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Las vueltas que da el mundo, Borges: Cuando
yo era muchacho, en años que ya me parecen per-
tenecer a una especie de sueño, versos suyos me
ayudaron a descubrir melancólicas bellezas de Buenos
Aires: en viejas calles de barrio, en rejas y aljibes,
hasta en la modesta magia que a la tardecita puede
contemplarse en algún charco de las afueras. Luego,
cuando lo conocí personalmente, supimos conversar de
esos temas porteños ya directamente, ya con el pre-
texto de Schopenhauer o Heráclito de Efeso. Luego,
años más tarde, el rencor político nos alejó; y así
como Aristóteles dice que las cosas se diferencian en
lo que se parecen, quizá podríamos decir que los
hombres se separan por lo mismo que quieren. Y
ahora, alejados como estamos (fíjese lo que son las
cosas), yo quisiera convidarlo con estas páginas que
se me han ocurrido sobre el tango. Y mucho me
gustaría que no le disgustasen. Créamelo.
SÀBATO
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