NAMAZU, es el nombre de la
próxima novela que en los próximos meses
publicará Rodrigo Ramos Bañados por Editorial Punto Aparte de Valparaíso. La
trama es ágil y compuesta por un buen
uso de los planos temporales de una
historia interesante de principio a fin.
Namazu es un pez mitológico
japonés que anunciaba terremotos. “extraño pez, de no más de 35 centímetros de
largo, plomizo, con ambos ojos por un lado, dos cachos o antenas de cinco centímetros
y forma de boomerang”, un pariente
lejano de Kalule otro mítico y funesto pez, y tal vez el mismo. A Tocopilla ciudad del litoral norte de Chile
arriba un científico y su ayudante ambos japoneses a
instalar y probar una “Máquina para predecir terremotos”, no cabe duda
la buena elección del campo de estudio por lo
tectónico de la región.
Ramos plantea entre los
personajes una trama bien articulada en
que nos muestra a Hiromu
y su relación de jefe a subordinado con Kusunoki que retrata en sí un desgano que trae desde Japón,
esa deshonra siniestra que lo lleva al norte de Chile y a la vez ese fastidio
se encarna en Kusunoki como ayudante de un antihéroe defraudado por su propia
existencia y lo que le rodea. Magda es un personaje que a pesar de un
planteamiento narrativo simple, tiene la complejidad suficiente para ser clave
en la narración general, periodista del diario de Tocopilla, ex candidata de
belleza y en vistas a marchitarse en esa localidad, Ronald Araya con una carga
de encarnar al común de los mortales y ser otro antihéroe, el eterno enamorado
de Magda, nótese el brillante planteamiento que se da en la entrevista con su
abogada, un testimonio rayano en lo delirante.
Tocopilla como telón de fondo y
un personaje más. Hay pasajes narrados con maestría y hasta con sorna, los detalles
están imbuidos de un realismo lindante en lo natural y lo crítico… el mundo de
Tocopilla narrado en lo atroz como lo
podría catalogar un observador del “mundo
civilizado”. Y ese afán terrible por catalogar como chino todo lo oriental. Pero en ese ambiente de
desdicha se encuentra algo peor, la presencia de una violencia irracional en
sordina y sólo legible desde el prisma de un pueblo olvidado de la mano de Dios. El poblado
nortino con aires anecdóticos y hasta
vulgares es el fiel retrato de ciudades
con alma de pueblo que no divisa futuro
alguno.
No hay realismo mágico si no un
realismo a secas, duro, compacto y
vigoroso. Y aquí sucede una contradicción literaria, relatar la miseria con
riqueza de imágenes.
Al lector común y a los no lectores se les puede ocurrir la
peregrina idea de que la miseria siempre llama a la violencia o la violencia
viene ineludiblemente atada a la misma, cuando en realidad su transversalidad
obedece a la idea atávica en la humanidad por ser tal, aun así encontramos los
mejores gestos de la misma dentro de la miseria, en Namazu, no. Es un amplio
arco narrativo de infortunios, un espectro avasallador y amargo que resulta
ameno y cotidiano, ese es el logro del oficio narrador de Ramos y de esta novela en comento.
El final arriba como un golpe
atroz. Altamente recomendable.
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