En Silencio.
Como si rezara
y tú etérea
en la imagen
desenfocada en el infinito
hecha tierra, luz y
sangre.
Tu voz en la memoria:
Una flecha que hiere el corazón.
Mientras la corona cien
naipes cae,
un arco sombrío comienza a ceder,
tus ojos abarcan la pantalla.
Se tensan las cuerdas de guitarra,
un juramento que no cumples
y la esfera
que consume el ocaso:
El metal herido de la historia del mundo
que es tu breve historia.
Como en un éxodo de ti
misma
en exilio permanente
extasiado en cristales,
buscándote ansiosa y
desgarrada.
El enigma imposible a mis versos
pero que sólo alcanzo
con la punta de los dedos,
tu frente, tus cabellos y nada más.
La fe hecha girones y enojos,
elementos de creación en tu nombre
un conjuro ante las maldiciones,
haciendo tu ausencia eterna .
Eres de la materia
con que funden los sueños,
Ámbar e impronta
con que la soledad sella el no tenerte
y calzar en la urgencia
de conservarte sin
probabilidades
de entrar a los ángulos
de las páginas de un libro
que no leerás.
Un mañana que jamás llega.
El verso se fuga
buscando a ciegas y a
tientas lecho,
pueblo fantasma y caminos
sin encontrarnos.
Eres relámpago de noche,
ajena murmuras y no me
descubres.
Somos del material
con que se perpetúan los sueños
y dormimos condenados
a jamás hallarnos vivos
en donde sólo nos envuelve
inquieto el silencio.
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