Por las raíces de mi pelo algún dios me agarró.
Me crispé en sus azules voltios como un profeta del
desierto.
Las noches de pronto se cerraron como párpado de
lagarto:
Un mundo de calvos días blancos en una cuenca sin
sombra.
Un aburrimiento de buitres me clavó a este árbol.
Si él fuera yo, haría lo que yo hice.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario