Si Contamos los respiros de
Ágata, el fervor con que sueña lo que sueña, los respiros y el fervor con que
respira y las vértebras necesarias para mantenerla en pie como el milagro de las imágenes,
naderías Ágata, naderías y la nada para que nos extendamos sobre todo, toda una
existencia respirando porque existe Ágata cada hora y hora tras hora y todos los seres son representación de su
respiro, cuento tus existencias Ágata y
tu nombre no se envilece mientras lo repito entre las pitonisas y los pituncios
y los renuncios urgentes del corazón, con su tic tac incansable incontable
inconsciente sin tapujos y pujos bajo la
bóveda inconstante, incandescente, insoportable jugando a criar bestezuelas
rebeldes febles mortales y alcaloides. Te pierdo, te enciendo o te dejo en el
remanso extenso de las extraviadas formas verbales, para disipar entre dos o
tres palabras infernales, infidentes, infantiles el dislocado dintel de todas las dimensiones.
Raptarte debajo de las barbas del tiempo, estar frente al mar-océano, abrazar y
besar sentir todo prohibido, perseguido, proscrito y preterido. La sal de la
sal en los cuatro rincones de todo universo,
comerte a verso y reverso, un
prisma perverso donde hallarte exquisita, detenida, imperecedera y certera. Sin
freno ni espacio ni área ni perímetro y juego y muero y
fuego consumiendo hasta el tuétano de mi alma. Me entrego, refriego, me niego y
ruego ciego y nada más y nada más y nada más y yo satélite constante de su
pensamiento, testigo de su florecimiento, su explosión de mariposas y posas y
rosas y prosas y glosas y sotas y lozas y cosas y otra vez. Perplejo y abismado oracular
e inmerso en tu recuerdo ante la disonancia de las mancias y las hojas rancias de la poesía y Ágata a la
inversa, perfectamente imperfecta, piedra fundacional y resonancia, porque así
lo cree y con eso basta. Ágata emerge, crece, mece, remece, enternece,
estremece, envejece, fenece y reverdece y emerge y crece y mece y remece y
Ágata recrudece, perece y se hace perenne y respira y suspira y mira y
recrudece y enmudece, tristemente
enmudece.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario