Más
allá de las preguntas universales acerca de la muerte, y de su eterna presencia
en el arte y de la sociedad, subyace el tema de Thánatos en la literatura y en
especial en la Poesía. Las múltiples concepciones de cómo es esa dimensión
luego del cese de las funciones biológicas que constituyen la vida, nos llegan
desde la religión hasta el cine. Hay países cuya concepción es más natural y
óptimo. En esa franja de entendimiento de interpretación encontramos el
poemario “Viviendo entre sarracenos” de
Connie Tapia Monroy.
La
imaginería de esta poeta es rica en elementos que más que tomarnos de la mano e
inducirnos a una atmósfera crepuscular, nos guía sutilmente al lado que la
ética judeocristiana califica como oscuro.
Algunos
poetas, la mayoría me atrevería a decir, al tratar la muerte y temas afines,
aplican en su voz lírica una pesadez inusitada indefectiblemente caen en lo críptico ( aunque esto trate de
criptas) y una retórica opaca con metáforas pesadas como un lastre prosaico, produciendo pésima obra, este no es el caso de Connie Tapia, quien entrega un lustre brillante a esa “oscuridad”,
quien alcanza inusitadas notas de cotidianidad, una visión contrastante y
vitalista de fenómenos como la catalepsia, la muerte sin linde, desatada en una
linealidad temporal que simultáneamente convive en lo eterno del alma.
Sus
composiciones poéticas fluyen en una bella ductilidad de imágenes superpuestas y
en algunos casos sin abandonar la violencia que determina la morfología de este
mundo. La diestra pluma vence el tenue límite entre lo real y lo onírico.
El
prisma lírico de Connie Tapia también incluye en una de sus facetas el
conjurar, en el sentido de destruir una marca, un hechizo o algo indeleble que
curte el alma, logrando alcanzar un claroscuro de emociones que se plasman en una umbría y etérea definición del amor.
Otra
faceta, la bruma del tiempo,
indescriptible, es salvada a punta de sentimientos, a pesar que lo que le rodea
es tan similar al vacío.
A
pesar de todo lo mencionado, no se abandona en algunos pasajes la crítica
social, en especial a la ética de la
Iglesia Católica y tan merecidamente aporreada se le ve.
El
vampirismo no está excluido de la poética invocación de la poeta, quién entre
films e imágenes nos trae esta atávica criatura.
Nos
visitan referencias, David Lynch, el cine, el cómic, algunas aflicciones psiquiátricas,
la catalepsia.
El
Reino de las Sombras se despliega, la imaginería judeocristiana y de todas las
cosmovisiones que la nutren es utilizada
al límite de su normal función. Se despliega este abanico de versos, tiniebla de la poesía, el otro extremo de la
luz y la lucidez única de la poeta tratando temas de necromancia, abisma al
lector, demostrando que
la
poesía es en esta cosmogonía, la belleza de lo oscuro, los dobleces ajados del
amor y la obsesión.
Los
sarracenos, eran aquel pueblo semita árabe pre-musulmán que habitaban desde
Siria a la actual Arabia Saudí, en el título pareciese aludir a la otredad (o alteridad, si se
quiere) fuera de esa dimensión de muerte y necrovivencia,
si es que este término se permite, para designar el arte firme, sutil, pulcro
en la palabra que Connie Tapia Monroy nos entrega.
De
lectura, muy recomendable.
“Viviendo
entre Sarracenos” de Connie Tapia Monroy. Cathartes Ediciones. 55 páginas.
Arica Chile.
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