lunes, diciembre 28, 2015
SANDRA por CHARLES BUKOWSKI
Es la esbelta y alta
damisela
con aretes y
vestido largo
siempre anda drogada
y acelerada
con zapatos de tacón
metiéndose pastillas
borracha
Sandra se inclina
hacia fuera de su silla
hacia Glendale
pienso que se pegará
en la cabeza con la cerradura
del closet
cuando intenta
encender
otro cigarro
con el que aún
tiene encendido
a sus 32 años le gustan
los jóvenes pulcros
sin cicatrices
con cara de nalga
de princesa
me lo ha dicho muchas veces
y me ha mostrado sus trofeos:
carne joven rubia
estúpida y silenciosa
que
a) se sienta
b) se levanta
c) habla
cuando ella lo ordena
A veces me muestra uno
a veces dos
a veces tres
Sandra se ve muy bien
de vestido largo
Sandra es muy capaz de
romperle el corazón a un hombre
espero que encuentre
uno.
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CHARLES BUKOWSKI
sábado, diciembre 26, 2015
RECUERDO DE MARIA A. por BERTOLD BRECHT
Fue un día del azul septiembre cuando,
bajo la sombra de un ciruelo joven,
tuve a mi pálido amor entre los brazos,
como se tiene a un sueño calmo y dulce.
Y en el hermoso cielo de verano,
sobre nosotros, contemplé una nube.
Era una nube altísima, muy blanca.
Cuando volví a mirarla, ya no estaba.
Pasaron, desde entonces, muchas lunas
navegando despacio por el cielo.
A los ciruelos les llegó la tala.
Me preguntas: «¿Qué fue de aquel amor?»
Debo decirte que ya no lo recuerdo,
y, sin embargo, entiendo lo que dices.
Pero ya no me acuerdo de su cara
y sólo sé que, un día, la besé.
Y hasta el beso lo habría ya olvidado
de no haber sido por aquella nube.
No la he olvidado. No la olvidaré:
era muy blanca y alta, y descendía.
Acaso aún florezcan los ciruelos
y mi amor tenga ahora siete hijos.
Pero la nube sólo floreció un instante:
cuando volví a mirar, ya se había hecho viento.
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LOS MARTIRES por ANTON CHEJOV
Lisa Kudrinsky, una señora joven y muy cortejada, se ha puesto, de pronto, tan enferma, que su marido se ha quedado en casa en vez de irse a la oficina, y le ha telegrafiado a su madre.
He aquí cómo cuenta la señora Lisa la historia de su enfermedad:
Después de pasar una semana en la quinta de mi tía, me fui a casa de mi prima Varia. Aunque su marido es un déspota —¡yo le mataría!—, hemos pasado unos días deliciosos. La otra noche dimos una función de aficionados, en la que tomé yo parte. Representamos Un escándalo en el gran mundo. Frustalev estuvo muy bien. En un entreacto bebí un poco de limón helado con coñac. Es una mezcla que sabe a champaña. Al parecer, no me sentó mal. Al día siguiente hicimos una excursión a caballo. La mañana era un poco húmeda y me resfrié. Hoy he venido a ver a mi pobre maridito y a llevarme el traje de seda. No había hecho más que llegar, cuando he sentido unos espasmos en el estómago y unos dolores.. . Creí que me moría. Vasia, ¡claro!, se ha asustado mucho; ha empezado a tirarse de los pelos, ha mandado por el médico. ¡Han sido unos momentos terribles!
Tal es el relato que la pobre enferma les hace a todos sus visitantes.
Después de la visita del médico se duerme con el so-segado sueño de los justos y no se despierta en seis horas.
En el reloj acaban de dar las dos de la mañana. La luz de una lámpara con pantalla azul alumbra débilmente la estancia. Lisa, envuelta en un blanco peinador de seda y tocada con un coquetón gorro de encaje, entreabre los ojos y suspira. A los pies de la cama está sentado su marido, Vasili Stepanovich. Al pobre le colma de felicidad la presencia de su mujer, casi siempre ausente de casa; pero, al mismo tiempo, su enfermedad le desasosiega en extremo.
—¿Qué tal, querida? ¿Estás mejor? —le pregunta muy quedo.
—¡Un poco mejor! —gime ella—. ¡Ya no tengo es-pasmos; pero no puedo dormir! ...
—¿Quieres que te cambie la compresa, ángel mío?
Lisa se incorpora con lentitud, pintado un intenso sufrimiento en la faz, e inclina la cabeza hacia su ma-rido, que, sin tocar apenas su cuerpo, como si fuese algo sagrado, le cambia la compresa. El agua fría la estremece ligeramente y le arranca risitas nerviosas.
—¿Y tú, pobrecito, no has dormido? —gime, tendiéndose de nuevo.
—¿Acaso podría yo dormir estando enferma mi mu-jercita?
—Esto no es nada, Vasia. Son los nervios. ¡Soy una mujer tan nerviosa...! El doctor lo achaca al estómago; pero estoy segura de que se engaña. No ha comprendido mi enfermedad. Son los nervios y no el estómago, ¡te lo juro! Lo único que temo es que sobrevenga alguna complicación . ..
—¡No, mujer! Mañana se te habrá pasado ya todo.
