Tome este reto en cuenta, deje de
ser un aficionado de las películas o del teatro y calce las vestimentas y el
guion de una película de clase B, es decir, de poco presupuesto y de mucho amor
al arte… hasta ahí estamos bien ¿No? Ahora imagine que es de terror. Prepárese
a asumir en carne propia todos y cada uno de los elementos que deberá encarnar,
recorra con sus ojos el guion que fluctúa desde una apología al voyerismo, una melodía en sordina, en definitiva, un
himno a la miseria, a estar entre cuatro paredes, una casa conteniendo las
aversiones que todo humano por natura debe tener.
Cierre los ojos y disfrute el
soundtrack original, la música hermanada con imágenes perversas, algo le
recuerda a un par de pesadillas luego de una larga sesión de insomnio. Acuda al
recuerdo del asedio de Stalingrado o Leningrado, donde tenías una ración ínfima
de chocolate. Tanto tiempo de escaramuzas, saqueos, violaciones y antropofagia…
en casi siete meses de sitio. Entre inerme al cine abismante de Cronenberg, o a
los reverberos de la imagen de Albert Fish.
Haga que la coprofagia sea algo
natural y necesario. ¿Sabes cuántos horrores se pueden esperar de tu plexo
solar? Podrías averiguarlo mientras se observa en un espejo. Anímese a una escalada
de violencia que desea desarrollar. Los sentimientos oscuros a los que jamás
daría rienda suelta.
Actúe como si la Ley de la selva
y la de cadena alimenticia se impregna de una humanidad fatídica. Y para qué
hablar del canibalismo simbólico, alegoría del neoliberalismo “amistoso” o
social u otro de los ismos nocivos.
Ahora recuerde el pasaje bíblico
de Marcos Capítulo 5 versículo 9. “Mi nombre es Legión, somos muchos”, repítalo
mentalmente hasta que se convierta en una masa informe de cabezas, hálito y
garras. Respire hondo y hágase a la idea de cuando el ansia de aceptación se
torna perversa y esa perversión en algo que es socialmente aceptable.
Imagine un descampado gris,
amplio, arrasado por esas guerras mentales de las que usted ha formado parte por décadas, luego observe
ese torso crucificado, acéfalo como un cuadro de Zdzislaw Beksinski.
Cierre los ojos y luego vuelva a
abrirlos, nuevamente ante el
espejo, ¿Recuerda a Buffalo Bill del
“Silencio de los Inocentes”? ¿Recuerda
su baile? Inténtelo, recréelo.
Hay múltiples clasificaciones de
lectores… tantas que se podría decir que están al gusto de cada escritor,
filólogo, amante de la lectura, etc. Y en este ejercicio podríamos recurrir a
una, que no porte matices, que no haga teorizar ni evoque específicamente tal o
cual escritor o época:
-
Estos lectores: Los que viven sus lecturas o
solo las que las imaginan.
Esto merece un
alcance, los que “viven” sus lecturas son aquellos cuya imaginación les hace
enamorarse de una Anna Karenina… o asesinar a la vecina de Raskolnikov. Los
otros ejercitan la lectura con una imaginación acorde a un espectador.
¿De cuál tipo
es usted?
Pablo Espinoza Bardi con su libro
“COMO EL PROTAGONISTA DE UN FILM CLASE B” nos invita a este ejercicio, a ser un
lector que se atreve.
Como un dato importante y solo
para los que se atrevieron, el nombre de Mr. Robbie como protagonista de la película clase “B” Maniac 2,
con la actuación de Joe Spinell, que
además es el guionista de este proyecto que no se plasmó en el écran, por la
muerte de este.
Hay que recordar que la lectura
en su rol de magia inagotable, nos exigirá siempre fortalecer nuestra
imaginación.