Danilo Pedamonte reúne en una vertiente vigorosa de una prosa poética los tributarios de las escenas de las cuales no queremos ver o apartamos la atención. Se nutre de una serie de concepciones que el hombre común acarrea en su diario vivir y de una realidad violenta, lacerante, inhumana a la cual nos es imposible abstraernos, huir, ya que más temprano que tarde nos hace arribar a poco optimistas conclusiones.
Por lo expuesto no es sorpresa que este poeta nacido en Antofagasta , la mal llamada “Dubai de Sudamérica” por malas fuentes como la revista Capital, para ello sólo pasear los ojos un instante a la Perla del Norte, Pedamonte vive en ella , escucha sus latidos , la reconoce y nos descubre una realidad tajante, mas en esta aciaga visión no sólo cabe el regionalismo sino que increpa y equipara a toda la República de Chile , y Chile se transforma en un “sueño” asimilando al ideal “sueño americano” de los United States of América, Chile ¡los mismos jaguares de América!; únicamente un espejismo.
Cito el primer golpe del poeta: “En el párrafo anterior, se escuchaba gemir a la vecina de al/lado, como el traficante de la esquina, le da por el culo./Sus hijos jugaban en el patio,/y su bebé de tan solo meses lloraba de hambre,/el marido, loca de las shoperías,/bebe con los amigos en algún sitio/ de Antofagasta City./Le siguen manoseando los senos, suda como un cerdo, y dice/ que le gusta, que hace tiempo que no lo sentía tan rico.” El ritmo es constante, la voz poética sabe que está dando en el blanco y mantiene despiadadamente la dotación de las imágenes. Es aquí donde se aplica lo que el hombre común puede decir o que contiene de sus opiniones. Antofagasta desde hace años viene recibiendo una migración que comenzó con compatriotas venidos desde el sur, luego el incremento de nuestros vecinos y por último los colombianos, ecuatorianos y demases. La sensación térmica parece contradecir a las estadísticas y prejuicios más o prejuicios menos se cimenta esta realidad que impregna a este poema.
“Sudamérica, Sudamérica, Sudamérica, Sudamérica. Chile el sueño sudamericano, la carrera incansable, por el estatus, por el buen vivir, por el buen colegio, por el auto, por el trabajo, por la buena mesa, por la buena mujer, por el buen hombre, por el gran profesional, por la gran profesional, por los hijos profesionales, por lo mejor de lo mejor, por el vestir, por el buen pasar, por el crédito hipotecario, por la casa más grande, en el buen barrio, por el departamento, por el sueldo de un millón o más, que eso sería el ideal, por no decir nunca no puedo, por siempre más, por no estar en Dicom, por no estar en las filas de postulación a trabajos, por no barrer en las calles, por no tener que ser guardia y comerte el frío, por no tener que leer los económicos sección trabajo. Por, por, por, por, por, etc.” Hay una avidez por lo material que terminó por envenenar la imagen de una ciudad tranquila para pasar a ser la pujante capital minera de Chile, a la misma que se le fue arrebatada la “Zona Franca Alimenticia” por allá el año 1974, una ciudad cara, una ciudad que ante los ojos comerciales y financieros , “todos vivimos de la minería” , la que es testigo de que en su vientre floreció una “clase media aspiracional” ávida de éxitos y dinero, sin modales y capaz de arremeter con todo y sobre todos.
Tómese esto como un testimonio serio, es de ciencia cierta que la literatura es útil instrumento para medir el tiempo en que se vive, el testigo de una época nos trae “Chile el Sueño Sudamericano”. Pero esta elasticidad de abarcar realidades y extenderlas vuelve repentinamente y apunta directo al corazón de la región y es precisamente en ese momento en que el poeta ralentiza el ritmo y apela a una serie de conclusiones: “Abro el diario, Claudio Lazcano Muñoz de 19 años se suicida en la plaza de Mejillones. Se ahorca. En la nota que deja, sólo indica que estaba cansado de vivir y que el amor de ella lo perdonará. Eso es todo; a los 19 cansado de vivir ¿cansado de qué? A los 19 años se cuelga, en un parque de juegos, a los 19 ya nada importaba, ese era el fin, a los 19 él le dio fin a su vida. No pude seguir tomando el café, llevo meses pensando en él, en el niño de 19 años, cansando de vivir.” Era inevitable abarcar este tópico, llevamos años entre los primeros lugares en número de suicidios en Chile , daría a pensar precipitadamente a que el desierto la sequedad el ambiente provoca estas alzas en los fríos números de suicidas, pero lo cierto es que los factores son de mayor complejidad y dignos de un estudio más acabado y detenido. En este contrapunto Pedamonte apela a nuestra conciencia, sólo para luego increpar a estos dos macro personajes: Chile y Sudamérica, cuestionamientos legítimos, firmes, apostróficos… vale decir; directamente a las elites políticas , económicas, religiosas…
Un canto suficientemente herido, desgarrado y lleno de consciencia.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario