorfo-
sis de lo mismo. Otra cosa que soy es que soy lafkenche, es decir costino,
del sur del Golfo de Arauco, y vengo del carbón. Del carbón pariente del
diamante, pero no teman. No les voy a leer ese poema «Carbón», ya los
dejé hartos hasta el hartazgo con el otro. Así me lo dijo el otro día con algún
alcohol y alguna chispa de droga uno de esos espectadores que se sientan
al fondo como ocultando su frustración en la farsa de esas lecturas públi-
cas. -«Viejo retro, me gritó desde ahí, ¿hasta cuándo aguantaremos tu poe-
sía que no se entiende? Devuelve el Premio Nacional» -«No es mala idea,
le respondí. Eso lo hizo Sartre con el Nobel. Pero qué hago entonces con el
Reina Sofía, con el José Hernández o el Martín Fierro de Buenos Aires, o
el Octavio Paz de México». ¡Los Premios: la fanfarria!
Y otra cosa: no se fastidien con mi sintaxis deshilachada. Me sale así,
como respiro. No ha mucho anduve en Lebu donde nací. Y donde sigo
naciendo aunque parezca raro. No es que Lebu sea Cómala pero es el
mundo. Si no hay Lebu no hay mundo y qué le voy hacer. No es cosa de
laricidad sentimental, pero «e cosa mentale», ¿se entiende? De aquel río
precioso de mis infancias, ya no queda ni río. Parecerá irrisorio pero per-
dura y está ahí. Lo mismo pasa con el rojerío de los claveles, ya no queda
ni padre en esa tumba y siguen rojeando. Allí siguen ardiendo los claveles.
La otra vez llevé un huincha de agrimensor para medir mi propio metraje
por ahí cerca. Sería bueno anclar en la colina ésa con el arrullo encima del
mar y ya libre de smog. Ahí veremos.
Cuando allá por el 88 me preguntaron en la Universidad Libre de Ber-
lín quién era yo y de dónde venía, respondí en un relámpago: «de donde
viene uno, si es que viene». «Dos apuestas distintas, insistí, me hicieron
éste que soy: la imaginación y el coraje, y -claro- unos libros que habré
leído por ahí desde hace siete décadas, unos viajes al norte, al sur, al este
y al oeste de esta gran casa de aire llamada Tierra. Y las otras -agregué-
que me hicieron son las hermosas, aunque a veces me gustaron hasta el
frenesí las pavorosamente feas justo por el fulgor de las erratas, las tres-
cientas a la vez, sin las cuales no hay costilla ni por lo visto oxígeno». Más
adelante, el 96, cuando el lanzamiento en Valparaíso de Río Turbio, uno de
mis últimos libros, impreso en Valdivia por Kultrún y Barba de Palo, pro-
puse otra clave más temeraria: «No es cierto que los poemas de amor se
escriban únicamente a los 20 años. Yo los sigo escribiendo». ¡Cosas que
uno dice para situar el juego! «¿Qué se espera de la poesía sino que haga
más vivo el vivir?».
íbamos en que, de mis 26 libros, yo he escrito un solo libro: que viene
a ser mi cantera. Total no dije nada del oficio mayor. Ni aclaré lo del relám-
pago cuando descubrí el ritmo a los 6 años desde el centelleo y el parpadeo
del vocablo heraclíteo en lo tetrasilábico y esdrújulo del Mundo. Ni des-
lindé la oralidad de la criptidad. Ni leí las 11 líneas de mi texto Al silencio,
ni mi Qué se ama cuando se ama, ni mi Qedehím Qedehót, ni mi Almoha-
da de Quevedo, ni mi Carbón, ni mi Ochenta veces nadie, ni mi Carta del
Suicida, ni ninguna de mis otras cartas tan bellamente descifradas por
Cedomil Goic, ni los tres o cuatro papiros que quedarán después de mi des-
pués. -Sí, le dijo esta vez Neruda por su nasalidad encantadora a un amigo
común para que a su vez me pasara el veredicto fraterno: «No es malo este
Gonzalo pero escribe poquito». Opción única para mí ligeramente penden-
ciera. «Dile a Pablo que él es lo que se dice un genio pero que escribe
demasiadito». La humorada lo hizo reír. -Por nuestra respectiva salud, me
dijo socarrón al otro día alzando alta la copa en el reencuentro. Risa entre
hermanos es resurrección.
Alguien me sugirió que hablara de la inventio, de la dispositio y de la
elocutio en mi propio ejercicio. Que lo haga Marcus Fabius Quintilianus.
Déjenme con mi Ovidio, mi Horacio, mi Catulo. Además vengo llegando
de nuestra España en este instante, hará apenas diez minutos, casi cayendo
del Iberio apocalíptico. Salí el 3 por la noche y hoy es apenas 4. ¿Qué más
voy a decir? La Reina estaba bien. Otra cosa es el Premio.
Se me excuse el tono. Aquí no corre el de la cátedra, ni el seso del rigor,
antes bien la ventolera imaginaria.
Año raro este 2002, ¿me iré a morir de tanto y tanto vuelo? Ahí voy
volando disparado. De dónde a dónde, la pregunta es ésa.
De todas las ciudades predilectas, allá abajo está Atenas y ya reservé
sábanas en el hotel Titania. No habrá dioses en lo más alto de la Acrópolis,
pero sí Plaza Sintagma: a escala de la urbe de hoy. Plaza preciosa la Sin-
tagma, se llega en Metro, ¡y ya! No sé griego, sé Grecia, eso lo dijo Alfon-
so Reyes. ¿Y yo, quién seré yo?
Dos poemas para cerrar, brevísimos, no teman: Daimon del domingo,
escrito en Austin Texas y Asma es amor, una suerte de balbuceo con asfi-
xia y todo, en el cementerio de Chillán de Chile entre Arrau y esa mujer
que amé.
«Daimon del domingo»
Entre la Biblia de Jerusalén y estas moscas que ahora andan
ahí volando,
prefiero estas moscas. Por 3 razones las prefiero:
1) porque son pútridas y blancas con los ojos azules y lo procrean
todo en el aire como riendo,
2) por eso velocísimo de su circunstancia que ya lo sabe todo desde
mucho antes del Génesis,
3) por además leer el Mundo como hay que leerlo: de la putrefacción a
la ilusión.
«Asma es amor»
Más que por la A de amor estoy por la A
de asma, y me ahogo
de tu no aire, ábreme
alta mía única anclada ahí, no es bueno
el avión de palo en el que yaces con
vidrio y todo en esas tablas precipicias, adentro
de las que ya no estás, tu esbeltez
ya no está, tus grandes
pies hermosos, tu espinazo
de yegua de Faraón, y es tan difícil
este resuello, tú
me entiendes: asma
es amor.

