Más allá de la sensualidad, la
desafiante sexualidad de Anaïs Nin y su carácter contestatario hacia la moral
de la primeras décadas del siglo XX; encontramos una esencia potente: Mujer,
mujer como desafío ante la vida, mujer como dueña y empoderada de sus
sentimientos y de su vida sexual, no se engañe, los sentimientos afloran en
cada párrafo de esta escritora, resulta interesante leer el libro Incesto, un
diario amoroso.
Denni Zú utiliza su admiración para
recorrer espiritualmente en sus propias
palabras la impronta dejada por los pies de Anaïs… esta no es una invitación
para todos, sólo para aquellos que en su horizonte exista el amor en toda su
plenitud, en todas sus versiones, en lo lúdico de las experiencias a las que
podamos ser protagonistas.
Hay en sus versos un amor mayor, admirable, consistente,
brillante: el amor y la conciencia de ser mujer, en ambientes tórridos, oscuros
donde se pueden susurrar las palabras
precisas para abrir todas las puertas , no sólo las del placer ya que esta es una de las
dimensiones que recorre la poeta.
El acto amatorio y lo que le rodea
se vuelve ritual, una mezcla abierta desde la pasión la ternura, hasta la perversión en una
palabra: Transgresión. No hablamos de
una exploración ni una secuencia de imágenes… sino de invocaciones, el
ataviarse de amante sin obstáculos ni consideraciones más allá de las que puede
interponer la conciencia.
La palabra hecha impulso
eléctrico entre los versos, musicalidad
diáfana y a ratos sensualmente sugerente como para enfrentarnos a las atmósferas
en que se desliza la poeta. Las citas de Anaïs resultan las premisas que abren
el amplio espectro de lo ya dicho, insinuante a ratos apostrófica, pueril, ansiosa,
evocadora parece testigo de ese triángulo amoroso de Anaïs- Henry- June, me
trae a memoria este pequeño párrafo de Nin : “Sin embargo, soy yo quien trabaja
para Henry y June, pero con un espíritu rebelde. Consciente de que no hay razón
para acusarme o castigarme, de que, por fin, estoy libre de culpa y merezco ser
feliz.” O a su propia opinión:” Siento que soy como una Santa Teresa del amor,
que nadie conoció la exaltación, el fervor místico, la totalidad destructiva de
mi amor. Como me quema y me devora.” Una pincelada de su carácter.
Pues, creo fervientemente que VERSOS
PARA ANAÏS es la proyección de la íntima admiración, proyección de espejos y
cenizas, los versos producto de un oficio pulcro, claridad en las imágenes, una
cadencia precisa. Notable el trabajo en los poemas de la serie {AMÉ} cuya ubicación previa al último poema “A Ella”.
Ante la proposición de Denni Zú: “La piel es piel el amor, otra
cosa” . Este abismo que parece insinuar este verso es infringido antes y después,
la poeta definida como mujer universo, trashumante
entre las experiencias vitales de la
sexualidad y la sensualidad:
“En qué quedamos/ usted con su
boca húmeda/ yo con mi perversión de otros tiempos/ expropiemos/ el sentimiento
del cuerpo.”
O el sabor de la vida en los
labios:
“Tengo treinta y tantos lamentos/
que me desacreditan/como “la mujer de mi vida””
O la seguridad de su presencia
ante el amante:
“Palabréame/ conjuga los verbos
en mis pliegues/ cubre mis carencias/ trátame como sustantivo propio/ tan
propio/ que ningún nombre sonará igual al mío.”
El yo lírico, esa voz susurrante
de Denni Zú transgresora en si misma abrasa provocando en la imaginación del lector, los
rincones a donde nos quiere guiar con su verso. Estructuralmente coherente
VERSOS PARA ANAIS, no cierra la puerta para una continuación de la misma. Una
propuesta atrayente y sugestiva.
Versos para Anaïs, ÁrbolAnimal
Ediciones.
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