Tú alzas tu cabeza, tu triste cabeza encendida,
y el dïa retrocede, el tiempo retrocede,
y la aurora boreal llena la tarde.
Tú alimentas mis ojos con tu luz imprecisa
y el color de tus ojos me hace cerrar los míos
y en la tarde opalina como arroz, como ausencia,
mi cuerpo se deshace en silencio, en amor.
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