—No lo espero... No me importa morirme; pero cuando pienso que tú te quedarías solo... ¡Dios mío!... ¡Ya te veo viudo!
Aunque el amante esposo está solo casi siempre y ve muy poco a su mujer, se amilana y se aflige al oírla hablar así.
—¡Vamos, mujer! ¿Cómo se te ocurren pensamientos tan tristes? Te aseguro que mañana estarás completamente bien. . .
—No lo espero... Además, aunque yo me muera, la pena no te matará. Llorarás un poco y te casarás luego con otra.. .
El marido no encuentra palabras para protestar contra semejantes suposiciones, y se defiende con gestos y ademanes de desesperación.
—¡Bueno, bueno, me callo! —le dice su mujer—. Pero debes estar preparado...
Y piensa, cerrando los ojos: “Sí efectivamente me muriera ...”
El cuadro de su propia muerte se le representa con todo el lujo de detalles. En torno del lecho mortuorio lloran Vasia, su madre, su prima Varia y su marido, sus amigos, sus adoradores. Está pálida y bella. La amortajan con un vestido color de rosa, que le sienta a las mil maravillas, y la colocan sobre un verdadero tapiz de flores, en un ataúd magnífico, con aplicaciones doradas. Huele a incienso; arden las velas funerarias. Su marido la mira a través de las lágrimas. Sus adoradores la contemplan con admiración. “Se diría —murmuran— que está viva. ¡Hasta en el ataúd está bella!” Toda la ciudad se conduele de su fin prematuro... El ataúd es transportado a la iglesia por sus adora-dores, entre los que va el estudiante de ojos negros que le aconsejó que bebiese la limonada con coñac... Es lástima que no acompañe a la procesión fúnebre una banda de música... Después de la misa, todos rodean el ataúd y se oyen los adioses supremos. Llantos, sollozos, escenas dramáticas... Luego, el cementerio. Cierran el ataúd...
Lisa se estremece y abre los ojos.
—¿Estás ahí, Vasia? —pregunta—. ¡No hago más que pensar cosas tristes, no puedo dormir!... ¡Ten pie-dad de mí, Vasia, y cuéntame algo interesante!
—¿Qué quieres que te cuente querida?
—Una historia de amor —contesta con voz moribunda la enferma—, una anécdota...
Vasili Stepanovich hasta bailaría de coronilla con tal de ahuyentar los pensamientos tristes de su mujer.
—Bueno; voy a imitar a un relojero judío.
El amante esposo pone una cara muy graciosa de judío viejo, y se acerca a la enferma.
—¿Necesita usted, por casualidad, componer su reloj, hermosa señora? —pregunta con una pronunciación cómicamente hebrea.
—¡Sí, sí! —contesta Lisa, riendo y alargándole a su marido su relojito de oro, que ha dejado, como de costumbre, en la mesa de noche—. ¡Compóngalo, compóngalo!
Vasili Stepanovich coge el reloj, le abre, le examina
detenidamente, encorvado y haciendo muecas, y dice:
—No tiene compostura; la máquina está hecha una lástima.
Lisa se ríe a carcajadas y aplaude.
—¡Muy bien! ¡Magnífico! —exclama—. ¡Eres un excelente artista! Haces mal en no tomar parte en nuestras funciones de aficionados. Tienes talento. Más que Sisunov. Sisunov es un joven con una vis cómica admirable. Sólo al verle la cara es morirse de risa. Figúrate una nariz apatatada, roja como una zanahoria, unos ojillos verdes... Pues ¿y el modo de andar?... Anda de un modo graciosísimo, igual que una cigüeña. Así, mira...
La enferma salta de la cama y empieza a andar des-calza a través de la habitación.
—¡Salud, señoras y señores! —dice con voz de bajo, remedando al señor Sisunov—. ¿Qué hay de bueno por el mundo?
Su propia toninada la hace reír.
—¡Ja, ja, ja!
—¡Ja, ja, ja! —ríe su marido.
Y ambos, olvidada la enfermedad de ella, se ponen a jugar, a hacer niñerías, a perseguirse. El marido logra sujetar a la mujer por los encajes de la camisa y la cu-bre de ardientes besos.
De pronto ella se acuerda de que está gravemente enferma.
Se vuelve a acostar, la sonrisa huye de su rostro...
¡Es imperdonable! —se lamenta—. ¡No consideras que estoy enferma!
—¿Me perdonas?
—Si me pongo peor, tú tendrás la culpa. ¡Qué malo eres!
Lisa cierra los ojos y enmudece. Se pinta de nuevo en su faz el sufrimiento. Se escapan de su pecho dolo-rosos gemidos. Vasia le cambia la compresa y se sienta a su cabecera, de donde no se mueve en toda la noche.
A las diez de la mañana vuelve el doctor.
—Bueno; ¿cómo van esas fuerzas? —le pregunta a la enferma, tomándole el pulso—. ¿Ha dormido usted?
—¡Se siente mal, muy mal! —susurra el marido.
Ella abre los ojos y dice con voz débil:
—Doctor, ¿podría tomar un poco de café?
—No hay inconveniente.
—¿Y me permite usted levantarme?
—Sí; pero sería mejor que guardase usted cama hoy.
—Los malditos nervio ... —susurra el marido en un
aparte con el médico—. La atormentan pensamientos tristes... Estoy con el alma en un hilo.