jueves, abril 21, 2011

INTERNET, LA ULTIMA BARRICADA por MONO HOSTIL




Más allá de las consideraciones justas , graciosas o absurdas, más allá de las redes sociales y sus dinámicas de toda índole, más allá de la información que se le pueda entregar a entes de baja índole y malas intenciones, INTERNET es quizás la última frontera donde la independencia y libertad de expresión se mantiene, quizás por obra de qué o de quién permanece.

Mientras los noticieros y la televisión en general nos nubla el raciocinio, la voluntad y la inteligencia, existen medios periodísticos, blogs, sitios en que la expresión encuentra su germen inalienable, su fuente directa.

Acá están las verdades o mentiras que nos envuelven, tenemos el tiempo suficiente a diario para leer dos o tres artículos, nos informamos de estadísticas, desatamos nuestras bajas pasiones, algunos se revisten de disfraces e identidades falsas, vemos lo que no podríamos ver de otra forma, nos expresamos de manera que muchos saben lo que creemos lo que postulamos con ahínco.

Un legítimo anhelo del hombre , ha sido acumular y acceder al conocimiento universal con sólo desearlo desde los Enciclopedistas franceses y hasta H.G. Wells se manifestó, desde Wells hasta nuestros días es tan masivo , que no falta aquel que busque el conocimiento que eche mano a esta ciber-herramienta.

La cultura esta más al alcance del hombre común si este así lo desea. Parece una maravilla ¿Cierto? Una utopía. Claro a muchos no ha de gustar tal libertad, pero son tolerantes porque a pesar de ser una fuente de conocimiento inagotable, es también lo contrario, igualmente es una herramienta para nublar nuestro conocimiento.

Hay países contra el internet: China, Vietnam, Siria, Birmania, Corea del Norte, Arabia saudí, Cuba, Turkmenistán, Uzbekistán, Túnez, Egipto y otros países del orbe “democrático” intentan aplicar leyes en contra de alguno de los aspectos de Internet.

