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lunes, agosto 03, 2015

QUIEN SABE por MARIO BENEDETTI


¿Te importa mucho que dios exista?
¿te importa que una nebulosa te dibuje el destino?
¿que tus oraciones carezcan de interlocutor?
¿que el gran hacedor pueda ser el gran injusto?
¿que los torturadores puedan ser hijos de dios?
¿que haya que amar a dios sobre todas las cosas
y no sobre todos los prójimos y prójimas?
¿Has pensado que amar al dios intangible
suele producir un tangible sufrimiento
y que amar a un palpable cuerpo de muchacha
produce en cambio un placer casi infinito?
¿acaso creer en dios te borra del humano placer?
¿habrá dios sentido placer al crear a eva?
¿habrá adán sentido placer cuando inventó a dios?
¿acaso dios te ayuda cuando tu cuerpo sufre?
¿o no es ni siquiera una confiable anestesia?
¿te importa mucho que dios exista? ¿o no?
¿su no existencia sería para ti una catástrofe
más terrible que la muerte pura y dura?
¿te importará si te enteras que dios existe
pero está inmerso en el centro de la nada?
¿te importará que desde el centro de la nada
se ignore todo y en consecuencia nada cuente?
¿te importaría la presunción de que si
bien tú existes dios quién sabe?

miércoles, septiembre 11, 2013

Allende.Benedetti.mpg

TU FÁBULA Y MI FÁBULA por MARIO BENEDETTI


El silencio está inmóvil y en el 
cristal de niebla los dedos del 
invierno dibujan iniciales

el silencio se mueve y un 
cansancio arenoso te pone en 
la frontera de la melancolía

el silencio se abre a imagen de
 los sueños o del fulgor 
poniente o de la breve infancia


el silencio se cierra y al fin se 

quedan solas tu fábula y mi 

fábula sin amor ni rocío

lunes, septiembre 09, 2013

EMBARAZOSO PANEGÍRICO DE LA MUERTE por MARIO BENEDETTI


La periodista me preguntó si yo creía en el 
más allá y le dije que no entonces me 
preguntó si eso no me angustiaba y le dije 
que sí

pero también es cierto que a veces la vida 
provoca más angustias que la muerte

porque las vejaciones

o simplemente los caprichos

nos van colocando en compartimientos

estancos

nos separan los odios las discriminaciones 
las cuentas bancarias el color de la piel la 
afirmación o el rechazo de dios

en cambio la muerte no hace distingos

nos mete a todos en el mismo saco

ricos y pobres

súbditos y reyes

miserables y poderosos

indios y caras pálidas

ibéricos y sudacas feligreses y agnósticos


reconozcamos que la muerte hace siempre

una justa distribución de la nada

sin plusvalías ni ofertas ni demandas

igualitaria y ecuánime

atiende a cada gusanito

según sus necesidades


neutra y equitativa

acoge con igual disposición y celo

a los cadáveres suntuosos de extrema derecha

que a los interfectos de extrema necesidad
la muerte es ecléctica pluralista social distributiva insobornable

y lo seguirá siendo a menos que a alguien se le ocurra privatizarla

SOMBRAS NADA MÁS O CÓMO DEFINIRÍA USTED LA POESÍA por MARIO BENEDETTI


A josé emilio pacheco

La verdad es que nunca se me había
ocurrido definirla

si usted en cambio preguntara qué no
es poesía entonces sí podría imaginar
como tiros el aire quince o veinte
respuestas

por ejemplo es probable
que no hallaran cabida en el registro
ni el espectro de la pena de muerte
ni el dedo admonitorio de wojtyla
ni los eróstratos de la amazonia
ni los bomberos del rencor en llamas
ni los defoliadores de utopías
ni las pinacotecas de gángsters y banqueros
ni los mezquinos prescindentes
ni muchísimo menos los vice prescindentes
pero no estoy seguro
la poesía tiene como dios
o como dicen que usa dios sendas
 inescrutables e infinitas y algunas de
ellas poco transitadas
líbreme dios o sálveme mandinga de decir
esto no es poesía

cuando con tinta roja definió josé emilio la
poesía como sombra de la memoria
 maravillosamente dio en la tecla pero eso
no descarta concebirla también como
memoria de la sombra

pasa el amor y deja sombra el odio pasa y
deja sombra pasan la madrugada y la
canícula y dejan un sabor ácido a sombra
en los andamios y en el césped en los
lacónicos y hablantes en las errantes
bóvedas del mar