El doctor se sienta ante una mesa, se frota la frente y le receta a Lisa bromuro. Luego se despide hasta la noche.
Al mediodía se presentan los adoradores de la enferma, con cara de angustia todos ellos. Le traen flores y novelas francesas. Lisa, interesantísima con su peinador blanco y su gorro de encaje, les dirige una mira-da lánguida en que se lee su escepticismo respecto a una curación próxima. La mayoría de sus adoradores no han visto nunca a su marido, a quien tratan con cierta indulgencia. Soportan su presencia armados de cristiana resignación; su común desventura les ha re-unido con él junto a la cabecera de la enferma adora-ble.
A las seis de la tarde Lisa torna a dormirse, para no despertar hasta las dos de la mañana. Vasia, como la noche anterior, vela junto a su cabecera, le cambia la compresa, le cuenta anécdotas regocijadas.
—Pero, ¿a dónde vas, querida? —le pregunta Vasia, a la mañana siguiente, a su mujer, que está poniéndose el sombrero ante el espejo—, ¿A dónde vas?
Y le dirige miradas suplicantes.
—¿Cómo que a dónde voy? —contesta ella asombrada—. ¿No te he dicho que hoy se repite la función de teatro en casa de María Lvovna?
Un cuarto de hora después toma el tole.
El marido suspira, coge la cartera y se va a la oficina. Las dos noches de vigilia le han producido un fuer-te dolor de cabeza y un gran desmadejamiento.
—¿Qué le pasa a usted? —le pregunta su jefe.
Vasia hace un gesto de desesperación y ocupa su sitio habitual.
—¡Si supiera vuestra excelencia —contesta— lo que he sufrido estos dos días! ... ¡Mi Lisa está enferma!
—¡Dios mío! —exclama el jefe—. ¿Lisaveta Pavlovna? ¿Y qué tiene?
El otro alza los ojos y las manos al cielo, como diciendo:
—¡Dios lo quiera!
—¿Es grave, pues, la cosa?
—¡Creo que sí!
—¡Amigo mío, yo sé lo que es eso! —suspira el alto funcionario, cerrando los ojos—. He perdido a mi es-posa ... ¡Es una pérdida terrible! ... Pero estará mejor la señora, ¿verdad? ¿Qué médico la asiste?
—Von Sterk.
—¿Von Sterk? Yo que usted, amigo mío, llamaría a Magnus o a Semandritsky... Está usted muy pálido. Se dirá que está usted enfermo también . ..
—Sí, excelencia... Llevo dos noches sin dormir, y he sufrido tanto ...
—Pero ¿para qué ha venido usted? ¡Vayase a casa y cuídese! No hay que olvidar el proverbio latino: Mens sana in corpore sano . . .
Vasia se deja convencer, coge la cartera, se despide del jefe y se va a su casa a dormir.∗
miércoles, diciembre 16, 2015
AGATA XX por EDUARDO J. FARIAS ALDERETE
No hay nombres aquí
ni versos
y apenas la desnudez
puede ser lo que cubra
nuestra alma
no hay nombre
si no una vibración
cruda en el aire
lo sutil del último aliento
si existe un rincón donde
more la mentira,
éste no existe aquí
el azar ya no es azar
aunque gire el mundo
las veces que una ruleta
pueda hacerlo
si la piel no miente
y la mirada se convierta
en versos
sin nombres, sin nombres
¿Puedes recibir la comunión?
¿Esta comunión?
Solitud.
Y los misterios
nuestros mil misterios
así sin brotes de algo
sin pulsiones del vacío
sólo para abrazarnos
irremediables
en lo más profundo
de nuestra noche huérfana
y ya sin latidos.
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lunes, diciembre 14, 2015
AGATA XIX por EDUARDO J. FARIAS ALDERETE
Comenzó el retiro de tropas?
He visto las banderas rasgadas
hasta lo más profundo.
Al costado del camino,
ciudades yaciendo en el polvo.
Comenzó el retiro de tropas,
coge tu fusil y las balas
y deja de llamarme Ágata,
porque estaré en tu sombra
llámame así, luz o aire.
Se acabarán las banderas
y esta nación será
un ancha herida abierta.
Rasgarán nuestros pechos,
una bala detendrá el tiempo
como una sonrisa.
Todas las sendas quedan
solitarias y los rezos
se disolverán
con el hedor a muerte
todo es tierra de nadie,
llámame sombra, luz o aire.
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sábado, diciembre 12, 2015
AGATA XVIII por EDUARDO J. FARIAS ALDERETE
Los pasos del espíritu no dejan
huella
sobre esta tierra estéril,
de pequeño tus dedos peinaban mis
cabellos
y me seguías mientras el mar
atestiguaba
mi dolor de infancia
recogiste los clavos oxidados de
mi tortura
y las palabras torpes de mis travesuras
escuchabas atenta los suspiros
entre hoja y hoja
de viejos libros, ninguno era
libre
ni tú en tu tierra de espíritus
ni yo en el amanecer de esta
tierra
de vivos sin vida y con giros de
carrusel
tejiste un cielo con gaviotas
por si intentaba sonreír
y sólo terminé lanzando piedras
al oleaje.
me aguardabas en la
humedad
del rocío cada mañana
en el frío lamiendo rudo mis
huesos
crei saber que detuviste mi
sangre
al quebrar mi frente
o despertarme mientras el fuego
devoraba mi casa
esta tierra estéril de muchas
formas te reclamo
nunca entendí, nunca
todo se empequeñeció, los árboles
alrededor de la plazoleta
el monolito donde jugábamos hasta
el anochecer
jamás supe tu nombre y hoy que a
minutos sordos
voy agonizando,
ya no me pregunto tal cosa
mis pasos no dejarán huella en la
tierra estéril.