La verdad es que hay que legislar en contra de lacras que pululan en la red, pero cuando políticamente se utiliza para desinformar a la masa, anular la legítima oposición o crear un monopolio con el que instrumentalmente apabullar a los oponentes es cuando la utopía, la natural satisfacción de manifestarse cae irremediablemente ante los poderosos y los abusivos.

Continuemos manifestándonos, con un espíritu similar al de París 1968, o con nuestras humanas y legitimas ansias de decir: “!Esto no me agrada! O ¡Esto no es justo! ¡Esto se debe saber!”.

Esto jóvenes, hombres y mujeres , mis semejantes es lo que aún nos hace ser humanos y nos permite humanizar la Internet.

COMERCIAL DE COCA COLA A LA CHILENA

¿ACASO NO MATAN A LOS CABALLOS? por JUAN PODESTA BARNAO






"- ¿Es esto lo único que puedes
alegar?
- ¿Acaso no matan a los caballos?"
"¿Acaso no matan a los caballos?",
Horace MCCoy.




¿Acaso no matan a los caballos?
¿Acaso no matan a los hombres?
¿Acaso no matan a las palabras?
¿Acaso las palabras no matan?
¿Quién dijo que las palabras no son
una 4 4 Magnum?
¿Quién dijo que las letras no cargan
a una 9 milímetros?

REPROBACION por EDUARDO J. FARIAS ALDERETE



Tu mirada reprueba
mi imaginación
Nada le corta las alas
Querida
Sus pies veloces
No llevo la existencia
De un Hemingway
De un Pound

Llevo a mis espaldas
La vida de un hombre
Común y silvestre
No un prohombre
No un sabio
Sólo un perro mestizo
Un esclavo de las horas
De los días que se desvanecerán
En los aleteos de mi imaginación

YORICK por EDUARDO J. FARIAS ALDERETE




Ah; Yorick
Cuanta mierda habrá pasado
Por este país desde que te fuiste al otro mundo
Nos envenenamos día tras día
Andamos como perros vencidos por las calles
Alguien nos arrebata los huesos
Y a penas nos percatamos

Ah, Yorick, Yorick
Ya no está la luz de tus ojos
Ni la de los nuestros
La sobrevivencia de los sueldos
De hambre, el vernos las caras de pobres
Esclavos esforzados, atados de mente

Alguien nos fornica
Sin que nos percatemos
Arroja sal en nuestras heridas

Y continuamos dormidos Yorick
Al menos tú tienes recuerdos
Los que ya no poseemos.

VERSICULO 2 por VICTOR MUNITA FRITIS




Querido poeta:
He sabido que
mi prima Eleisábet
una anciana
sin uso de espermios congelados
ni arriendo de vientre
tendrá un niño al igual que yo
Juan le tienen por nombre
yo al mío Emannuel
-Mientras un ángel
no me cambie los planes
está todo bien-
Eleisábet
se ha empeñado en que Juan
sea locutor en Judea
insulte a los gobernantes de turno
y bautice hombres en el río Jordán
a diferencia de ella
al mío
enseñaré
que asista al estadio y le guste la Católica
que haga su cama a penas se levante
que me diga mami
que estudie una carrera rentable
que antes de acostarse me de la bendición
que se case con una mujer buena
amorosa
que sepa cocinar
que no sea virgen
porque para santa estoy yo
porque en realidad y díganme algo
¡soy sobre protectora y qué!
cuando crezca
lo va agradecer
no quiero que al final
pierda la cabeza
como su primo.
Aún no casada
impregnada por un espíritu
-que no era de José
decían las malas lenguas revueltas-
virgen como
una muchachita que no sangra
sin antecedentes del tema o investigación a fin
quedé liberada
del nocivo poder femenino
y la destrucción de imagen
que ejercen los hombres.
Entre todas las mujeres
he vivido
desde madre del divino
hasta madre de toda la humanidad

