domingo, noviembre 08, 2015

AGATA VI por EDUARDO J. FARIAS ALDERETE



Nadie sino yo comprende el instante preciso en que te has ido Ágata y el extrañar sea sólo un juego virtual de acasos tal vez y quizás tan pronto como sea. Donde te has ido un vacío de alas abiertas acoge temor seco de perderte, la orilla opuesta y el traje de dudas. Si no estás Ágata, todo brillo pierde mesura en un extraño ritual de atardeceres color malva y una bandera pierde su coloquio con el viento, todo se vuelve dudoso, dudoso el pan, dudoso el plato y el reloj si es que ha de necesitarse, dudoso el perro que  sigue buscando tu dudosa mano.

Si planeas marcharte Ágata, ahora, mañana o ayer, nadie si no yo saldrá a buscarte sin piernas ni ojos, sin oídos, ni nariz ni espalda, ni orgullo que vaya tras tus alas, tus reflejos, tus pequeñas marcas gravitantes y los polígonos de tus ideas obcecadas y rutas.

Ágata, si te marchas el tiempo cesa de curvarse y las esquinas de tu calle pierden el sentido y todo se vuelve frágil, la noche vestida de un previo azafrán, frágil el acero, el muro y todo orgullo, frágil el alba que te grita de veras y que te grita de verde, frágil como tus brazos y todo y sin embargo, no obstante y tal vez se encuentre Ágata, quizás.


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