No le digas a nadie que estuviste con Margarita”
Fausto. Parte primera. escena XXV.
Johann Wolfgang Goethe
NEGRO
A M.R.V.
Nunca tomes la espada por la hoja
Ni jamás te creas
Más amado de lo que puedas amar
Si no hay canto ni melodía para tu voz
Orfeo dentro de tu terciopelo negro
La noche embebe espíritus saturados
De preguntas y esqueletos
Avanzas tras la procesión de arcanos osarios
No continúes en pos de la columna
Por mucho tiempo
Huirá tu memoria buscando razones
Sin razón alguna
Recuerda
Nunca tomes espada
Porque hiere a víctima y poseedor
A Eurídice inerte en el fondo del lago
Sin embargo las respuestas
Emergen quedas
En el reverbero hipnotizante
Del agua bajo la luna
Nada más éter
Mixtura imperfecta
De santa devoción
Y lo maléfico inconfesable
“De todos los bares del mundo, tuvo que entrar a éste”
entró
con toda la refulgencia de su mirar
visos imperdonables de su averno
reencarnaciones básicas
Y tú, al filo de la cadencia oscura del misterio
Te abres como pétalo mal trecho
¿Podrías dejar atrás proverbios acumulados en vida?
Esas imágenes derruidas
Trizaduras en tu escaparate?
La orilla izquierda de tu lecho?
Locura de cantar al mar
Óleos y lágrimas, Orfeo
O sólo sumergirte
Hasta sucumbir en tu penuria?
La incertidumbre luce bizarros atavíos
Te los calzarás?
¿Relegarás la aurora
En que diste con destinos
Emponzoñados por tu sangre
y sufrir en ciernes?
Nadie sabe cuántas puertas se cerraron
Sin intención
Ni sabrán las puertas que cerraste
Ni tu afán de vestir sombras con piel
Que se hizo polvo
Y tú en hinojos
Reconstruyendo recreando padeceres
Como niño armando rompecabezas
A la madrugada
Abrazando absurdos
De tus hambrientos anhelos
No dirás nada
Los amantes no quiebran
Su confesionario de lágrimas
No reanimarás a Eurídice Luz
En sus cabellos negros y vientre vacío
Con versos orientados a elevar vuelo
Porque no la alcanzarás
Con alas arrancadas a la congoja
Encubierta en sollozos
Y el comienzo abrupto
Del descenso
Tránsito umbrío de la caída
Y reserva que te desterró
No has olvidado
Despierta
Sólo despierta
Besa las flores para tu réquiem.
Fausto. Parte primera. escena XXV.
Johann Wolfgang Goethe
NEGRO
A M.R.V.
Nunca tomes la espada por la hoja
Ni jamás te creas
Más amado de lo que puedas amar
Si no hay canto ni melodía para tu voz
Orfeo dentro de tu terciopelo negro
La noche embebe espíritus saturados
De preguntas y esqueletos
Avanzas tras la procesión de arcanos osarios
No continúes en pos de la columna
Por mucho tiempo
Huirá tu memoria buscando razones
Sin razón alguna
Recuerda
Nunca tomes espada
Porque hiere a víctima y poseedor
A Eurídice inerte en el fondo del lago
Sin embargo las respuestas
Emergen quedas
En el reverbero hipnotizante
Del agua bajo la luna
Nada más éter
Mixtura imperfecta
De santa devoción
Y lo maléfico inconfesable
“De todos los bares del mundo, tuvo que entrar a éste”
entró
con toda la refulgencia de su mirar
visos imperdonables de su averno
reencarnaciones básicas
Y tú, al filo de la cadencia oscura del misterio
Te abres como pétalo mal trecho
¿Podrías dejar atrás proverbios acumulados en vida?
Esas imágenes derruidas
Trizaduras en tu escaparate?
La orilla izquierda de tu lecho?
Locura de cantar al mar
Óleos y lágrimas, Orfeo
O sólo sumergirte
Hasta sucumbir en tu penuria?
La incertidumbre luce bizarros atavíos
Te los calzarás?
¿Relegarás la aurora
En que diste con destinos
Emponzoñados por tu sangre
y sufrir en ciernes?
Nadie sabe cuántas puertas se cerraron
Sin intención
Ni sabrán las puertas que cerraste
Ni tu afán de vestir sombras con piel
Que se hizo polvo
Y tú en hinojos
Reconstruyendo recreando padeceres
Como niño armando rompecabezas
A la madrugada
Abrazando absurdos
De tus hambrientos anhelos
No dirás nada
Los amantes no quiebran
Su confesionario de lágrimas
No reanimarás a Eurídice Luz
En sus cabellos negros y vientre vacío
Con versos orientados a elevar vuelo
Porque no la alcanzarás
Con alas arrancadas a la congoja
Encubierta en sollozos
Y el comienzo abrupto
Del descenso
Tránsito umbrío de la caída
Y reserva que te desterró
No has olvidado
Despierta
Sólo despierta
Besa las flores para tu réquiem.
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