martes, marzo 08, 2011

LENGUAJE S I N PALABRAS por WINETT DE ROKHA




Venía escribiendo tu nombre en hojas de
amaranto,
tu nombre espada y cruz y océano de cadencia y
tumulto marino,
cuando perdí la llave única,
entre reliquias, espejos, palomas y corazones rotos. . .
y ahora, escrito está en el correr de muchas aguas.
¡Salir del sueño, pisar lozas quebradas y arañas
que escriben los muros,
beber rocío amargo de albas despeinadas,
volverse como las monedas con sello eterno en la
espalda,
y después, de nuevo, con tentáculos de alma enferma
ir acariciando la apariencia del mundo muerto y de
la muerte!...
Sobre la idea el YO, como oscuras hojas de
yedra,
a pesar de mi misma, a pesar del dolor variable de
las estaciones,

construyendo realidades indescriptibles,
brotadas tan solo como quitasoles sin historia,
en el regazo ardiente de mi conciencia.
Monólogo defensivo, gota de alma que cae
desde un telón de fondo, piedra de río negro y tardío
entre azules cóncavos, piedra que viene a caer
y a chocar contra mi esqueleto,
precisamente, en este instante en que las ventanas
no existen.
Giro a la ribera de mi organismo,
porque las golondrinas escuchan
mi pensamiento, invadido y sangrante
de aquella historia de rosa de fiebre
que se liquidan entre los labios.
Palabras que, por cabalgar la verdad alcanzan
la ficción y se anticipan, amargas,
a la verificación de los olvidos;
(yo quisiera llevaros por mis palabras,
que se hacen palabras entre las palabras,
y con las cuales voy queriendo hacer
este nudo de cadenas e interrogaciones).

Detener la marea, que inunda, sola y oscura, encauzar el espíritu disperso,
aprender a mirar cómo el águila es posible que mire
lo invisible.
Cuando el dolor justifica el papel rojo,
ya es más del mundo y menos del fantasma tenebroso,
que no habrá de hundirse jamás en las tinieblas.

¿Habéis sentido alguna vez el ruido en soledad
hecho,
de unos recuerdos humanos por las galerías,
esos pasos que a la hora del sol gotean luz, en los
castillos que no existieron,
y pasión frente a los tableros redondos,
donde se incendian las pupilas más vencidas?

Mi paisaje por eso es negro: cortinajes
y academias pesadas de tiempo y alfombra
polvorosa,
desteñidos sillones de azul muelle, tornasolados,
mariposas de eterno temblor, intactas, en donde
el azahar no madura, ritmo entre la oscuridad y lo oscuro.

Describo mi trayectoria, como música tibia,
presencia, pena, pan de visita
triste,
lágrimas como uvas de sombra, detenidas
en el extremo sutil de las pestañas,
¡cómo me apodero entonces de la noche sorda,
coagulada de nieblas!

Todas las horas asumen un solo color, una sola temperatura,
una sola cadencia, y un solo
eco,
clavado en las estrellas.

Por eso, abro, también, la ventana y mi mano,
como un pájaro celeste se equilibra, surge, aletea,
cae.
trazando un círculo debajo del cielo y muere,
[oh! como el símbolo secreto, abracadabrante y
desnudo
de la obsesión ramificada,
personalmente inútil, rota, extendida, con negras
perlas de crimen.

El papel recoge tumultuosas visiones
que desmigajan la narración sin hilación aparente...
escudos que son letreros cavernosos
en una superficie incolora, que van agrandando,
el volumen de la desesperación.

Vivo, quemándome, vivo pisando cenizas ardientes.
El sol del Verano hiere mi piel contemplativa.
El dolor es una flor de sombra.
Y cierro la ventana a las moscas de metal
amarillo que me golpean.

Intermitente, agobiada, presurosa, salí de la niñez dolorida,

a la adolescencia atormentada, en donde el deseo
mordía la llama del deseo,
y ahora: hijos en faena.