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miércoles, diciembre 09, 2015
AGATA XVII por EDUARDO J. FARIAS ALDERETE
Las salas de clases
se componen de los átomos
más ordenados del universo
y allí estás
como el baluarte
exacto de lo correcto
tus lentes ópticos
cabello ordenado
tu indumentaria pulcra
de profesora de estado
envuelta en el azafrán
envenenado de la disciplina
el salón es inmenso
y me ata sordo a las imágenes
sin fin de las letras
los números en la pared y tú,
estática como pieza de ajedrez,
"vives en la luna" me
has dicho
"vives o no vives en la
luna, vives"
"soy un espectro que mira hacia el mar"
-debí responder, mientras
indicaba
esa ventana protegida
por una rejilla de acero oxidable
Tu magia me hechizó
y robó a hurtadillas
la ingenuidad
que hacía de mi vida
una ceguera perfecta,
infancia le llaman.
En una pizarra verde oscura
los trazos se van renovando
como en un palimpsesto ebrio
escribes tus palabras favoritas
"destello"
"estrellas"
y dibujas una explosión
de flores y mariposas
voy deseando embriagarme
oliendo tus cabellos
hasta desaparecer en lo difuso
de mil memorias.
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martes, diciembre 08, 2015
AGATA XVI por EDUARDO J. FARIAS ALDERETE
Sé que hay noches en que no concilias el sueño y los versos huyen por el bosque, te visitan
máscaras con buenos sentimientos, pero toda luz que traen es perecedera... hay
ecos y abrazos inexistentes, murmullos que cesan sólo si nos olvidas en un
instante. Alguien camina por los sótanos del alma conjurando los sueños, llevan
en su puño la última imagen nítida del recuerdo, noche vagabunda y embustera, entran por tu puerta mil voces que irán a dormir su estrofa falsaria. Tu
pensamiento se multiplica rojo y agónico
¿Qué escribes en medio de la nada, mientras te invoco? el camino eterno clama debajo de la piel y se asimila a la palabra tormento de no dormir ahora en tu regazo.
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sábado, diciembre 05, 2015
AGATA XV por EDUARDO J. FARIAS ALDERETE
Siempre somos extranjeros en el
país del pasado...
desconocemos el cielo del
cual uno fue expulsado a su suerte
desconocemos los bosques donde creció
tu magnifico plumaje
El bosque es otro , pero siempre
el mismo, azul.
los colores de mi desierto no mutan
las acuarelas lo definen y lo
trazan fijo
Eran tus pequeños pasos, latidos
de tierras nuevas
son ahora las señales de amplios
poemas
Hoy, dejaste una mariposa en el
dintel de mi puerta
Hoy, estuviste escribiendo un
largo verso en el aire
Hay siempre la dulzura del aroma
de los bosques
y se abre el tesoro único de tu
infancia
cuando el mundo era nuevo y los
versos
emprendían vuelo hacia los ocasos
y retornaban al alba...
este es el dulce desasosiego de ser tan ajenos
y tan propios
Siempre seremos extranjeros en el
país del pasado
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jueves, diciembre 03, 2015
AGATA XIV por EDUARDO J. FARIAS ALDERETE
No nos traicionarán jamás los
septiembres
de nuestra niñez ,
ni el primer
verso que nos atrevimos
a escribir a
solas.
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martes, diciembre 01, 2015
AGATA XIII por EDUARDO J. FARIAS ALDERETE
¿Y estas acá? ¿ahora? ¿Estás en
el ritmo?
¿Inundas el espacio? ¿Esto es el
cielo?
¿lates? ¿Tu mano? ¿Abriste la
Luna?
¿Cerraste las puertas del cielo?
¿Sabes?
¿Esta sombra es tu sombra?
¿besas?
¿escribes hasta en el aire?
¿Duermes?
¿Vuelas?¿El color de tus
alas?¿Cara?
¿Sello? ¿ Eres llave o cerrojo?
¿Fuego?
¿Mano que escribe? ¿Historia?
¿Sol?
¿Sur? ¿El vientre que pare almas?
¿Poesía?
¿Respiras? ¿Eres y estás? ¿Ola?
¿Muelle?
¿La que corre en silencio?
¿Pulsión?
si, en el ritmo en el espacio, un
relámpago
sí, me sostiene abriendo la Luna
y estrellas
entreabiertas y susurrando, todo
y
también la mía, como si la vida
fuera a acabar
en el espacio y en la piel, a
veces...
Todo el tiempo, amarillas
brillantes y ámbar, hermosa
de la distancia, llave, intenso
detrás del alma
Siempre, la nuestra, brillante
sobre los poemas
Norte, el que crea inevitable,
Madre y maestra
Caminas y creas, en mi sombra,
marea violenta, muelle
La que camina cantando, las ondas
de una laguna...
