Más allá de lo llamativo del
título, la narrativa de Nicolás Cruz Valdivieso nos presenta en nueve relatos
un oficio vigoroso y un iter que abarca
parte importante de la condición humana. Desde los gestos de la humanidad más
profunda como en el “Príncipe Mongol” recorriendo por lo anecdótico casi
onírico y místico en la “Pierna de Rimbaud” los sentimientos que se conjugan en
los barrios bajos con acento en una atemporalidad aplicable al espíritu en “Flores
del Riachuelo”, el horror y la bajeza que embarga a las masas como en “Aprendices
de Chacal” las deformaciones del oficio
que al lector provocará más de alguna risa de buena gana como en “Un
Asunto de Principios”, la sordidez de una doble vida en “Tienes que contarme tu
secreto”, lo gracioso que puede resultar la desgracia sexual del prójimo en “El
oficinista”, la historia nos demuestra lo amargo e injusto que puede ser el
destino en “El Tango más amargo”, rematando con un cuento de muy buena factura y que es la mejor
muestra de la narrativa de Cruz Valdivieso: “No le debo nada a Bolaño”.
Como narrador este autor se preocupa más en el
fondo sin descuidar la forma, la que es precisa, directa y pulcra, el lector
puede confiar que al leer la primera frase de esta prosa no se detendrá hasta
culminar con la historia que le apasionó por unos minutos y que le dejará una
sensación distinta por cada relato al que se enfrente, como si de cuadros se
trata, los trazos de la prosa y las
narraciones en primera persona son de los recursos que dirigidos de correcta
forma conquistan la buena lectura.
La visita de grandes y señeros personajes
como Rimbaud, Gardel, Bolaño y otros,
forman parte de un soporte a algunas historias que con amenidad hacen de este
conjunto de relatos algo muy atrayente: “Mientras la carroza se perdía y
recuperaban el aliento, vieron, a medida que la nube de tierra se disipaba del
aire, la silueta de un hombre, que caminaba a paso lento hacia ellos, ayudado
por una muleta de madera. Gerard supo antes de ver su cara que era el hombre
que poblaba sus sueños.” Lo onírico nos
guía al poeta.
O el aciago día en que un
accidente aéreo nos arrancó al mejor cantante de tango que haya existido
(opinión muy personal): “Esa fue mi triste despedida del Zorzal, del hermoso y
querido morocho del Abasto. Al despertarme a la mañana siguiente mi mujer me
entregó un sobre con mi nombre escrito por su letra, en el que había una carta
que sólo decía: «Cuidámelo bien, es mi favorito». La cercanía con que el narrador
transmite esta intimidad es la que en
definitiva embarga al lector.
Respecto a Bolaño, sería un
pecado hablar de él y como se abraza su figura histórica y literaria, llegando
a su sustrato real y humano.
El prometedor oficio de Cruz
Valdivieso, nos entrega “No le debo nada a Bolaño”, recomendable para el lector
común y para el amante de la narrativa.
NO LE DEBO NADA A BOLAÑO y OTROS DELIRIOS. AUTOR:
NICOLAS CRUZ VALDIVIESO. De Editorial EMERGENCIA NARRATIVA, 2015.
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