y con la clave de los cuerpos y las
complicidades de la luna la sombra
asombra a los olivos a las glorietas a los
campanarios a las antenas parabólicas

así / después de todo
con esas sombras que nos dejan
en la mirada y en los tímpanos
en el vacío del delirio
en las hipótesis del sexo
en la ceniza finalista

con la memoria de esas sombras
damos alcance en ciertas ocasiones
excepcionales ocasiones
a la blindada frágil poesía
o quizá a la memoria
de la sombra de la poesía

sábado, septiembre 07, 2013

ALLENDE por MARIO BENEDETTI


Para matar al hombre de la paz
para golpear su frente limpia de pesadillas
tuvieron que convertirse en pesadilla,
para vencer al hombre de la paz
tuvieron que congregar todos los odios
y además los aviones y los tanques,
para batir al hombre de la paz
tuvieron que bombardearlo hacerlo llama,
porque el hombre de la paz era una fortaleza
Para matar al hombre de la paz
tuvieron que desatar la guerra turbia,
para vencer al hombre de la paz
y acallar su voz modesta y taladrante
tuvieron que empujar el terror hasta el abismo
y matar mas para seguir matando,
para batir al hombre de la paz
tuvieron que asesinarlo muchas veces
porque el hombre de la paz era una fortaleza,
Para matar al hombre de la paz
tuvieron que imaginar que era una tropa,
una armada, una hueste, una brigada,
tuvieron que creer que era otro ejercito,
pero el hombre de la paz era tan solo un pueblo
y tenia en sus manos un fusil y un mandato
y eran necesarios mas tanques mas rencores
mas bombas mas aviones mas oprobios
porque el hombre de la paz era una fortaleza
Para matar al hombre de la paz
para golpear su frente limpia de pesadillas
tuvieron que convertirse en pesadilla,
para vencer al hombre de la paz
tuvieron que afiliarse siempre a la muerte
matar y matar mas para seguir matando
y condenarse a la blindada soledad,
para matar al hombre que era un pueblo
tuvieron que quedarse sin el pueblo.


