Una vez un beodo
tuvo la osadía de llegar a tocarme
la barba
pero triunfó la fuerza de voluntad puesto que yo
me mantuve
impertérrito no se movió
ni un músculo de mi rostro y el agresor tuvo
que
retirarse sin saborear el fruto de su ofensa
él esperaba que yo me diera por
ofendido para
poder reírse a sus anchas por eso es que yo digo
en mis
conferencias
que la virtud debe estar por encima
de todo
para que nadie sufra injustamente seriedad
y paciencia ante
todo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario