La Pintura junto a la Poesía son en mi opinión; formas puras, universales y transversales de arte. Por más que la poesía
en sí sea creación, POIESIS y recrea en su propio contexto matices, melodías lo cromático de las sensaciones en los versos, combate casa a casa , alma a
alma con la pintura, no son contrapuestas, se complementan se sugieren y hasta
se susurran. Hay poetas pintores y pintores poetas, porque al parecer estas
artes comparten los códigos vitales necesarios como para proyectar el espíritu del
artista a este mundo real y descarnado.
Guido Arroyo hermana en
Naturaleza Muerta estas dos artes, pero no sólo eso, la intrincada, pulcra y
elegante poesía nos revela en unos trazos
un mundo de filosóficas dimensiones que nos sumerge en una cosmogonía teñida de los matices
del intertexto y las citas textuales, un pasaje a los contextos inimaginables
que nos mostraron las vanguardias de principios del siglo XX, sobre todo el
surrealismo en su estado más salvaje con Magritte y Duchamp. Sugiere,
demuestra, seduce y golpea con imágenes claras nítidas y propias de
este mundo, el real, en giros que no destemplan en nada la forma del cuadro
total que es este libro, un cuadro que retrata una realidad determinada.
Ahora, hay una forma
metamorfoseada del libro que tiene, lamentablemente, poca difusión, porque de
hecho así debe ser, el LIBRO OBJETO, en que la poesía o la literatura se
conjuga con el objeto en sí, sin corromperse sin perder su esencia y sin
embargo en la forma ir más allá de un libro, me explico, puede ser pequeñas
cajas con pocas palabras y objetos “inertes”, poesía visual , dibujos todos
creando una concreta unidad artística un crossing de arte, un concepto. Pues
bien valga esta pequeña explicación para decir que este libro en comento debió
ser eso, pero no es así; porque al lector atento , cada poema, cada sentido, cada intertexto y cada visión crítica
llega a ser un pequeño objeto o un gran objeto dentro de una interpretación
pasiva/activa que los contiene … verbi gratia luego de una serie de imágenes y
sentidos nos encontramos una hoja negra donde los versos simulan en una coloración
pálida la bandera nacional, al reverso de la página una completamente negra,
pero este juego del contenido de los versos allí escritos y la oscuridad de una
página va aún más allá.
Invita, empuja, arrastra en un
salón de cuadros y realidades, abruptos algunos, delicados otros, entre los
oleos, entre la historia del poeta
deliberadamente profunda y la cotidianidad que se diluye en pensamientos
existencialistas reafirmando una cosmovisión digna de un libro objeto, uno que queda en la memoria sin la necesidad de tenerlo entre las manos. La
firmeza y creatividad acompañada de un oficio indubitable entrega en Naturaleza
Muerta una cosmovisión en que nos visitan Pintores, Diseñadores, Fotógrafos,
Antropólogos, Trovadores, Filósofos, Poetas, grabados y daguerrotipos, instantáneas
irreversibles de una angustia que parece el mal de la humanidad y a la vez la
madre de las artes. He ahí la contraposición
del sentido del título y lo que contiene este libro, poemas, representaciones
que no son objetos inertes.
Pero no se engañen Naturaleza Muerta NO ES UN LIBRO OBJETO, es
un libro de poemas, un libro que va mas allá de las páginas.
Guido Arroyo es un Poeta
Valdiviano, editado en esta oportunidad por Ediciones del Temple.
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