domingo, marzo 09, 2014
PEQUEÑO EJERCICIO por ELIZABETH BISHOP
Piensa en la tormenta que ronda por el cielo
como un perro en busca de un lugar donde dormir escucha cómo gruñe.
Piensa cómo ha de verse el cordaje del mangle
tendido allí afuera e insensible al relámpago
en oscuras familias de fibras ásperas,
allí donde a veces una garza se despeina,
sacude sus plumas, hace un incierto comentario
cuando a su alrededor el agua brilla.
Piensa en el bulevar y las pequeñas palmeras
clavadas en fila, que se revelan de improviso
como puñados de flexibles peces —esqueletos.
Está lloviendo allí. El bulevar
y sus rotas aceras con hierbas en cada ranura
sienten el alivio de estar mojados, y el mar de
refrescarse.
Ahora la tormenta vuelve a alejarse en una serie
de minúsculas, mal iluminadas escenas de batallas,
cada cual en “Otra parte del campo”.
Piensa en alguien que duerme en el fondo de un
bote,
amarrado a las raíces del mangle o al pilote de un
puente;
piénsalo indemne y apenas perturbado.
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