lunes, agosto 24, 2015

156 por EMILY DICKINSON


Me quieres. Estás segura.
No temeré equivocarme.
No me despertaré engañada
una sonriente mañana
para descubrir que la luz del sol
ha desaparecido,
que los campos están desolados,
¡y que mi amada se ha ido!

No debo inquietarme. Estás segura.
Nunca llegará esa noche
en que, asustada, corro a casa, a tu lado,
y encuentro las ventanas oscuras,
y que no está mi amada.
¿Estás segura? ¿Nunca llegará?

Asegúrate de que estás segura.
Sabes que lo soportaré mejor ahora,
si me lo dices así,
que si, cuando la herida haya curado,
en este dolor que tengo,
me hieres otra vez más.

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