Cierro los ojos para que los
versos germinen, una jauría de susurros corre por los pabellones arrastrando
los colores que alcanzo a atrapar. Hay fuego que renuncia a ser escrito. Anda a
gritos por el vacío donde la palabra engendra luz y oscuridad. ¿Puedes ser
lumbre, mientras cierro los ojos? La música gravita entre mar y sus cristales rotundos. La cadencia desde su pecho te clama. ¿Escuchas esa melodía? Sé
que te busca. Te intuye. Te nombra. Luciérnagas trazan en el firmamento mil
destinos que no logro divisar. Una línea clara delgada deletrea tu nombre por
sobre las memorias del tiempo. Te conviertes en vértigo. En una divina
madrugada, poemas y épocas inmemoriales. De tus ojos brotan mariposas. Y hay un
extenso aroma a libertad en el aire. Una oración ámbar entre el eterno murmullo de la noche. Mantén mis párpados cerrados mientras tus versos se
plasman en esta piel. Se enclaustrará el frío donde se congeló longeva la
posibilidad de vencer a la noche. Y ser luz, luz, luz y más luz entre las luces, ser danza interminable hasta
que el universo renuncie en definitiva. ¿Puedes cerrar los ojos?
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