La obscena virginidad obsede, su templete
color de rosa no deja de
atraernos
como la miel a las moscas, y zumbamos
frenéticamente nuestros cantos,
en vuestro nombre y alabanza
oh señora de los cuernos del cielo y de las
pequeñas lesbianas
que se nos ríen en la propia cara.
excelente
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