TERCERA CARTA CONYUGAL por ANTONIN ARTAUD




Desde hace cinco días he dejado de vivir a causa de ti, a
causa de tus estúpidas cartas, por tus cartas no de espíritu
sino de sexo, por tus cartas llenas de reacciones de sexo y
no de razonamientos conscientes. Estoy harto de nervios,
harto de razones; en lugar de protegerme, tú me agobias,
me agobias por que lo que dices es errado. Siempre has
errado. Siempre me has juzgado con la sensibilidad más
baja que hay en la mujer. Te empeñas en no admitir
ninguna de mis razones. Pero a mí ya no me quedan
razones, ya no tengo nada de qué disculparme, ya no tengo
nada que discutir contigo. Conozco mi vida y eso me
alcanza. Y en el instante en que comienzo a meterme en mi
vida, más y más me socavas, causas mi desesperación;
cuantos más motivos te doy para esperar, para que seas
paciente, para tolerarme, más encarnizadamente te
empeñas en destrozarme, en hacerme perder los beneficios
logrados, más intolerante eres con mis males. Del espíritu lo
desconoces todo, nada sabes de la enfermedad. Todo lo
juzgas llevada por las apariencias externas. Pero yo conozco
mi interior, ¿verdad?, y cuando te grito no hay nada en mí,
nada en mi persona, que no sea causado por la existencia
de un mal anterior a mí mismo, previo a mi voluntad, nada
en ninguna de mis más inmundas reacciones que no
provenga exclusivamente de mi enfermedad y no le fuera
imputable, sea cual sea el caso, vuelves a esgrimir tus
razones equivocadas que se fijan en los detalles nimios de
mi persona, que me condenan por lo más mezquino. Pero
cualquier cosa que yo haya podido hacer de mi vida, ¿no es
verdad? no me ha impedido retornar paulatinamente a mi
ser e instalarme un poco más cada día. En ese ser que la
enfermedad me había arrebatado y que los reflujos de la
vida me reintegran pedazo a pedazo. Si no supieras a qué
me había entregado para limitar o extirpar los dolores de
esa separación intolerable, tolerarías mis desequilibrios, mis
estruendos, ese desmoronamiento de mi persona física,
esas ausencias, esos achatamientos. Y en virtud de que
supones que se deben al uso de una sustancia, que de sólo
nombrarla oscurece tu razón, me acosas, me amenazas, me
arrastras a la locura, me destrozas con tus manos ira la
materia misma de mi cerebro. Sí, me obligas a obstinarme
más conmigo mismo, cada una de tus cartas parte a mi
espíritu en dos, me tira a insensatos callejones sin salida,
me destruye con desesperaciones, con furores. No puedo
más, te he gritado suficiente. Deja de razonar con tu sexo,
asimila de una vez la vida, toda la vida, ábrete a la vida,
mira las cosas, mírame, renuncia, y deja al menos que la
vida me abandone, se expanda ante mí, en mí. No me
agobies. Basta.
La Cuadrícula es un momento espantoso para la
sensibilidad, la materia.

miércoles, abril 20, 2011

Combichrist - God Bless

ODA DE SOMBRA A LOS SOLITARIOS por PABLO DE ROKHA




La naturaleza duerme con vosotros en la cama siniestra de la soledad, cabrona de los genios.
Entristecidos y autoritarios, grandes como los sepulcros, oficiáis en
las iglesias subterráneas del yo los ritos nocturnos, las fiestas profundas de
la Egolatría, como trascendentales psicólogos monumentales de los sábados
rojos y los campanarios de los legionarios populares!
Toda la grandeza de los tiempos aulla con vosotros, solitarios, y la
curva egregia del hombre.
Sobre las últimas cumbres de la existencia edificasteis la guarida negra —inmensa— regia casa de leones y allí os nacieron vuestros hijos de
piedra y sangre y tierra terrible, a la sombra imperial del sol, bramando
los triángulos fundamentales de los cánticos fenomenales de fenomenales.
Frente a frente a la sima trágica y los abismos catastróficos de la
conciencia, estuvisteis cien millones de épocas, solitarios, con toda la eter-
nidad degollada a la espalda del cerebro: ¡salud, oh! hermanos!

