Escribir acerca de Alexis
Figueroa siempre será un reto. Desde la Neovanguardia de los ochenta, a la
llegada de la democracia con las generaciones de nuevos poetas con ansias de
crecer y conocer Figueroa representó una línea señera, un impulso para adentrarse en las figuras que
mantuvieron por los 80 la cultura under
que cohabitaba con el concepto férreo acuñado por la dictadura: “el apagón
cultural”.
Ya leer “Alicia en la clínica” en
el año 1994 ingresar en el nuevo mundo de la poesía que entregaban Rodrigo Lira, Enrique Lihn, Tomás Harris, Teresa Calderón, Soledad Fariña, Elvira Hernández y otros que en este momento se
escapan de la memoria, el momento exacto en que la poesía dejo de ser Neruda,
un pálido Huidobro o un celebrado Parra.
El desprevenido lector no se percataría
de que está ante un poemario “ochentero” si no es por conceptos que actualmente
ya no existen o la ausencia de los términos de las décadas del siglo XXI, a
pesar de esto goza de una frescura que al parecer se mantendrá en el tiempo.
Para los amantes de la
memorabilia habría que decir que el poeta en comento obtuvo el Premio de La
Casa de las Américas en 1986 por el poemario Vírgenes del Sol Cabaret Inn, un
poema en conjunto, atractivo, inquietante, pletórico de lecturas y relecturas,
un reto a los sentidos líricos y un controversial concepto de la mujer, apenas
aceptado en los ochenta, década timorata, y
en la actualidad potencialmente en juicio por grupos feministas (Si
tuvieran la oportunidad de “mal interpretarlo”). Me refiero directamente a
vigorosa vinculación entre la figura femenina con el placer sexual, una suerte
de “cosificación” de la mujer, obviamente a través de las eras de la humanidad
se mantuvo esa sensación esa visión utilitaria que convivió con otras, tema
digno de miles de estudios sociológicos. Esta cosificación logra que las mujeres
contenidas en estos versos son capaces de transformarse, enajenarse
(comercializarse) capaz de volverse una máscara, actuar en el rol que se le
encomiende y el que se pueda transar en dinero.
“Apuren paso para ver como bailan las muchachas,
doblando su cintura, fragiles palmeras azotadas
por el viento tropical.
Venid a los túneles de carne, calientes y esponjosos
os esperan
Las rociaremos con champaña si bebéroslas desean.
(si lo quieren) mantel, mesa serán de vuestra cena.
Las decoraremos, pintaremos, moldearemos.
La cara en general, sus dos rosados labios,
el largo del vestido.”
Figueroa adopta una visión
crítica ante lo plástico de los medios de la televisión cuando la misma
explotaba a mansalva a la mujer en programa en horario nocturno, cuando el
régimen apostaba férrea y
financieramente para distraer a la nación,
recurso que a regañadientes de la facción
femenina de la oligarquía
gobernante. La introducción de una exigencia estética de la mujer, la creación de un estereotipo distante de la
mujer común y que se separaba abismalmente de los predominantes en décadas
anteriores.
“Entrad ya, no paséis frío,
vien benidos al cabaret del invierno luminoso,
vien benidos al salón de los bellos engranajes,
vien benidos al tunel del amor en las muchachas
de las luces de neón.
Vien benidos, pero antes recordad, mirad el lema,
que nuestro gigantesco zepelin de propaganda
escribe en sus costados, sobre el cielo:
“ELLAS SON PASTA MODELABLE/USTED PIDE/USTED
PAGA/ ELLAS SON ARCILLA EN NUESTRAS MANOS”.
Ahora este régimen se ve de
alguna manera tangencialmente representado por toda la seguridad que rodea, es ahí
que las “Zonas de Peligro” un homenaje a Tomás Harris, se materializa como un
ciberboite, un puticlub rodeado de una zona militarizada, de
alguna manera me queda la sensación de que estos versos me entregan un ambiente como la ciudad de
Blade Runner, las luces de neon y la
oscuridad, el tratamiento estético de
Riddley Scott que de alguna manera se puede traducir con una deshumanización de
sus habitantes, se me antoja que las vírgenes
del sol inn cabaret son “replicantes” femeninas programadas sólo para entregar
placer de las diversas formas en que se pueda lograr, y de fondo a The Police
con la canción “Hungry for You (j'aurais
toujours faim de toi) del Long Play Ghost in the Machine… recordar la portada
del mismo que a primera vista aparecen tres ciber signos como de los relojes de
cuarzo, como ideogramas chinos que a luz de un vistazo más profundo nos
percatamos de la representación de sus tres integrantes, grupo que es citado
apropiadamente por Figueroa.
Mucha atención con la prosa
poética de “El Show del Salón Azul”, “La ciudad de una película. Welcome to
the machine II”.
“Adentro de los bares la gente
intenta ser normal. De pronto los
edificios son móviles al rojo vivo y nosotros sombra de óxido sobre las
estructuras del acero. Los buses policiales
son Stabiles de cuerpo negro. Dos más dos son cuatro enseña la maestra
mientras en la puerta observa the Donald Duck Police. El aire parece el metal
sucio de un espejo, disfrazando las cosas: (ahora) “Vamos a la maquina
Buck-Rogers, al subterráneo de los flipers”, escriben los aviones en el cielo.”
Uno de los recursos mejores
logrados en la estructura general del Vírgenes
del Sol Inn Cabaret es el trabajo de las citas, siempre arma de doble
filo, pero que utilizado de buena forma y como puntal en el poema puede hacer más fluido el
concepto que se desea entregar, la sucesión de citas y nominaciones nos entrega
atmósfera, incluso temporal. Comencemos por los poetas, nombramos a Harris
encontramos a Maquieira, dentro de los nacionales, escritores celebérrimos como
William S. Burroughs, Georges Bataille, Antonin Artaud, Isidore Lucien Ducasse
Conde de Lautréamont, Allen Ginsberg, el Marqués de Sade y el omnipresente,
invisble y no citado Philip K. Dick. Pintores como Veemer, Rubens, Boticelli y
el excelente Hieronimus Bosch. Músicos como Pink Floyd (Welcome to the
Machine), Led Zeppelin, The Police (Ghost in the Machine), Madonna, Rolling Stones, Tina Turner y otros como Pier
Paolo Pasolini y Fellini entre otros y
un gran etc.
Atentos al trabajo gráfico dentro
del poemario que más que un apoyo estético logran ser imprescindible, en el
sentido de que, nos entrega una atemporalidad, ya que del contenido que podríamos
situarlos en un futuro distópico, la
década de los ochenta a través de las citas e imágenes y las fotografías del siglo antepasado de la década
del setenta, simplemente muy apropiado.
“Vien venidos” a
una de los más brillantes masterpieces de la neovanguardia ochentera de
la poesía nacional, Ediciones Cinosargo se encarga de traerla a los lectores de
la actualidad, esta es la cuarta edición desde la premiada versión por la Casa
de las Américas, con modificaciones cada una de ellas. Alexis Figueroa logra no
dejar impávido al lector.
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