lunes, enero 06, 2014

EL PROFETA por ALEXANDER PUSHKIN


Abrumado por la sed del espíritu, crucé
Un desierto infi nito hundido en el pesar,
Y un ángel con sus seis alas acudió
Donde cesaban las huellas y me hallaba extraviado.
Dedos tenues cual un sueño puso
Sobre mis párpados; por completo abrí
Mis ojos para mirar como un águila vigilante en derredor.
Puso sus dedos en mis oídos,
Que se llenaron de formidable sonido:
Comprendí la música de las esferas,
El vuelo de ángeles por los cielos,
El camino de las bestias reptando bajo el mar,
El embriagante ascenso de la viña;
Y, como un amante que me besara,
Me arrancó esta lengua mía
Llena de mentira y vanidad;
Abrió mis labios trémulos
Y, con la mano diestra ensangrentada,
Me armó con un dardo de serpiente;
Con deslumbrante espada me abrió el pecho;
Hacia él saltó palpitando mi corazón;
Un carbón ardiente oprimió
Contra el fondo de la herida.
Allí en el yermo quedé muerto,
Y Dios me llamó y dijo:
“Levántate, profeta, y oye y ve.
Y haz que vean y oigan mis obras
Todos los que se apartan de mí,
Y quémalos con mi palabra llameante”.

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