SEGUNDA CARTA CONYUGAL por ANTONIN ARTAUD




Necesito a mi lado una mujer sencilla y equilibrada, y cuya
alma agitada y oscura no alimentara continuamente mi
desesperación. Los últimos tiempos te veía siempre con un
sentimiento de temor e incomodidad. Sé muy bien que tus
inquietudes por mí son a causa de tu amor, pero es tu alma
enferma y malformada como la mía la que exaspera esas
inquietudes y te corrompe la sangre. No quiero seguir vi-
viendo contigo bajo el miedo.
Agregaré que además necesito una mujer que sea mía
exclusivamente, y que pueda encontrar en todo momento en
mi casa. Estoy aturdido de soledad. Por la noche no puedo
regresar a un cuarto solo sin tener a mi alcance ninguna de las
comodidades de la vida. Me hace falta un hogar y lo necesito
enseguida, y una mujer que se ocupe de mí permanente-
mente, incapaz como soy de ocuparme de nada, que se ocupe
de mí hasta de lo más insignificante. Una artista como tú tiene
su vida y no puede hacer otra cosa. Todo lo que te digo es de
una mezquindad atroz, pero es así. No es preciso siquiera que
esa mujer sea hermosa, tampoco quiero que tenga una
excesiva inteligencia, y menos aún que piense demasiado. Con
que se apegue a mí es suficiente.
Pienso que sabrás reconocer la enorme franqueza con que
te hablo y sabrás darme la siguiente prueba de tu
inteligencia: comprender muy bien que todo lo que te digo
no rebaja en nada la profunda ternura, y el indeclinable
sentimiento de amor que te tengo y seguiré teniendo
inalienablemente por ti, pero ese sentimiento no guarda
ninguna relación con el devenir corriente de la vida. La vida
es para vivirse. Son demasiadas las cosas que me unen a ti
para que te pida que lo nuestro se rompa; sólo te pido que
cambiemos nuestras relaciones, que cada uno se construya
una vida diferente, pero que no nos desunirá más.

W.T. y J.D. por EDUARDO J. FARIAS ALDERETE




Enésima vez jugando a William Tell
El vaso de whisky sobre tu cabeza
Tus dreadlocks de mangueras y lana y silicona
Pese a estar ebria
Tu cuello rígido
La beretta 92 te ama
Como si fuera tu madre
Mientras su nueve milímetros te coquetea
El metálico sabor de mi paladar
se burla
Elevo el brazo
Cierro un ojo
acomodo la mira
suspiro
ES UN DESPERDICIO
PERDER 50 CENTIMETROS CUBICOS
DE JACK DANIELS

NITRATO DE AMILO por EDUARDO J. FARIAS ALDERETE




Te echaste el popper de una sola vez
Te moviste como serpiente bajo mi pecho
Colocaste tus nalgas en mi miembro
Tu ano directamente en mi cabeza
Y comenzaste a moverte
Relajada

Las gotas de sudor caían por tu espina
Por esa depresión intermedia
esa zanja
De baja profundidad
Donde remata tu tatuaje
De acuarela japonesa
y ese pez anaranjado/ dorado
Que coleteó ante mi vista
Tú en cuatro
Y el pez nadando en tu blanca piel
Bajó hasta poner su hocico en tu ano
Entonces parecía devorar mi miembro
La fiebre me recorría
Como un veneno
Suspirabas…
Suspirabas…
MIENTRAS UNA HILO AMARILLO BROTABA DESDE TU BOCA
HASTA LA CAMA
Una burbuja escapó del pez.

ESCUCHANDO COMBICHRIST por EDUARDO J. FARIAS ALDERETE





Alucino mientras mi oído medio
invadido
God bless:
Jeffrey Dahmer, Theodore Kaczynski, Richard Ramirez,
Robert Berdella, David Berkovitz, Albert DeSavo, Joseph Briggen,
Timothy McVeigh, Gary Leon Ridgway, Paul Bernardo and Karla Homolka

Ted Bundy, Edmund Kemper, Kenneth Bianchi and Angelo Buono,
Herman Drenth, Albert Fish, Andrew Cunanan, Robert Yates,
John Wayne Gacy, Aileen Wuornos, Charlie Starkweather, Caril Fugate,
David Koresh, Marshall Applewise, Robert Hansen, Herbert Mullin,
Edward Gein, Caroll Cole, Richard Cottingham, Joseph Franklin,
Charles Manson, Harvey Carignan

God bless, God bless
God bless, God bless
God bless, God bless

Manuel Contreras, Miguel Krasnoff Martchenko...

En realidad no tuvimos muchos asesinos en serie
pero tuvimos agentes de estado diligentes
en las décadas del 80 y 70...
mil apellidos , un par de siglas...

Durante 17 años
"buenos agentes de estado"...

LA MUJER DE LAS CIEN CARAS por EDUARDO J. FARIAS ALDERETE



El cabello repleto de dreadlocks falsos
y de colores,
sobre ellos unas antiparras
para soldar al oxigeno,
Me dio la idea de aquella sacerdotisa
del templo de Atenea
Una milésima de segundo antes
de ser convertida en Gorgona

Bella.

