lunes, enero 06, 2014

150.000.000 por VLADIMIR MAIAKOVSKI



150.000.000 
150.000.000 es el nombre del artífice de este poema. 
Su ritmo: la bala. 
Su rima: el fuego saltando de un edificio a otro. 
150.000.000 hablan por mi boca. 
Esta edición fue impresa con la rotativa de los pasos, 
en el papel vitela del adoquinado. 

¿Hay quién pregunte a la luna? 
¿Hay quién pretenda que el sol le rinda cuentas? 

¿Quién se atrevería a afirmar: este es el autor 
más genial de la tierra? 

De igual modo 
este poema 
no tiene autor. 

Su única idea es 
brillar en el día naciente. 

Ese mismo año, 
en ese día y hora, 
bajo tierra, 
en la tierra 
por el cielo 
y aún más arriba 
aparecieron estos 
carteles, 
octavillas, 
afiches: 

"A TODOS¡ 
¡A TODOS! 
¡A TODOS! 
¡A todos 
los que ya no aguantan más! 
¡Salid 
y marchad juntos!" 

(firmas): 
La Venganza -maestro de ceremonias. 
El Hambre -administrador. 
La Bayoneta. 
La Pistola. 
La Bomba. 
(tres 
firmas: 
los secretarios) 

¡Vamos! 
¡Vamos, vamos! 
¡Ja, ja, 
ja, ja, ja, ja, 
ja, ja! 
¡Se caen! 
¡Eh, Juanón! 
¡Mete billetes en la alpargata! 
¡No vayas descalzo al mitin! 
¡Adiós, Rusia del alma! 
¡Se acabó el pobre! 
¡Ya encontramos otra Rusia! 
¡La internacional! 
¡Vamos! 
Sentado en sillón de oro 
toma té con bizcochos. 

Iré a verle, 
furioso. 
Iré a verle 
tísico. 
Iré a verle 
y le diré: 
"Wilson, oye 
Woodrow, 
¿quieres un cubo de mi sable? 
Ya verás..." 

Llegaremos hasta el mismísimo 
hasta Lloyd George 
Y le diremos: 
"Oye, 
Jorgito..." 
-Hasta él no llegas. 
Hasta él hay océanos. 

Con esos 
no puede 
el jamelgo ruso 

No importa. 
Iremos a pata. 

Despertaba a la llamada 
de los bosques 
Fieras y fierecillas segregaban fuerza. 

Un lechón gruñía aplastado por un elefante. 
Los cachorros formaban hileras de cachorros. 
El grito humano es insoportable. 
Pero la fiera 
se exprimía el alma. 

(Os traduciré el bramido de los animales, 
si no conocéis la lengua animal): 
"¡Escucha, Wilson, 
bola de grasa! 
Si la culpa es del hombre, 
castígalo. 
Nosotros 
no hemos firmado el pacto de Versalles. 
Las fieras, sí, 
¿pero por qué debemos pasar hambre? 
¡Que sufran ellos nuestro dolor animal! 
¡Quién pudiera hartarse una vez más! 
¡Vamos a las Indias, rebosantes de hierbas! 
¡A las praderas americanas!" 

¡Oh! ¡Oh-uh! 
Ya no cabemos en la jaula-bloqueo. 

¡Adelante, automóviles! 
¡Al mitin, motocicletas! 
¡Lo pequeño, a la derecha! 
¡Ceded el paso a los camiones! 
¡Los caminos se pusieron en fila india! 
Escuchad lo que dicen los caminos 

¿Qué dicen? 

"Nos asfixiamos de tanto viento y polvo, 
retorciéndonos en los railes por estepas hambirentas. 
Por dóciles kilómetros sin empedrar, 
estamos hartos de arrastrarnos tras los presidiarios. 
Queremos saturarnos de asfalto, 
ceder bajo el peso del expreso. 
¡levantáos! 
¡Basta de dormir 
carreteras mecidas por el polvo! 
¡Vamoooos!" 

¡Vamos a las minas! 
¡A por pan! 
¡A por el moreno! 
Sembrado para nosotros. 

Sin leña 
sólo los tontos pueden andar. 

¡Al mitin, locomotoras! 
¡Locomotoras, al mitin! 
¡Rápiiiido! 
¡Rápidorápido! 
¡Eh, 
regiones, 
levad anclas! 
Tras Tula, Astrakán, 
una mole tras otra, 
inmóviles 
desde Adán, 
arrancaron 
y avanzan 
sobre otras, con ruido de ciudades. 
Llevando por delante la oscuridad rezagada, 
tropezando con las frentes de los faroles, 
iban al mitin legiones de luz, 
con las zancadas de postes eléctricos. 

Y por encima 
conciliando el agua y el fuego, 
pudriñendose de ahogados, fluían los mares. 

"¡Paso a las olas del Caspio!" 
¡No volveremos a Rusia! 
No en el flaco Bakú. 
En las playas de la jubilosa Niza 
brincaremos con la ola mediterránea.» 
Y, por fin, 
tras el trueno 
de correr y trotar, 
respirando a pleno pulmón, 
en borbotones de nubes salieron por los agujeros 
los aires ya tormentosos de Rusia. 

¡Vamo-o-o-s! 
¡Vamos, vamos! 
¡Y todos 
los ciento cincuenta millones de gentes, 
billones de peces, 
trillones de insectos 
animales salvajes, 
animales domésticos, 
centenares de regiones, 
con todo lo que hay construido, 
lo que vive en ellas, 
todo lo movible, 
inamovible, 
lo que apenas se movía, 
reptando, 
arrastrándose, 
nadando. 

Marcho en avalancha 
¡en avalancha! 
Y retumbaba el sitio 
donde estuvo Rusia. 

