martes, diciembre 14, 2010
LA FLAUTA ESPINAZO -3-
-3-
Olvidaré año, día, fecha.
Me encerraré a solas con este papel. ¡Nace con sufrimiento de palabras lúcidas, magia más que humana!
Hoy llegué de visita;
sentí
algo mal en la casa.
Y qué ocultabas en tu vestido de seda.
Olor a incienso en el aire.
-¿Contenta?
Tú, fría:
-Mucho.
El muro de la razón turbada se derrumba,
y yo, ardiendo en fiebre, acumulando angustia.
Escucha, da igual:
no ocultarás un cadáver -¡atroz palabra, lava en la cabeza!-Da igual:
cada músculo tuyo como por una bocina lo clama:
¡muerta, muerta, muerta! No;
contesta.
¡No mientas!
(¿Cómo irme así?)
los agujeros de dos tumbas
abren los ojos en tu rostro.
Las tumbas se ahondan.
No llega allí la luz.
Sin duda
caeré desde el andamio de los días.
He tendido mi alma como una soga sobre el
/precipicio, con malabarismos de palabras me he
/columpiado en ella.
Lo sé,
a él lo ha gastado ya el amor.
Adivino tedio en tantos indicios.
Vuelve a ser joven en mi alma,
presenta el corazón a la fiesta del cuerpo.
Lo sé,
cada quien paga por mujer.
Qué importa
si mientras tanto,
en vez de la elegancia parisiense,
te vistiera con humo de tabaco.
El amor mío,
como un apóstol de aquellos tiempos,
lo llevaré por miles y miles de caminos.
Los siglos te conceden la corona
y en la corona mis palabras,
arco iris de espasmos.
Como los elefantes con juegos de quintales
remataron el triunfo de Pirro,
yo a paso de genio devasté tu cerebro.
Para nada.
A ti no te arranqué.
¡Alégrate,
alégrate!
¡Acabaste conmigo!
Ahora
tal tristeza.
Correría al canal
a meter en el agua la cabeza y su mueca.
Me diste los labios: qué cruel con ellos.
Al tocarlos sentí frío
como si pusiera mi beso penitente
en un monasterio labrado en roca helada.
Sonaron
puertas.
Entró él,
calado de regocijo callejero.
Yo,
partido en dos por mi queja,
le grité:
-¡Está bien!
¡Me voy!
¡Está bien!
Tuya quedará.
Compónla con trapos,
tímidas alas entre sedas: que engorden.
Cuida, no se te vaya.
Piedra al cuello,
cuélgale a tu esposa un collar de perlas.
¡Oh, aquella
noche!
Apreté la desesperación, más y más.
Con los lamentos míos, con mi risa,
el hocico del cuarto en horror arrasado. Y la visión surgía, imagen de ti arrebatada, con los ojos la encendías en la alfombra, cual si soñara algún nuevo Byalik la radiante reina hebrea de Sión.
Torturado,
ante aquella a la que me rendí
caí de rodillas.
El rey Alberto,
todas sus ciudades
perdidas,
junto a mí está cargado de dones de
/cumpleaños. ¡Dórense al sol flores y hierbas! ¡Primavera en las vidas de tantos elementos!
Yo quiero un veneno beber y beber versos.
Ladrona del corazón,
todo te lo llevaste,
atormentaste mi alma en delirio;
recibe este regalo, amiga,
tal vez nunca imaginaré más nada.
Pintad de fiesta la fecha de hoy.
¡Crea,
magia o crucifixión!
Miradme:
con clavos de palabras
clavado al papel estoy.
Etiquetas:
Maiakovski,
poesía universal
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