Le vi
Mientras leía el tarot
Calzaba bototos con terraplén vertiginoso
Y unas caderas de mantis religiosa,
con vaivén incorporado
y voz de alguien con apellido compuesto
como “del río” , “del valle”

se acerca
y dice casi cantando
arrastrando las silabas:
“no quiero pensar demasiado sobre lo que nosotros
debemos o no debemos hacer
pon mis manos en el cielo y el sol y la luna y las estrellas
mientras el diablo me quiere culear
en la parte de atrás de su automóvil
no hay como la percepción de algo nuevo…”
Sentí sus dedos recorrer las cartas
envenenarlas junto a mis palabras
mis prendas y el deseo
de penetrarla abrupta, salvajemente
hasta que le susurre.
DEMORA EL PLACER
El ambiente rebozaba en aggro techno
Y mi cabeza se corrompió en la oscuridad en el ritmo

martes, abril 19, 2011

PABLO DE ROKHA POR PABLO DE ROKHA (por PABLO DE ROKHA)




Yo tengo la palabra agusanada y el corazón lleno de cipreses metafísicos, ciudades, polillas, lamentos y ruidos enormes, cuando la personalidad, colmada de eclipses, aulla: ¡Mujer, sacúdeme las hojas marchitas del pantalón!, ..
Andando, platicando, llorando con la tierra por los caminos varios,
se me caen los gestos de los bolsillos, —atardeciendo olvidé la lengua en
la plaza pública....—, no los recojo y ahí quedan, ahí, ahi, como pájaros
muertos en la soledad de los mundos, corrompiéndose; el hombre corriente
dice: "son colillas tristes"; y pasa como un bruto por una gran catedral
gótica, lloroso y baboso.
Como el pelo me crecen y me duelen las ideas; dolorosa cabellera polvorosa. al contacto triste de lo exterior cruje, orgánica, vibra, tiembla,
dramática de verdades y parece un manojo de acciones irremediables; radiogramas y telegramas cruzan los hemisferios de mi fisiología aullando sucesos, lugares, palabras.
Ayer me creía muerto; hoy no afirmo nada, nada, absolutamente nada,
y, con el plumero cosmopolita de la angustia, sacudo las telarañas a mi
esqueleto sonriéndome en gris de las calaveras, las paradojas, las apariencias y los pensamientos: cual una culebra de fuego la verdad de la verdad
le muerde las costillas al lúgubre Pablo.
Aráñanme los cantos, la congoja y el vientre, con las peludas garras
siniestras de lo infinito; voy a inventar dos mundos ¡carajo!... {¡mis águilas
se ríen a carcajadas de mis águilas irreparables...!).
Un ataúd azul y unas canciones sin sentido, intermitentes, guian mis
trancos mundiales.
Y la manta piojenta de la vida me envuelve grotescamente como la
claridad a los ciegos. . . (Ruido de multitudes y automóviles y muchedumbres van conmigo, pues como pájaro solo y loco revienta lo absoluto en
los álamos negros de tu cabeza, ¡Pablo de Rokha!...) — ¡Universo, Universo, ¡cómo nos vamos borrando, Universo, tú y yo, simultáneamente!. . .

