En la narrativa actual del norte de Chile, resulta evidente (aún más que en nuestra poesía) el viraje hacia otras posturas estéticas, distintas a lo que habitualmente se ha considerado "literatura nortina".
Y con "literatura nortina", nos referimos, a la prosa "pampina", con mayor o menor dosis de moralina o moraleja, que es básicamente donde se ha ido encasillando la identidad de nuestra zona.
Tomemos el caso de la novela "Alto Hospicio", de Rodrigo Ramos. Nos cuenta la historia del connotado asesino en serie, pero desde una perspectiva que resulta más descriptiva que axiológica o moralista. Nos habla de los inmigrantes, de la droga, de la pobreza. Del llamado "mundo de la noche". De Internet. Son temas que, me parece, están surgiendo con fuerza en estos ultimos años, en la obra de diversos autores radicados en la zona, y que se alejan del llamado "mundo pampino". La técnica narrativa también varía: se toman prestados elementos de la ciencia ficción, del cómic, y entre otras cosas, se bastardea la técnica periodística llamada "gonzo", donde el periodista es parte de la noticia, la relata desde un punto de vista netamente subjetivo, enfatizando aspectos de la misma, apelando a recursos reales y ficticios.
Se apela a la realidad actual, sucia, dura, pero innegable. El ámbito ahora es más citadino que pampino, las salitreras desaparecieron (excepto una), y ahora vivimos una cotidianeidad que une a la gente que se pierde días "arriba", en la mineria, con un collage tercermundista postmoderno, con abismantes brechas entre pobreza y riqueza, mezclados todos como en un merengue, al decir del tango. Evidentemente no es el mundo pampino al que la literatura nos ha tenido acostumbrados desde el siglo XX, sino uno igualmente duro, pero con otros códigos, otros ámbitos, otras perspectivas. Nuestro presente. Y posiblemente, buena parte de nuestro futuro.
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