Sé en mí como la eterna tristeza
del viento del desierto, y no
como son las cosas transitorias−
con la alegría de las flores.
Y tenme en la dura soledad
de riscos sin sol
y grises aguas.
Deja que los dioses hablen quedamente de nosotros
en los días venideros,
las sombreadas flores de Orcus
te recordarán.
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