DIOS por PABLO DE ROKHA




Lo fabricó el hombre, lo fabricó a su imagen y semejanza, y es una
gran congoja y un hombre inmenso que continúa a todos los hombres con
todos los hombres muy hombres hacia lo infinito, un sueño, todo un sueño
o un triángulo que se diluye en !as estrellas ciaras.
¡Cuánto dolor necesitó la tierra para crearte. Dios, para crearte!. ...
— ¡cuánto dolor!—. ¡Gesto de la angustia del mundo, enfermedad de la ma-
teria y enorme — enorme manía de enormidades!.,.
Aquella gran caricatura humana, Dios, llena los cielos vacíos, las tris-
tes conciencias y las congojas grandes y su voz de cadáver neutro resume
y suma, para el hombre, todos los gemidos de las cosas y, además, lo otro
lejano, en su actitud corriente y desconcertante como palabras de mujer
o niño ingenuo; Dios malo. Dios bueno. Dios sabio, Dios necio; y Dios que
tiene pasiones y gestos, virtudes y vicios, mancebas o hijastros adulterinos
y oficina como un boticario, como un peluquero cualquiera.
Por él, sólo por él la tierra escupió los Cándidos frutos de la tierra, y
el hombre negó al mundo enorme, cuando negó al mundo; ¿quién fué, quién
fué jamás, quién fué más amado que él?. . . él y sólo él fué lo más amado
y no era nada, nadie, nunca, nunca, nunca fué, nunca, nunca, nunca!...
Tragedia de Dios por Dios y la mayor infamia de los siglos, la men-
tira y la patada fenomenal a los derechos de la vida.
Dios contestó sonriendo, contestó Dios en Dios ¡as más tremendas, las
más obscuras, las más funestas interrogaciones y la gran pregunta de las
cosas; pero las más tremendas, las más obscuras, las más funestas interroga-
ciones y la gran pregunta de las cosas aun, aun no han sido contestadas
todavía, todavía no han sido contestadas; Dios aplastó la tierra {¡oh hi-
popótamo sagrado!), con las patas inmundas y hoy tas huellas perduran so-
bre los caminos y la panza trágica de los mundos.
Ennegreció y emputeció ía vida con la pintura negra de los sueños y
orinó la dignidad del hombre.
Dios, por lo único que te admiro es porque no existes... "¡Dios!,
¡Dios!..,", aullan los pueblos y las viejas, las viejas y los pueblos por las
llanuras teológicas... ¡Callad!..., idiotas, callad..., callad... Dios sois
vosotros.
Gran ala absurda, Dios se extiende sobre la nada . , .

BIOGRAFIA INFINITA por MAHFUD MASSIS




Mis bestias de amianto
buscan el valle del emir que vive con un pulmón de cisne.
Bebido estoy del vino del nadir, el vino armado
de recuerdos y de lanzas.
Vedme desnudo. Mi única arma es el beso,
y en mis manos apenas cabría la muerte de un poeta.
Mas, ¿qué aroma de chacales os perfuma las sienes?
¿Por qué estos negros pájaros sobre vuestra morada?
Mi alma sólo precisa del amor
y del dulce haschisch que duerme en vuestros ojos.
Decid ¿qué piedras, qué heredad, qué ventura azarosa,
qué garfios me atan como a un perro
a la estatua y al pie de este bosque maldito?
Imploro a la inmensidad, a los monstruos errantes
amarrados al cielo.
A las estrellas que caen a los pequeños lagos.
Pero ¡ay! las cadenas me ciñen todav ía más lejos,
hacia donde la luz boga hace ciclas de selvas y de años
y los peces caerían por tanta sed de vuelo.
Más allá del divino espacio adivinado,
donde hasta las aletas de Dios se quebrarían:
vivo atado al negro musgo de mi alma.

PRIMERA CARTA CONYUGAL por ANTONIN ARTAUD




Cada una de tus cartas aumenta la incomprensión y la
estrechez de espíritu de las anteriores; juzgas con tu sexo y
no con tu pensamiento como lo hacen todas las mujeres.
Confundirme yo, con tus razones. ¡Te burlas! Pero lo que
me irritaba era verte volver sobre las razones que hacían
tabla rasa sobre mis razonamientos, cuando uno de esos
mismos te había llevado a la evidencia.
Todos tus razonamientos y tus infinitas disputas no podrán
impedir que no sepas nada de mi vida y que me condenes por
un mínimo fragmento de ella misma. No debería siquiera
serme necesario justificarme ante ti si sólo fueras, tú misma,
una mujer prudente y equilibrada, pero tu imaginación te
enloquece, una sensibilidad sobre aguda que no te permite
enfrentar la verdad. Contigo cualquier discusión es imposible.
Sólo me queda decirte una cosa: mi espíritu siempre fue
confuso, un achatamiento del cuerpo y del alma, esa suerte de
contracción de todos mis nervios. Si me hubieras visto hace
algunos años, por períodos más o menos cercanos, antes aún
de que en mi se sospechara el uso del que tú me recriminas,
dejarías de extrañarte, ahora, del retorno de esos fenómenos.
Si por otra parte estás convencida, si te parece que su
reincidencia se debe a ello, entonces no hay nada que decir,
contra un sentimiento no se puede luchar.
De cualquier manera ya no puedo contar contigo en mi
angustia, ya que te niegas a ocuparte de la parte de mí más
afectada: mi alma. No me has juzgado, por otra parte,
nunca de otra manera que por mi aspecto externo como
hacen todas las mujeres, como hacen todos los imbéciles,
cuando lo que está más destruido, más arruinado es mi
alma interior; y no puedo perdonarte eso, pues las dos no
siempre coinciden, desafortunadamente para mí. En cuanto
a lo demás, te prohibo hablar otra vez.