miércoles, julio 10, 2013

LA NOCHE DE LOS FEOS por MARIO BENEDETTI


Ambos somos feos. Ni siquiera vulgarmente feos. Ella tiene un pómulo hundido. Desde los ocho años, cuando le hicieron la operación. Mi asquerosa marca junto a la boca viene de una quemadura feroz, ocurrida a comienzos de mi adolescencia.
Tampoco puede decirse que tengamos ojos tiernos, esa suerte de faros de justificación por los que a veces los horribles consiguen arrimarse a la belleza. No, de ningún modo. Tanto los de ella como los míos son ojos de resentimiento, que sólo reflejan la poca o ninguna resignación con que enfrentamos nuestro infortunio. Quizá eso nos haya unido. Tal vez unido no sea la palabra más apropiada. Me refiero al odio implacable que cada uno de nosotros siente por su propio rostro.
Nos conocimos a la entrada del cine, haciendo cola para ver en la pantalla a dos hermosos cualesquiera. Allí fue donde por primera vez nos examinamos sin simpatía pero con oscura solidaridad; allí fue donde registramos, ya desde la primera ojeada, nuestras respectivas soledades. En la cola todos estaban de a dos, pero además eran auténticas parejas: esposos, novios, amantes, abuelitos, vaya uno a saber. Todos - de la mano o del brazo - tenían a alguien. Sólo ella y yo teníamos las manos sueltas y crispadas.
Nos miramos las respectivas fealdades con detenimiento, con insolencia, sin curiosidad. Recorrí la hendidura de su pómulo con la garantía de desparpajo que me otorgaba mi mejilla encogida. Ella no se sonrojó. Me gustó que fuera dura, que devolviera mi inspección con una ojeada minuciosa a la zona lisa, brillante, sin barba, de mi vieja quemadura.
Por fin entramos. Nos sentamos en filas distintas, pero contiguas. Ella no podía mirarme, pero yo, aun en la penumbra, podía distinguir su nuca de pelos rubios, su oreja fresca bien formada. Era la oreja de su lado normal.
Durante una hora y cuarenta minutos admiramos las respectivas bellezas del rudo héroe y la suave heroína. Por lo menos yo he sido siempre capaz de admirar lo lindo. Mi animadversión la reservo para mi rostro y a veces para Dios. También para el rostro de otros feos, de otros espantajos. Quizá debería sentir piedad, pero no puedo. La verdad es que son algo así como espejos. A veces me pregunto qué suerte habría corrido el mito si Narciso hubiera tenido un pómulo hundido, o el ácido le hubiera quemado la mejilla, o le faltara media nariz, o tuviera una costura en la frente.
La esperé a la salida. Caminé unos metros junto a ella, y luego le hablé. Cuando se detuvo y me miró, tuve la impresión de que vacilaba. La invité a que charláramos un rato en un café o una confitería. De pronto aceptó.
La confitería estaba llena, pero en ese momento se desocupó una mesa. A medida que pasábamos entre la gente, quedaban a nuestras espaldas las señas, los gestos de asombro. Mis antenas están particularmente adiestradas para captar esa curiosidad enfermiza, ese inconsciente sadismo de los que tienen un rostro corriente, milagrosamente simétrico. Pero esta vez ni siquiera era necesaria mi adiestrada intuición, ya que mis oídos alcanzaban para registrar murmullos, tosecitas, falsas carrasperas. Un rostro horrible y aislado tiene evidentemente su interés; pero dos fealdades juntas constituyen en sí mismas un espectáculos mayor, poco menos que coordinado; algo que se debe mirar en compañía, junto a uno (o una) de esos bien parecidos con quienes merece compartirse el mundo.
Nos sentamos, pedimos dos helados, y ella tuvo coraje (eso también me gustó) para sacar del bolso su espejito y arreglarse el pelo. Su lindo pelo.
"¿que está pasando)", le pregunté.
Ella guardó el espejo y sonrió. El pozo de la mejilla cambió de forma.
"Un lugar común", dijo. "Tal para cual".
Hablamos largamente. A la hora y media hubo que pedir dos cafés para justificar la prolongada permanencia. De pronto me di cuenta de que tanto ella como yo estábamos hablando con una franqueza tan hiriente que amenazaba transpasar la sinceridad y convertirse en un casi equivalente de la hipocresía. Decidí tirarme a fondo.
"Usted se siente excluida del mundo, ¿verdad?"
"Sí", dijo, todavía mirándome.
"Usted admira a los hermosos, a los normales. Usted quisiera tener un rostro tan equilibrado como esa muchachita que está a su derecha, a pesar de que usted es inteligente, y ella, a juzgar por su risa, irremisiblemente estúpida."
"Sí."
Por primera vez no pudo sostener mi mirada.
"Yo también quisiera eso. Pero hay una posibilidad, ¿sabe?, de que usted y yo lleguemos a algo."
"¿Algo cmo qué?"
"Como querernos, caramba. O simplemente congeniar. Llámele como quiera, pero hay una posibilidad."
Ella frunció el ceño. No quería concebir esperanzas.
"Prométame no tomarme como un chiflado."
"Prometo."
"La posibilidad es meternos en la noche. En la noche íntegra. En lo oscuro total. ¿Me entiende?"
"No."
"¡Tiene que entenderme! Lo oscuro total. Donde usted no me vea, donde yo no la vea. Su cuerpo es lindo, ¿no lo sabía?"
Se sonrojó, y la hendidura de la mejilla se volvió súbitamente escarlata.
"Vivo solo, en un apartamento, y queda cerca."
Levantó la cabeza y ahora sí me miró preguntándome, averiguando sobre mí, tratando desesperadamente de llegar a un diagnóstico.
"Vamos", dijo.
No sólo apagué la luz sino que además corrí la doble cortina. A mi lado ella respiraba. Y no era una respiración afanosa. No quiso que la ayudara a desvestirse.
Yo no veía nada, nada. Pero igual pude darme cuenta que ahora estaba inmóvil, a la espera. Estiré cautelosamente una mano, hasta hallar su pecho. Mi tacto me transmitió una versión estuimulante, poderosa. Así vi su vientre, su sexo. Sus manos también me vieron.
En ese instante comprendí que debía arrancarme ( y arrancarla) de aquella mentira que yo mismo había fabricado. O intentado fabricar. Fue como un relámpago. No éramos eso. No éramos eso.
Tube que recurrir a todas mis reservas de coraje, pero lo hice. Mi mano ascendió lentamente hasta su rostro, encontró el surco de horror, y empezó una lenta, convincente y convencida caricia. En realidad mis dedos ( al principio un poco temblorosos, luego progresivamente serenos) pasaron muchas veces sobre sus lágrimas.
Entonces, cuando yo menos lo esperaba, su mano también llegó a mi cara, y pasó y repasó el costurón y el pellejo liso, esa isla sin barba de mi marca siniestra.
Lloramos hasta el alba. Desgraciados , felices. Luego me levanté y descorrí la cortina doble.