Lo importante 
no es comerciar con sacarina, 
¡El corazón quiere ser campana que doble! 

Hoy 
al paraíso 
lanzaremos a Rusia 
más allá de los irisados pozos del crepúsculo. 

¡Ja, ja, 
ja, ja, ja, ja, 
ja, ja! 

¡Vamos, vamos! 
¡A través de la guardia blanca de las nieves! 
¿Por qué las regiones sacan sus carnosidades 
de los límites que por siglos les fijaron las autoridades? 
¿Por qué aguzan el oído de los cielos? 
¿A quién atalaya el horizonte? 

Por eso 
hoy 
los ojos del mundo entero 
están puestos en nosotros 
y todos los oídos alertas 
captan el más mínimo 
sonido nuestro 
Para ver esto 
Para escuchar estas palabras: 
esto es la voluntad de la revolución, 
lanzada más allá de sus últimos límites 
esto 
es un mitin 
armazones de máquinas, 
gentes, y cuerpos de animales, 
esto 
son manos 
patas 
pinzas 
bielas 
levantadas 
aun donde el aire enrarecido 
prometiendo una misma cosa al unísono. 

Olvidad 
a los poetas 
que lanzan aullidos celestiales, 
olvidadlos, 
escuchad esta canción: 

Vinimos a través de ciudades, 
nos abrimos paso en la tundra 
pisamos fango y charcos. 
Vinimos millones 
millones de obreros, 
millones de trabajadores y empleados. 
Vinimos de las casas, 
escapamos de los almacenes, 
de las callejuelas alumbradas 
por los incendios. 

Venimos millones, 
millones de objetos, 
destrozados, 
rotos, 
arruinados. 

Bajamos de las montañas 
reptamos por bosques 
y campos de cebada agostados por los años. 
Vinimos, millones, 
millones de ganado, 
cerriles, 
embrutecidos, 
hambrientos. 

Vinimos 
millones 
de impíos, 
paganos 
y ateos 
con la frente, 
el hierro oxidado, 
el campo 
Recemos todos 
a Dios, con fervor. 

¡Aparece, 
no de un mullido tálamo estelar, 
Dios de hierro, 
Dios de fuego 
Dios, ni Marte, 
ni Neptuno, ni Vegas, 
Dios de la carne, 
¡Dios-Hombre! 
Baja de las estrellas que brillan en las arenas, 
liberado de las alturas, 
terrestre, 
¡sal, 
aparece 
entre nosotros! 
No el que 
«estás en los cielos». 

Hoy 
a la vista de todos 
obraremos milagros, 
nuestros propios milagros. 

Nos encabritamos 
si en tu nombre 
hay que batallar 
en medio del humo 
en el fragor del turno. 

Nuestras hazañas 
serán más difíciles que las del Creador 
que llenaba 
de cosas el vacío. 

No sólo tenemos que construir 
con imaginación nueva, 
sino también dinamitar lo viejo. 

¡Sed, danos de beber! 
¡Hambre, aliméntanos! 

Ya es hora 
de llevar 
el cuerpo al combate. 

¡Más tupida 
sea la descarga 
contra los cobardes! 

¡Contra el montón, 
fuego de metralla! 

¡Que todo venga 
del mismísimo fondo del alma! 

¡A fuego, 
a llama, 
a hierro, 
a luz, 
abrasa, 
quema, 
corta, 
destruye! 

Nuestras piernas 
son abanicos que avientan la polvareda. 

Nuestras aletas son naves 
Nuestras alas son aeroplanos. 

¡Caminar! 
¡Volar! 
¡Cruzar! 
¡Rodar! 
haciendo inventario del mundo entero. 

Si esa cosa es útil, 
bien, 
sirve. 
Si es inútil, 
¡al diablo! 

Una cruz negra. 

¡Acabaremos contigo, 
mundo romántico! 
Basta de fe 
en el alma, 
¡electricidad, 
vapor! 
¡Basta de mendigos! 
¡Embolsad las riquezas de todos los mundos! 
¡Matad cuanto es viejo! 
¡De los cráneos haced ceniceros! 

Arrasadas 
las antiguallas, 
un mito nuevo 
se impondrá en el mundo. 

Romperemos con el pie 
la barrera del tiempo 
Miles de arcoíris 
colorearán el cielo. 

En un mundo nuevo se abrirán 
las rosas y los sueños ensuciados por las rimas. 
Todo estará hecho 
para el placer 
de los niños grandes que somos. 

Inventaremos 
rosas nuevas, 
rosas de capitales con pétalos de plazas. 
Vosotros, 
los marcados con el estigma del suplicio, 
ved al verdugo de hoy. 

Y sabréis 
que los hombres 
pueden ser cariñosos, 
con el amor 
que la estrella trepa por un rayo. 

Nuestra alma 
será 
confluencia de los Volga de amor. 

Todo el que las aguas traigan 
-tú o cualquier otro- 
será bañado por una mirada luminosa. 

Por las arterias más finas 
boaremos 
las naves feéricas de los hallazgos poéticos. 
Y tal como lo escribimos 
el mundo será 
el miércoles 
y ayer 
y hoy 
y mañana 
y siempre, 
por los siglos de los siglos. 
Por el verano secular, 
lucha, 
canta: 
"En la batalla final" 

¡Coreemos un himno común! 
¡Más de un millón! 
¡Multipliquémonos por cien! 
¡Vamos, por las calles! 
¡A los tejados! 
¡Tras los soles! 
¡En los mundos! 
¡Gimnastas de la palabra! 

Y Rusia 
ya no es un pordiosero 
no es un montón de escombros, 
no es ceniza de casas 
Rusia 
Rusia entera 
es un solo Iván 
sus brazos 
son 
el Neva 
y sus pies las estepas del Caspio. 

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