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lunes, noviembre 30, 2015
AGATA XII por EDUARDO J. FARIAS ALDERETE
Ágata existe, Ágata no existe, para que los desnudos hemisferios de la existencia tengan algún sentido, Ágata existe y es de carne y hueso una saeta disparada al infinito con loca trayectoria, en parte sanación y la esfera borrosa de un reloj sin manecillas, el latido de los seres agónicos, la puerta abriéndose antes del alba en todo el orbe y el punto final de miríadas de textos. Ágata existe, Ágata no existe, es un plato obscenamente vacío y una mesa colmada en la abundancia, el horizonte extenso de la música o el más aterrador de los silencios. Herramienta, pluma, arma y consejo... Pozos de agua u obstinado fuego. Tiempo y medida de todas las cosas. Serenidad y el frenesí de todos los vuelos. Ágata existe, Ágata no existe. El secreto más profundo y el arco de las espaldas a la hora del amor, la laxitud terrible a la hora de los ocasos, el opaco estallar de las dudas y las nubes antes de la tormenta. Roca, madera, perfección y metal. Gata, esta copa y esa otra sobre esa mesa. Las cosas perdidas y las cosas halladas. Luz de luna... Cajas y cajas el misterio y la terrible certeza, la prosa del viento si ella quiere, porque existe y no existe. Sombras y el precipicio, todas las vidas y todos los sueños.
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domingo, noviembre 15, 2015
AGATA XI por EDUARDO J. FARIAS ALDERETE
Siéntate Ágata
y ayúdame lentamente
a despertar de este sueño,
en esta orilla
la existencia es un largo capullo
donde retornan agudos dolores
Piénsanos Ágata
y toma mi mano
y borra mis destinos
en estos sólo soy un suspiro
un trepidar de llama
una locura disuelta
en el ancho mar de la vida
Ágata, si hay que liberar
libera
si hay que apretar el pecho
de esta ave que soy
hasta la muerte, hazlo...
si mientras hay que susurrar
para el camino final, no dudes.
Escríbenos Ágata,
quizás en el futuro
siendo amargamente otros
con otras existencias
nos detengamos frente a los
espejos,
seamos reflejos entonces
veámonos en un tiempo detenido
Suéñanos Ágata
hasta el cansancio
de un último segundo
exhaustas las campanas de la vida
detenido el metrónomo del destino
solos como siempre
y siempre unidos.
Por último, Ágata
olvida tu nombre y el mío
respira profundo limpiando tus
nuevos pulmones, suéñanos libres
piénsanos brillantes
escríbenos llenos de vida,
ámanos como el amor así lo hace.
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sábado, noviembre 14, 2015
AGATA X por EDUARDO J.. FARIAS ALDERETE
Los dos en el lecho y mirándonos
a los ojos
no hay cabida a las mentiras
con un mundo que a palabras
construimos,
que abrazan firmemente al suelo
en que brotes de anhelo crecen ante la luna
Hay dulzuras que tienen el ritmo
de días
el vaivén de las olas ¿y
recuerdas el mar?
el muelle y como los destellos
del cielo
coronaron de visiones tu corazón
de niña
has estado acá y has respirado
este aire
no preguntes si te quiero o no
sino que si el tiempo corre para
los dos.
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jueves, noviembre 12, 2015
AGATA IX por EDUARDO J. FARIAS ALDERETE
Amada Ágata
Ama la mano su anillo?
el perro su correa?
el ave su falaz jaula?
Amada Ágata
cuántas horas tienes?
y huyen los minutos?
quedan atrás los días?
Amada Ágata
Este dolor de tenerte
de no tenerte
es relámpago o trueno?
Amada Ágata
cuál es el color del
sueño donde vivimos
juntos e infinitos?
Amada Ágata
Cómo invoco
el espíritu que
mueve tus sentidos?
Amada Ágata
Cuán amarga es la luz
que ilumina
estas horas de amor?
Amada Ágata
esos susurros
que arriban frágiles,
son tuyos?
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martes, noviembre 10, 2015
AGATA VIII por EDUARDO J. FARIAS ALDERETE
El ancho patio parecía
representar al mundo. Ella en esa parte del mundo poseía un pequeño jardín del
que mantenía a toda costa libre de ortigas, todo a la sombra de un gran ciruelo
que la acogía como si fuese ella su propietaria desde el tiempo del Génesis.
(No tenía suicidas colgados ya que o no los podía sostener o la medicación era
la indicada.) Se acercó a mí con sus
ojos almendrados, dejó de lado la cajita de fósforos, tomó mi mano y dijo:
"Esta historia la conocí en
mi niñez y me la contaron a orillas de un río.
EL LOBO Y LA MARIPOSA (FABULA DE
DIA SOLEADO)
Un día un lobo melancólico tenía
hundida sus fauces en medio del césped del bosque, no tenía pareja por lo cual
tenía todo el tiempo a su favor, mientras el sol acariciaba su pelaje y
meditaba en lo profundo de su mente, un aleteo "naranja, rojo, negro y
blanco" le sacó del letargo. El lobo de un salto se puso de pie y comenzó
a seguir con sus pasos y ojos el rítmico
aleteo multicolor. Luego de unos instantes sintió como un calor intenso pero
agradable invadía su pecho y amenazaba con alcanzar sus cuatro patas. Continuó
su seguimiento de veras obnubilado. Hasta que la mariposa detuvo su vuelo
posándose en el tronco de un joven ciruelo. Ella seriamente le preguntó:
- Lobo, ¿Qué interés te ha hecho seguir
mi vuelo sin perder detalle?
