martes, febrero 16, 2010

ELEGIA AL CHANGO LOPEZ (POR EDUARDO DIAZ ESPINOZA)



Apareció este Juan, entre
piedras y covaderas
arrastrando
hedor centenario.
Pobre el hombre, tomó
su bote,
coloca languidez, más
que ollas, hambre desde
sus primeros berridos,
lleno de piojos e hilachas,
una imagen que inspiraba
olor rancio, el pasado del
que emana
esta mezcla de chango y
minero, el Juan, hijo de un
tal López, ahora
es chango y famoso,
hasta tiene un balneario,
allí, hay cualquier
cantidad de amores
y colocadas de gorro,
ya convertidas en relatos
tradicionales.

Debió ser de Coanil
siempre se lo pasaron por
la bragueta, mas
este es el destino,
le hicieron un mono de cemento
frente al hotel, a un maestro
que le sobró mezcla de
una construcción,
le encargaron la “obra”.

Dejen ya
de britanizarnos
la ciudad.

Nos basta con el
Reloj de Porquería.




El P. Lado es un vulgar,
grosero y sacrílego,
mal criado en estos contornos,
esto quiere decir,
no un allegado
como el del banco,
que le cuelgan
más que a cualquier
ser normal,
– lo que ha quedado establecido
como verdad adquirida –
amado bestia que
vive la ilusión como
un pobre, llegando
al grado cero,
mitómano que nunca sabe
lo que ocurre.
El buen vaca,
pero: y ¿Juan? Eso, es
harina de otro costal.



En aquel tiempo…
Juanito se pegó la dormida,
después, una feroz cagada,
y desde entonces, la ciudad
vive bostezando,
a causa de los flujos
de los cambios,
y continúa sus crisis de la adolescencia.
Difícil es hallar aquí
gente célebre por su valentía,
eso sí, hay rocas
eruptivas, toda clase de
minerales, las roquitas
las han ido sacando
para hacer cositas de metal,
el salitre, se fue a la cresta,
pero no faltan
los motivados por fenómenos
tendenciales que
piensan en la
vuelta del “oro blanco”.
Entonces, habrá abundancia,
mayores posibilidades
de créditos, el abaratamiento
de radios, televisores,
tocacintas, videos y películas
porno.



Juan el pobre, Juan Nadie,
el Chango López,
nunca anduvo a caballo
según cuentan;
nunca tuvo las bolas
como platillos,
claro que la gente del norte
chico, siempre cabalga burros,
por eso anda por ahí
el volantines, pues, todavía a
los aborígenes les gusta,
no olvidemos que son
descendientes
de Francisco de Aguirre, el As
de Bastos.
El contacto con la familia,
los seres amados, los ceneís, la
ciudad in crescendo. Claro
que, en asunto de negocios,
nunca tuvo éxito,
su voz y su acción reducida
al silencio,
pero tal fracaso no tiene el
sentido de un mal entendido.
¡Pobre Juan! ¡Qué gil!
Ossa lo dejaba en
pelotas,
a fin de pasar provechosamente,
dicen: Ossa no usaba jabón,
más corredor que árbitro,
muy económico, no aspiraba
neoprén, le bastaban los efluvios
de su bacinica.




Más se ve cuando más se mire.
De por ahí la gente de la
Perla del Norte, economiza agua,
ya que siempre escasea, de tal
manera que la proporción de
cochinos es enorme, no faltando
el sureño que se baña
todos los días y,
por costumbre, esa gallá
se baña porque echa de menos
la lluvia.
No falta el compadre
que asegura, que la chilenidad
empezó en San Pedro de Atacama,
incluso unos ñatos le construyeron
una casa a don Pedro de Valdivia,
él, que apenas dio una miradita
por ahí y se las endilgó para Santiago,
que entonces no era Santiago,
y de Santiago son los “sabios”
que pusieron una plaquita
en la “casa de Pedro de Valdivia”.
Claro que en cosas de historiadores
no me meto, porque no lo soy,
eso es para otro tarúpido que se las
da de conocedor, a ése
el componedor lo bautizó como
“el ladrón de pelotas”;
diré solamente que en Atacama la Chica
hicieron su gran casa de putas,
en unos toldos que levantaron,
don Pedro y doña Inés, Sancho de Hoz,
que no tenía martillo, pero
que se le paraba, reclamó
y lo acusaron de extremista,
por tocar una extremidad de la doña,
y se fue cortado por el cogote.

Después de todo, los españoles,
no bajaron a la mar que venía
grande, y se cagaron de calor
por el desierto, lo cierto es que
le dieron a Juan López, el Chango,
la oportunidad de su vida,
fue la polla gol de ese entonces,
puso sus patitas en Peña Blanca,
territorio de Bolivia, unos añitos
después, un cholo dictador,
Melgarejo, le puso nombre:
Antofagasta.
Armando Carrera de puro picado
porque la Rebeca no le dio boleto,
le cambió el nombre al vals
y la ciudad sigue llamándose
Antofagasta.
No faltan los entendidos
en cosas de toponimia,
cabalito, toponimia, no
potonimia, eso corresponde a
los potos del balneario municipal,
lo cierto es que todavía le buscan
las cuatro patas al gato,
igual como ese que busca
raíces incaicas en el nombre de
Matilla, de donde dicen que son
los alfajores que ahora llaman
de Pica, na’ que ver.

El espíritu aventurero
se fue por el desagüe,
se paraba a hacer muecas
incomprensibles,
carente de sentido biológico,
tú que me escuchas ahora,
dancemos este valse,
ves como la gente anda insana,
todo se ha revuelto,
el mirista Poblete sigue
enterrado en su letrina
del Parque Centenario, ahora le
colocaron hasta una clínica al lado,
para que recuerde sus tiempos
de médico.

No puedo olvidar, o pensar como
un futbolista cualquiera
que a Le Paige se le había
puesto que Adán y Eva eran
originarios de San Pedro de Atacama,
– dato para el huevantines –
y que el paraíso terrenal
debió haber quedado
entre el valle de Jere
y Toconao, angostito y funcional,
un paraíso de cartón, desechable
made in taiguán.
El “ladrón de pelotas”
dale con Atacama, al menos al
Luis Alberto le da por copiar a
Salomón.




A veces uno se equivoca,
“una”, dijo la Marcia Alejandra
cuando iba a ponerle unos velones
a la “santa Juanita” y
cree hallarse en Iquique,
por la enorme cantidad de
maracos que ha llegado,
eso que todavía no vienen
los marinos, ni traen plátanos
de Guayaquil,
son increíbles las cosas
mi buen Chango que pasan
en tu ciudad
poblada de vagos, sapos,
mariguaneros, Conrado Menzel
le robó la carta de Perón
al loco Cáceres, y ahora el
pobre anda repartiendo las puras
fotocopias, el tontito
Fajardo es cuento aparte.
Latcham lo tendría clasificado
como “eslabón perdido”, claro
que hay otros tontos no
menos notables y pasan
inadvertidos, y como
tales los dejaré en el anonimato.
Antofagasta sigue dormida,
sus calles desiertas,
hacen falta el Crazy y el Lola Puñales,
los jotes cagándose en la Plaza
Colón, el alcalde,
puchas que hace falta el Alcalde.

Antofagasta, antofagastita,
se va el siglo XX,
¡DESPIERTA, MIERDA!

1 comentario:

  1. Otravèz oí tu voz y me alcance de lo lejos!! ha pasado el tiempo! más me sorprendió reencontrarte por aquí!!y fué un verdadero Placer ...

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