sábado, agosto 20, 2011

PRELIMINAR DEL MIEDO por MARIO BENEDETTI



Por sobre las terrazas alunadas
donde se aman cautelosamente los gatos
y los brillos esquivan las chimeneas
creo que nadie sabe lo que yo sé esta noche
algo aprendido a pedacitos y a pulsaciones
y que integra mi pánico tradicional modesto
¿cómo desmenuzar plácidamente el miedo
comprender por fin que no es una excusa
sino un escalofrío parecido al disfrute
sólo que amarguísimo y si atenuantes?

los suicidas no tienen problemas al respecto
deciden derrotarse y a veces lo consiguen
entran en el miedo como en una piragua
sin remos y con rumbo de cascada

son los descubridores del alivio
pero la paz les dura una milésima

tampoco los homicidas se preocupan mucho
limitan el miedo a una coyuntura
desenvainan la furia o aprietan el gatillo
y todo queda así simplificado y yerto

pero los demás o sea los que venimos
tironeados por la maravilla
y perseguidos por el horror
los demás o sea los compinches de la duda
los candorosos los irresponsables
los violentos pero no tanto
los tranquilos pero no mucho
los deportados de la buena fe
los necesitados de alegría
los ambulantes y los turbados
los omisos de la vanguardia
los atrasados de la vislumbre

ésos qué haremos con el mundo
sino asediarlo a escaramuzas
desmenuzarlo con las uñas
extinguirlo con el resuello
desmantelarlo a mordiscones
hacerlo trizas con la mirada
dar cuenta de él con el amor
estrangularlo.


una mujer desnuda y en lo oscuro
una mujer querida o a querer
exorcisa por una vez la muerte.

miércoles, enero 26, 2011

Mario Benedetti "No te salves"

NO TE SALVES por MARIO BENEDETTI




No te quedes inmóvil al borde del camino
no congeles el júbilo
no quieras con desgana
no te salves ahora ni nunca
no te salves no te
llenes de calma no reserves del
mundo sólo un rincón tranquilo
no dejes caer los párpados
pesados como juicios no te
quedes sin labios no te duermas
sin sueño no te pienses sin
sangre no te juzgues sin tiempo

pero si
pese a todo no
puedes evitarlo y congelas el
júbilo y quieres con desgana y te
salvas ahora y te llenas de
calma y reservas del mundo sólo
un rincón tranquilo y dejas caer
los párpados pesados como
juicios y te secas sin labios
y te duermes sin sueño y te
piensas sin sangre y te
juzgas sin tiempo y te
quedas inmóvil al borde del camino y
te salvas
entonces no te quedes conmigo.

Mario Benedetti "Rostro de vos"

ROSTRO DE VOS por MARIO BENEDETTI




Tengo una soledad tan
concurrida tan llena de
nostalgias y de rostros de vos de
adioses hace tiempo y besos
bienvenidos de primeras de
cambio y de último vagón

tengo una soledad
tan concurrida
que puedo organizada
como una procesión
por colores
tamaños
y promesas
por época
por tacto
y por sabor

sin un temblor de más me abrazo a tus ausencias
que asisten y me asisten con mi
rostro de vos
estoy lleno de sombras de noches y deseos
de risas y de alguna maldición

mis huéspedes concurren
concurren como sueños
con sus rencores nuevos
su falta de candor
yo les pongo una escoba
tras la puerta
porque quiero estar solo
con mi rostro de vos
pero el rostro de vos
mira a otra parte
con sus ojos de amor
que ya no aman
como víveres
que buscan a su hambre
miran y miran
y apagan mi jornada
las paredes se van queda la noche
las nostalgias se van no queda
nada

ya mi rostro de vos cierra los ojos
y es una soledad tan desolada.

CORAZON CORAZA por MARIO BENEDETTI




Porque te tengo y no
porque te pienso
porque la noche está de ojos abiertos
porque la noche pasa y digo amor
porque has venido a recoger tu imagen
y eres mejor que todas tus imágenes
porque eres linda desde el pie hasta el alma
porque eres buena desde el alma a mí
porque te escondes dulce en el orgullo
pequeña y dulce corazón coraza

porque eres mía porque no
eres mía porque te miro y muero
y peor que muero si no
te miro amor si no te miro

porque tú siempre existes dondequiera
pero existes mejor donde te quiero
porque tu boca es sangre y tienes frío
tengo que amarte amor tengo que amarte
aunque esta herida duela como dos
aunque te busque y no te encuentre
y aunque la noche pase
y yo te tenga y no.
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