domingo, enero 31, 2010

DOMINGOS O LA SUBSTANCIACION DEL HORROR VACUI por EDUARDO J. FARIAS ALDERETE





El vacío existencial es algo que se podría definir como… mejor no definirlo, cada uno tiene su propio concepto. Horror al vacío, se entiende mejor, sabemos lo que significa, el hombre común lo sabe y si no lo sabe lo intuye, la abogada que se despierta en el lecho que abandonó su amante lo sabe, el hombre que ayer solitario bebía en la barra de un pub lo sabe, el poeta “burlista” que juega con tono afectado su arte poética lo sabe, la feminista despechada, la profesora de vacaciones enclaustrada en cuatro paredes lo sabe, el “motoquero” que corre a toda velocidad sin saber dónde va lo sabe… recuerdo un pastor que desde su púlpito decía: “ afuera llevan una vida vacía! Lo único que quieren allá es comprar una empanada y estar en casa! “ . Son ricas las empanadas sobre todo cuando las compras en el emporio “El Salitre”.
Dónde notamos este vacío de manera tangencial son los días domingo, hay personas que se dedican a lo suyo, después de una semana entera postergándose. Otros intentan cubrirlo con tareas atrasadas intencionalmente. Un buen porcentaje sufre la resaca de un sábado regado, pero ¿Qué hay detrás de ese vacío? Según Schopenhauer la humanidad oscila ente la necesidad y el aburrimiento, las necesidades están presentes todo el tiempo; es indudable… el filósofo equipara el aburrimiento con la necesidad, ¿Estamos aburridos todo el tiempo? Por aburrimiento escribimos, por aburrimiento leemos, por aburrimiento llenamos este día con acciones inútiles, movimientos coordinados con un solo objetivo: MATAR EL TIEMPO, tarea inútil cuando el tiempo es quien nos mata.
Un amigo hace diez años atrás me dijo: “no hay nada mas solitario que un domingo” , de seguro, pensé, es una cita célebre, hasta hoy no he intentado investigar de dónde proviene, ni me interesa. Subyace en la frase una certeza férrea, de eso no tengo duda.
Los siquiatras dicen que huimos de nosotros mismos. La idea es tentadora. Correr a toda velocidad sin saber dónde ir. No importa. Como decía Alejandra Pizarnik:

“Correr no sé dónde
Aquí o allá
Singulares recodos desnudos
Basta correr”

Estamos, digo, me atrevo, una gran mayoría de la población acostumbrados a correr casi sin sentido, a hacer de nuestras existencias la concreción de lo pasajero, la poeta versifica:

“Mi vida?
Un vacío bien pensado.”

A pesar del vértigo con que queramos vivirla, todo parece premeditado, el circo de los artilugios y de las acciones inútiles está en permanente función. Dirás, olvidas el principio de la causalidad, toda causa tiene un efecto, todo acto tiene una consecuencia. Para abstracciones, allá están los libros y nos olvidamos de teorías finalistas.
Aquellos que confiaron en la sencillez de los poetas, están equivocados, sutílmente nos depositan su aburrimiento su vacío existencial, observen estos versos de Claudio Bertoni:

“Sentado al borde o a la orilla
Con las rodillas juntas
Y los pies separados, de un sillón
De una silla,
De un banco de mimbre o de piedra o de madera.
Así es como vivo,
Así es como he pasado 40
O los primeros 40 años de mi vida.
Con el cuaderno éste sobre las rodillas escribiendo.”

Y ya es este tedium Vitae este cansancio; un tópico generalizado. La universalización de un cansancio de hacer nada, un cansancio por el sólo hecho de existir. Como si dieran las palabras la capacidad de encarnar ese cansancio, de recrearlo, abismarlo y encerrarlo en poemas, en toda una extensión de susurros, donde el lector se ve invadido de esa nostalgia, de esa melancolía malsana, poética, improductiva, entonces; A producir!!
A mover las nalgas, a ganarte el sustento diario, ha consumirte 44 horas semanales o más para mantener un status que se vuelve un “círculo virtuoso de producción”: Para que puedas vivir, debes dejar de vivir tu existencia trabajando 8 a 9 horas con gente extraña a ti. Pesimismo? OBVIO.
Bah, pero esto es lo que trae un domingo, la substanciación del vacío y cuestionarse acerca de cosas que ya damos por sentadas, a contrario sensu, Armando Uribe dijo:

“Para qué
Preguntarnos. Para qué
Angustiar la propia angustia con preguntas

¿Para qué? Para eso,
Para vivir con la pregunta al cuello
Angustiados con la pregunta,
Preguntándonos por la angustia”

Entonces, no nos cuestionemos nada, no nos mintamos a nosotros mismos. Seamos como los hombres comunes, el hombre en la barra, la feminista cínica y despechada, la profesora, el poeta, la abogada, saber que ese vacío existe, pero no tomarlo en cuenta.
Sobrevivir hasta donde seamos capaces.

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