Te veo. Figura perfecta una sombra que emana de la
sombra de mi mano. Que mis sueños no te posean, no significa que de alguna
extraña manera no seas mía. Yo Tuyo como el crisol de imágenes que en todo momento parece rodearte. Un camino que
siempre estuvo allí con su multitud de nombres. Cumbres que sólo tú podías
dibujar. El ritmo extasiado detrás de
los meses, una rama, una hoja, el número de tus pasos perdidos día a día. Y
entonces los conjuros necesarios para crear bóvedas. Y entonces la época
necesaria para descubrirnos y a la que parecemos renunciar. Abre esa página,
lee esas frases sin márgenes y con oficio de obstáculo. Niña Pez, silenciosa en
el fondo de tu abismo, hay aún detrás de mí una pálida luz que hasta a ti
llega. Hay colores de mi corazón que te buscan sin tregua, hay tonos sepia que
te respiran desde el inicio de las eras y te asemejas al sol cuando desatas tu
fuerza creadora. La vida va cerrando sus calles y murmura en tus oídos, los
muros tienen vocación de limbos, hay suspiros, hay horas siniestras y pocos
versos para descender hasta el abismo, indemnes. Te brilla la piel,
trágica, parece devorar la mía y
disolver lentamente, la esencia torpe de
mis ojos, el opaco movimiento de mis
manos. Te veo.
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