Lobo sintiéndose lamentablemente
ofendido y confuso no atinó a dar razón alguna, sonrío dando paso al retorno de
su eterna mirada melancólica.
- Lobo ¿Eres tan descortés como
para no contestar mi pregunta?
Lobo sacudió su pelaje como acto
simbólico de sacudir su turbación, carraspeó un poco y con su voz más solemne
respondió:
- Mariposa, sólo puedo decir que
en uno de mis sueños te vi, los vientos de Abril te llevaban de un lado a otro
y tu vuelo abrasó los latidos de mi corazón exactamente como ahora, si mi
ilusión de alcanzarte te ofendió, lo lamento...
Luego guardó silencio esperando
la reacción de Mariposa, que movía lenta pero segura sus alas de arriba hacia
abajo, como midiendo y pesando a Lobo.
- Lobo, sé lo de tu sueño porque
en el mío, el oscuro pelaje de un lobo seguía mi vuelo y pude sentir el calor
que invadía su corazón, iluminando su mirada, pero sabrás que tu mundo está en
la tierra y donde puedo vivir es la mayor parte del tiempo en el aire, lamento
dejarte atrás y en el olvido.
Mariposa elevó su vuelo
pesarosamente y continuó su trayectoria. A Lobo le palpitó violentamente el
corazón y en ese preciso instante sintió arder aún más su sangre.
Durante largos minutos siguió a
Mariposa por los más abruptos pasajes del bosque, el sol a ratos cegaba su
visión de tanto verla suspendida y aleteando en el cielo. Cuando ella aceleró
su vuelo y el cansancio hizo presa de Lobo,
este detuvo su andar y jadeando
intentó elevar su voz pero el impulso le hizo tropezar, rodar y caer en un
profundo abismo. Lo último que vio fue el aleteo incesante de Mariposa que se
iba alejando como el aliento de vida que antes le sostenía en sus cuatro patas.
MORALEJA
El amor súbito y en cualquiera de
sus formas se nos presenta lleno de luz, hay que ser cautos ya que si no nos
percatamos, nos puede arrebatar la vida."
Luego retomó su cajita de
fósforos la sacudió y fijó su mirada en una mariposa que se posó en la rama del
ciruelo.
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lunes, noviembre 09, 2015
AGATA VII por EDUARDO J. FARIAS ALDERETE
En esta madrugada las cuerdas
rebeldes
no entregan sus notas a gusto
no desean rasgar el silencio
ni entrar al juego de la
composición
pero desconozco de dónde viene
la melodía que atormenta el
frenético movimiento de mi
espíritu
si desde el cielo desnudo
o del metrónomo infernal
que se encarna en la guitarra.
Sin pausa busca tu presencia
en la armonía necesaria para
seducir delicada tu espalda
y te surjan alas límpidas
y sean el hemisferio perfecto
en que decae herida y áspera
la madrugada que se hace eterna.
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domingo, noviembre 08, 2015
AGATA VI por EDUARDO J. FARIAS ALDERETE
Nadie sino yo comprende el
instante preciso en que te has ido Ágata y el extrañar sea sólo un juego
virtual de acasos tal vez y quizás tan pronto como sea. Donde te has ido un
vacío de alas abiertas acoge temor seco de perderte, la orilla opuesta y el
traje de dudas. Si no estás Ágata, todo brillo pierde mesura en un extraño
ritual de atardeceres color malva y una bandera pierde su coloquio con el
viento, todo se vuelve dudoso, dudoso el pan, dudoso el plato y el reloj si es
que ha de necesitarse, dudoso el perro que sigue buscando tu dudosa mano.
Si planeas marcharte Ágata,
ahora, mañana o ayer, nadie si no yo saldrá a buscarte sin piernas ni ojos, sin
oídos, ni nariz ni espalda, ni orgullo que vaya tras tus alas, tus reflejos,
tus pequeñas marcas gravitantes y los polígonos de tus ideas obcecadas y rutas.
Ágata, si te marchas el tiempo
cesa de curvarse y las esquinas de tu calle pierden el sentido y todo se vuelve
frágil, la noche vestida de un previo azafrán, frágil el acero, el muro y todo
orgullo, frágil el alba que te grita de veras y que te grita de verde, frágil
como tus brazos y todo y sin embargo, no obstante y tal vez se encuentre Ágata,
quizás.
