En este laberinto el silencio puede
esculpirte y entre palabra y palabra, puede dejar trazos de tu alma, de nada
servirá correr si lo único que necesitas
es esperar. La marea de los tiempos no perdonan tus vidas ni tus muertes, mientras vamos unidos por algo más sutil que la vida y más férreo que
la muerte. Y ante todo la confusión del
tiempo, el dilema de las decisiones. Y la palabra que va perdiendo el
sentido, sin la palabra el todo es el centro vivísimo de la nada, que nos clama
en silencio y en silencio nos busca. Lo implícito en la mirada no requiere de
la aceptación del mundo. El muro del laberinto puede derribarse de mil maneras.
El lazo obcecado de la mudez fundida por el tiempo forjado, no libera aves, no
crea bosque, no amamanta costa con sal de época pretérita. Si me preguntaras
para qué dos o tres versos en tiempo de dolor o preguntaras para qué la poesía
si ya el cielo no envuelve ave alguna. Habrá una sola respuesta y esa, te la dará el tiempo.
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