
¡La tierra!
Déjame besar tu cabeza
que se pone calva,
con mis labios andrajosos,
manchados con oros
/ajenos.
Con el humo de cabello sobre los incendios de
/ojos de estaño déjame abrazar
los pechos hundidos de
/ciénagas. ¡Ves! Somos dos,
heridos, acosados por las gacelas;
subió el relinchar de los
caballos montados por
/la muerte.
El humo de la casa
nos alcanzará con sus largas
/palmas, lo turbio
enfureciendo los ojos de lo
/putrefacto,
bajo el turbión de las luces.
¡Hermana mía!
En los asilos de los siglos venideros
se encontrará, quizás,
una madre para mí;
le tiraré la ensangrentada
cornucopia de mis
/cantos.
Cuando salte por el campo
la cuneta, el detective verde
nos apresará
con las sogas de sus mugrientos caminos.
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