"Había una belleza de hogar claro, sano,
florido de yuyos puros y
alondras,
pero un día la manchada,
se revolcó en las auroras del tiempo
y asechó y escarbó
y destiló un veneno de culebra sin título
en el corazón del hombre: la mentira cubría
la estampa pintarrajeada de engaño".

Camina por aquí, por ahí, la veo, la oigo,
veo aquellos ojillos pequeños debajo del dibujo trunco,
el ademán aceitoso de mulata, la nariz pinchada,
por los dientes parejos de animal con dientes,
en los que quebraba la sonrisa maldita...
jOh! tanta ceniza derramada por la satánica
ceniza,
pacotilla que enloda las altas montañas del sueño,
nuevo azul de quimera, que emerje, nuevo,
y tu desamor a la siga de los manantiales, joh! girasol frente al muro,

otros hongos, otra aurora de fuego, con otros remotos
porvenires,
y tu recuerdo, de codos en el balcón, frente a frente al camino,
—racimo de aguas negras en clara agua de olvido.

TODAS LAS HORAS ASUMEN UN SOLO
COLOR,
UNA SOLA TEMPERATURA, UNA SOLA CADENCIA Y UN SOLO ECO,
CLAVADO EN LAS ESTRELLAS.

Feliz canción fugaz anida en la ventana,
es el amor que llega de perfil, realizando su estampa
aguda,
audaz como otras veces, sombra de sombras,
acurrucado en mis rodillas, solapado, cruel.
angustiado.

Recuerdos que debieron echar llamas, muriendo;
pero la hermosa mentira, que es verdad, crece
su reserva sentimental en los terrenos
devastados,
aventados al vendaval.

Mi manuscrito es claro, con los brazos abiertos, como el cielo por la mañana:

"Ya estoy aquí, decías, de nuevo, yo, adentro
de tí";
pero yo veía tu cara y no tu alma,
y no podía creer que podía creer lo que miraba,
porque estaba dividida en dos racimos,
de sol y sombra, en dos racimos dividida.

Y las palabras se hacían plumas al caer
sobre mi resignación de manantial herido.

Muchos siglos que los ojos dormidos, que son
los míos,
guardarán tu ser cambiado,
aquellas noches lúgubres de la Primavera que murió
en Primavera,
llenas del horror de tu delirio,
la noche ya doblada y ese interminable coche
que te traía a través del espanto.

Lejanamente, en la inútil presencia del pasado,
sonámbula, tratando de salir a la superficie de un
sueño.
Nunca ya habré de borrar el asombro
y el amargo y funeral sabor de lo indescriptible.
"Nuestro amor venía de antes y su tiempo
debería haberse medido después de morir".

Sólo un presente me invade íntegra,
¿dónde empezó la verdad, esta verdad,
y dónde la
verdad tronchada?
¿comprendéis lo amargo de la juventud que envejece el espíritu?

"Estabas confuso y oscuro, esperándola,
la inquietud de la culpa del alma te hacía discontinuó te gritaba en el rostro, el bruto,
la llamaban tus involuntarios terrores, y la sorda voz del equivocado;
sin comprender aun, lo que comprendía, como se
comprende el llanto,
yo te miraba".

"Uncida a la puerta de la puerta, sentía venir el horror
apretando el corazón contra el muro que temblaba".

"Y caí a la pasada de la desgracia,
porque tiritaba la tierra de adentro, herida en el vientre".

!Qué extraña la palabra "SOL", el Dios del
mundo!
|siento que resurges desdoblándote, entre tus estadios
y ferreterías,
como si te miraras en tus abismosl

Escucho cimbrarse en lontananza mis sueños rotos —velas de un querido navío
perdido-veo
los ruidos negros del viento, absorbiendo los miedos,
los muertos entre los cerezos, y aquel ardiente olor tibio de las abejas,
en el minuto en que mis pies pudieran fotografiar
lo último,
cuando los candelabros esmaltan la sombra...

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