martes, diciembre 21, 2010

ADIOS AL FÜHRER por JORGE TEILLIER




Adiós al führer, adiós a todo Führer
habido o por haber. Adiós a todo Führer verdadero o falso,
buenas noches, le digo, buenas noches
Con una íntima tristeza reaccionaria.

Adiós al Führer que engullía tortas de Selva Negra
mientras sus tanques se alimentaban de caminos de
Europa.

Adiós a todo Führer que ame a Wagner o la Giovinezza
ya sea lampiño, barbudo o bigotudo.

Adiós al Führer que en submarino huyó a Buenos Aires
tras matar a Eva y a Blondi, su fiel perro.

Desde los hielos lo oye llamar Miguel Serrano
mas ni por mar ni por tierra podrían encontrarlo.

Adiós a todo Führer que nos ordene sepultarnos con él
tras contemplar cómo arden las ruinas de su Imperio,
y entretanto no deja a nadie dormir tranquilo
aunque no hayamos violado, ni robado, ni asesinado.

Adiós a todo Führer que obligue a los poetas
a censurar sus manuscritos o mantenerlos secretos
bajo pena de mandarlos a su Isla o Archipiélago
o a cortar caña bajo sol de la Utopía.

Adiós al Führer de la Antipoesía
aunque a veces predique mejor que el Cristo de Elqui.
Es mejor no enseñar dogma alguno, aunque sea ecológico.
cuando ya no se puede partir a Chillán en bicicleta.

Adiós al chico Molina, cruel Führer de Lo Gallardo
donde escribió El Lobo Estepario antes que Hermann
Hesse
aunque N.S.Jesucristo murió por él según lo dice Anguita,
y adiós por quienes desean que demos el sí cuando amamos el no.

Adiós a todo Führer a quien no le importa perder
cuarenta o cuarenta mil hombres con tal de invadir islas pobladas por ovejas,
y tras la derrota se acoge a general jubilación
a oír Silencio en la noche ya todo está en calma.

Adiós a quien un tiempo fuera nuestro secreto Führer
y nos recomendaba abstinencia botella de whisky en
mano,
y con desprecio abandonó su Bunker frente al cerro
para conquistar Venezuela como sus antepasados.

Adiós al picaro que pretendías ser Martín Bormann:
Enrique Lafourcade, conde de La Fouchette.
Lo verán pasear un ridículo perrito
sin poder alcanzar ni al Parque Forestal.

Lo verán alimentarse, fantasma rubicundo,
de pálidas y frágiles palomitas nocturnas.
Lo verán recorrer los más perdidos pueblos
buscando firmar autógrafos a alcaldes y parvularias.

Lo verán sollozar pensando en sus Días sin Dieta
con patitas de chancho en Los Buenos Muchachos.
Lo verán derramar una furtiva y valetudinaria lágrima
mientras canta Yo soy el Rey creyéndose Pedro Vargas.

Y ya no habrá nadie de la Generación del 50
para entonar a coro Yo tenía un camarada.
Adiós a todo Führer que nos dé duro con un palo
y también con una soga
creyendo que como él somos apenas sensitivos.

Y buenas noches, amigos, buenas noches,
hasta que un día nos volvamos a encontrar
en la hora soberbia y enloquecida de los esqueletos.




Escrito en la Plaza del Mulato Gil de Castro, en Santiago, la noche del 2 de diciembre de 1981, fecha del lanzamiento de la novela de título homónimo de Enrique Lafourcade.

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