Adivino tu llegada, sin sacarme los ojos
te miro de un lugar donde el aire no espanta
y el fuego cae de bruces
para contar sin copia los silencios.
Te miro desde un pasillo acomodado a mi distancia
donde mi luna se vuelve tan abierta
que cruza el desmentir
y sin cuestiones de fe
se marca la ruta en un designio
se escuchan otras voces el día de mañana
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