DESPEDIDA por VLADIMIR MAIAKOVSKI
En el auto ya, después de cambiar el último franco, pregunto: -¿A qué hora partimos hacia Marsella? París, corre, despidiéndome, con toda su extraordinaria belleza. Sube a mis ojos, la humedad de esta separaci6n. Mi corazón, de sentimentalismo se ablanda. ¡Yo quisiera vivir, y morir en París, si no existiera, esa tierra, que se llama Moscú!
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