AJUSTE DE CUENTAS por ALVARO LOPEZ BUSTAMANTE




.............................al finaíto Lira.


y te paras frente al público y
crees que a alguien le importa
que hables sobre eso acerca de ese tema tan delicado ah eso
acerca de que nadie te pesca
de que estás solo o sola
de tus delicados siempre sexuales sentimientos sobre la soledad o la belleza de las flores y el espíritu
y el espíritu
y
que te acuerdas de tu mamita o hablas de una niñita que quién
mierda conoce
o que por último recuerdas los hechos de la última sangrienta
dictadura bajo un aura de estúpida melancolía
/e incluso nostalgia
cuando debería ser dolor y muerte y sangre lo que se derrame en tu mierda de texto,
por eso mismo, mucho silvio y canto nuevo te pudre, socio,
paloma,
a quien mierda le importa tu nostalgia
si el mundo es una mierda siempre, y continuamente, y todos los días por lo general,
cómo demonios te van a hacer caso cuando dices que todo es
mágico, tan nerudiano, tan casi irónico, parriano,
cuando hablas como riéndote de sarcasmos que siquiera alcanzan a ser estúpidos,
jurando desencanto cuando todos sabemos que cualquier
golosina te enloquece,
y te esfuerzas por parecer inteligente, así como quien dice
citando a escritores que apenas
/les leíste un par de frases,
y además si no se te ocurre eso
terminas dándotelas de rebelde diciendo
culo,
poto,
mierda, pichula, pico, reconcha
grande de tu madre, weón – culiao,
hijo de
puta, maraco o maraca
o marihuana, o coca, o paraguayo, o neo o copete


o marciano, mono, nevado

o moco, moca, semen, teta, paja, beso negro, circense, candado chino, fuguet, lemebel, heroína, coca, sexo, sexo, sexo, droga, droga, herejía, HEREJÍA HEREJÍA HEREJÍA

ah

y notemos ke por otra parte, oscilando, como las sombras de marzo oscilan sobre la mañana,
vemos a otros individuos,
unos enanos de mierda que se las pintan de críticos,
disectando tus tektos
cuando apenas pueden escribir una lista para comprar en la
feria,
por último la basura debe ser analizada por los basureros, no
crees,
y al final a quién le vas a hacer caso,
a los que te insultan en la forma maravillosa que yo,
o a los que te alaban para quedar en buena onda, re buena onda, onda lo suficiente para intercambiar fluidos,
o quizás harás caso a tu profe en un miserable taller literario que
de nada te sirve excepto como vitrina
para que cada uno se burle de ti, sub portas, atrasito, como que
no quiere la cosa,

bueno,
finalmente te sientas te plantificas en alguna parte y entonces

aceptas escuchar, o que te reciten, o te digan cualquier weá que se les ocurra,
sólo por sonar linda,
digamos,
sólo porque te parezca agradable al oído dejas que te lo vomiten,
algo así es por qué oyes esa música tan rítmica, en español o en
inglés, punchi-punchi merengue alternativa
folclórica
por ser "oreja", porque es linda, porque resulta conocida,
porque puedes bailarla y conocer gente de tu género de tu sexo
opuesto,
y a eso se dedican las discotheques y los pubs y los cafecitos, casitas de putitas casi bien encubiertas
y claro, claro, claro ahí viene la dignidad planeando casi como
una madre ponedora,
y si queremos pegarle un palo en el hocico, a la dignidad claro,
digamos entonces que si todo cuanto describo es falso,
si cuanto oyes es excremento
haz uso de ese callo que tienes entre las orejas mierda y
escúpelo, cómo aceptar basura en tu cerebro

pero la aceptas
y te gusta la mierda
te gusta que alguien diga
"me gusta cuando callas porque estás como ausente"
porque ni siquiera estás ahí,
porque es tan lindo oír eso que el paso siguiente es culear
o hablar de filosofía – cosa que lleva a lo mismo
y "me gusta cuando callas" porque te quedaste piola y te dejaste de wevear con esa mierda inútil que es la poesía
(inútil excepto para llegar a "aquello")
y mejor, "me gusta cuando callas" porque te quedaste sin
hablar.
te quedaste esperando que diga algo interesante y lo único interesante no es sino
la misma mierda de siempre
la misma mierda de siempre
la misma mierda
esto mismo
este texto.
esto.
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