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viernes, noviembre 06, 2015
AGATA V por EDUARDO J. FARIAS ALDERETE
Y la noche es inmensa
en los edificios
en las avenidas vacías
en la oscuridad que se deposita
sobre la copa de los árboles
la gramática de las estrellas
se oculta tras las nubes
con una ceguera gris y ámbar
mi latido te busca
con la certeza cruda que no existes
sino en un pequeño átomo
que juega entre
mis ventrículos exhaustos
y mis aurículas sordas
en un destello fugaz
que se reflejó en el rabillo
de mi ojo derecho
ayer, cuando te pensaba
en la vibración absurda
y en nota RE al finalizar
la palabra
IMPOSIBLE
mi tacto te busca de noche
cuando mi brazo en ángulo
de 45 grados intenta asirte
en la oscuridad del vacío
detrás de todo este telón
te huelo como un lobo a su presa
como si tu sexo enloqueciera
hasta la última de mis células
y la realidad es la verdad
que te oculta
detrás de imagen que diluye
las lágrimas en mis pupilas
te huelo como un lobo a su presa
como si tu sexo enloqueciera
hasta la última de mis células
y la realidad es la verdad
que te oculta
detrás de imagen que diluye
las lágrimas en mis pupilas
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AGATA
jueves, noviembre 05, 2015
AGATA IV por EDUARDO J. FARIAS ALDERETE
Se podrá intuir de tus pasos
sobre la arena
el pulso de una creación sin
alas?
esta noche fría donde el mar
deshizo
mucho más que una barca, fe y
fortuna
mi cuerpo inerte acariciado por
la noche y el agua
busca el regazo donde mi cabeza
repose
con el abandono carmesí del
hombre amante
y la melodía tenue de tu respiro
y estás como si las plegarias se
cubrieran de estío
como si el largo de tus dedos
fueran los precisos para ordenar los cabellos
y permitir que el aire invada
correctamente
los pulmones maltrechos y
ateridos
Y de pronto una caricia es la
alegoría perfecta
de la vida, la esencia madre del
mundo
y un calor que amenaza con
fundirnos en una
fragua que es imposible de
susurrar
sin invocar los sentimientos que
conocemos
de niños y
olvidamos en el transcurso de los
siglos
En arena como en cristal como en
agua
el amplio arco de las venas, de
la piel
del deseo incontrolable como
notas de un himno
y el silencio testigo acarrea más
que suspiros
y el delicado sonido de los besos.
Uno
y las miradas logran sentido.
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martes, noviembre 03, 2015
AGATA III por EDUARDO J. FARIAS ALDERETE
Todas las esquinas tienen
suicidas, las calles cuelgan por sus aceras interminables procesiones de
suicidas, mi espalda, mis manos atestiguan sus pasos sus luchas, las eternas
vigilias escuchándoles, escribiéndoles, morando sus recintos, leyendo sus
libros que no están aquí... entre estas paredes blancas entre esta paz de
montañas sin montañas y sin paz, alguien grita a lo lejos alguien grita y deja
opaco el aire como cuando espectros corren por los pasillos y la cordura se
torna un credo amargo que se disuelve en un continuo estado de vigilia la
serenidad de serenidades que alguna vez dejo la planta de sus pies en uno de
mis versos, pocas veces me acerco a las ventanas , de los árboles cuelgan suicidas,
cuelgan como minutos grasientos como resina azul de una desdicha
in-con-mensurable. Y de pronto apareces como tres puntos suspensivos en medio
de un ancho patio que representa el cosmos y tus ojos almendrados, y tu pequeña
cicatriz que escapa de tu mejilla y la ventana pierde su lógica y entre tus
dedos cigarrillos sin encender y tu mano abriendo una cajita de fósforos, una
imagen perfecta que cruza simple, las lagunas del verbo.
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domingo, noviembre 01, 2015
AGATA II por EDUARDO J. FARIAS ALDERETE
La proa se hunde más que de
costumbre Ágata, la mar apuesta a ser traicionera y extraño nuestra carta de
navegación, tu brújula con rosa de los vientos crispada o sonriente como decías,
esta tormenta vale más que mil cristos, y voy encegueciendo cada vez que la
espuma sobrepasa las crestas de las olas más altas, vales madrugadas en vilo Ágata,
el sextante que fue arrebatado a media noche o un crucifijo enorme envuelto en
papel kraft, este mar jamás perdona la impericia y parece querer hundir estos
maderos miserables, este mástil de guerras perdidas sin batallar y sin
estrellas, la línea de la ola que parece suspendida en el espacio tiempo antes
de quebrarnos en dos, y el navío zozobra, a nado por las corrientes
absurdamente violentas, un rosario, una costa lejana, el rictus insolente de
los roqueríos, el anhelo sediento de llegar a tus brazos.
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Muse - Mercy [Official Music Video]
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sábado, octubre 31, 2015
AGATA I por EDUARDO J. FARIAS ALDERETE
Cierra. La puerta del tiempo
reta con llevar nuestra memoria,
la lluvia afuera arrecia
y ahora el desierto,
el sol y
las tardes jugando a ser
locas brújulas;
son dibujos sepia que hice para
ti.
La puerta nos llama
y aún no alcanzamos nuestras
manos.
Me intuyes oscuro y sucio de
tristeza
y aguacero
¿Viste, Ágata de los ojos?
¿Viste al mundo girar loco
y en contra de las manecillas
del dolor?
Ágata hay luz aún en nuestros
versos
hay el trazo indeciso de mil
destinos
hay, te aseguro, mil vientres
por los cuales nacer
hay paisajes en que nos
buscaremos.
Ríes apenas rozando
las cuerdas del agua
y eres fuego que amenaza
consumir las páginas de nuestro
libro.
