sábado, noviembre 16, 2013

CHARLIE PARKER por JACK KEROUAC


Charlie Parker se parecía a un Buda.
Charlie Parker que murió hace poco mientras se reía con un juglar de la TV,
luego de semanas de tensión y enfermedad,
fue llamado el músico perfecto
y la expresión en su rostro
era tan serena, hermosa y profunda
como la imagen de Buda
que se ve en Oriente; los ojos entrecerrados,
la expresión que dice: todo está bien.
Eso era lo que decía Charlie Parker cuando tocaba: todo está bien.

Uno tenía la sensación de la mañana temprana
como la dicha de un ermitaño
o como el grito perfecto de alguna pandilla frenética en una "jam session"
¡Wail! ¡Whap!
Charlie reventaba sus pulmones para alcanzar la velocidad
que sus fanáticos deseaban
y su eterno atrasarse era lo que ellos querían.
Un gran músico
y un gran creador de formas
que finalmente encuentran expresión
en más y lo que quieras.
Aunque musicalmente tan importante como Beethoven
no era considerado como tal
un gentil director de orquestas de cuerdas
frente a las cuales él se erguía orgulloso y calmo
como un conductor de música en la histórica gran noche mundial
y hacía sollozar a su pequeño saxófono el alto
con claro y desgarrador lamento
en perfecto tono y brillante armonía
¡Tut!
Los oyentes reaccionaban sin demostrarlo
y comenzaban a hablar
y pronto todo el tugurio se balancea y habla
y todos hablan;
y Charlie Parker
silbándoles hasta el borde de la eternidad
con su irlandés St. Patrick Patootlestick.
Y como en las nieblas sagradas
pataleamos y chapoteamos
en las aguas de la matanza y la carne blanca;
y morimos uno tras otro en el Tiempo.

Y qué tierna historia es
cuando se la oyes contar a Charlie Parker
sea en discos o en sessions
o en reuniones oficiales en clubes
(inyecciones en el brazo para la billetera).
Jubilosamente soplaba la corneta perfecta
de todos modos no importaba nada...
Charlie Parker perdóname.

Perdóname por no responder a tus ojos.
Por no haber hecho una demostración
de lo que eres capaz de inventar.
Charlie Parker ruega por mí.
Ruega por mí y por todos.
En los Nirvanas de tu cerebro donde te escondes—
indulgente y enorme—
ya no Charlie Parker
sino el impronunciable Nombre secreto
que lleva aparejado desde aquí hasta el este o el oeste
un premio sin medida.
Charlie Parker: aleja la perdición de mí
...y de todos.

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