jueves, febrero 04, 2010

EL ONIRICO DOCTOR PARNASSUS por EDUARDO J. FARIAS ALDERETE



Como postulaba Sigmund Freud “los sueños son la realización disfrazada de un deseo reprimido”, esta es una de las tantas aristas que el film El Imaginario del Doctor Parnassus, generosamente nos entrega.
Terry Gilliam desde Time Bandits, lo cierto es que hay mas producciones precedentes, nos tiene acostumbrados a una estética determinada, a un juego de planos , a tomarnos de la mano y no soltarnos hasta llegar a un final, que la mayor parte de las veces nos deja estupefactos.
La imaginería de este productor, nos sumerge en opacos escenarios y en brillantes fantasías en que los personajes brillan con luz propia, se perfilan independientes del creador y de los intérpretes.
El dinamismo del guión no es de extrañar, por cuanto el ritmo de la trama lo encontramos en otras producciones de Gilliam, como Twelve Monkeys y Fear and Loathing in Las Vegas, a pesar esta aparente hiperventilada trama el espectador no se siente apabullado ni se pierde del hilo central donde todo se vuelve un escenario de teatro.
Vemos al doctor Parnassus disputar continuas apuestas y negociaciones con el diablo, pero aquí, el conflicto no se encarna en el bien y el mal, se deriva en una serie de objetables acciones que van más allá de esas dos valoraciones. Los demás personajes no se quedan atrás, dar un sostén eficiente a la historia, dándonos una serie de moralejas, que cada uno debemos elegir. Hay humor, mucha ironía donde subyace una crítica velada a ciertos sistemas de beneficencia pública interesante de constatar.
El Doctor Parnassus tiene el extraordinario poder de guiar la imaginación de otros, y esta “bendición” dada desde hace cientos de años tiene un oscuro secreto que se va develando a través de la película. Dirige un show viajero, a la usanza de los comediantes medievales, en que el público asistente tiene la oportunidad de elegir entre la luz o la oscuridad y en donde hay un espejo que nos presenta la visión de nuestros sueños, como un mundo onírico en que el Doctor Parnassus nos materializa nuestros deseos más ocultos, nuestras ansias inconfesables tornadas ahora en un escenario real, concreto, fatal. Los juegos de plano tratan de captar ese mundo y lo hacen con mucha eficiencia, desde un determinado momento en la trama, todo se vuelve una explosiva carrera que nos envuelve en imágenes surrealistas que deleitan la imaginación.
Christopher Plummer se luce en una sólida actuación, como el Doctor Parnassus, encontramos a Heath Ledger como Tony, si bien es cierto no es una de sus mejores actuaciones, el personaje no le permitió lucir sus dotes, al menos en lo que efectivamente actuó, recordemos que falleció durante la filmación, sin embargo, el personaje adquiere diversas facetas una vez que traspasa el espejo mágico, allí es encarnado por Johnny Depp, Jude Law y Collin Farrell, lo que le da el corpus a esta delirante historia.
Imperdonable no verla y rendirse a ese universo sencillamente complejo y lleno de maravillas que nos muestra Gilliam en cada una de sus entregas, lo único realmente negativo, es su corta duración. Un regalo a los sentidos.

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