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miércoles, octubre 28, 2015
lunes, octubre 19, 2015
Savages - Full Performance (Live on KEXP)
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domingo, octubre 18, 2015
EL ELEMENTO QUE AMAS por PHILIP LAMANTIA
Puedo verte desde los cascos navegando en la
playa bordeada de cemento, indicándome el arco
caído de un cometa que colma el río de un halcón,
un encuentro inaudito sumergiendo los faroles.
Un vencedor emboscado en su pirámide voladora,
ocre es la ventana del espejo salutífero... y un
estruendo de puertas elude a un león, por aquí y
por allá, señalando displicentemente damas fugaces
a punto de desvanecerse en el escudo de armas de
la lluvia, donde los deseos civilizados emplumados
con inanidades anti-cefálicas ruegan a sus
invitados que se prendan.
Nada menos que una chava pulida ametralla la
sucia luz de los predicadores que se hunden en los
muelles liberados por una mujer y por el agua,
peinando un vestido vítreo de donde caen zorrasen-
mano y una guacamaya cuyo pico se suaviza hasta
volverse su propio sello de poesía líquida.
LUCIEN MEDIANOCHE por JACK KEROUAC
Morir es éxtasis.
No soy un maestro, ni un
Sabio, ni un Roshi, ni un
escritor o profesor, ni siquiera
un vagabundo del dharma risueño, soy
hijo de mi madre & mi madre
es el universo—
Qué es este universo
sino un montón de olas
Y un deseo anhelante
es una ola
Perteneciente a una ola
en un mundo de olas
Entonces... para qué humillar
a ninguna ola?
Ven, ola, OLA!
El rebuzno del burro
brotando jijo
Es una triste sacudida solitaria
por tu amor
Amante ola
Y qué es Dios?
Lo inexpresable, lo inenarrable,
Alégrate en el Cordero, canta
Chistopher el Espabilado, que
me vuelve loco, porque
es tan espabilado, y yo soy
tan espabilado, y ambos
estamos locos.
No —¿qué es Dios?
Lo imposible, lo censurable
Incensurable Precio-dente
del Universo Pepsi-dente
Pero sin cuerpo & sin cerebro
sin ocupaciones y sin ataduras
sin velas y sin altura
nada sabio y nada espabilado
nada nada, nada no-nada
nada algo, no-palabra, sí-palabra,
todo, lo que sea, Dios
el tipo que no es un tipo,
la cosa que no puede ser
y puede
y es
y no es
Kayo Mullins siempre está gritando
y robándoles los zapatos a los viejos
La luna vuelve a casa borracha, catacrock,
Alguien le pegó con un orinal
El Mayor Hopple siempre está bufando
¡Coño! Blaf blaf y todo eso
Enseñando a los niños a volar cometas
Y rompiendo ventanas de fama
¡Pobre de mí! Lil Abner se ha ido
Su hermano está bien, Daisy Mae
y el Niño-lobo.
¿Y a quién le importa?
Los argumentos me ponen enfermo
todo lo que quiero es C'est Foi
Esperanza alguna vez
mierda en el árbol
Estoy cansado de que se rían de mí
y me hablen de imágenes enfermas
Ejem, cof cof
Creo que me desharé de todo esto
Se lo voy a dar al gato
EL OJO DEL POETA OBSCENAMENTE VE por LAWRENCE FERLINGHETTI
El ojo del poeta obscenamente ve
la redonda superficie del mundo
con sus ebrios tejados
y pájaros de madera en los tendederos
y machos y hembras de barro
con piernas de fuego y pechos de botón de rosa
en sus camas plegables
y árboles llenos de misterios
y parques dominicales con sus mudas estatuas
y sus Estados Unidos
con ciudades fantasma y desiertas islas de Elis
y su paisaje surrealista de
praderas sin sentido
supermercados en los suburbios
cementerios con calefacción
días festivos de cinerama
y catedrales protestando
un mundo impermeable a los besos con tapas de retrete de plástico
y tampax y taxis
y vaqueros de almacén y vírgenes de Las Vegas
indios sin tierra y matronas cinéfilas
senadores no romanos y concienzudos no objetores
y todos los demás fragmentos esparcidos
del bello sueño de los inmigrantes hecho realidad
y disperso
entre los bañistas que se broncean al sol
YO OBSEQUIÉ por GREGORY CORSO
Obsequié el firmamento
junto a las estrellas los planetas las lunas
y también las nubes y los vientos del clima,
las formaciones de aviones, la migración de
las aves...
"¡De ninguna manera!" aullaron los
árboles,
"¡Los pájaros cuando no vuelan son
nuestros, no los podés obsequiar!"
Así que obsequié los árboles
y el terreno que ellos habitan
y todas aquellas cosas que crecen y se
arrastran sobre él
"¡Un momento!" marearon los mares,
"¡Las costas, las playas son nuestras,
los árboles para los barcos,
para los astilleros, nuestros! ¡no los podés
obsequiar!"
Por lo tanto obsequié los mares y todas las
cosas que los nadan,
los navegan...
"¡De ninguna manera! tronaron los dioses,
¡Todo lo que has obsequiado nos pertenece!
¡Nosotros lo creamos!
¡Incluso creamos a aquéllos como vos!"
Entonces fue cuando obsequié los dioses.
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