a
los 16 años
en
la época de la depresión
llegué
a casa borracho
y
toda mi ropa
-
los pantalones, las camisas,
las
medias-
mi
valija y las hojas con
mis
relatos
estaban
desperdigadas por el
jardín
de adelante y por la
calle.
mi
madre me esperaba
detrás
de un árbol:
-
"Henry, por favor, toma
esto...
y
alquílate
una pieza."
pero
le preocupaba
que
yo no terminase
la
escuela secundaria
así
que volví
otra
vez.
una
noche entró
con
unas hojas
con
uno de mis relatos
(que
yo jamás le había
dado)
y me
dijo: "este es
un
relato estupendo."
yo
le contesté: "¿en serio?"
y él
me lo entregó
y lo
leí.
era
un relato sobre
un
hombre rico
que
se había peleado con
la
mujer y había
salido
adentrándose en la noche
a
tomar un café
y
había observado
a la
camarera, los cuchillos,
los
tenedores, los
saleros,
los pimenteros
y el
cartel de neón
de
la ventana,
después
había regresado,
he
ido a las cuadras
para
ver y acariciar a su
caballo
favorito
que
lo mató
de
una coz en la cabeza.
por
alguna razón
aquella
historia
significaba
algo para él
aunque
cuando
la escribí
yo
no tenía ni idea
de
sobre que
estaba
escribiendo.
así
que le dije:
"está
bien, viejo, puedes
quedartela."
y él
la agarro,
salió,
cerró
la puerta.
creo
que jamás
nos
sentimos tan cerca
como
entonces.-
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