viernes, febrero 12, 2016

AGATA DE FUEGO por EDUARDO J. FARIAS ALDERETE


Si Contamos los respiros de Ágata, el fervor con que sueña lo que sueña, los respiros y el fervor con que respira y las vértebras necesarias para mantenerla  en pie como el milagro de las imágenes, naderías Ágata, naderías y la nada para que nos extendamos sobre todo, toda una existencia respirando porque existe Ágata cada hora y hora tras hora  y todos los seres son representación de su respiro,  cuento tus existencias Ágata y tu nombre no se envilece mientras lo repito entre las pitonisas y los pituncios y los renuncios urgentes del corazón, con su tic tac incansable incontable inconsciente sin  tapujos y pujos bajo la bóveda inconstante, incandescente, insoportable jugando a criar bestezuelas rebeldes febles mortales y alcaloides. Te pierdo, te enciendo o te dejo en el remanso extenso de las extraviadas formas verbales, para disipar entre dos o tres palabras infernales, infidentes, infantiles  el dislocado dintel de todas las dimensiones. Raptarte debajo de las barbas del tiempo, estar frente al mar-océano, abrazar y besar sentir todo prohibido, perseguido, proscrito y preterido. La sal de la sal en los cuatro rincones de todo universo,  comerte a verso y reverso,  un prisma perverso donde hallarte exquisita, detenida, imperecedera y certera. Sin freno ni espacio ni área ni perímetro y juego y  muero  y fuego consumiendo hasta el tuétano de mi alma. Me entrego, refriego, me niego y ruego ciego y nada más y nada más y nada más y yo satélite constante de su pensamiento, testigo de su florecimiento, su explosión de mariposas y posas y rosas y prosas y glosas y sotas y lozas y  cosas y otra vez. Perplejo y abismado oracular e inmerso en tu recuerdo ante la disonancia de las mancias  y las hojas rancias de la poesía y Ágata a la inversa, perfectamente imperfecta, piedra fundacional y resonancia, porque así lo cree y con eso basta. Ágata emerge, crece, mece, remece, enternece, estremece, envejece, fenece y reverdece y emerge y crece y mece y remece y Ágata recrudece, perece y se hace perenne y respira y suspira y mira y recrudece y  enmudece, tristemente enmudece.

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