Al encontrarme con NECROSPECTIVA I , fue un golpe a los sentidos, casi como el que recibí hace treinta años con Edgar Allan Poe y hace veintitrés con Lovecraft. Trece con Lord Dunsany. Cuando el lector es seducido con las imágenes, la tarea de la lectura , pasa de un pasatiempo a una pasión. Sobre todo cuando el autor en la honestidad de su obra te exige uno cuota de imaginación en este mundo bombardeado de imágenes fáciles, efectistas, embriagadoras y en que la velocidad domestica a la mente con éxito impresionante. En la narrativa de Espinoza Bardi no encontramos eso, en la serie, la primera Necrospectiva es una lectura y relectura íntima a nuestros temores , un terror sugerente , incisivo a ratos mordaz con el espíritu del lector , cauto o incauto .
Con NECROSPECTIVA II , vamos al exterior, una serie de figuras siembran en nosotros, lectores, un terror, un asedio permanente a nuestras emociones, las figuras siniestras pueblan esta obra, cuestionándonos nuestros principios, en el sentido de experimentar escenas de las cuales nos sentimos extrañamente participes, a veces nos violenta y a veces nos asquea : entregándonos una lección de hasta dónde llegan las bajas pasiones y hasta dónde se limitan nuestras pesadillas.
Los críticos y los doctos podrían criticar desde el efectismo (necesario en este género), hasta el afincarse una fama gratuita con personajes abyectos de este mundo que todos compartimos, pero desde este mismo punto , puedo aventurar desde mi juicio que la utilización bien forjada se aparta de estas críticas para mostrarnos un trabajo sólido con o sin retroalimentación del lector, me explico, para mí la lectura es un juego , desde la lectura de La Comedia Humana de Balzac, hasta Pacha Pulai de Hugo Silva, se exige un juego de imágenes , la reencarnación de los personajes con alguien de la realidad cotidiana y porqué no, la de nosotros mismos desde el protagonista o el antagonista hasta un personaje terciario… acá no sucede, esta obra te exige una inteligencia capaz de sobreponerte a tus sentimientos y ser testigo de escenas que despiertan el morbo y aquí Espinoza Bardi tiene un innato talento.
LA MALDICIÓN DE LOS WHATELEYS, es un mero pero importante acto de reverencia a una de las importantes, talentosas influencias del género terror, un maestro no reconocido en su momento por la crítica y el mundo: Howard Phillips Lovecraft que quizás los años treinta del siglo anterior no fue reconocido en su real medida, este sincero homenaje nos muestra un estilo híbrido en el autor en comento, en que de la mano con el autor afamado origina una comunión perfecta para darle un lustre propio.
A aquellos que disfrutamos de la lectura de estos tres libros, esperamos una cuarta obra con tintes de maestría, una exigencia natural a alguien que ya lanzó una invitación al universo oscuro y profundo de nuestros instintos, de nuestros temores inconfesables un logro que pocos autores pueden anotarse a sus acervos. Una lectura y relectura recomendable.
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