La relación del poeta con Dios ha
tenido los más diversos matices en el
planisferio de los sentimientos, desde la poesía ascética, la ateísta hasta la
derechamente iconoclasta han depositado
en versos los latidos más extremos. En Luis Kong conviven una fe puesta
a prueba y una animosidad, hay una marca, una especie de cicatriz filosófica en
el pecho del Yo Lírico en el poemario. Los sucesos de la historia del mundo, la
evolución política y la propia existencia han demarcado ese contemplar a Dios
como alguien a quien lanzar las amargas diatribas que no logran menguar una fe
a toda prueba.
El título “Ojos de la carne”
parece tener la intención de diferencian
los ojos que llevamos en el rostro a los ojos que porta el alma y que es por
idea de los hombres aún más profundos en la observación de la naturaleza y de
Dios.
Kong ha salido del marasmo del
fin del siglo XX, con el temor al fin de
la civilización y la búsqueda de respuestas que no llegaron ni llegarán, pero
el poeta parece sortear este dilema existencial y asevera:
“El siglo XXI, sin embargo,
Nos traerá a un Dios renovado en
Materia religiosa
Los ricos entrarán por la puerta ancha
Al reino de la pobreza material
Los torturadores tendrán casa propia
Y los muertos volverán a renacer intactos
De la putrefacción espiritual”
Hay una férrea relación tecnología-religión, en que la última
se expande para abrazar (y abrasar) a las multitudes, hay una suerte de prosternación
teñida de sorna.
El circuito energético de los
versos se inclinan y corren a través del post modernismo entregando interesantes imágenes, la cita política y la
acerada antipoesía que crean estructuras que mantienen el interés del lector :
“Como decía el finado,
Tengo fe en Chile y su destino
Tengo fe en la concertación de partidos
Por la teocracia
En los líderes de opinión
En los Legionarios Renovados de Cristo
En los terapeutas religiosos
En los normalistas de antaño
En la Comunidad Indígena Amazónica”
Mas en todo esto se encuentra
una calibración del alma mediante confesiones, o las palabras que van dejando atrás
la historia personal de la falta de fe, el golpe del 73 y la posterior diáspora
forzosa y boreal de sus compañeros de
ruta:
“ Que otros iluminados más
crueles que yo
Escriban su furia contra el
maleficio
En lo que a mi respecta
puro monólogo de tristeza de
fin de siglo
Y es que mis amigos
o están muertos
o escriben esporádicamente
desde el exilio boreal
Algunos
fueron internados de urgencia
en hospitales siquiátricos en
Antofagasta
Uno sigue solo en verdad”
Hay un trabajo de menciones
que nos van guiarnos en la estructura general del poemario, la Escuela de
Praga, Fukuyama, Roland Barthes, Umberto Eco, Teoría Apocalíptica integral,
Sara Tustra (homófona del Zaratustra ( Zoroastro de Nietzsche)), escuela de
Frankfurt, Marcuse, Sartre, Chomsky y especialmente Baruch Spinoza. Este último
filosofo holandés del siglo XVII que postulaba
Que el universo estaba hecho
de una sola substancia la que a su vez también es su causa, un Dios “Naturaleza” la manera de invocarlo es en definitiva, el modo de mostrarse rebelde con el universo.
Su poesía es pulcra denotando
un oficio cuyo pilar principal es la razón antes que el sentimiento, el que
parece demostrarse mediante las palabras precisas llevando de la mano al lector
por las miasmas racionales de la soledad , del abandono y de la historia que se
debe cargar día con día.
OJOS DE LA CARNE DE Luis Kong Editorial Forja.
2004
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