lunes, noviembre 30, 2015

AGATA XII por EDUARDO J. FARIAS ALDERETE


Ágata existe, Ágata no existe, para que los desnudos hemisferios de la existencia tengan algún sentido, Ágata existe y es de carne y hueso una saeta disparada  al infinito con loca trayectoria, en parte sanación y la esfera borrosa de un reloj sin manecillas, el latido de los seres agónicos, la puerta abriéndose antes del alba en todo el orbe y el punto final de miríadas de textos. Ágata existe, Ágata no existe, es un plato obscenamente vacío y una mesa colmada en la abundancia, el horizonte extenso de la música o el más aterrador de los silencios. Herramienta, pluma, arma y consejo... Pozos de agua u obstinado fuego. Tiempo y medida de todas las cosas. Serenidad y el frenesí de todos los vuelos. Ágata existe, Ágata no existe. El secreto más profundo y el arco de las espaldas a la hora del amor, la laxitud terrible a la hora de los ocasos, el opaco estallar de las dudas y las nubes antes de la tormenta. Roca, madera, perfección y metal. Gata, esta copa y esa otra sobre esa mesa. Las cosas perdidas y las cosas halladas. Luz de luna... Cajas y cajas el misterio y la terrible certeza, la prosa del viento si ella quiere, porque existe y no existe. Sombras y el precipicio, todas las vidas y todos los sueños.

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