Los pasos del espíritu no dejan
huella
sobre esta tierra estéril,
de pequeño tus dedos peinaban mis
cabellos
y me seguías mientras el mar
atestiguaba
mi dolor de infancia
recogiste los clavos oxidados de
mi tortura
y las palabras torpes de mis travesuras
escuchabas atenta los suspiros
entre hoja y hoja
de viejos libros, ninguno era
libre
ni tú en tu tierra de espíritus
ni yo en el amanecer de esta
tierra
de vivos sin vida y con giros de
carrusel
tejiste un cielo con gaviotas
por si intentaba sonreír
y sólo terminé lanzando piedras
al oleaje.
me aguardabas en la
humedad
del rocío cada mañana
en el frío lamiendo rudo mis
huesos
crei saber que detuviste mi
sangre
al quebrar mi frente
o despertarme mientras el fuego
devoraba mi casa
esta tierra estéril de muchas
formas te reclamo
nunca entendí, nunca
todo se empequeñeció, los árboles
alrededor de la plazoleta
el monolito donde jugábamos hasta
el anochecer
jamás supe tu nombre y hoy que a
minutos sordos
voy agonizando,
ya no me pregunto tal cosa
mis pasos no dejarán huella en la
tierra estéril.
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